(CNN) –– Han sido cuatro años difíciles para muchos funcionarios gubernamentales de carrera. Su experiencia se dejó de lado en los llamativos nombramientos políticos del presidente Donald Trump. Además, algunos de sus compañeros profesionales fueron marginados, ridiculizados como intrusos del llamado “Estado profundo” e incluso despedidos.
Pero las primeras selecciones del presidente electo Joe Biden para los cargos principales dan esperanza a los profesionales de carrera en todo el gobierno. Y quizás también a algunos que se fueron en medio del desprecio.
Algunos de los nombres que Biden plantea en este momento son simplemente pruebas, destinadas a medir cuánto fuego puede esperar de los republicanos y de las filas de sus compañeros demócratas. Los recaudadores de fondos y patrocinadores clave también tendrán voz en las decisiones. Y los burócratas gubernamentales, por más calificados que estén, son un electorado político que Biden y los demócratas han cortejado.
Sin embargo, también hay una clara preferencia entre los asesores de Biden por los profesionales de carrera, ya sea que hayan sido alienados o expulsados durante la administración de Trump. Algunos se fueron voluntariamente o los sacaron del cargo por falta de lealtad a Trump. “Patriotas”, los llamó un asesor de Biden.
Biden ya convocó a uno de esos profesionales alienados. Linda Thomas-Greenfield fue seleccionada como embajadora ante las Naciones Unidas. Es una veterana que lleva 35 años en el servicio, y quien se fue después de que Trump aceptara su renuncia formal. Luego, ella escribió sobre el ahuecamiento que el presidente estaba inflingiendo al Departamento de Estado.
Los principales asesores de Biden no mencionan a ningún individuo en específico como posible candidato a puestos vacantes. Sin embargo, sí señalan la promesa del presidente electo de respetar la experiencia y pericia de la administración pública y el cuerpo diplomático.
“Existe la necesidad de un cierto número de personas de alto perfil con mucha experiencia donde hay escasez”, dijo a CNN Ronald Neumann, presidente de la Academia Estadounidense de Diplomacia y exembajador de carrera, con respecto al Departamento de Estado. “Es probable que traigan a algunos de ellos y, como la mayoría de ellos son personas bastante respetadas, es probable que eso se desarrolle sin problemas. Pero también depende de cómo estas personas se hayan establecido mientras tanto. Y de si tienen buenos trabajos que son bien pagos. Algunos volverán, otros lo habrán dejado atrás”, indicó.
Y hay suficientes refugiados provenientes de la administración Trump que se ajustan a las descripciones de los trabajos. Esto sucede especialmente en las áreas de seguridad nacional, aplicación de la ley y diplomacia. Para encontrar ejemplos, Biden no necesita mirar más allá de los reportes de noticias de los últimos cuatro años.
Sally Yates
Una de las primeras víctimas de la purga de Trump en la cima de la jerarquía del Departamento de Justicia fue Sally Yates. Y ahora se la considera una de las principales contendientes para ser secretaria de Justicia de Biden.
Al ser subsecretaria de Justicia durante la administración de Obama, Yates asumió como secretaria interina tras la toma de posesión de Trump. Se esperaba que estuviera en el cargo hasta que el Senado confirmara a Jeff Sessions para dirigir el Departamento de Justicia.
Pero no duró tanto, debido al decreto de Trump que prohibió los viajes hacia Estados Unidos desde siete países de mayoría musulmana. Yates ordenó a los abogados del Departamento de Justicia que no defendieran la orden, lo que enfureció a la Casa Blanca. Cuando el mandato de Trump llevaba apenas 10 días, Yates fue despedida. Y ni siquiera a través de una llamada telefónica presidencial, sino por una carta entregada personalmente.
Si bien Yates es demócrata, no se la conocía en los círculos legales de Washington por ser especialmente partidista antes de su despido. Pero Yates, nativa de Georgia, participó en la Convención Nacional Demócrata de 2020, donde acusó al presidente que la había despedido de “pisotear el estado de derecho”.
También se enfrentó con senadores republicanos en agosto pasado para defender su papel en la supervisión de la investigación del FBI que dio lugar a los cargos penales contra Michael Flynn. Flynn se desempeñó brevemente como asesor de seguridad nacional de Trump. Durante su testimonio ante la Comisión Judicial del Senado, Yates se refirió a la decisión del secretario de Justicia William Barr de desestimar esos cargos a principios de este año como “sumamente irregular”.
Marie Yovanovitch
Muchos funcionarios de carrera en el servicio exterior quedaron atrapados en medio de los eventos que llevaron al juicio político de Trump. Ninguno fue más prominente que Marie Yovanovtich, cuya destitución como embajadora en Ucrania en mayo de 2019 fue un hecho central de la investigación sobre las irregularidades del presidente.
Igual que Thomas-Greenfield, Yovanovitch pasó su carrera en el servicio exterior, incluyendo nombramientos en los gobiernos de George W. Bush y Obama. La credibilidad de su testimonio condenatorio durante las audiencias del juicio político se basó en sus décadas de experiencia y conocimientos diplomáticos. Su trabajo en la lucha contra la corrupción fue lo que llevó a los aliados de Trump a alentar la destitución de Yovanovitch, a través de una campaña de difamación en su contra.
Después de una beca en la Universidad de Georgetown, Yovanovitch se retiró del Departamento de Estado en enero pasado. Pero entregó una dura evaluación de la administración Trump en comentarios semanas después de su jubilación. Estas declaraciones podrían considerarse un manifiesto para el servicio exterior en la era Trump.
“Para ser franca: una política exterior amoral y en vilo que sustituya la confianza con amenazas, miedo y confusión no puede funcionar a largo plazo. Especialmente, en nuestro mundo interconectado y versado en las redes sociales”, dijo Yovanovitch en Georgetown el pasado 12 febrero.
Alexander Vindman
Otra figura central de la saga del juicio político contra Trump fue Alexander Vindman. Se trata de un oficial del Ejército de carrera, con una década de experiencia como funcionario en el área de servicio exterior. Antes de eso, Vindman sirvió en combate en Iraq y recibió un Corazón Púrpura después de que lo hiriera en 2005 una bomba en una carretera. En 2018, fue enviado al Consejo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca (junto con su hermano gemelo, Yevgeny).
El propio testimonio de Vindman ante el Congreso proporcionó detalles sobre la llamada telefónica, de julio de 2019, entre Trump y el nuevo presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. Fue la comunicación en la que Trump le pidió a Zelensky que le ayudara a investigar a Biden. Vindman también había informado a un funcionario de inteligencia sobre su preocupación por lo que consideraba la “conducta indebida” del presidente en la llamada.
El testimonio puso a Vindman en medio de una tormenta, pues el presidente lo acusó de ser desleal. Incluso, hubo insinuaciones por parte de los medios aliados de Trump acerca de que Vindman, quien nació en Kiev, era un traidor a su Estados Unidos.
Los hermanos Vindman parecieron enfrentar represalias cuando el 7 de febrero los escoltaron fuera de la Casa Blanca e inmediatamente fueron reasignados dentro del Ejército. El asesor de seguridad nacional Robert O’Brien negó que la medida fuera una represalia. Sin embargo, Trump acudió a Twitter para criticar a Alexander Vindman por ser “muy insubordinado”. También lo acusó de filtrar información y de no respetar la cadena de mando.
Para julio, Vindman anunció que se retiraría del ejército, y su abogado apuntó a que el motivo fue la intimidación y el acoso de Trump.
Bonnie Glick
Antes de ser despedida el 6 de noviembre, Bonnie Glick era la administradora adjunta de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Esta agencia independiente se encarga de supervisar la ayuda exterior y los fondos de desarrollo del país.
Glick comenzó su carrera como funcionaria del servicio exterior en el Departamento de Estado. También trabajó para el gobernador de Maryland, Larry Hogan, un republicano, como subsecretaria del Departamento de Envejecimiento del estado. El Senado la confirmó como administradora adjunta de USAID, un nombramiento político, en enero de 2019.
Glick no era considerada como alguien especialmente desleal o problemática para Trump. Tampoco le dio a la administración motivos para su destitución. Pero el hecho de ocupar su cargo complicó las cosas para una Casa Blanca que cada vez más dependía de funcionarios interinos de todo el gobierno.
La destitución de Glick se produjo el mismo día en que expiró el mandato de John Barsa como administrador interino de la agencia, en virtud de la Ley Federal de Reforma de Vacantes. Y fuentes dijeron a CNN que a ella la despidieron para que él pudiera permanecer al mando. A Glick le dijeron que renunciara o la despedirían, y las fuentes indicaron que se negó a dimitir.
Fuentes señalaron a CNN que temían que la destitución de Glick pudiera poner en peligro la facilidad de una transición en la agencia entre la presidencia de Trump y la de Biden. Una fuente cercana a Bonnie Glick le dijo a CNN que dado que ella es republicana, no tendría interés en regresar a USAID bajo la administración de Biden. Esta persona añadió que antes de las elecciones a Glick se le pidió que ayudara con la transición. Y, según la fuente, ella le ha dicho al equipo de Biden que está feliz de ayudar de una manera no oficial y no remunerada para garantizar una transición sin problemas en la agencia.
Glick es ahora asesora principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), un grupo de expertos con sede en Washington.
Chris Krebs
Otro despido posterior a las elecciones se produjo el 17 de noviembre. Ese día fue la salida para Chris Krebs, el principal funcionario de ciberseguridad del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés).
Como director de la Agencia de Ciberseguridad y Seguridad de Infraestructura en el DHS, Krebs cultivó una reputación estelar. Incluso con legisladores de ambos partidos. Sin embargo, en última instancia se ganó la ira del presidente y sus aliados. Esto, precisamente, después de que Krebs y su agencia comenzaran a desacreditar activamente muchas de las afirmaciones hechas por Trump y sus seguidores acerca de que había un fraude electoral generalizado.
La gota que colmó el vaso pareció ser un comunicado de la agencia de Krebs, hecho junto con un grupo de funcionarios electorales. La declaración aseguró, de manera definitiva, que “no hay evidencia de que ningún sistema de votación haya eliminado o perdido votos, haya cambiado votos o se haya comprometido de alguna manera”.
Trump citó la declaración de la agencia en el tuit que publicó para explicar la decisión de despedir al experto en ciberseguridad de 43 años.
Desde que a Krebs lo retiraron del cargo, ha continuado con el esfuerzo que hizo que lo despidieran. También ha elogiado a funcionarios electorales federales y estatales, incluido su equipo. Ahora publica en Twitter desde una cuenta personal (que rápidamente acumuló más de 200.000 seguidores) y ha sido más directo al denunciar la desinformación.
“Como recordatorio, todavía no hay evidencia de que los sistemas electorales y los votos se manipularon”, tuiteó después de que la Administración de Servicios Generales (GSA, por sus siglas en inglés) confirmó la votación. Después de la conferencia de prensa de Rudy Giuliani y el equipo de abogados del presidente, Krebs utilizó Twitter con un lenguaje inusualmente severo directo. Calificó el evento como “la hora y 45 minutos más peligrosa de televisión en la historia de Estados Unidos. Y posiblemente la más loca”.
Se esperaba que Krebs avanzara y llegara al sector privado después de las elecciones, independientemente del resultado. No ha dicho qué sigue para él. Aunque sí indicó que el futuro podría incluir su propia empresa al escribir acerca de su segundo al mando ––quien renunció después de que Krebs fuera despedido––: “Tendré suerte si vuelvo a tener un socio comercial la mitad de bueno alguna vez”.
Jennifer Hansler, Alex Marquardt y Evan Perez, todos de CNN, contribuyeron a esta historia.