Cleveland, Ohio (CNN) — Rara vez una hija usa palabras tan duras para describir a su propio padre.
La hija de Ariel Castro lo calificó como “el criminal más malo, vil y demoniaco” del que ha escuchado, en una entrevista exclusiva con CNN que fue transmitida este jueves.
“Está muerto para mí”, dijo Angie Gregg sobre su padre, quien está acusado de secuestrar, violar y retener a tres jóvenes mujeres en Cleveland, Ohio, por casi una década.
Ella conocía a su padre como un “hombre amable, cuidadoso y cariñoso”.
Ahora, totalmente conmocionada por las acusaciones, Angie dice que no quiere volver a verlo nunca.
“No habrá visitas, no habrá llamadas telefónicas”, afirma. “Nunca puede ser mi papa otra vez. No tengo simpatía por ese hombre”.
Mientras meditaba sobre las acusaciones en contra de su padre, lo cuestionó: “¿Cómo pudiste?”.
“Me pregunto todo este tiempo, cómo pudo ser tan bueno con nosotros, pero (presuntamente) alejó a esas jóvenes mujeres, niñas, los bebes de otros, de sus familias y por años nunca se sintió lo suficientemente culpable para dejar todo y liberarlas”.
Angie no creía que algo fuera de lo ordinario ocurriera en la casa donde vivió su niñez.
Todo cambió el pasado lunes, cuando Amanda Berry pudo liberarse para avisar a la policía, que también liberó a Georgina DeJesus y Michelle Knight, tras lo cual salieron los secretos que guardaba la casa localizada en el número 2207 de la avenida Seymour.
Cuando se enteró por primera vez de las noticias sobre el secuestro, Angie afirmó que “solo quería morir”. Ella conocía a Amanda y a Gina de sus años en la escuela.
Entonces, comenzó a conectar los puntos, y recordó situaciones que vivió en la casa, lo que comenzó a hacerla sentir “horrorizada”, afirmó a CNN.
“Esto estaba pasando justo enfrente de mi nariz”.
Un lugar extraño para visitar
Cuando llegaban a la casa, a su padre le tomaba mucho tiempo abrir la puerta, afirma. La “casa del horror” siempre estaba bajo llave.
Por una de las ventanas, Ariel Castro a veces le decía a Angie que esperara antes abrir. Entonces le decía que entrara por la puerta de atrás; no la dejaba entrar por la puerta principal.
Una vez adentro, las visitas eran divertidas y cordiales. Angie, su esposo y Ariel Castro comían, veían fotos y escuchaban música juntos, contó. “Parecía estar feliz de vernos y nunca nos pidió que nos fuéramos”.
Ariel a veces desaparecía para ir a comer, sin dar explicaciones.
La música casi siempre era fuerte, algo de lo que Angie no sospechaba, ya que su padre era músico.
Una vez Angie le preguntó si podía entrar a la recámara que tenía cuando era niña, pero Ariel puso de pretexto que el lugar estaba lleno de basura. “No vas a querer ir allá arriba”, le dijo.
Además, el sótano siempre estaba cerrado con llave.
Aferrado a su casa
La lista de situaciones raras es más larga. Castro nunca salía de su casa, nunca estaba fuera más de un día, ni para visitar a su hija en Indiana, donde vive con su madre.
“Él estaba casado con la idea de salir de la casa en la mañana temprano y tener que regresar en la noche”, dijo Angie.
Su familia a veces hacía planes de viaje, pero Ariel Castro cancelaba por su obsesión de vivir dentro de sus cuatro paredes.
Angie dice que nunca vio a la niña de seis años en la casa de su padre y que nunca la vio con él. Pero hace dos meses, le mostró una foto en su teléfono celular.
Ella le preguntó quién era, y Ariel le contestó que era la hija de una de sus novias.
“A lo más creí que tenía una hija ilegítima por ahí, ya sabes, algo de lo que me enteraría tarde o temprano”, relató Gregg. Entonces le pidió que se hiciera una prueba de paternidad. Quería saber si tenía otra hermana, algo que ahora sabe.
Violencia doméstica
Angie recuerda momentos divertidos con su padre durante su infancia. La llevaba a pasear en motocicleta.
Ariel nunca abusó de ella o de sus hermanos, recordó. Sin embargo, sí golpeaba a su madre, Grimilda Figueroa, a quien el hombre acusaba de perder el tiempo con los vecinos. Ariel era muy celoso, según Angie.
“Cuando mamá y papá peleaban, era como querer que me tragara la tierra”, dijo. “Básicamente lo vi golpeándola como si ella fuera un hombre”.
Luego de unos episodios, su madre consideró que era suficiente, y la familia se separó. Los niños se fueron con su madre, pero Angie permaneció con Castro, a quien le creyó sus excusas para comportarse violentamente.
Ahora, Angie quiere que las jóvenes que sufrieron el secuestro accedan al tratamiento que necesitan, se recuperen y tengan las mejores vidas posibles. Es la primera cosa que mencionó durante la entrevista con CNN.
Dice que se siente aliviada de que su pequeña hermana haya regresado con su familia y espera que la gente entienda que las acciones de su padre no son las de su familia.
“No tenemos un monstruo en nuestra sangre”, dijo.
La madre de Angie murió en 2012 luego de una batalla contra el cáncer cerebral. Ahora perdió a su padre también.
Angie dice que solo llora por su madre. “No lloro por él”.
Laurie Segall y Erica Fink reportaron desde Cleveland; Ben Brumfield y Dana Ford escribieron desde Atlanta