(CNN) – El centro de Caracas fue el escenario de lo que las autoridades venezolanas describieron como un audaz intento por desestabilizar el gobierno del presidente Nicolás Maduro, esta semana.
Un helicóptero de la Policía robado –que presuntamente fue piloteado por Óscar Pérez, inspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) del país– atacó la sede del Tribunal Supremo de Justicia y la del Ministerio del Interior, arrojando granadas y disparando antes de alejarse zumbando después de más de una hora.
Fue el capítulo más reciente –y quizás el más extraño– de los meses de crisis en Venezuela, que parece ir cuesta abajo.
Los enfrentamientos prácticamente diarios entre las fuerzas del Gobierno y los manifestantes tienen paralizado al país sudamericano. Al menos 81 personas han muerto desde que empezó esta última ronda de agitación civil.
Durante meses, Maduro ha señalado que los manifestantes planean un golpe de Estado contra su gobierno. Con el control sobre el poder, que ha empezado a deslizársele de las manos, algunos se preguntan si el intento de golpe al estilo Hollywood se trata un estratagema elaborado por Maduro y sus partidarios.
¿Fue un montaje?
El presidente de la Asamblea Nacional y líder opositor, Julio Borges, atizó las especulaciones durante una entrevista radial.
“Hay personas que dicen que es un montaje”, sostuvo Borges. “(Hay) gente que dice que es una cuestión real, gente que dice que son policías cansados de lo que está pasando. Lo que haya sido es muy serio”, continuó.
Las escenas registradas alrededor de Caracas parecían sacadas directamente de una película de James Bond. Pérez, el piloto de las fuerzas especiales de Venezuela, también es actor y mantiene una cuenta de Twitter bastante activa. En 2015, participó en la película de acción “Suspended Death”, de la que fue coproductor y protagonista interpretando a un agente de inteligencia que rescata a un empresario secuestrado.
Antes de que el ataque empezara, un hombre que se identificó como Pérez apareció en un video difundido en redes sociales señalando que estaba en curso una operación para recuperar por la fuerza la democracia de las manos del “gobierno criminal” en Venezuela. Flanqueado por un grupo de hombres armados vistiendo trajes militares y pasamontañas, Pérez afirmó estar hablando en nombre de una coalición de funcionario militares, policiales y civiles.
Mientras el helicóptero rondaba sobre el cielo de Caracas, aproximadamente a 1,6 kilómetros de distancia, en la Asamblea Nacional los legisladores se encontraban en medio de una confrontación con la Guardia Nacional Bolivariana.
El altercado comenzó después de que los militares entraran al edificio cargando cajas electorales de cara a las próximas elecciones convocadas por Maduro para elegir a quienes conformarán la Asamblea Nacional Constituyente.
Durante más de cuatro horas, la Guardia Nacional Bolivariana no les permitió a los asambleístas salir del lugar. Hubo confusión y caos.
Horas después, en una decisión que se tomó tarde en la noche, el Tribunal Supremo de Justicia –el mismo órgano que fue atacado por el helicóptero– emitió silenciosamente una disposición que le concedía al defensor del pueblo, Tarek Williams Saab, un aliado de Maduro, poderes para investigar, defender y supervisar las denuncias por violaciones a los derechos humanos en el país.
Esas mismas denuncias normalmente estarían en manos de la fiscal general, Luisa Ortega Díaz. Recientemente, la funcionaria rompió filas con el gobierno de Maduro, acusándolo de graves violaciones de los derechos humanos.
En cualquier día, todos estos eventos serían más que suficientes para dominar los titulares y la charla social, pero este martes todo el mundo estaba hablando del helicóptero.
¿Cómo llegamos a este punto?
La agitación política se produce en el contexto de una profunda crisis económica.
A pesar de tener las mayores reservas de petróleo probadas en el mundo, Venezuela se está quedando rápidamente sin dinero en efectivo. Y su gente lleva años sobreviviendo en medio de la escasez de alimentos y de medicinas, mientras los precios siguen disparándose por los cielos.
La inflación está en dígitos triples, el desempleo está al alza e incluso elementos básicos como el papel higiénico son difíciles de conseguir.
En el frente político, la oposición intentó sacar a Maduro del poder a través de un referendo, pero el Gobierno bloqueó repetidamente sus intentos. Además de retrasar todas las elecciones locales y estatales.
La oposición sostiene que Maduro creó una dictadura.
Y ahora hay una oferta del mismo presidente para reescribir la Constitución del país. Esto, sostienen muchos, es un último intento de Maduro por endurecer su control en el poder, que se deteriora rápidamente.
¿Qué implica esto para el resto del mundo?
Venezuela desempeña un gran papel en la estabilidad de Sudamérica y muchos de los países vecinos observan muy de cerca lo que sucede.
Mientras algunos gobiernos han sido rápidos en denunciar al gobierno de Maduro, otros lo han defendido, principalmente porque dependen del petróleo barato que llega de Venezuela.
Muchos venezolanos han salido del país y, si la situación sigue agravándose, el mundo podría estar enfrentando otra crisis inmigratoria.
Los ciudadanos de este país son los principales solicitantes de asilo en Estados Unidos. Más de 14.700 venezolanos pidieron esta figura de protección durante el año fiscal de 2016: un 160% más que en 2015, cuando 5.605 venezolanos lo solicitaron.
Brasil y Colombia ya han debido lidiar con una masiva afluencia entrada de inmigrantes venezolanos a comunidades rurales pobres, que carecen de los recursos para manejar la situación.
En su más reciente discurso para promover la Constituyente, Maduro se refirió directamente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y le advirtió de una inminente crisis migratoria.
“Miles, cientos de miles de venezolanos se dirigirán a Estados Unidos y nada será capaz de detenerlos”, aseveró el mandatario de Venezuela.
¿Cómo están enfrentando la crisis los venezolanos?
Vivir en Venezuela en este momento no es nada fácil ni cómodo.
La escasez de comida ya es severa: los ciudadanos han soportado semanas, y en algunos casos hasta meses, sin elementos básicos como leche, huevos, harina y jabón.
Y cuando hay comida en los estantes de los mercados locales, los precios son tan altos que sólo pocos venezolanos pueden comprarlos. Muchos se han visto obligados a comer lo que encuentran en la basura.
La medicina también es escasa. Los hospitales públicos se han desmoronado, llevando a la muerte de personas, incluidos niños, por la falta de atención médica básica.
¿Cuál es la posición de Maduro en todo esto?
Maduro, de 54 años, ha desafiado y tomado un tono de confrontación ante los miembros de la oposición y los manifestantes: los llama “vándalos y terroristas”.
Además, los ministros de su gobierno acusan a la comunidad internacional y a Estados Unidos de liderar una “guerra económica” contra el país, eliminando a Caracas de los círculos de inversiones internacionales.
Maduro también ha denunciado que hay una conspiración internacional para despojarlo del poder.
El Gobierno venezolano ha culpado a viejos y nuevos enemigos por este último intento de golpe de Estado. Funcionarios venezolanos vincularon a Pérez, el piloto del helicóptero, con la CIA, las rutas colombianas de suministro de armas y con un exministro del Interior que se convirtió en un crítico de Maduro.
¿Qué puede pasar desde aquí?
La próxima fecha clave para Venezuela es el 30 de julio, cuando se realizarán la elecciones para escoger a a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente.
Maduro insiste en que este esfuerzo traerá paz y estabilidad al país.
Pero la oposición insiste en que los comicios no ocurrirán por la falta generalizada de apoyo a la iniciativa.
Es un punto muerto: por un lado, los manifestantes prometen continuar, mientras que por el otro, el Gobierno promete seguir adelante.