(CNN) – Los Oscar han terminado y, a excepción quizás de los ganadores, la sensación que prevalece es más de alivio que de euforia. Si podemos quedarnos con un mensaje de la ceremonia y del evento previo, es la esperanza de que vendrán días mejores, tras una ceremonia presencial que indica la posibilidad de volver al cine.
Las galas de premios han experimentado grandes dificultades durante la pandemia, y la 93ª edición de los premios de la Academia no es la excepción, a pesar de la ventaja que supone coronar un extenso calendario de 14 meses de “temporada de premios”. Sin embargo, hasta un análisis optimista podría considerar que la presentación fue deficiente, en medio de una serie de decisiones que fueron desde desconcertantes hasta totalmente erróneas.

Los propios premios hicieron historia en varios frentes. Chloé Zhao, de “Nomadland”, se convirtió en la segunda mujer en ganar el premio a la mejor dirección y en la primera mujer de color, por una película estrenada en el servicio de streaming Hulu, un hito aparentemente inevitable en un año que, por necesidad, borró temporalmente esas barreras.

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Chloé Zhao gana un Oscar por "Nomadland", pero la noticia fue censurada en China
00:54 - Fuente: CNN

Los años de esfuerzo por promover la diversidad tras la campaña #OscarsSoWhite fueron evidentes en otros lugares, como en la premiación a la coprotagonista coreana de “Minari”, Yuh-Jung Youn, o en “Soul”, de Pixar, la primera película del estudio de animación con un reparto mayoritariamente afroamericano. Incluso el Óscar de Anthony Hopkins por “The Father”, que si bien impidió que Chadwick Boseman recibiera ese honor póstumo, convirtió al actor de 83 años en el ganador de mayor edad. Esto supuso un golpe contra la discriminación por edad en una industria conocida por practicarla.

Sin embargo, estos avances son solo una de las formas de juzgar esta iniciativa polifacética, que refleja el progreso en algunas áreas y las deficiencias en otras.

Los Oscar, bajo la dirección de Steven Soderbergh, pretendían celebrar a las personas que hacen películas y, como declaró el aclamado director antes de la gala, proporcionarles la experiencia, el momento mágico, de aceptar los premios en compañía de sus compañeros.

Sin embargo, al centrarse en los galardonados y nominados, los productores parecen haberse olvidado del público. Al prescindir en gran medida de los clips de las películas nominadas, que seguramente fueron vistas por pocos espectadores potenciales, los productores ofrecieron los Oscar con mayor contenido verbal de los últimos tiempos, con largos testimonios de los presentadores y la ausencia de un botón de “Terminar” en los discursos de aceptación.

El hecho de trasladar al evento previo los elementos que normalmente se presentan durante la transmisión, como las interpretaciones grabadas de las canciones nominadas, dejó tiempo suficiente para ello. Sin embargo, esta táctica privó a los premios de la mayor parte de sus activos tradicionales de entretenimiento y, en un año marcado por las pérdidas, los productores se apresuraron inexplicablemente en el segmento “In Memoriam”, desvirtuando lo que podría haber sido uno de los momentos más emotivos.

Es cierto que el simple hecho de organizar estos premios durante la pandemia permitió experimentar, a la vez que disminuyó la habitual presión para maximizar los índices de audiencia. Esa es la única explicación razonable para cambiar el orden tradicional de los premios y entregar el premio a la mejor película antes de las principales categorías de actuación, preparando el escenario para el incómodo final de la noche.

Suponiendo que las cifras de audiencia caigan bruscamente, será difícil determinar hasta qué punto esto va más allá de las manos de los productores y hasta qué punto se debe, al menos en parte, a una transmisión que con frecuencia ha dado la impresión de ser una campaña de recaudación de fondos en la televisión pública.

Medir el impacto de los premios será igualmente difícil, ya que los servicios de streaming, que dominaron la noche, acumulando aproximadamente dos tercios de los galardones, son famosos por no revelar cuánta gente los ve. ¿Se suscribirá más gente a Hulu porque ganó “Nomadland”? ¿Cancelarán menos usuarios a Netflix por sus siete premios? ¿Pueden traducirse los beneficios del marketing, la publicidad y las relaciones con el talento en un valor tangible?

Los Oscar siempre han sido, y siguen siendo, una cúspide en la carrera, entre las primeras líneas del obituario de cualquier artista del mundo del espectáculo que tenga la suerte de ganar uno. Pero el verdadero legado de los premios de este año podría ser simplemente poner el último clavo en un año terrible para el cine, arrojando una nube sobre todo el modelo teatral.

Durante el evento previo a la emisión de la cadena ABC, David Rubin, presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, expresó su esperanza de que el cine pueda “marcar el camino hacia una vida al final del túnel” tras la pandemia, anunciando un momento en el que la gente pueda volver a reunirse con seguridad, incluso en las salas de cine. Un video con el hashtag #TheBigScreenIsBack (La gran pantalla ha vuelto) promovía ver las películas “como siempre te han gustado”.

Si eso ocurre, los defectos de la emisión de los Oscar de este año, y los comentarios catastrofistas sobre el futuro del cine, probablemente quedarán en el olvido. La vuelta a la normalidad llevará a la esperanza de que películas más grandes y comerciales hagan repuntar los índices de audiencia, incluso si el espectáculo del domingo por la noche se ajusta a las sombrías predicciones.

Sin embargo, por el momento, los organizadores de los premios de la Academia de este año pueden, como mucho, sentir cierta satisfacción por haber cumplido el objetivo de dar ánimos a la industria. Solo que al hacerlo, al llegar al final de este año extremadamente difícil, no lograron ofrecer un gran espectáculo.