Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Los muertos que uno quiere se resisten a irse.
Aparecen demasiado temprano para ser tarde y demasiado tarde para ser temprano. Pero siempre aparecen, tercos y con las pupilas muy dilatadas: en el fondo de una gaveta, en una fotografía que alguna vez sirvió de marcador, en un acorde de Lenon y McCartney y hasta en el olor de los plátanos fritos.
A los muertos que uno quiere se les echa tanto de menos, que si no nos llamamos al orden, empezamos a morir con ellos.
La pandemia y la desidia han matado en el mundo a más de 2 millones y medio de seres humanos.
Y solo en Estados Unidos, a más de 550.000. En el país más poderoso del planeta.
Estados Unidos carga con el mayor número de muertos del mundo a causa del coronavirus.
En poco más de un año, en esta nación han muerto más personas que en el campo de batalla de las dos guerras malditas y mundiales y en esa guerra que jamás se pudo justificar: la de Vietnam.
García Márquez decía que la muerte es injusta. Y lo es siempre. En esta pandemia la muerte se ha cebado en las comunidades hispanas y negras de EE.UU. y en las indígenas en varios países latinoamericanos.
Se apoderó de las viviendas abarrotadas en las que viven, persiguió a los más pobres que no podían dejar de trabajar o de buscar trabajo en los peores momentos de la pandemia. Para ellos quedarse en casa era un lujo o una extravagancia impensable.
¿Cómo fue realmente la guerra contra el covid-19 en la Casa Blanca de Trump?
Un nuevo documental durante esa administración.
Y lo que dijeron ha dejado al país sin aliento.
Uno de esos expertos es la doctora Deborah Birx, aquella señora que aparecía siempre con un pañuelo en el cuello y que no pudo disimular el hartazgo cuando en abril, Donald Trump sugirió ingerir o inyectarse lejía o desinfectante para eliminar el covid-19.
La doctora Birx ha dicho a CNN que tras la primera ola infecciosa del año pasado, que mató a unas 100.000 personas, el número de muertos podría haberse reducido sustancialmente.
Esta es la crónica de una guerra que se perdió de antemano, porque ni siquiera se declaró.
Quien podía y debía haberlo hecho estaba demasiado centrado en sí mismo y en su desdén por el uso de las mascarillas y la opinión de los expertos; en el recamo de sus virtudes, muy atento a los halagos cortesanos y negado a aceptar cualquier forma de crítica, por tibia que fuere.
Y cegado además, por su voluntad de superponer el cierre de caja - la entrada y salida del dinero nacional-, al bienestar público.
Estados Unidos merece una explicación.
Los que perdimos a gente muy querida merecemos una rendición de cuentas.
Aunque sepamos que es poco probable que eso ocurra.
Aunque sepamos que aquella fue una guerra que se perdió de antemano porque ni siquiera se declaró.
No te pierdas este sábado a las 10 am ET el especial “La guerra contra el covid-19: hablan los médicos de la pandemia”, en el que el Dr. Sanjay Gupta de CNN dialoga con el Dr. Anthony Fauci, la Dra. Deborah Birx, el Dr. Stephen Hahn y el Dr. Robert Redfield para construir una ‘autopsia’ de lo que salió bien y lo que salió mal respecto de la respuesta de EE.UU. a la pandemia de covid-19.