Nota del editor: El capitán Mark Kelly (Armada de Estados Unidos, retirado) es un veterano de combate y exastronauta de la NASA. Las opiniones expresadas en esta columna son suyas.
(CNN) – En 2001, hice mi primer vuelo al espacio a bordo del transbordador espacial Endeavour. Aproximadamente una década más tarde, comandé ese mismo transbordador espacial en su vuelo final. Ese fue mi cuarto viaje y, al menos por ahora, el último desde este planeta al espacio.
Ver nuestro planeta como esa majestuosa bola azul flotando en la negrura del espacio es impresionante. Es realmente lo más increíble que he visto en mi vida. Cuando lo ves por primera vez, parece perfecto. Brillante y mayormente azul, literalmente es una isla en nuestro Sistema Solar. Y no se equivoquen, en este momento, no tenemos otro lugar adonde ir.
Con demasiada frecuencia nos olvidamos de que este notable y frágil lugar es nuestro único hogar, algo que fue destacado a principios de este mes en la reunión más grande de científicos de la Tierra, en Nueva Orleans.
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En la conferencia, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) hizo un anuncio aleccionador. Fue como parte de un estudio del cambio climático sobre el clima de 2016. Los científicos autores del estudio concluyeron que sin el cambio climático, tres de los eventos climáticos más severos que tuvieron lugar ese año no habrían sucedido. ¿Cuáles eventos?
- Las olas de calor que azotaron partes de Asia, incluyendo la India y Tailandia. Murieron más de 500 personas.
- Una porción de agua inusualmente cálida en el Océano Pacífico que ha tenido efectos dañinos en la vida marina a lo largo de la costa de América del Norte.
- Y el aumento de las temperaturas del aire que hizo de 2016 el año más caliente registrado en la historia.
El impacto del cambio climático, las cicatrices que deja en nuestro planeta, también es visible desde arriba.
Hay contaminación visible en grandes porciones de la Tierra. Esto se nota a menudo en el subcontinente asiático. La quema de madera, plástico y otros materiales para calentar las casas de cientos de millones en la India crea un humo espeso en miles de kilómetros cuadrados.
En China, el problema es más industrializado y más grave. Las centrales eléctricas de carbón y millones de automóviles han contaminado los cielos del este de China en la medida en que puedo decir con honestidad que no he visto la tierra firme de este territorio durante mis cuatro misiones al espacio. Está oculto por una capa constante de pequeñas partículas de desesperanza suspendidas en el aire.
Quizás lo que más me preocupa es la deforestación masiva en marcha en áreas como Asia y América Latina. Innumerables árboles y millones de kilómetros cuadrados de jungla y bosque se han eliminado para satisfacer nuestros deseos de más: más madera, más tierras de cultivo, más pastos, más carne.
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Cuando miré por primera vez la selva amazónica en 2001, vi amplias áreas de jungla y un río ancho y sinuoso de color cobrizo que seguía y seguía. Un río que era imposible pasar por alto como ningún otro en el planeta. No obstante, en 2011, la parte más notable no era el río o la jungla, sino las grandes zonas de tierra vacía.
Desde el espacio parecen vacías porque estamos muy lejos. No vemos los cultivos o el ganado, pero vemos la pérdida. Vemos la pérdida de un ecosistema increíblemente diverso que alguna vez tuvo infinitas posibilidades de nuevos medicamentos y otros descubrimientos.
Vemos la pérdida de un hogar para tantas especies que ahora tendrán que aprender a adaptarse y sobrevivir en otro lugar, o no. Y vemos la pérdida de una gran cantidad de carbono, secuestrada en un ecosistema de vida y respiración que creó enormes cantidades de oxígeno para todos nosotros.
Ese carbono, que alguna vez dio vida a millones de especies en todo el planeta, ahora tiene un nuevo papel: el gas de efecto invernadero. Permanecerá en nuestra atmósfera como CO y CO2 durante milenios, pero en este caso como una manta invisible, calentando nuestro planeta, cambiando nuestro clima y creando un desastre cataclísmico para las generaciones futuras.
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Como astronauta, a menudo me preguntan sobre el clima, nuestro medio ambiente y cómo estamos destruyendo la Tierra. Mi respuesta a menudo sorprende a la gente. “No te preocupes por el planeta, la Tierra estará bien”, les digo. “De quienes debes preocuparte es por nosotros, todos nosotros”.
Este año ha sido un desastre inequívoco para el futuro del planeta. El presidente Donald Trump ha logrado llevar una bola de demolición a años de arduo trabajo y arduas negociaciones. Si no se deshace, nuestro retiro de los acuerdos climáticos de París y el Plan de energía limpia de la EPA por sí solo significa que la temperatura de nuestro planeta aumentará a un ritmo mayor y la salud de nuestros ciudadanos empeorará. Otros cambios en las normas ambientales sobre la perforación, la eficiencia de los automóviles y de los electrodomésticos solo empeorarán las cosas.
Estados Unidos recibió el liderazgo en este y tantos otros asuntos hace décadas por una razón: porque somos buenos en eso.
Nuestro presidente tiene la obligación de mirar de cerca los datos reales sobre el cambio climático. Si lo hace, creo que llegará a la misma conclusión que yo y muchos otros hemos alcanzado.
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Desde el espacio, al pasar por Estados Unidos de noche, se pueden ver, a simple vista, las luces brillantes que demuestran que somos líderes mundiales en el consumo de energía.
Es muy obvio. Lo que no es obvio es si nuestro país responderá adecuadamente a esta realidad. Como el mayor consumidor de energía debemos liderar el camino para resolver este problema. Si no hacemos esto, ¿quién lo hará?