El presidente de Bolivia, Luis Arce, y el exmandatario Evo Morales

(CNN Español) – El presidente de Bolivia, Luis Arce, y el exmandatario Evo Morales, quien lo anunció en 2019 como candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), mantienen un abierto enfrentamiento que ha dividido al partido de Gobierno, con acusaciones mutuas de golpismo, en medio de una crisis de divisas y medioambiental, y con la mira puesta en las elecciones del próximo año.

Hace cuatro años, cuando Morales estaba refugiado en Argentina, el MAS trasladó su congreso a Buenos Aires para definir la fórmula electoral. El expresidente ungió entre elogios al exministro de Economía, Luis Arce, por encima del excanciller David Choquehuanca, quien quedó como candidato a vicepresidente. El partido izquierdista consiguió un cómodo triunfo en primera vuelta con el 55,10% de los votos y más de 25 puntos de ventaja sobre el segundo puesto.

Morales volvió a su país tras el cambio de Gobierno y desde entonces comenzaron las rispideces.

“Desde el momento en que Evo cruza de Argentina a Bolivia, empieza un largo período de campaña electoral. Una seguidilla de acciones respecto de que Morales intentaría controlar quiénes tendrían que ser ministros”, dijo a CNN el politólogo Marcelo Arequipa, profesor de la Universidad Mayor de San Andrés (La Paz).

Arce, una de las caras del crecimiento económico de Bolivia y promotor de la nacionalización de sectores estratégicos, calificaba por aquel entonces a Morales como el “líder histórico”, pero aclaró que no tenía pensado incluirlo en algún cargo en el Gobierno.

Arequipa dijo que “Arce construyó un gabinete a su medida y a su perfil más técnico, quizás menos político, alejado de lo que Evo Morales hubiera hecho y eso lo incomodó”. Según el politólogo, Morales tenía otras expectativas: “Pensó que Arce iba a ser un administrador y que él iba a poder controlar todo, que iba a tener a su disposición el aparato del Estado”.

Sin embargo, el quiebre todavía no se había materializado. Hasta inicios de 2023, todavía compartían actos públicos.

Luis Arce y Evo Morales, en un acto por el 28 aniversario del MAS en Chapare, en marzo de 2023

Pero las presiones por hacer cambios en el gabinete se hacían más evidentes. En junio de 2023 la Asamblea Legislativa, con votos de sectores afines a Morales, aprobó una moción de censura para destituir al ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, crítico con el expresidente. Sin embargo, Arce lo desplazó en cumplimiento con la normativa e inmediatamente lo volvió a nombrar en el cargo.

El politólogo Arequipa destacó que “en el Congreso hay un quiebre que está reflejándose” en la crisis financiera y energética que enfrenta el gobierno de Arce. Según apuntó, “la estrategia del sector evista y de las oposiciones es intentar que Arce llegue lo más desgastado posible (al 2025), sin posibilidades electorales”.

En septiembre del año pasado, Morales rechazó en un discurso público que Arce haya sido un “ideólogo del modelo económico”, y agregó que en el gabinete era conocido como “cajero”. Además, lo acusó de hundir la economía de Bolivia. Dos días después, y faltando casi dos años para la votación, confirmó que aspirará nuevamente a la presidencia.

Su candidatura fue oficializada en un congreso del MAS al que solo asistió la facción evista, reunión que posteriormente fue anulada por la Justicia. Algo similar sucedió luego con la facción arcista, que en mayo eligió a un nuevo presidente del partido para reemplazar a Morales, pero el encuentro también fue rechazado por el Tribunal Supremo Electoral.

El mes pasado, cuando Morales convocó y encabezó una manifestación contra el Gobierno, denominada “Marcha para salvar Bolivia”, Arce le envió un mensaje televisado en el que expresó: “No acepté ser tu títere”. Además, le pidió: “No arrastres al pueblo al enfrentamiento y a la muerte por tus caprichos de poder”.

El analista político Jorge Márquez Meruvia dijo a CNN: “El MAS está demostrando lo que es la decadencia de un partido hegemónico. En este tipo de partidos existen las disputas, pero la pelea por el poder interno ha llegado a quebrarlo”.

“La crisis económica, ecológica, de hidrocarburos, son una muestra de que el Gobierno no ha tenido la capacidad de tomar decisiones y hacer las reformas correspondientes, seguramente temeroso de cuál sería la respuesta de la facción de Morales”, agregó el politólogo.

No es la primera vez en los últimos años que un líder de la región atraviesa dificultades en la sucesión del partido y de su gestión, como le pasó en Ecuador a Rafael Correa (enfrentado con Lenín Moreno) y en Argentina a Cristina Fernández de Kirchner (en mala relación con Alberto Fernández). Los analistas consultados coinciden en que en el caso boliviano no hay diferencias programáticas polarizantes entre las facciones, sino que se reduce a una lucha por el control del partido.

Ni siquiera el fallido intento de golpe de Estado de junio, encabezado por el general Juan José Zúñiga, exjefe del Ejército, llevó a unirlos.

El exvicepresidente Álvaro García Linera, quien no ha tomado abiertamente partido en esta disputa, comentó entonces a CNN que es “preocupante y peligroso” que Arce y Morales frivolicen el tema, luego de que Morales dijera que se trataba de un “autogolpe”, algo que Arce negó. “Evo Morales ha respondido en función de su rédito político, Evo quiere ser habilitado como candidato, Luis quiere inhabilitar a Evo como candidato. Y en medio están bailando con las Fuerzas Armadas, las están politizando, y eso es muy riesgoso para ambos y para la estabilidad democrática de Bolivia”, dijo García Linera en entrevista con Carmen Aristegui.

Las aspiraciones presidenciales de Morales fueron perjudicadas por un fallo del Tribunal Constitucional que se pronunció en diciembre en contra de la reelección indefinida, señalando que no es un derecho humano y que los presidentes solo pueden ejercer por dos períodos, ya sean continuos o discontinuos, anulando una sentencia de 2017 en sentido opuesto que había permitido a Morales competir en 2019. La Constitución de Bolivia marca que los mandatarios pueden ser reelectos “por una sola vez de manera continua”.

Por su parte, Arce en agosto suspendió la realización de elecciones primarias y propuso realizar un referéndum para preguntar a la ciudadanía si estaría de acuerdo o no en ampliar la reelección presidencial. Morales, quien lo acusó entonces de querer frenar su campaña, ya había reafirmado que sería candidato a como dé lugar. “Si no quiere de buenas, es de malas”, sostuvo en un evento en Cochabamba.

El politólogo Márquez explicó: “Dentro de la cultura política de Bolivia, el caudillismo no es algo nuevo, es casi natural. Hay peleas internas y partidos que han llegado a desaparecer. Hasta el momento el MAS no se ha dividido (formalmente), eso lo vamos a saber en diciembre o a más tardar en febrero”. Se refiere al plazo que ha dado la justicia para que a fin de año los partidos renueven sus directivas, y al cierre de alianzas para el próximo año para los comicios de agosto.

“El partido hegemónico está resquebrajado, no sabemos si va a acomodar su dirección nacional”, puntualizó Márquez. De continuar el conflicto, el MAS se arriesga a perder la personería jurídica.

Sin embargo, la crisis interna no parece estar dando réditos para la oposición, que todavía no tiene una figura de renombre para competir contra el MAS. Arequipa, de la Universidad Mayor de San Andrés, dijo que “a día de hoy, todo está concentrado en ellos dos, y no hay liderazgos que estén aprovechando estratégicamente el momento”.

Según consideró, ve improbable que dos candidatos puedan superar a ambos para dejarlos fuera de una eventual segunda vuelta, por lo que dijo que tanto Arce como Morales, quien insiste con postularse pese a las trabas judiciales, están apostando a que las elecciones se conviertan en una primaria para definir al ganador del MAS en las llamadas elecciones del bicentenario, cuando se cumplan 200 años desde la independencia de Bolivia.