(CNN) –– Al presidente de EE.UU., Donald Trump, le gusta pensar en sí mismo como un tipo duro. Le agradan otros hombres duros. Y las máscaras, en el mundo de Trump, no son la clase de cosas que utiliza alguien así.
“Pero, ¿vieron alguna vez un hombre al que le gustan tanto las máscaras como a él?”, preguntó el mandatario sobre el exvicepresidente Joe Biden, durante un mitin de campaña en Pensilvania el jueves. “Y luego da un discurso, y siempre la tiene (la mascarilla) ––no siempre, pero muchas veces–– la tiene colgando. Porque, ya sabes, le da una sensación de seguridad. Si yo fuera psiquiatra, ¿verdad?, diría que este tipo tiene algunos problemas importantes. Colgando”, añadió.
JAJAJA. ¡Trump apuntó contra Biden! ¡Ese cobarde utiliza una máscara! ¡Qué tonto!
Oh, un momento. De hecho, usar mascarillas es una de las mejores defensas contra el covid-19, un virus que ha cobrado la vida de más de 187.000 estadounidenses y que se proyecta matará a más de 400.000 para finales de año.
¿No me crees? ¿Qué tal si son las palabras del Dr. Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés)? “No estamos indefensos contra el covid-19”, escribió en julio. “Las protecciones faciales de tela son una de las armas más poderosas que tenemos para frenar y detener la propagación del virus, especialmente cuando se usan universalmente dentro de un entorno comunitario. Todos los estadounidenses tienen la responsabilidad de protegerse a sí mismos, a sus familias y a sus comunidades”, insistió.
Y, aún así ––a excepción de algunos coqueteos ocasionales con el uso de máscaras durante el último mes–– el presidente de EE.UU. no solo se niega a utilizarlas constantemente cuando está en público, sino que también se burla de su oponente demócrata, y de los periodistas, por hacerlo.
En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Trump dijo lo siguiente sobre el candidato demócrata: “Joe Biden puede usar una máscara, pero estaba afuera con su esposa, condiciones perfectas, clima perfecto… y por eso pensé que era muy inusual que tuviera una puesta. Pero pensé que estaba bien. No estaba criticando en absoluto. ¿Por qué iba a hacer algo así?”.
En esa misma intervención, Trump le pidió a un periodista que se quitara la máscara para poder escucharlo. El reportero dijo que, en cambio, podía hablar más alto, a lo que el presidente respondió: “Oh, está bien, quieres ser políticamente correcto”.
Este intercambio se produjo semanas después de que Trump retuiteara una publicación de Brit Hume, de Fox News, que parecía burlarse de Biden por su apariencia mientras llevaba una máscara negra durante una ceremonia.
También llega luego de meses y meses en los que Trump ha planteado dudas sobre la necesidad y la eficacia de las mascarillas, a pesar de que médicos y expertos en infecciones se convencieron cada vez más de que algo tan simple como usar una máscara reduce la tasa de transmisión del covid-19.
“No creo que vaya a hacerlo”, dijo Trump sobre usar máscaras en abril, durante la conferencia de prensa en la que anunció las nuevas pautas de los CDC que en ese momento dejaron claro que las personas deberían utilizar una protección facial cuando el distanciamiento físico no fuera posible. “Utilizar una mascarilla cuando saludo a presidentes, primeros ministros, dictadores, reyes, reinas, simplemente no lo creo”, insistió.
Durante un viaje a una planta de Ford en mayo, Trump dijo que utilizó una máscara lejos de los reporteros y las cámaras, pero se la quitó porque “no quería darle a la prensa el placer de verla”.
La relación del uso de máscaras con la virilidad ––aunque sea un sentido retorcido de lo que significa ser un hombre o ser duro–– por parte del presidente ha tenido claras consecuencias.
Una encuesta de NBC News/SurveyMonkey a fines de julio registró que el 86% de los demócratas y el 71% de los independientes dijeron que usan máscaras cada vez que salen en público, mientras que menos de la mitad (48%) de los republicanos respondieron lo mismo. Una encuesta del Centro de Investigaciones Pew de finales de junio arrojó resultados muy similares. Casi dos tercios de los demócratas e independientes de tendencia demócrata señalaron que siempre se deben usar máscaras, mientras que solo el 29% de los republicanos y los republicanos dijeron lo mismo.
Con esos datos, no es de extrañar que muchos partidarios de Trump simplemente no crean en las mascarillas. “No creo en la máscara, eso es todo”, dijo a BuzzFeed Tony Germaine, un partidario de Trump en el mitin de Pensilvania el jueves. “No me importa, simplemente no creo en eso. Porque no entiendo el beneficio que realmente va a tener, a menos de que estés en un área de alto riesgo como un asilo de ancianos o un hospital. Creo que la izquierda está jugando con la máscara hasta las elecciones. En mi opinión, están intentando robarse las elecciones”.
Me pregunto de dónde sacó esa idea tan loca.
Y tampoco es de extrañar, como señaló el jueves Philip Bump de The Washington Post, que siete de cada 10 casos nuevos de coronavirus se produzcan en estados que Trump ganó en 2016.
La politización continua del uso de máscaras por parte del presidente Trump es, en una palabra, imperdonable. Las mascarillas no tendrían por qué ser un asunto político. Se trata de una cuestión de salud pública, no de partidismo. En sus continuos intentos de equiparar el uso de máscaras con la debilidad (y los demócratas), lo que hace el presidente, en un sentido muy real, es alentar a sus seguidores más fervientes a participar en comportamientos que los hacen más propensos a contraer el coronavirus. Un virus, recordaré otra vez, que se proyecta cobrará la vida de más de 400.000 estadounidenses a finales de este año.
Allison Gordon, de CNN, contribuyó a este informe.