Joe Biden
CNN  — 

Mientras el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, daba una última vuelta por la ciudad esta semana, pronunciando discursos de despedida ante su cuerpo diplomático, los líderes militares y la nación en general, sus apariciones ocultaban una sombría realidad: así no es como él esperaba que terminara su carrera de medio siglo en Washington.

Biden abandona el cargo el lunes a su pesar, firme en la opinión de que tenía más para dar y más para lograr, aunque menos seguro de que su salud y su vigor habrían mantenido el ritmo.

Llevará consigo un historial de logros, pero también un persistente resentimiento por la forma en que terminó su carrera política. Ya no habla regularmente con algunos de los antiguos aliados que le apartaron de la carrera; muchos en su partido le culpan de haber entregado la Casa Blanca a Donald Trump. Y partirá en medio de una tensa relación con su número dos y sustituta en la candidatura, la vicepresidenta Kamala Harris.

La capital que desaparecerá de la vista cuando se marche en su helicóptero es ahora el dominio de su archirrival Trump, cuyo regreso a Washington es el resultado que Biden más trató de evitar. En lugar de ser recordado como un estadista estadounidense que venció a Trump de una vez por todas, como creía haber hecho tras su victoria en 2020, será visto como un presidente interino entre dos administraciones dirigidas por un hombre al que en su momento calificó de fascista y de amenaza para la democracia.

“Aunque mi mandato está terminando, el trabajo continúa”, dijo Biden en un discurso ante alcaldes el viernes, una de sus últimas apariciones públicas como presidente. “El trabajo de ustedes continúa”.

El mandato único de Biden estuvo lleno de acontecimientos.

Sacó al país de una pandemia que marcó una generación, pero con un repunte de la inflación, alimentado en parte por su gasto de estímulo, que impidió que el estado de ánimo nacional mejorara del todo.

Puso fin a las políticas de inmigración de la era Trump que consideraba inhumanas, pero un aumento de los cruces ilegales en la frontera sur de EE.UU. puso a prueba los recursos del estado y provocó reacciones en contra, y finalmente restableció muchas de las mismas restricciones.

Su decisión de poner fin a la guerra más larga del país significó que es el primer presidente en décadas que no entrega el conflicto de Afganistán a su sucesor. Pero la retirada fue mortal y caótica, y dejó a muchos estadounidenses cuestionando su capacidad.

Las alianzas estadounidenses se restablecieron por causa común cuando Rusia invadió Ucrania. Pero la guerra continúa, sin un final claro. En Medio Oriente, se logró un alto el fuego de última hora en Gaza a cambio de rehenes, pero debe compartir a regañadientes con Trump el mérito de haber conseguido cerrar el acuerdo.

Nuevas inversiones en infraestructuras y manufacturas estadounidenses han creado miles de nuevos puestos de trabajo y han revitalizado nuevas industrias. Pero incluso en opinión del propio Biden, los beneficios de su gestión no se verán reflejados hasta dentro de unos años.

Restauró un cierto grado de normalidad en la presidencia tras los años de Trump, pero ignoró la opinión pública sobre su avanzada edad e incumplió una promesa al indultar a su hijo Hunter.

“Las semillas están plantadas”

Joseph Robinette Biden Jr., que llegó a Washington como el senador más joven de la nación en 1972 y se marcha como el presidente de más edad del país, espera que los libros de historia recuerden lo positivo y pulan lo negativo de su mandato en la Casa Blanca una vez que sus políticas se asienten y los estadounidenses puedan recoger los beneficios de sus muchos logros.

“Llevará tiempo sentir el pleno impacto de todo lo que hemos hecho juntos. Pero las semillas están plantadas y crecerán y florecerán durante décadas”, dijo el miércoles por la noche durante un discurso de despedida de 19 minutos desde el Despacho Oval.

El presidente Joe Biden pronuncia su discurso de despedida a la nación desde la Oficina Oval.

El discurso sorprendió a muchos aliados de Biden por lo que no era: una lista de logros para pulir el legado de un mandato. En su lugar, Biden dedicó gran parte de su discurso a advertir contra el floreciente “complejo tecnológico-industrial”, dirigido por oligarcas y que erosiona las instituciones democráticas. (Críticos señalaron que Biden y sus compañeros demócratas han contado durante mucho tiempo con el apoyo financiero de multimillonarios, incluidos los de Silicon Valley y Wall Street).

Sin embargo, eso no significa que no piense en su lugar en las filas de los otros 45 presidentes de Estados Unidos. En los últimos días de su presidencia, Biden está inundado de sentimientos, consciente de su legado.

Ha tomado una serie de decretos para tratar de cimentar su agenda antes de la llegada de Trump, incluidas las relativas al medio ambiente, la inmigración y los asuntos exteriores. Ha emitido decenas de indultos y miles de conmutaciones de penas, y aún está sopesando si conceder indultos preventivos a algunos aliados políticos que podrían ser acusados en la nueva era de Trump.

Repasa sus recuerdos incluso más a menudo de lo normal, dicen los asesores, mientras trabaja febrilmente para recordar a la gente los logros que cree que no han sido adecuadamente reconocidos. Su estado de ánimo dentro del Ala Oeste, dicen los asesores, vacila entre la agitación y la nostalgia.

“Siempre está frustrado porque no contamos lo suficientemente bien lo que hizo el Gobierno”, dijo a CNN un alto funcionario de la Casa Blanca. “Su queja es por no haber recibido su mérito”.

Sus aliados sostienen que la historia verá con mejores ojos su presidencia a medida que las políticas que puso en marcha den sus frutos.

“Creo que los historiadores no se van a ocupar de las frases hechas y de si se ha malinterpretado o no una preposición o una frase”, dijo a CNN el representante Jim Clyburn (demócrata por Carolina del Sur). “Van a ocuparse de la sustancia, y en cuanto a la sustancia, creo que van a descubrir que Joe Biden va a ser tratado muy, muy bien”.

Lo que no se menciona, al menos directamente a Biden, son sus propios defectos como comunicador y la posibilidad de que podría haber impulsado su legado —-y las posibilidades de victoria de su partido—.. renunciando a su candidatura a la reelección, o terminándola mucho antes de lo que lo hizo.

Biden y su familia siguen dolidos por el hecho de que muchos de sus amigos demócratas, incluida la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, parecieran abandonar a Biden tras su fallido debate contra Trump en junio.

“Digamos que me decepcionó cómo se desarrolló”, dijo la primera dama Jill Biden al Washington Post esta semana. “Aprendí mucho sobre la naturaleza humana”.

Desde las elecciones de noviembre, Biden ha sugerido en privado a algunos amigos y aliados que cree que podría haber derrotado a Trump si algunos líderes del partido no le hubieran apartado. Un legislador demócrata dijo que el presidente también hizo el comentario durante una fiesta navideña en la Casa Blanca en un momento que fue “incómodo y claramente equivocado”, dijo el legislador.

Este año, Biden también empezó a compartir esos pensamientos en voz alta, diciendo a USA Today en una entrevista de salida: “Es presuntuoso decirlo, pero creo que sí, basándome en las encuestas”.

Las encuestas, por supuesto, no mostraban tal cosa.

Tensiones con Harris

Cada vez que Biden dice que podría haber derrotado a Trump, es un nuevo recordatorio de que Harris no lo hizo, lo que ha añadido nuevas tensiones a una relación ya complicada entre ambos en los últimos días de su sociedad en la Casa Blanca.

“Es una señal de falta de respeto, tanto si es su intención como si no”, dijo a CNN un antiguo asesor de Harris, que habló bajo condición de anonimato para hablar abiertamente de la crispada dinámica entre ambos y muchos de sus leales de siempre.

La vicepresidenta Kamala Harris abraza al presidente Joe Biden antes de hablar durante la recepción navideña del Comité Nacional Demócrata en Washington el 15 de diciembre de 2024.

Biden no ha pretendido que sus comentarios se vieran de ese modo, dicen sus ayudantes, y no ha criticado abiertamente a Harris ni la campaña que dirigió. Sin embargo, sus repetidos comentarios han molestado a muchos demócratas.

Tras la publicación de la entrevista en USA Today la semana pasada, Biden y Harris mantuvieron una conversación sobre sus comentarios acerca de las elecciones, según dos personas familiarizadas con el asunto. Dos días después, Biden ajustó ligeramente su lenguaje cuando los periodistas le preguntaron si realmente creía que podría haber derrotado a Trump.

“Creo que habría derrotado a Trump, podría haber derrotado a Trump”, dijo Biden. “Creo que Kamala podría haber derrotado a Trump, habría derrotado a Trump”.

Fue una respuesta que aún enfurece a algunos asesores y admiradores de Harris, que hizo todo lo posible por demostrar su lealtad a Biden al no criticarlo ni distanciarse de él durante sus 107 días de campaña presidencial.

“Fue leal en detrimento suyo”, dijo otro exasesor de Harris, que también habló bajo condición de anonimato porque la vicepresidenta ha instado a sus colaboradores a tratar con elegancia a Biden mientras deja el cargo.

No obstante, sus palabras se han disparado en grupos de mensajes y conversaciones, en particular el lenguaje que eligió cuando se le preguntó si Harris debería volver a presentarse en 2028 a la nominación demócrata.

“Creo que es competente para volver a presentarse dentro de cuatro años”, dijo Biden a los periodistas a finales de la semana pasada. “Esa sería una decisión que tendría que tomar ella”.

Por su parte, Harris ha estado al lado del presidente: en el Cross Hall, cuando Biden anunció un acuerdo de alto el fuego en Medio Oriente, y sentada en el Despacho Oval, a pocos pasos del escritorio Resolute, cuando pronunció un discurso de despedida a la nación en horario de máxima audiencia.

Un alto asesor demócrata cercano a Biden y Harris dijo que su relación “es muy buena”, pero que se complicó naturalmente cuando ella regresó a la Casa Blanca después de haber sido candidata. El asesor comparó la dinámica con la de Al Gore y Bill Clinton en los últimos días de su etapa juntos.

“Volver a ocupar el papel de número 2 siempre es difícil”, dijo el asesor demócrata. “Trump lo hace aún más difícil”.

Varios líderes demócratas, incluidos miembros del Congreso, dijeron que estaban ansiosos de que el partido y el país pasaran página tras las dolorosas pérdidas electorales de 2024.

“Ya ha terminado, así que como que realmente no importa, ¿verdad?”, dijo la representante demócrata Sydney Kamlager-Dove, de California. “Esta es nuestra realidad y tenemos que seguir adelante. Ni siquiera pienso en nada de eso”.

La representante Summer Lee, demócrata de Pensilvania, dijo que no se ganaba mucho centrándose en los comentarios del presidente o en el histórico intercambio de candidatos entre Biden y Harris de julio.

“Me parece que no importa mucho lo que Biden piense que podría haber hecho o no. O cualquier otro”, dijo Lee a CNN. “¿Qué sentido tiene centrarse en ello? Hubiera podido, hubiera debido… Hemos perdido las elecciones”.

En cierto modo, la forma en que Harris y Biden han pasado sus últimos días en la Casa Blanca refleja los caminos divergentes que tomarán una vez que ya no sirvan el uno junto al otro.

Biden, tras haber ocupado cargos públicos durante la mayor parte del último medio siglo, entrará en la vida privada tras haberse convertido recientemente en bisabuelo. Se centrará, en parte, en recaudar los millones de dólares necesarios para construir una biblioteca presidencial. Es probable que escriba un nuevo libro.

“No voy a pasar desapercibido”, dijo Biden a la prensa la semana pasada, aunque se desconoce cómo piensa hacer oír su voz en los meses y años posteriores a su partida.

Harris, 22 años menor que Biden, se enfrenta a una serie de decisiones diferentes. Pocos creen que su carrera política haya terminado; tras un periodo de evaluación, podría presentar su candidatura a gobernadora de California en 2026, o incluso volver a presentarse a las elecciones presidenciales en 2028.

“No es mi naturaleza desaparecer en silencio”, dijo el jueves a sus colaboradores mientras firmaba su escritorio en la Casa Blanca, una tradición que se remonta a décadas atrás. “Así que no se preocupen por eso”.

Annie Grayer, de CNN, contribuyó a este informe.