(CNN) – Es la noche antes del día en que las tres jóvenes enfrentarán cara a cara al hombre que las agredió sexualmente en repetidas ocasiones. Y están cenando juntas.
Kaylee Lorincz, Sterling Riethman y Rachael Denhollander viven a varias horas de distancia la una de la otra y están atravesando diferentes etapas de su vida. Pero hay algo que las une.
Son la últimas víctimas –aunque ellas prefieren el término “sobrevivientes”– que hablarán durante la condena a Larry Nassar, el exmédico del equipo nacional de gimnasia de Estados Unidos.
Las jóvenes han pasado casi todo el tiempo juntas durante la audiencia de sentencia, que inicialmente debía durar cuatro días pero se ha extendido a siete. Se ríen, hablan por mensajes de texto grupales y comparten mensajes en Facebook.
Son miembros de un grupo del que nadie quiere hacer parte. Aún así, su hermandad les está dando nuevas fuerzas.
Y, antes de que la audiencia de sentencia terminara, ya se habían convertido en un ejército.
Cuando este miércoles Reithman subió al estrado en la corte, dijo que las acciones de Nassar la dejarán a ella y a otras mujeres jóvenes tratando de repararse a sí mismas por el resto de sus vidas. Pero, añadió, lo harán juntas.
“Miro este salón y estoy completamente impresionada”, aseguró Riethman. Estas mujeres, estas guerreras, me dieron vida. Ellas encendieron un fuego dentro de mí que no sabía que existía. Me inspiran y me alientan a continuar en esta lucha contra depredadores y facilitadores”, aseveró.
“En últimas, fuimos lo suficientemente fuertes para derrotarte”, afirmó Lorincz este miércoles, dirigiendo su mensaje en el tribunal a Nassar.
“No una por una, sino como un ejército de sobrevivientes”, agregó.
Una comprensión tácita
Muchas de las víctimas de Nassar fueron gimnastas: una hermandad en sí misma. Pasaban 20 horas a la semana –o incluso más– en prácticas extenuantes que les causaron lesiones atroces.
Lorincz, de 18 años, alguna vez fue una de esas niñas que estaban la mayor parte de su tiempo en su gimnasio. Ella conoce a muchas otras jóvenes que fueron tratadas por Nassar.
“Nunca se hablaba de lo que Larry nos había hecho”, le dijo Lorincz a CNN.
Como gimnastas, les enseñaron a luchar con sus lesiones, a ser disciplinadas, dejar las emociones a un lado. Y muchas también aplicaron esta mentalidad para lidiar con lo que Nassar les hacía en la mesa de exámenes: a veces mientras sus padres estaban en la misma sala.
Riethman, una exgimnasta de 25 años, fue una de las primeras en denunciar. El año pasado hizo público que abuso que sufrió y ahora se maravilla ante el grupo de mujeres que desde entonces se le ha unido.
“Vi mucho esto de reunirnos solo por estar juntas en la corte, hacer conferencias de prensa juntas: eso te une”, le relató Riethman a CNN. “Estás atravesando esta experiencia que nunca pensaste tendrías que vivir. Empiezas a darte cuenta de ‘Oh, tenemos mucho más en común de lo que pensaba’”, añadió.
Riethman y Lorincz hacen parte de un grupo más pequeño de otras cinco sobrevivientes que se envían mensajes de texto todos los días. No necesariamente hablan sobre el juicio. Pero comparten una comprensión tácita.
“Estas jóvenes son tan solidarias. Y nos podemos relacionar sobre algo que no es una situación ideal para hacerlo”, explicó Lorincz. “Es tan agradable tener a esta chicas a las que puedes acudir porque confías en ellas inmediatamente. Nadie ha sido capaz de entender el sentimiento de pasar por esto, además de estas mujeres”, insistió.
Las víctimas de Nassar crean fuertes lazos porque el abuso sexual es una situación de aislamiento, indicó Erin Roberts directora ejecutiva de Relief After Violent Encounter (RAVE), una organización sin ánimo de lucro en Michigan que ayuda a las víctimas de agresión sexual.
“Cuando las sobrevivientes hablan, están oyendo a otras y otras que también revelan lo que vivieron”, dijo Roberts. “Existe un poder de curación en los grupos. Encuentran consuelo en las palabras de los demás, descubren semejanzas en sus historias”, insistió.
“Siempre nos necesitaremos”
Kyle Stephens, de 26 años, fue la primera sobreviviente en subir al estrado y contar su verdad la semana pasada durante la audiencia de sentencia contra Nassar. Ella miró al exmédico a los ojos y empezó a describirle a la juez lo que él le había hecho en el sotano de la casa de sus padres, cuando ella apenas estaba en el jardín infantil.
A diferencia de las otras víctimas, Stephens no era una atleta ni estaba buscando tratamiento médico. Él simplemente se ganó la confianza de sus padres y la agredió, dice ella. Por su parte, Stephens nunca le contó a nadie lo que ocurrió sino hasta casi una década después.
“Las niñas pequeñas no se quedan pequeñas para siempre”, le dijo ella a Nassar en la corte. “Se convierten en mujeres fuertes que vuelven para destruir tu mundo”, añadió.
Nassar no pudo mirarla.
“Eso me empoderó incluso más”, recordó Stephens pocos días después. “Me acabo de dar cuenta que, ahora, tengo el poder en esta relación”, completó.
La mañana en que Stephens habló, el tribunal estaba en silencio. Pero a la mitad de la semana, la audiencia –compuesta en su mayoría por víctimas de Nassar– explotaba en aplausos después de cada declaración.
En total se leyeron 169 declaraciones, incluyendo 156 de las víctimas.
Stephens ahora vive en Chicago y trabaja como ingeniera para AT & T. Aún así, permanece en contacto con algunas de las otras mujeres que hablaron públicamente sobre ser abusadas por Nassar.
La mayor parte del tiempo se mandan mensajes de texto. Ya sea que estén hablando sobre el caso o solo sobre cosas cotidianas, la hermandad que formaron los ayudó a sanar, explicó Stephens.
“Todas estamos en diferentes momentos de nuestro proceso”, dijo. “No sé si este proceso realmente termina en algún punto. Siempre nos necesitaremos unas a otras”, sostuvo.