(CNN) – Donald Trump completó una remontada política que rompió paradigmas, al ganar la Casa Blanca en unas elecciones marcadas más por el descontento de los estadounidenses con el rumbo del país que por las funestas advertencias de los demócratas sobre la amenaza que el 45º y pronto 47º presidente supone para sus principios fundacionales.
En una repetición de su victoria de 2016, Trump volvió a romper el “muro azul”. Derrotó a la vicepresidenta Kamala Harris en Pensilvania y lideraba en otros dos estados de tendencia electoral incierta de los Grandes Lagos, Michigan y Wisconsin. También arrasó en los campos de batalla del Cinturón del Sol, ganando Georgia y Carolina del Norte y liderando en Arizona y Nevada.
Trump ganó terreno con casi todos los grupos demográficos en comparación con su derrota en 2020, según mostraron las encuestas de salida de CNN. Y su aparente casi réplica del mapa de 2016 indicaría que no pagó un precio político por sus mentiras sobre el fraude en esa elección, sus esfuerzos por revertirla o los cargos criminales que ha enfrentado desde entonces.
Ahora está a punto de volver al cargo con una mayoría republicana en el Senado, lo que facilitaría su camino hacia la confirmación de sus opciones para puestos clave del Gobierno. Aún no está claro qué partido controlará la Cámara de Representantes.
Los demócratas, por su parte, se verán obligados a enfrentarse a difíciles cuestiones sobre la dirección del partido, tanto en lo que se refiere a los problemas como a su atractivo para segmentos críticos del electorado, en particular los latinos, cuya realineación podría remodelar la política estadounidense.
He aquí ocho conclusiones de las elecciones de 2024:
Trump deshace el mapa de Biden
Aunque varios estados todavía están contando sus resultados, el camino de Trump hacia la victoria en 2024 parece haber sido casi idéntico al de su victoria en 2016.
Ambas campañas se habían centrado durante mucho tiempo en siete estados de tendencia electoral incierta: el “muro azul” de Michigan, Pensilvania y Wisconsin, y los campos de batalla del Cinturón del Sol de Arizona, Georgia, Carolina del Norte y Nevada.
No hubo sorpresas, ningún estado que se colara inesperadamente en la columna de Trump, a pesar de sus elucubraciones sobre ganar estados azules como Nuevo México y Virginia.
Sin embargo, Trump ya se ha hecho con Georgia, Carolina del Norte y Pensilvania, y lidera en los siete campos de batalla. En 2020, Joe Biden había ganado seis de esos siete, y había perdido solo Carolina del Norte frente a Trump.
El recuento final podría tardar semanas, pero Trump también mantiene la ventaja en el voto popular. Si esa ventaja se mantiene, sería el primer republicano desde George W. Bush en 2004 en ganar el voto popular.
El “techo de cristal” sigue intacto
La derrota de Harris dejará una vez más decepcionados a los millones de mujeres que esperaban ver el momento histórico en que se rompiera lo que Hillary Clinton llamó el famoso “techo de cristal”.
Los sondeos a pie de urna de CNN mostraron una importante división por sexos: la mayoría de las mujeres respaldaron a Harris, pero los hombres apoyaron a Trump.
El único segmento del electorado con el cual Harris logró avances notables en comparación con el desempeño de Biden en 2020 fue el de las mujeres con educación universitaria, las votantes que impulsaron el sólido desempeño del partido en los suburbios durante las elecciones intermedias de 2022.
El derecho al aborto, el tema que impulsó las victorias demócratas en 2022, en iniciativas electorales y en elecciones especiales, resultó menos potente este año.
Harris obtuvo peores resultados que Biden entre los votantes que opinaban que el aborto debería ser legal en la mayoría de los casos, a pesar de que la Corte Suprema revocó el caso Roe contra Wade entre las dos elecciones.
Hace cuatro años, el 26% del electorado tenía esa opinión, y Biden ganó por 38 puntos. Este año, el 33% tenía esa opinión, y Harris ganó por solo 3 puntos.
Es un resultado que sugiere que el tema no fue el factor decisivo para muchos de esos votantes, a pesar de que los demócratas habían triunfado en las elecciones de mitad de mandato de 2022, en elecciones especiales y en otras elecciones destacando el papel del Partido Republicano en el fin de las protecciones nacionales del derecho al aborto de Roe v. Wade.
Los republicanos ganan el Senado
Los republicanos recuperaron la mayoría en el Senado que tuvieron durante el primer mandato de Trump, pero que perdieron cuando fue derrotado en 2020.
La victoria del Partido Republicano tendría ramificaciones significativas para un nuevo presidente, facilitando el camino de Trump para tener candidatos para el Gabinete y otros puestos clave confirmados.
Los demócratas iniciaron el ciclo electoral de 2024 con solo uno o dos escaños de margen (dependiendo de cuál partido estuviera en la Casa Blanca y, por lo tanto, tuviera el voto de desempate de la vicepresidenta) y un mapa prácticamente imposible de defender, con tres escaños en estados profundamente conservadores en juego.
Los republicanos ganaron las tres contiendas. La retirada del senador por Virginia Occidental, Joe Manchin, garantizó la victoria del republicano Jim Justice. El senador por Montana, Jon Tester, perdió ante Tim Sheehy, exmiembro de la unidad SEAL de la Armada, de 38 años. El senador por Ohio, Sherrod Brown, no pudo con el empresario Bernie Moreno.
Los demócratas esperaban que se materializara una posibilidad remota, cruzando los dedos para que el representante Colin Allred pudiera desbancar al senador por Texas Ted Cruz, o que la exrepresentante Debbie Mucarsel-Powell pudiera contrarrestar la tendencia derechista de Florida y vencer al senador Rick Scott. Ninguno de los dos estuvo cerca.
En Michigan, Pensilvania y Wisconsin, tres de los estados más disputados de la región de los Grandes Lagos, las elecciones al Senado también estuvieron muy reñidas. Su resultado determinará el tamaño de la mayoría republicana.
Los republicanos se enfrentan ahora a una batalla para sustituir a Mitch McConnell como líder del partido en la cámara, después de que el senador de Kentucky dijera en febrero que abandonaría su puesto de liderazgo. El senador por Texas, John Cornyn, y el senador por Dakota del Sur, John Thune, son los dos principales candidatos.
Los demócratas podrían encontrar refugio en la Cámara de Representantes
Los demócratas no querían hablar de ello antes de las elecciones, pero lo hacen ahora.
Con la pérdida de la presidencia de Harris y con el Senado bajo control del Partido Republicano, la Cámara de Representantes podría convertirse en la última línea de defensa del partido en Washington.
Con tantos votos aún por contar y carreras por decidir, es difícil decir si los demócratas de la Cámara están en el camino de la victoria o se dirigen a otra derrota ajustada. Los demócratas han recibido algunas buenas noticias de Nueva York y California, que podrían por sí solas expulsar a suficientes titulares republicanos para convertir a Hakeem Jeffries en el próximo presidente de la Cámara.
Lo que eso significaría es, sencillamente, que Trump no podría aprobar mucha legislación, si es que puede aprobar alguna, y lo que es más importante, se encontraría en una situación difícil al intentar dar marcha atrás a las políticas de Biden.
La Ley CHIPS, una ley bipartidista que invierte en la fabricación de chips de memoria, estaría en el punto de mira si los republicanos mantienen su mayoría, pero en ausencia de eso, la mayoría asumiría que está fuera de la mesa. Lo mismo cabe decir de cualquier medida para desarraigar las inversiones públicas repartidas por las leyes bipartidistas de Infraestructuras y de Reducción de la Inflación, que parecen seguras por el momento.
El Obamacare también estaría casi seguramente a salvo. (Los republicanos no pudieron derogarlo con un control total en 2017, así que es posible que las conversaciones sobre la derogación hayan terminado de todos modos). Aunque todas estas leyes —los logros emblemáticos de las últimas dos administraciones demócratas— parecen seguras si los demócratas obtienen su mayoría, aún habrá luchas difíciles a nivel administrativo y de agencias sobre cómo se gestionan.
Pero en una noche por lo demás sombría para los demócratas, una oportunidad de luchar es lo mejor que el partido puede pedir.
Los votantes rurales son una fuerza aún más potente de lo que muchos pensaban
Si Trump vuelve a la Casa Blanca, tendrá que agradecérselo a los condados rurales de los estados disputados.
Habrá un montón de idas y vueltas sobre por qué Harris obtuvo peores resultados que Biden en las grandes ciudades y sus suburbios, pero el hecho es que ella ganó en esos lugares en su mayoría por márgenes significativos.
Sin embargo, los márgenes de Trump en las zonas rurales de Estados Unidos parecen haber sido demasiado amplios para superarlo. Resulta que, de hecho, hubo más votos para el expresidente en condados como Huntingdon, en el centro de Pensilvania, a poca distancia del campus de la Universidad Estatal de Pensilvania, donde está a punto de superar tanto el total de votos como el margen de hace cuatro años.
El rendimiento de Harris en sus correspondientes bastiones fue más o menos el inverso.
En el condado de Montgomery, donde se encuentra una gran parte de los suburbios de Filadelfia, Harris está en camino de ganar alrededor del 60% de los votos. El problema para la vicepresidenta –y será algo que los demócratas pasarán mucho tiempo masticando– es que Biden obtuvo unos 2,5 puntos más que ella.
En el condado de Oakland, en Michigan, también se produjo una dinámica similar, ya que Trump volvió a atraer a su base y, en algunos lugares, la aumentó, mientras que parece improbable que Harris iguale los 14 puntos de ventaja de Biden.
Pequeños números en el gran esquema de unas elecciones tan grandes, caras y claramente complicadas podrían parecer insignificantes, pero suman. Y este martes, las matemáticas parecían estar del lado de Trump.
Los demócratas harán examen de conciencia
Mucho antes de que se conociera el resultado de las elecciones presidenciales, una cosa estaba muy clara para los demócratas a medida que avanzaba la noche de este martes: el partido se señalaría con el dedo. Los resultados no solo fueron decepcionantes a nivel presidencial. En partes del país donde los demócratas ganaron y esperaban ganar, el margen no fue nada cómodo.
Incluso en un escenario en el que Trump fuera capaz de atraer a su base, los demócratas pensaban que un aumento del apoyo entre las mujeres votantes gracias al énfasis en el derecho al aborto en las carreras de todo el país mantendría la carrera presidencial reñida.
“Como hemos sabido todo el tiempo, ésta es una carrera muy reñida”, escribió la presidenta de la campaña de Harris, Jen O’Malley Dillon, en un correo electrónico en un momento de la noche.
Pero a medida que avanzaba la noche, la carrera no era tan estrecha como habían previsto las encuestas demócratas y los sondeos públicos. A los demócratas les quedó claro que ya no eran el partido con ventaja entre los votantes de las minorías y los sindicatos. Y tendrán que pensar en cómo ganarse a esos grupos y en qué se equivocaron en los mensajes y el juego de base.
“Habrá muchas críticas”, dijo el estratega demócrata David Axelrod en CNN, antes de alabar a Harris como candidata a pesar de los resultados.
Trump gana terreno entre los hombres latinos
La campaña de Trump se esforzó por atraer a los hombres, especialmente a los de color. Las encuestas a pie de urna de CNN mostraron que dio resultado.
La principal ganancia de Trump en comparación con su actuación contra Biden en 2020: los hombres latinos. Trump ganó a ese grupo por 8 puntos, cuatro años después de perderlos por 23 puntos. Es un resultado que demuestra que los esfuerzos de su campaña para cortejar a esos votantes dieron sus frutos; y que el enfoque tardío en un comediante burlándose de Puerto Rico en el mitin de Trump en el Madison Square Garden no causó el daño que la campaña de Harris esperaba que causara. Las ganancias se concentraron sobre todo entre los latinos menores de 65 años.
Trump también ganó en lugares clave entre los hombres negros, más del doble que en 2020 en Carolina del Norte.
En general, las encuestas a pie de urna pintaron un panorama de un electorado descontento con el estado de la nación y su liderazgo.
Casi tres cuartas partes de los votantes se declararon insatisfechos o enfadados con la marcha de las cosas en Estados Unidos, según los sondeos a pie de urna de CNN. Trump ganó cerca de tres quintas partes de esos votantes. Biden estaba muy por debajo de la media, con un 58% de votantes que desaprobaban su actuación como presidente. Cuatro de cada cinco de esos votantes apoyaron a Trump.
Harris cayó en comparación con la actuación de Biden hace cuatro años entre los votantes jóvenes, los independientes, los moderados y los hogares sindicalizados.
Los votantes que dijeron que la democracia era la cuestión más importante apoyaron abrumadoramente a Harris, pero Trump ganó a los que identificaron la economía como lo más importante casi por el mismo margen.
Florida y Ohio ya no son campos de batalla
El estatus de Florida como estado de tendencia electoral incierta durante décadas ha llegado a su fin.
Dos años después de que el gobernador republicano Ron DeSantis se alzara con una victoria en la reelección por 19 puntos porcentuales, Trump lo respaldó con otra victoria del Partido Republicano de dos dígitos.
En el condado fuertemente hispano de Miami-Dade –tradicionalmente una enorme fuente de votos demócratas– el enorme cambio se puso de manifiesto. Lo que había sido una victoria de Hillary Clinton por 29 puntos en 2016 fue una victoria de Trump por 11 puntos este año.
Florida incluso rompió la tendencia nacional de los estados de todas las tendencias políticas que respaldan las medidas de votación sobre el derecho al aborto en los dos años y medio transcurridos desde la revocación de Roe v. Wade.
La mayoría de los votantes de Florida respaldaron una medida electoral para legalizar el aborto, pero no alcanzó el umbral del 60% necesario para su aprobación, lo que significa que la prohibición estatal de las seis semanas sigue vigente.
Hay razones más profundas para que los demócratas se desesperen. La ventaja histórica del partido en el registro de votantes prácticamente se ha evaporado en 2020, y ahora los republicanos –impulsados por la migración al estado desde la pandemia de coronavirus– llevan la delantera. El Partido Republicano ganó todas las elecciones a gobernador desde 1994, y los distritos manipulados aseguraron su supermayoría en ambas cámaras de la legislatura estatal.
A medida que se desprende de su condición de estado de tendencia electoral incierta, Florida podría estar en camino de convertirse en el próximo Texas, preparado para una generación de dominio republicano basado en una coalición de votantes de más edad, sin educación universitaria, votantes hispanos más jóvenes, conservadores que emigran de otros estados y más.
Ohio, otro tradicional campo de batalla presidencial, también está ahora sólidamente en la columna roja. Trump iba camino de una victoria de dos dígitos allí.