(CNN) –– Para la mayoría de personas, la pandemia de coronavirus ha significado menos opciones de viaje. Sin embargo, no es así para las familias extremadamente ricas que cada vez más utilizan su dinero con el objetivo cruzar fronteras que, de otra manera, estarían cerradas para ellas.
Este es el mundo élite de la migración por inversión, en el que las solicitudes de pasaportes no se basan en la nacionalidad o la ciudadanía, sino en la riqueza y la voluntad de moverse por el planeta.
Estos llamados programas de ciudadanía por inversión (CIP, por sus siglas en inglés) son actualmente un sector en crecimiento, al igual que los acuerdos de residencia por inversión, también conocidos como “visas doradas”.
- FOTOS | Los pasaportes más poderosos del mundo
FOTOS | Los pasaportes más poderosos del mundo en 2020
Son una forma para que las personas multimillonarias no solo diversifiquen su cartera de valores, al trasladar su dinero a un país, sino que también reciban los beneficios de la ciudadanía, incluido un nuevo pasaporte.
Entre los últimos 5 a 10 años, las principales motivaciones de los beneficiarios del CIP ––que suelen tener un patrimonio neto entre 2 millones de dólares y más de 50 millones de dólares–– han sido la libertad de movimiento, los beneficios fiscales y factores de estilo de vida, como una mejor educación o libertades civiles.
Pero con el covid-19 transformando drásticamente nuestro 2020, algunas familias de élite también están considerando criterios como la atención médica, respuestas a pandemias y posibles refugios seguros para garantizar un plan B en el futuro.
Plan B
“Las personas realmente quieren la póliza de seguro de una ciudadanía alternativa, que les otorga un plan B”, le dijo a CNN Travel Dominic Volek, director para Asia de Henley & Partners, firma mundial de asesoría en temas de ciudadanía y residencia.
“También están preocupados por la atención médica y la preparación ante una pandemia porque, por supuesto, esta puede no ser la única en nuestra vida”, añadió.
“Las personas ricas no planean a 5 o 10 años, sino a más de 100 años por adelantado, en términos de riqueza y bienestar”, añadió.
Aunque puede ser anecdótico en gran medida, Henley & Partners sospecha que un aumento reciente del interés por los CIP puede estar vinculado al coronavirus, los problemas de salud y las “predicciones generales del fin del mundo”.
La compañía registró un incremento del 49% con respecto al año pasado en las consultas entre enero y junio de 2020.
Además, el número de personas que presentaron una solicitud tras una consulta aumentó en un 42% al comparar el último trimestre de 2019 con el primer trimestre de 2020.
Montenegro poderoso
Cuando se trata de programas de ciudadanía específicos, Montenegro y Chipre son los más populares, con un crecimiento de las solicitudes nuevas de hasta 142% y 75%, respectivamente, en el primer trimestre de 2020 frente al cuarto trimestre de 2019. Mientras tanto, Malta ha conservado un interés constante.
“Muchas personas en este grupo de patrimonio neto extremadamente alto están interesadas en Chipre y Malta, porque les otorga al solicitante y a su familia acceso ilimitado y libertad de asentamiento en toda la Unión Europea”, explicó Volek.
“No solo tienen mayor libertad de movimiento, sino también una mejor educación y atención médica (que en sus países de origen)”.
Los programas de residencia en Australia y Nueva Zelandia también cuentan con una gran demanda, pero por otra razón: la gestión de crisis.
“Nueva Zelandia ha salido victorioso en términos de cómo manejó la pandemia, comparado con algunos de los otros destinos generalmente más favorecidos como el Reino Unido o Estados Unidos”, destacó Volek.
“Así que definitivamente hemos registrado un gran aumento en las consultas sobre visas de inversión de Australia y Nueva Zelandia. Probablemente eso también haya sido estimulado por artículos sobre estos muchachos de Silicon Valley, que participaron en varios programas de visas de inversión antes de la pandemia y pusieron en marcha planes del fin del mundo”, completó.
Inversión de 6,5 millones de dólares
Únicamente las familias con un patrimonio neto extremadamente alto pueden participar en estos programas de residencia: el programa de Australia cuesta entre 1 y 3,5 millones de dólares, mientras que el de Nueva Zelandia va de 1,9 a 6,5 millones de dólares.
“El programa de Nueva Zelandia es bastante flexible en términos de lo que inviertes, siempre que no sea para tu uso personal”, señaló Volek.
“Muchas de estas personas han invertido esa suma de 10 millones de dólares neozelandeses en crear una granja comercial completamente autosostenible y no dependiente. Entonces, también tienen un lugar para ir y simplemente esperar en momentos como estos”.
La clientela de los CIP también está cambiando: los solicitantes estadounidenses, indios, nigerianos y libaneses han mostrado los mayores aumentos en las peticiones durante los últimos nueve meses.
Las solicitudes estadounidenses, en especial, se dispararon un 700% en el primer trimestre de 2020, en comparación con el último trimestre de 2019.
Estas personas ultra élite se unen a un flujo constante de inversores de China y Oriente Medio.
Paraísos libres de covid-19
Algunos viajeros ultra ricos simplemente están en busca de un lugar seguro y remoto donde puedan protegerse con su familia en caso de que ocurra otro brote.
Incluso si no obtienen acceso inmediato, quieren estar preparados para la próxima pandemia.
“La conversación hasta ahora es que los países más pequeños pueden manejar y controlar la pandemia más fácilmente”, le dijo a CNN Travel Nuri Katz, fundador de la firma internacional de asesoría financiera Apex Capital Partners.
“Entonces, en Estados Unidos está totalmente fuera de control. Pero los países más pequeños no han sido tan afectados. Por ejemplo, en países del Caribe como Dominica, Antigua y Barbuda o San Cristóbal, hay muy pocos casos de covid-19”, comentó.
“Parece que estos países pequeños se están reabriendo y existe la sensación de que podrán manejar este problema mucho mejor que los países grandes”, agregó Katz. “Así que hay mucho interés sobre eso en términos de atención médica y estilo de vida”.
Además, pequeños países insulares del Caribes ofrecen CIP relativamente baratos y con mayor libertad de viaje.
“Si tienes un patrimonio neto de aproximadamente 1 millón ce dólares hasta, digamos, 5 o 10 millones de dólares, el Caribe es una gran opción. Por ejemplo, un millonario de Bangladesh tiene uno de los peores pasaportes del mundo en términos de libertad de viaje: necesitas visa para ir a cualquier parte”, afirmó Volek.
“Si donas 100.000 dólares al gobierno de Antigua y Barbuda, más cargos adicionales, tu familia de cuatro puede obtener un segundo pasaporte en aproximadamente de cuatro a seis meses”.
Evitar las prohibiciones
Katz también ha notado el comienzo de otra tendencia: invertir en pasaportes para aumentar tus posibilidades de evitar las prohibiciones de viaje en el futuro.
A medida que algunos países se abren, solo dejarán ingresar ciertos pasaportes. Por ejemplo, los europeos no pueden visitar Estados Unidos, y viceversa.
Sin embargo, el titular de un pasaporte de Chipre podría viajar dentro de la Unión Europea cuando las fronteras estén abiertas.
“La gente está pensando, bueno, esto va a estar ahí por un tiempo”, dijo Katz. “¿Cómo ajustamos nuestros activos, incluidas nuestras ciudadanías, para poder tener el tipo de estilo de vida que queremos?”, añadió.
“Las personas que quieren viajar libremente por Europa, están empezando a pensar en obtener algún tipo de estatus (de ciudadanía o residente)”.
Lo básico de la inmigración por inversión
Los programas de migración por inversión ofrecen residencias o ciudadanías a cambio de una inversión significativa en la economía de un país, generalmente en forma de bienes raíces, creación de empleos, desarrollo de infraestructura o bonos gubernamentales.
El primer CIP fue implementado en 1984 por San Cristóbal en el Caribe. Desde entonces, docenas de países han establecido programas, incluidos Austria, Chipre, Malta, Moldavia, Santa Lucía, Turquía, Antigua y Barbuda, Dominica, Grecia, Montenegro y muchos más.
Algunos exigen que los solicitantes establezcan organizaciones sin fines de lucro, compañías que creen empleos locales o vivan en el país por un período específico. Otros permiten a los aspirantes invertir en bonos gubernamentales, bienes raíces y proyectos de desarrollo de forma remota.
Dependiendo del país, estos programas pueden costar desde 100.000 dólares como en Antigua y Barbuda hasta 250.000 dólares en San Cristóbal y Nieves, 280.000 dólares en Grecia, 380.000 dólares en Portugal, 1,1 millones de dólares en Malta y 2,4 millones de dólares en Chipre.
“Creo que un país como Portugal es uno de los más atractivos porque el precio de 350.000-500.000 euros es alcanzable para individuos de alto patrimonio”, sostuvo Volek.
“Entonces obtienes acceso libre de visa al espacio Schengen y hay un camino legal claro hacia la ciudadanía después de cinco años de residencia, siempre y cuando también puedas hablar portugués de nivel elemental”, explicó.
“Pero si el cliente tiene la capacidad financiera, entonces es directo a Malta o Chipre porque obtendría la ciudadanía de la Unión Europea de inmediato”, completó.
El proceso para adquirí CIP
En 2017, Katz estimó que alrededor de 5.000 personas por año adquirían ciudadanía en el extranjero a través de los CIP. En 2020, ella ubica ese número más cerca de 25.000, aunque no existen cifras oficiales.
Aun cuando las personas multimillonarias recurren a los CIP como un plan B, la realidad es que estos programas toman tiempo.
“Simplemente no existe manera de que un oligarca ruso pueda entrar, entregar un millón de dólares a un político y retirarse con un pasaporte”, explicó Volek. “Obviamente ese no es el caso”.
Dependiendo del país, el proceso de diligencia debida puede tomar desde varios meses hasta algunos años.
Por lo general, los solicitantes se someterán a exhaustivas evaluaciones financieras y penales para garantizar que el dinero se haya obtenido legalmente, antes de la aprobación de su residencia o ciudadanía.
Si tomamos a Malta como ejemplo, Volek explicó que el país exige un estricto proceso de diligencias en cuatro niveles que comienza con la verificación inicial por parte de Henley & Partners.
“El solicitante tiene que revelar su patrimonio neto y la fuente de los fondos, así como proporcionar certificados de autorización policial en su país de nacimiento, país de ciudadanía y donde haya vivido durante más de seis meses en los últimos 10 años…”, indicó.
“Malta tiene una tasa de rechazo de entre el 20 y el 25% de las solicitudes. Puede rechazar al solicitante si no se siente cómodo con que esta persona adquiera la ciudadanía”, explicó.
Críticas la “visa dorada”
Los partidarios de los CIP sostienen que con estos programas ganas las dos partes: los solicitantes invierten en países en desarrollo para compensar los costos de desastres naturales, colapsos de la industria, pandemias o simplemente impulsar ciertos sectores de la economía.
Al mismo tiempo, el individuo puede diversificar sus propios activos mientras disfruta de una mayor libertad de movimiento, un mejor estilo de vida y tranquilidad en tiempos de crisis.
Pero algunos expertos sugieren que no es tan claro.
En 2018, por ejemplo, Transparencia Internacional, una coalición global contra la corrupción, criticó los esquemas de ciudadanía y residencia por inversión en Malta, Chipre, Portugal y España, argumentando que estos programas están “vendiendo acceso al área de viaje Schengen, que no requiere visa, e incluso la ciudadanía de la Unión Europe, a inversores extranjeros con poco escrutinio, transparencia o debido proceso”.
Kate Hooper, analista asociada de políticas en el programa internacional de Migration Policy Institute, con sede en en la ciudad de Washington, le dijo a CNN Travel que los CIP a menudo despiertan sospechas ya que algunos gobiernos no revelan sus procesos de debida diligencia.
“Numerosos informes han despertado preocupaciones acerca de cuán efectivos son realmente estos procesos para evaluar a las personas y eliminar el dinero sucio”, le dijo Hooper a CNN Travel en 2017.
“A lo largo de los años, ha habido un puñado de casos en los que se ha otorgado la ciudadanía a personas sin una evaluación adecuada”, explicó.
George DeMartino, profesor de economía internacional y ética en la Universidad de Denver, dijo que los CIP también pueden exacerbar la desigualdad.
“Programas como estos amenazan con disminuir la fraternidad política al otorgar privilegios especiales a los ya privilegiados”, señaló DeMartino en una conversación previa con CNN.
“Les dan a quienes tienen menos necesidad de migrar y lograr la ciudadanía en un nuevo país la mayor oportunidad para hacerlo, mientras que aquellos que están mucho más desesperados por migrar, como quienes enfrentan circunstancias económicas terribles en sus hogares, están totalmente excluidos de los beneficios de estos programas”, sostuvo. Y completó: “Los programas no son la causa de esta desigualdad, pero la amplifican”.