(CNN) – Incluso mientras lucha por lograr un segundo mandato en noviembre, el presidente Donald Trump ya tiene el ojo puesto en extender su estadía en la Casa Blanca por mucho más tiempo.
“Vamos a ganar cuatro años más”, dijo Trump en un mitin en Oshkosh, Wisconsin, el lunes. “Y después de eso, iremos por otros cuatro años porque espiaron mi campaña. Deberíamos tener una repetición de cuatro años”, agregó.
Por supuesto, lo que Trump propone está prohibido por la Constitución, que limita a los presidentes a cumplir dos mandatos. (Si Trump pierde en 2020, teóricamente podría volver a postularse en 2024). No hay ninguna disposición de “repetición” en la Constitución para circunstancias extrínsecas en torno al primer mandato de un presidente. E incluso si la hubiera, la acusación de Trump de que merece un tercer mandato porque espiaron su campaña no pasaría ningún tipo de prueba.
Lo que Trump considera “espionaje” fue en realidad una investigación de contrainteligencia del FBI sobre los esfuerzos de Rusia por inmiscuirse en las elecciones de 2016. El martes por la mañana, la Comisión de Inteligencia del Senado publicó el volumen final de su investigación bipartidista sobre las actividades de Rusia en 2016. Concluyó, entre otras cosas, que:
* Rusia interfirió en las elecciones con el objetivo expreso de ayudar a Trump y dañar a Hillary Clinton.
* El director de la campaña, Paul Manafort, fue considerado como una “grave amenaza de contrainteligencia” cuya “presencia en la Campaña y su proximidad a Trump crearon oportunidades para que los servicios de inteligencia rusos ejercieran influencia sobre la Campaña Trump y adquirieran información confidencial sobre ella”.
* La campaña encargó a Roger Stone que buscara todo lo que pudiera sobre la información que tenía WikiLeaks sobre Clinton y los demócratas en general, y “Trump y la Campaña creían que Stone tenía información privilegiada y expresaron satisfacción de que la información de Stone sugería que se realizarían más publicaciones”.
* Dos rusos (más) que participaron en la reunión de junio de 2016 en la Torre Trump con los altos cargos de la campaña del presidente tenían “conexiones significativas con el Gobierno ruso, incluidos los servicios de inteligencia rusos”.
Trump parece estar sosteniendo toda su acusación de espionaje, al menos por el momento, en una declaración de culpabilidad que hizo la semana pasada un abogado del FBI que admitió haber cambiado un correo electrónico con respecto a la orden de vigilancia del exasesor de Política Exterior de Trump Carter Page. (El hombre afirma que cometió un error honesto y no tenía ninguna intención maliciosa). Esa declaración, cuando se opone a todo lo que figura en el Informe de la Comisión de Inteligencia del Senado, así como a los hallazgos de la investigación del fiscal especial Robert Mueller, parece palidecer en comparación.
Por supuesto, todo esto pone más pienso en la afirmación de Trump del lunes del que el propio presidente hizo. Él sabe que a su base le encanta la idea de que es víctima de una conspiración del “estado profundo”. Y le encanta trolear a los medios con ideas inconstitucionales, como la de cumplir un tercer mandato. (A su base también le encanta el troleo a los medios de comunicación.)
Trump, si se le presiona, casi seguro que descartaría su promesa de “ir por otros cuatro años” después de ganar un segundo mandato en noviembre como una gran broma que los medios de comunicación poco convincentes simplemente no entienden. Así es como ha manejado de manera repetida la controversia que surgió cuando sugirió en el pasado que podría postularse por más de dos mandatos.
Si bien dudo en sugerir que hay una estrategia real detrás de la proclamación de Trump —ser un trol no es una estrategia—, sí creo que está absolutamente obsesionado con su propio legado y lo que sucederá con el trumpismo cuando deje el cargo (ya sea de manera voluntaria o involuntaria).
Al mencionar constantemente que podría postularse para más de dos mandatos, Trump está poniendo en la mente de los votantes republicanos la idea de que quizás otro candidato con el apellido “Trump” podría ser la mejor opción para el partido en 2024. Como Donald Trump Jr., quien ha hablado de manera abierta sobre su interés en postularse para el cargo, o Ivanka Trump, la única de los hijos de Trump que tiene un cargo oficial en su Casa Blanca.
Pero todo lo que Trump ha hablado sobre terceros mandatos depende de que gane un segundo mandato, lo que en este momento parece poco probable. Si Trump pierde ante el exvicepresidente Joe Biden en otoño —y esto le cuesta también el control del Senado a los republicanos—, el nombre “Trump” podría verse muy diferente (y mucho peor) en 2021, mucho menos en 2024.