(CNN Español) – El acrónimo TERF —del inglés Trans-Exclusionary Radical Feminist— puede traducirse como feminista radical transexcluyente. Designa, en términos coloquiales y despectivos, según la RAE, a quienes rechazan incluir en el movimiento feminista a las personas transgénero, uno de los colectivos fuertemente vulnerables a la marginalización y violencia, según la ONU.
El término, que en ocasiones se entiende como un insulto, fue popularizado por la bloguera británica feminista Viv Smythe en 2008 -sin intenciones de que se convirtiera en ofensivo, según ha dicho*-, pero remite a un proceso originado en las décadas de los 60 y 70, según estudios que abordan el feminismo y sus vínculos con las mujeres transgénero.
Según dijo anteriormente a CNN Cristan Williams, fundador de Transgender Foundation of America e historiador transgénero, TERF se reduce a la creencia en el binarismo de género: hombre y mujer. En el feminismo transexcluyente no hay término medio ni desviación del sexo asignado al nacer.
De acuerdo con esta ideología, las mujeres se reducen a sus “atributos esenciales” o al fenotipo femenino. Y parte de quienes la defienden no reconocen la condición de mujer a las mujeres trans.
“Las personas TERF consideran que las características biológicas y fisiológicas con las que se ha nacido han determinado condiciones de represión contra las mujeres, por lo que las personas trans no comparten el estigma que conduce a la lucha, e incluirlas en la feminidad puede recortar derechos de las mujeres cisgénero”, explica el estudio “El feminismo trans excluyente en Twitter: un monólogo sesgado en #ContraElBorradoDeLasMujeres” de los autores de la Universidad de Barcelona Carme Ferré-Pavia y Gorka Zaldívar con base en el trabajo del Dr. Justin Gutzwa, profesor de la Universidad de Michigan.
Un grupo originalmente marginal con alta exposición
Williams afirmó que la creencia de que el activismo transgénero perjudica a las mujeres cisgénero, es decir, aquellas que se identifican con el sexo asignado al nacer, tiene sus raíces en ciertos movimientos feministas de los años 60 y 70 que hacían hincapié en la importancia del cuerpo de la mujer para determinar su género.
Las feministas comenzaron a dividirse en facciones durante esta época, aunque las feministas mayoritarias seguían defendiendo en gran medida los derechos de las mujeres transexuales, explicó Williams.
Las TERF eran un “grupo originalmente marginal del feminismo cultural anglófono —principalmente estadounidense, británico y australiano— de los años 70 que ha crecido exponencialmente en la última década, en parte debido a su mayor exposición mediática”, dicen Serena Bassi y Greta LaFleur en el estudio “TERFs, Gender-Critical Movements, and Postfascist Feminisms”.
Hostilidad en aumento
La animosidad en ciertos grupos feministas contra las personas trans nunca ha desaparecido, reseña el estudio “Exploring TERFnesses” citando varios estudios.
Sin embargo, ahora hay un resurgimiento que, según sus autores, puede estar impulsado por varios factores. Entre ellos figura, por ejemplo, el aumento de la visibilidad de las personas trans en la vida diaria, los medios de comunicación y la cultura en términos generales. También, la posibilidad de elegir el género en documentos oficiales en ciertos países y la expansión de cuidados médicos específicos para la población trans, así como como la mayor atención a los derechos de las personas transexuales en todo el mundo.
La hostilidad en ciertos ámbitos feministas minoritarios hacia “las personas trans y sus derechos humanos debe situarse en un contexto geopolítico más amplio, caracterizado por la utilización del género como un arma de las fuerzas conservadoras, y por el pánico social, moral y sexual en torno a las biotecnologías y el miedo al transhumanismo”, dice el estudio.
En las redes, esta visión se ha visto alimentada por figuras como J.K. Rowling, la autora de la saga de “Harry Potter” a la que se ha tachado de TERF, que tiene un largo historial de comentarios contra las mujeres trans que han sido rebatidos por una infinidad de voces, incluidos integrantes del elenco de la película como el propio Daniel Radcliffe.
La realidad de las mujeres trans: violencia y exclusión
Para los defensores de la igualdad, el argumento blandido por las feministas transexcluyentes es discriminatorio.
“Para ser feminista, no es necesario apoyar a todos los grupos de mujeres. (Por poner solo un ejemplo, las mujeres supremacistas blancas no merecen nuestro apoyo). Pero las feministas no deberían oponerse a uno de los grupos de mujeres más marginados”, sintetiza Jennifer Saul, filósofa y docente de Filosofía Social y Política del Lenguaje en la Universidad de Waterloo, en un artículo de The Conversation que aborda el concepto de feminismo radical transexcluyente, al que se opone.
Las personas transexuales son víctimas de una larga lista de violaciones de los derechos humanos, según la ONU, que identifica, entre otros, los asesinatos y violencia, la tortura y el trato cruel, inhumano y degradante, la criminalización, la discriminización y la patologización.
Hasta 24 países en el mundo criminalizan y/o persiguen a las personas trans, según cifras de la ONU. Y cada año miles de personas son asesinadas o resultan gravemente heridas en ataques motivados por odio.
“Un componente absolutamente clave de esta marginación y discriminación es la negación de la identidad de las mujeres trans como mujeres”, reflexiona Saul.
Con información de Saba Hamedy y Scottie Andrews.