(CNN) – A finales del año pasado, el expresidente Donald Trump anunció su respaldo al propietario de un concesionario de automóviles Bernie Moreno para el escaño de Ohio en el Senado, elevando a un candidato no probado que nunca había ocupado un cargo público por encima de varios otros republicanos más prominentes.
Dos días después, la campaña de Moreno gastó unos US$ 17.000 en el complejo Mar-a-Lago de Trump, y luego le siguió un gasto adicional de US$ 79.000 al mes siguiente, lo que le convirtió en uno de los principales consumidores políticos del club de Florida.
No fue el único. Con ostentosas recaudaciones de fondos en Mar-a-Lago, estancias en los hoteles de Trump y vuelos en el jet privado del expresidente, los candidatos republicanos y los grupos políticos están en camino de gastar más en los negocios de Trump este año que cualquier otro año desde 2016, según un análisis de CNN de los datos federales de financiación de campañas.
El propio Trump ha sido el que más ha gastado, tanto este año como en la última década. Entre sus tres campañas presidenciales, Trump y los grupos políticos asociados han canalizado más de US$ 28 millones en donaciones de campaña a sus negocios, ayudando a convertir el entusiasmo de sus partidarios políticos en beneficios personales.
Otros republicanos han seguido su ejemplo, gastando millones en las propiedades de Trump en un aparente intento de ganarse las simpatías del expresidente y señalar su lealtad hacia él a los votantes del Partido Republicano.
Algunos de los candidatos que más dinero han gastado en los negocios de Trump en los últimos años han sido políticos noveles que se ganaron el respaldo del expresidente a pesar de carecer de experiencia o éxito electoral en el pasado, como Moreno, el excandidato al Senado por Georgia, Herschel Walker y la aspirante al Senado por Arizona, Kari Lake.
En la primera mitad de 2024, las campañas federales y los comités de campaña han gastado casi US$ 3,2 millones en negocios de Trump, más del 80% de los cuales procedían de la propia campaña de Trump y de grupos asociados.
La mayor parte, unos US$ 1,9 millones, fue gastada por la campaña y las comisiones de recaudación de fondos de Trump en una empresa propiedad de Trump que opera su jet.
En total, las campañas y comités han gastado más de un millón de dólares en Mar-a-Lago en lo que va de año, y unos US$ 200.000 en otros hoteles y complejos turísticos de Trump.
Karoline Leavitt, portavoz de la campaña de Trump, dijo que “los comités están pagando la tarifa justa de mercado por todos los locales y servicios” proporcionados por las empresas de Trump.
La dinámica de los candidatos que desembolsan miles de dólares en los negocios de Trump mientras compiten por su respaldo, que es crucial para el éxito o fracaso de las campañas republicanas, es un ejemplo de cómo la política ha impulsado la cuenta de resultados de sus negocios. Y la influencia del expresidente ayuda a explicar por qué algunos candidatos viajan cientos o miles de kilómetros para presentarse en un hotel o complejo turístico de Trump, según los expertos en financiación de campañas.
“Está claro que ahora tiene el control total del Partido Republicano”, dijo Daniel Weiner, director del Programa de Elecciones y Gobierno del Centro Brennan. “Patrocinar sus negocios se ha convertido en una de las formas aceptadas en que los candidatos y los funcionarios públicos expresan su lealtad al líder del partido”.
Los patrocinadores gastan mucho
CNN analizó los datos de la Comisión Federal Electoral (FEC, por sus siglas en inglés) sobre más de 12 millones de gastos de campaña desde 2011, e identificó los que fueron a parar a una variedad de negocios asociados a Trump, como Mar-a-Lago, sus hoteles y resorts, y la empresa vinculada a su jet.
Unos 150 candidatos al Congreso han declarado haber gastado fondos de campaña en negocios de Trump, incluidos algunos demócratas en los años previos a su primera candidatura presidencial. La campaña del senador por Nueva Jersey Robert Menéndez gastó varios miles de dólares en el Trump National Golf Club de Virginia en 2012, y la campaña del senador por Delaware Chris Coons, un estrecho aliado del presidente Joe Biden, gastó unos US$ 700 en el Trump International Resort de Florida en 2014.
Pero desde que Trump descendió célebremente por su escalera mecánica dorada en 2015, todos los candidatos al Congreso cuya campaña ha declarado haber gastado dinero en sus negocios han sido republicanos, según muestran los datos de la FEC.
La mayoría de ellos han recibido un respaldo de Trump en algún momento de sus carreras políticas. Y algunos de los que más gastan son políticos que nunca han ocupado un cargo electo pero que recibieron apoyos tempranos clave del expresidente que ayudaron a sus campañas a ganar o evitar unas primarias competitivas.
Moreno, el candidato al Senado por Ohio, es un claro ejemplo. Hombre de negocios propietario de una serie de concesionarios de automóviles en la zona de Cleveland, Moreno se presentó originalmente como candidato al Senado en 2022, antes de abandonar su aspiración tras una conversación con Trump y apoyar finalmente al ahora candidato a la vicepresidencia J.D. Vance.
En abril de 2023, cuando Moreno se preparaba para presentarse de nuevo al Senado, informó de dos pagos en Mar-a-Lago por un total de unos US$ 13.000 por concepto de “catering para eventos”. El mismo día en que se realizó uno de esos pagos, Trump publicó en Truth Social que había oído que Moreno, al que calificó de “hombre de negocios muy respetado”, estaba “pensando en presentarse al Senado” y que “no sería fácil vencerlo”. Moreno publicó una captura de pantalla del mensaje en Twitter con un “¡Gracias, señor!” y anunció su campaña días después.
Trump respaldó a Moreno el 19 de diciembre. El 21 de diciembre, Moreno declaró haber gastado casi US$ 17.000 más en Mar-a-Lago. Gastó otros US$ 80.000 allí en enero, cuando su campaña celebró un acto de recaudación de fondos en el complejo que reunió unos US$ 350.000 en donaciones. En el evento, Kimberly Guilfoyle, la prometida del hijo de Trump, Donald Trump Jr., declaró que “Dios eligió” a Moreno, y lo describió como “un patriota increíble que ha conseguido tanto”, según muestra un video en las redes sociales.
Moreno ganó unas competitivas elecciones primarias en marzo, derrotando a la actual secretaria de Estado republicana y a un legislador estatal. Antes del respaldo de Trump, era una carrera reñida, dijo David B. Cohen, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Akron.
“El respaldo de Trump lo significó todo”, dijo Cohen. “Fueun cambio de historia”.
Ahora, Moreno es el candidato del Partido Republicano en una de las contiendas por el Senado más reñidas del país. Reagan McCarthy, portavoz de Moreno, dijo en un correo electrónico que “Mar-a-Lago es una hermosa propiedad y allí celebramos dos de nuestras recaudaciones de fondos más exitosas del ciclo”.
El candidato al Congreso cuya campaña gastó más en los negocios de Trump en la última década es Herschel Walker, la antigua estrella del fútbol americano que perdió una reñida carrera por un escaño en el Senado por Georgia en 2022. La campaña de Walker gastó un total de casi US$ 215.000 en Mar-a-Lago, el club de golf de Trump en West Palm Beach y en su hotel de Las Vegas.
El apoyo inicial de Trump ayudó a Walker, que nunca antes se había presentado a unas elecciones, a alzarse con la victoria en las primarias del Partido Republicano. Pero su campaña estuvo plagada de escándalos, incluidas acusaciones de maltrato doméstico, así como afirmaciones de que Walker había pagado abortos a novias anteriores, que él negó.
Scott Paradise, director de campaña de Walker, dijo en un correo electrónico que los eventos que su equipo celebró en las propiedades de Trump recaudaron más de un millón de dólares, y fueron “por mucho, nuestros dos mayores eventos de recaudación de fondos de toda la campaña”. “Fue un gran retorno de la inversión”, dijo.
Más recientemente, una de las personas implicadas en mayores gastos políticos en Mar-a-Lago ha sido la candidata al Senado por Arizona Kari Lake, cuya campaña desembolsó allí más de US$ 100.000 en lo que va de 2024. La mayor parte de ese gasto se produjo en abril, cuando Lake celebró un acto de recaudación de fondos en el complejo en el que recaudó un millón de dólares, según Axios.
Aunque la campaña de Lake declaró haber gastado unos US$ 71.000 en Mar-a-Lago en concepto de “alquiler de instalaciones/servicios de catering”, también declaró haber gastado US$ 32.000 en “alojamiento” en el complejo el día de la recaudación de fondos y los dos días posteriores, lo que sugiere que la campaña desembolsó decenas de miles de dólares para que Lake o sus colaboradores pudieran alojarse en el complejo de Trump.
Los datos financieros de la campaña de Arizona muestran que durante su carrera para gobernadora en 2022, la campaña de Lake gastó otros US$ 118.000 en Mar-a-Lago, convirtiéndola también ese año en una de las políticas que más gastó allí.
A finales del mes pasado, Lake ganó sus primarias al Senado con cerca del 55% de los votos tras conseguir el respaldo de Trump, lo que se produjo a pesar de la preocupación de algunos republicanos de que su retórica de negación de las elecciones pudiera alienar a los votantes indecisos en otra de las carreras senatoriales más importantes de este año.
Pero sus frecuentes apariciones en Mar-a-Lago no le otorgaron necesariamente la simpatía de Trump: el diario The Washington Post informó que Trump estaba molesto porque Lake se dejaba ver en su complejo de Florida con demasiada frecuencia, y la animó a que volviera a la campaña electoral al otro lado del país, en Arizona.
Un portavoz de la campaña de Lake no respondió a las solicitudes de comentarios.
Varios de los otros candidatos federales que más gastaron en Mar-a-Lago durante la última década eran aspirantes al Congreso de derecha que obtuvieron el respaldo de Trump pero perdieron en las urnas en 2022: J.R. Majewski de Ohio, John Gibbs de Michigan y Vernon Jones de Georgia.
No hay pruebas de que Trump elija específicamente respaldar a candidatos porque gastan dinero en sus negocios. Pero algunos expertos dicen que el solapamiento entre el dinero de Mar-a-Lago y el respaldo de Trump debería levantar las cejas.
“Es problemático si está dando apoyos porque la gente gasta dinero en sus propiedades”, dijo Kathleen Clark, experta en ética gubernamental y profesora de Derecho en la Universidad de Washington en St. Louis. “No sabemos si lo está haciendo porque tiene un acuerdo -un quid pro quo explícito- o simplemente ha sido influenciado para dar un respaldo debido a que gastan dinero”.
Leavitt, el portavoz de Trump, dijo que cualquier acusación de quid pro quo relacionada con el gasto político en los negocios de Trump es “falsa y políticamente motivada para reforzar una narrativa vieja y cansada”.
La política impulsa los resultados financieros de Trump
Aún así, el mayor gastador político en los negocios de Trump es el mismo cuyo nombre figura en los carteles chapados en oro.
Desde su primera candidatura a la presidencia, la principal comisión de campaña de Trump y los comités de acción política y de campaña asociados han gastado más de US$ 28 millones en sus negocios.
Pero mientras que el gasto político en Mar-a-Lago ha atraído la mayor atención, el grueso de los pagos de la campaña de Trump a sus propias empresas ha ido a parar a una firma de perfil más bajo. Su campaña y los comités asociados han gastado más de US$ 14 millones en viajes aéreos de TAG Air, Inc, que opera el avión Boeing 757 de Trump, apodado “Trump Force One”, y otras aeronaves.
La más reciente declaración de la situación financiera de Trump, que se hizo pública la semana pasada, muestra que es propietario de TAG Air a través de otra LLC y de un fideicomiso. La empresa figura con un valor de entre US$ 5 y 25 millones, y Trump declaró haber obtenido US$ 4,4 millones en ingresos por ella. También declaró haber ganado US$ 56,9 millones de Mar-a-Lago.
Hasta ahora, alrededor del 5% de los gastos totales de campaña de Trump en 2024 han sido destinados a empresas de su propiedad. Se trata de un porcentaje mayor que el de sus comités de campaña para 2016 o 2020, aunque eso puede deberse en parte a que el gasto total de la campaña aumentará antes de las elecciones.
No es ilegal que los candidatos gasten fondos de campaña en sus propios negocios, siempre que éstos les cobren una tarifa justa de mercado, dijo Weiner, el experto del Centro Brennan. Pero señaló que es posible que los donantes no se den cuenta de que algunas de sus contribuciones van a parar indirectamente a los bolsillos de Trump.
“Quieren ayudar a que su candidatura gane y quieren expresar su apoyo”, dijo Weiner. “En la medida en que una campaña se utilice en parte para apuntalar sus negocios, eso es preocupante”.
Más allá de los comités de acción política asociados a la campaña de Trump, algunos otros grupos del Partido Republicano están gastando menos que en ciclos electorales pasados. El Comité Nacional Republicano gastó un total de más de US$ 2 millones en hoteles y complejos turísticos de Trump entre 2016 y 2022. Pero no informó de ningún gasto en 2023, y sólo un único pago de US$ 115,54 al concepto “Trump Hotels” en lo que va de este año, a pesar de las preocupaciones entre algunos de que Lara Trump podría tratar de dirigir recursos a las empresas de su suegro después de su ascenso a copresidenta del Comité Nacional Republicano en marzo.
Del mismo modo, el Fondo de Liderazgo del Senado y la Comisión Nacional Republicana del Congreso gastaron decenas de miles de dólares en propiedades de Trump en ciclos electorales pasados, pero no han informado de ningún gasto allí desde 2020.
Los gastos de campaña en Mar-a-Lago y otras propiedades de Trump son paralelos a otros negocios en los que Trump ha estado involucrado desde que dejó la Casa Blanca para ganar dinero de sus partidarios políticos, incluyendo la venta de tarjetas digitales de intercambio, la promoción de zapatillas de deporte de la marca Trump y la venta ambulante de una Biblia de US$ 59,99.
Mientras tanto, la creciente mezcla de política y negocios ha alejado a algunos clientes de larga data de los complejos turísticos de Trump que no son afines a de MAGA.
Mar-a-Lago, un complejo turístico centenario en una de las zonas más elegantes de Florida, fue en su día uno de los primeros clubes privados de la zona en acoger a socios negros o judíos. Entre el magnífico paisaje y la clientela más diversa, era un lugar ideal para una fiesta, recuerda Laurence Leamer, que escribió un libro sobre los vínculos de Trump con el club.
Pero a medida que Trump transformó la política estadounidense en la última década, Mar-a-Lago también ha cambiado drásticamente, dijo Leamer, con cenas y bailes de sociedad con clase cada vez más sustituidos por recaudaciones de fondos y eventos dirigidos a los conservadores.
La gente está allí porque “quieren captar su atención”, dijo Leamer. “Ya no es divertido. Es político”.
– Steve Contorno, Winter Hawk, Kyung Lah, Alex Leeds Matthews y Alayna Treene de CNN contribuyeron con este reportaje.