(CNN) – Mucho antes de que las bandas exteriores del huracán Milton azotaran la costa de Florida, ya se libraba una batalla política en torno a la enorme tormenta.
Una catástrofe natural potencial de tal magnitud –podría tratarse del gigantesco monstruo alimentado por el cambio climático que los científicos temen desde hace tiempo– debería ser inmune al oportunismo político.
Pero en las últimas semanas de unas elecciones presidenciales protagonizadas por un candidato tan implacable como Donald Trump, nada escapa al partidismo y las secuelas de Milton pueden resultar la próxima apertura para la vorágine de desinformación del expresidente.
Normalmente, las conmociones políticas provocadas por los huracanes solo se desencadenan cuando han pasado los vientos huracanados. Esta vez, en parte porque Trump presionó tanto para explotar el huracán Helene de la semana pasada en su beneficio político, el enfrentamiento ha empezado pronto.
Para la vicepresidenta Kamala Harris, la tormenta ofrece un peligroso foco de atención, que podría permitirle demostrar que domina el momento mediático en un contexto presidencial. Podría mostrar su capacidad para expresar empatía por las víctimas y su dominio de la maquinaria del gobierno federal. Pero cualquier fallo en las labores federales de rescate y socorro tras la llegada de la tormenta, prevista para finales de este miércoles o principios de este jueves, podría perseguirla antes de las elecciones del mes que viene. La prueba de Harris se complicará por la probabilidad de que incluso si el esfuerzo federal va bien, Trump está seguro de fabricar una historia que la implique en el fracaso.
Esto explica por qué la candidata demócrata trató de salir al paso de Trump, y de la tormenta, diciendo a los periodistas el lunes por la noche que el expresidente estaba difundiendo información errónea sobre la ayuda gubernamental. “Se trata de él, no de ustedes”. La vicepresidenta redobló la apuesta este martes, diciendo al programa “The View” de ABC que “este no es un asunto que tenga que ver con el partidismo o la política para ciertos líderes, pero quizá sí para otros”.
Funcionarios gubernamentales reforzaron el mensaje de la vicepresidenta este martes. La administradora de FEMA, Deanne Criswell, advirtió en “CNN News Central” que la retórica de Trump estaba metiendo miedo en la gente de que el Gobierno no les ayudaría. Y la Casa Blanca abrió una cuenta en Reddit, una plataforma de medios sociales, para identificar y combatir la desinformación.
El presidente, Joe Biden, puede estar gestionando la última gran emergencia nacional de su mandato. La sensación de urgencia aumentó este martes por la mañana cuando aplazó un viaje al extranjero a Alemania y Angola. Ningún presidente puede permitirse estar en el extranjero con una emergencia nacional pendiente. La primera tarea de Biden es cumplir con su principal deber presidencial: mantener a salvo a los estadounidenses. Pero dado que es probable que su legado en política exterior se vea manchado por guerras sin resolver en Medio Oriente, seguramente quiere evitar un embrollo interno que también ensombrecería sus últimos días en el cargo y podría perjudicar a su sucesora elegida, Harris.
Una tormenta de este tamaño podría dar a Trump una apertura política
Trump ha demostrado en repetidas ocasiones que no hay situación que no intente aprovechar para obtener beneficios políticos. Aprovechó el huracán Helene para reforzar su discurso de que el Gobierno Biden-Harris era incompetente, incapaz de satisfacer las necesidades básicas del pueblo estadounidense. Es la misma forma en que ha acusado a Harris de complicidad en una crisis nacional que, según él, está marcada por la delincuencia y la inmigración desenfrenada y va camino de la Tercera Guerra Mundial. La crítica de Trump es una caricatura. Aunque el país tiene problemas –los precios de los comestibles siguen obstinadamente altos y el sistema de asilo está desbordado–, está fabricando una realidad alternativa clásica para sus seguidores y la cámara de eco de los medios conservadores.
Trump utilizó la misma táctica durante el drama del huracán Helene, acusando falsamente a los demócratas de ignorar las zonas republicanas. El expresidente dijo erróneamente que Biden ignoró las llamadas del gobernador republicano de Georgia, Brian Kemp. También afirmó, falsamente, que Harris se había cargado el presupuesto de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias para alojar a inmigrantes indocumentados y que, por tanto, no podía ayudar a las víctimas de la tormenta. Y Trump, junto con su compañero de fórmula, el senador J.D. Vance, engañaron al país al afirmar que el Gobierno federal solo ofrecía US$ 750 de ayuda a los ciudadanos que perdieron sus casas. Algunas de las afirmaciones de Trump fueron desmentidas por líderes republicanos de Georgia y Tennessee. Pero desde el punto de vista de Trump, no importa si sus afirmaciones son disparatadas. De lo que se trata es de hacerse un hueco entre los votantes que quizá no conozcan los matices de la ayuda federal, pero que podrían llevarse una imagen poco favorecedor de Harris.
Trump sostiene que tanto Harris como Biden tienen deficiencias mentales y no están a la altura del cargo de presidente. Ha negado las afirmaciones de los demócratas de que está politizando la temporada de huracanes después de dirigirse al campo de batalla de Carolina del Norte para hacer afirmaciones falsas sobre la incompetencia del Gobierno. “Cualquier cosa que haga, dirán, oh, es política”, dijo el expresidente a Laura Ingraham en Fox este lunes . “Si hago algo bueno, no importa lo que haga, dirán, oh, lo hizo por política. Quiero decir, podrían haber llegado mucho antes que yo”. El propio liderazgo desordenado de Trump tras los huracanes también podría volverse en su contra.
La campaña de Harris este lunes trató de revivir los recuerdos de su accidentado historial de gestión de desastres, lanzando un anuncio publicitario con dos exfuncionarios de la administración Trump, Olivia Troye y Kevin Carroll, que afirman que el expresidente una vez trató de retener los fondos de ayuda para desastres de los estados demócratas.
Y Harris aprovechó la tormenta que se avecina como prisma para criticar el carácter de Trump e impulsar su argumento de que es un “hombre poco serio” que supone una gran amenaza si vuelve a ser elegido. En el programa “The View” de ABC este martes, le acusó de anteponerse “a las necesidades de los demás”. Harris añadió: “Me temo que realmente carece de empatía en un nivel muy básico para preocuparse por el sufrimiento de otras personas y luego entender que el papel de un líder no es golpear a la gente, es levantar a la gente, especialmente en tiempos de crisis.”
Con todo, las maniobras de Trump son la última muestra de una ventaja que tiene sobre Harris a pesar de tener un historial presidencial propio que defender: al no estar en el poder, puede permitirse el lujo de criticar la actuación del Gobierno sin asumir ninguna responsabilidad personal.
Los legados que conforman la política de tormentas
La política de tormentas está marcada por el recuerdo de dos catástrofes. La gestión desatrosa del huracán Katrina, que azotó Nueva Orleans y la costa del Golfo en 2005, contribuyó a destruir el segundo mandato del presidente George W. Bush. Y la gestión más segura de la supertormenta Sandy por parte del presidente Barack Obama, un huracán que azotó la costa este en 2012, le ayudó a imponerse al republicano Mitt Romney en las elecciones de ese año. Sandy se recuerda sobre todo por el abrazo del entonces gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, a Obama mientras buscaba la máxima ayuda federal para su estado. Esto enfureció a muchos republicanos. Y marcó las posteriores campañas presidenciales republicanas de Christie por su decisión de anteponer su deber a la política.
Un actor político clave que es poco probable que tome la misma decisión es el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que puede tener futuras ambiciones políticas nacionales tras su fallida carrera por la candidatura republicana de 2024. DeSantis se enfrenta a un dilema similar al de Christie: la necesidad de trabajar sin problemas con un Gobierno demócrata por el bien de su estado a pesar de su desdén por el presidente y la vicepresidenta.
Y sus futuras consideraciones políticas probablemente no podrían soportar un esfuerzo de socorro fallido más de lo que podrían hacerlo las de Harris. Al igual que Harris, DeSantis empezó a jugar a la política del huracán mucho antes de que llegara Milton. Un funcionario de la Casa Blanca dijo a CNN que él había rechazado las llamadas de Harris sobre el huracán; una afirmación que él negó pero que no le ahorró una reprimenda de la vicepresidenta.
DeSantis se embarcó en un camino político que requiere lidiar con Biden, un político que está de salida, pero sin hacer nada que impulse a Harris y pueda ganarse la ira de Trump. “Ella está siendo egoísta al intentar entrometerse cuando estamos manejando esto perfectamente”, dijo DeSantis este lunes por la noche. “He enfrentado tormentas tanto bajo el mandato del presidente Trump como el de Biden, y he trabajado bien con ambos. Ella es la primera en intentar politizar la tormenta, y lo está haciendo únicamente por su campaña. Está tratando de sacar ventaja de alguna manera”, se quejó el republicano de Florida.
A diferencia de Harris, Biden tuvo palabras más amables para DeSantis, diciendo este martes que el gobernador había sido “cooperativo”.
“Le dije que no: ‘Está haciendo un gran trabajo, todo se está haciendo bien, se lo agradecemos’”, dijo Biden.
Pero el presidente también contrató una póliza de seguro político contra cualquier queja futura de que el republicano de Florida no obtuviera lo que quiere de la Casa Blanca. “Literalmente le di mi número de teléfono personal para que llamara”, dijo Biden.