(CNN) – El presidente de EE.UU. Donald Trump se enfrentó a una gran prueba este martes cuando viajó a Puerto Rico: mostrarles a los ciudadanos estadounidenses que sufren por sobrevivir en una isla devastada que entiende sus plegarias, que simpatiza con ellos y que estaba haciendo todo lo que estuviera a su alcance para mejorar la situación tan pronto como pudiera.
Pero falló. Y mucho.
Poco después de aterrizar en Puerto Rico, Trump les dijo lo siguiente a los funcionarios del gobierno:
“Cada muerte es un horror, pero si ven una catástrofe real como Katrina, y ven los cientos y cientos de personas que murieron y ven lo que ocurrió aquí con una tormenta que fue realmente algo que nos superaba, nadie ha visto algo como esto. ¿Cuál es el conteo de muertos hasta el momento? Dieciséis personas. Dieciséis personas fallecieron versus miles. Deben estar muy orgullosos de toda su gente trabajando junta. Dieciséis personas versus miles de personas. Pueden estar muy orgullosos”, dijo Trump en Puerto Rico.
“Todo el mundo alrededor de esta mesa y todos los que estén mirando pueden estar muy orgullosos de lo que está ocurriendo en Puerto Rico”, agregó.
¿Por dónde empezamos?
¿Qué tal por la sugerencia que hizo de que lo que pasó en Puerto Rico —una isla que quedó completamente devastada, que aún está sin electricidad, y donde los alimentos y agua escasean— no fue una catástrofe “real” porque no hubo muchos muertos?
O, ¿qué tal usar el conteo de los muertos como un tema de discusión? Sí, es cierto que mucha más gente murió por el huracán Katrina (más de 1.800) que por María (34, según dijo el gobernador Rosselló más tarde). Pero para las familias de los 34 que murieron, esas pérdidas no son menos angustiosas. La pérdida de una vida es la pérdida de una vida. Y ni siquiera estamos hablando de las miles de personas cuyas vidas han sido fundamentalmente alteradas, para siempre, como resultado de ese huracán, para quienes las cosas nunca serán iguales.
“Orgullo” no es la palabra correcta para ilustrar cómo la gente se debe —o debería— sentir. No está ni siquiera cerca.
Es lo contrario de empatía. En lugar de estar de luto por aquellos que perdieron sus vidas, Trump los usó para ampliar sus argumentos de que las críticas de los medios de comunicación contra él son injustas y sesgadas.
Miren, les dije que estaba haciendo un gran trabajo, les dijo Trump. ¡Todo el mundo aquí piensa eso!
Yo, yo, yo, yo.
Aunque los comentarios de Trump sobre el relativo bajo número de muertos atraerá la mayor parte de la atención —y con toda la razón— hay mucho más en la breve intervención de Trump que habla del hecho de que al presidente de Estados Unidos le falta el gen de la empatía.
Entre ellos:
* “Fue un gran viaje. Su clima es lo máximo pero de vez en cuando te impacta. Realmente te impacta”.
¿Su clima es lo máximo? El país literalmente fue derribado por un huracán.
* “Han dejado nuestro presupuesto un poco fuera de control. Hemos gastado mucho dinero en Puerto Rico”.
Trump estaba, aparentemente, bromeando sobre cuánto dinero los esfuerzos de recuperación le han costado. Mira el video y verás cuánta gente se estaba riendo. Pero esto también es como comprarle los libros que tu hijo necesita para el colegio y recordarle repetidamente qué tanto te costaron y cómo, de alguna manera, te los debe.
* “Él comenzó al principio a apreciar lo que hicimos… Nos estaba dando las calificaciones más altas”.
Aunque aquí pareciera que Trump estaba felicitando al gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, realmente se estaba autofelicitando: Este gobernador, que yo no conocía antes de la tormenta, dijo cosas buenas sobre mí que ustedes deberían escuchar. Porque la gente está diciendo algunas cosas buenas.
*“Ella estaba diciendo esas cosas buenas sobre toda la gente que ha trabajado tan duro. Jennifer, ¿crees que puedas decir un poco más de lo que dijiste sobre nosotros?
Trump se refiere aquí a la representante de Puerto Rico Jenniffer Gonzalez Colón, que según él, “vio” (en televisión, por supuesto) diciendo cosas buenas sobre cómo él y su gobierno manejaron el huracán. Después de que González Colón terminara de alabar a Trump, el presidente agregó: “Vimos esos comentarios y todo el mundo los vio”.
*”El general Kelly tiene cuatro estrellas. No tienes nada mejor que un general de cuatro estrellas”.
Trump está muy interesado en destacar los logros de los generales de su personal, sobre todo de su secretario de Presidencia, el general John Kelly. Pero, ¿por qué el rango militar es relevante cuando se trata de la recuperación de Puerto Rico? Si miras las imágenes, Kelly parece totalmente incómodo siendo destacado por Trump en este momento.
Los más de 13 minutos son totalmente surrealistas. Todo el tiempo, Trump hace que todo se trate de él, usando a varios funcionarios, militares, entre otros, para reforzar la idea que él está haciendo un gran trabajo. En pantalla aparece alguien totalmente envuelto en sí mismo, incapaz de entender que este momento —en el terreno de un desastre natural histórico para la gente de Puerto Rico— no se trataba de él.
Este es Trump sin telepromter. Es el Trump de Twitter. La personalidad real de Trump cuando las palabras no son cuidadosamente seleccionadas para él.
Trump sabía —porque todo el mundo escribió sobre eso y la televisión habló de eso inexorablemente— que la gran pregunta en Puerto Rico era si él iba a mostrar alguna empatía, alguna bondad humana para la gente que él no sabía que siguen siendo sus constituyentes.
Y, aún sabiendo eso, el presidente de Estados Unidos dio discurso autocontemplativo, autocomplaciente y victimizante que apestaba a falta de tacto y delicadeza.
Incluso para este presidente, que ha redefinido lo presidencial —y no para bien— este es un notable y nuevo nivel bajo.
Pero no había acabado.
Según el reportero de CNN en el lugar de los hechos, Kevin Kiptak, Trump parecía verse a sí mismo como una especie de Santa Claus lanzándoles suministros a las víctimas del desastre. Esto es lo que reportó Liptak:
Trump, junto con la primera dama y el gobernador, le dieron la mano a la multitud. Aún con su chaqueta rompevientos, tomó una lata de pollo enlatado y la sostuvo en lo alto para que la multitud lo viera.
Le alcanzó un paquete de baterías a un hombre, mientras muchos levantaban sus teléfonos celulares.
Luego sostuvo una linterna y se la mostró a la multitud, mientras daba la mano.
La primera dama Melania Trump seguía la escena de cerca.
Trump seguía tomando objetos de las mesas cargadas de suministros, mostrándoles a la multitud y entregándole a la gente que tenían las manos extendidas.
“Hay mucho amor en este lugar”, dijo el presidente. “Gente buena”.