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01:07 - Fuente: CNN

(CNN) – El miércoles, el presidente Joe Biden aumentó de manera drástica la presión pública sobre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para que ponga fin a la lucha con Hamas que ya se ha extendido durante 11 días, en momentos en que la relación de décadas entre ambos enfrenta una dura prueba.

La Casa Blanca informó que Biden le dijo a Netanyahu “que esperaba una desescalada significativa hoy en el camino hacia un alto el fuego”. La declaración fue una señal de que Biden está perdiendo la paciencia con Netanyahu, líder al que conoce desde hace cuatro décadas.

La descripción de la llamada —la cuarta entre el presidente y el primer ministro en la última pasada— reflejó la preocupación creciente en la Casa Blanca por el conflicto. Previamente, funcionarios del Gobierno habían dicho que su objetivo era mantener la presión sobre Israel limitada a conversaciones privadas. Pero eso parece haber cambiado luego de que la Casa Blanca revelara públicamente que Biden había fijado una fecha límite corta para que se redujera la violencia.

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00:29 - Fuente: CNN

La Casa Blanca no especificó qué sería una “desescalada significativa”. Y Netanyahu, en declaraciones luego de visitar un centro de comando de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) el miércoles, dijo que estaba “decidido a continuar esta operación hasta que se logre su objetivo: restaurar la tranquilidad y la seguridad para ustedes, ciudadanos de Israel”.

“Cada día que pasa estamos atacando más capacidades de las organizaciones terroristas, apuntando a más comandantes de alto rango, derribando más edificios terroristas y golpeando más arsenales de armas”, dijo en un video publicado en Twitter fuera del centro de comando de las FDI. Netanyahu agregó que agradece “especialmente el apoyo de nuestro amigo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden”, sin mencionar la nueva fecha límite de Biden.

En la llamada, que tuvo lugar el miércoles temprano en la mañana, el presidente adoptó un tono directo y firme, según una persona informada sobre el asunto. En respuesta, Netanyahu no hizo ningún compromiso específico de reducir la violencia.

Biden cada vez está más ansioso por que la lucha termine, según los funcionarios, pero ha sido cauteloso a la hora de presionar públicamente al primer ministro, creyendo que la táctica sería contraproducente. Sin embargo, los comentarios de Netanyahu de que planea continuar la operación en Gaza hasta que se eliminen los objetivos de Hamas colmaron la paciencia de Estados Unidos, según los funcionarios. En la llamada, Biden le dejó claro a Netanyahu que la presión internacional aumentaría si continúa la campaña militar.

La evaluación actual de Estados Unidos es que Israel está cerca de quedarse sin objetivos fijos en Gaza, según un funcionario que está siguiendo de cerca la situación. En este momento, Estados Unidos calcula de manera aproximada que Hamas probablemente todavía tiene miles de cohetes en su inventario, dijo el funcionario.

“Nuestro foco no ha cambiado. Estamos trabajando para una desescalada hacia una calma sostenible”, dijo la subsecretaria de prensa, Karine Jean-Pierre, a los periodistas que estaban a bordo del Air Force One después de la llamada de Biden. “Nuestro enfoque consiste en asegurarnos de que lo hacemos de forma silenciosa, intensa y diplomática”. 

La llamada del miércoles fue la última en el marco de un aumento constante de la presión a Israel para que ponga fin a la violencia. Después de una conversación telefónica el lunes, por primera vez la Casa Blanca dijo que Biden expresó su apoyo a un cese del fuego, una señal sutil pero clara para Israel de que el presidente estaba sintiendo la presión a medida que muchas personas mueren en la campaña contra Hamas.

Antes de la llamada del lunes, no se preveía que Biden hiciera una mención pública a un cese del fuego, según personas familiarizadas con las discusiones. Asesores le habían aconsejado que mantuviera el enfoque de trabajar entre bastidores. Pero el tono de la llamada fue mucho más firme de lo que la Casa Blanca reveló públicamente, según personas familiarizadas con el asunto. Un funcionario de la Casa Blanca le dijo a CNN que Biden siempre es “directo y franco” durante sus conversaciones con líderes mundiales, incluido Netanyahu.

“El rol que Estados Unidos va a seguir desempeñando es mantener un canal silencioso e intensivo para la diplomacia, sin brindar un análisis público de la reacción global e interna a la violencia en el terreno”, dijo el funcionario.

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Biden y Netanyahu, una larga relación a prueba

Estos hechos constituyen el último capítulo de una larga historia entre Biden y Netanyahu, quienes regularmente han dado muestras públicas de solidaridad, incluso cuando entre bastidores el ambiente está tenso.

Biden, a quien en 2010 el entonces presidente Barack Obama mandó para tranquilizar a los líderes escépticos, se sintió conmovido al saber que Netanyahu —un hombre al que conocía desde hacía casi 30 años— había plantado un círculo de árboles en honor a su madre en un bosque en Jerusalén.

“Mi amor por su país fue regado por esta dama irlandesa, que se sintió más orgullosa de mí cuando trabajaba con y por la seguridad de Israel”, dijo un Biden sonriente a Netanyahu en su residencia oficial. “Es un gran honor”.

Una segunda sorpresa que tuvo lugar unas horas después fue decididamente menos bienvenida.

Cuando Biden todavía estaba en el país, Israel anunció la aprobación de 1.600 nuevas viviendas en Ramat Shlomo, en Jerusalén Este —considerado un asentamiento ilegal según el derecho internacional—, lo que enfureció a Estados Unidos y socavó a Biden, quien acababa de declarar junto al líder israelí que su “amistad es real”.

Más tarde, Netanyahu afirmó que no sabía nada sobre el calendario previsto para los planes de asentamiento. Sin embargo, la medida hizo que las divisiones ya aparentes con la administración de Obama se profundizaran y enfureció a Biden, según una persona familiarizada con su reacción.

“Fue humillado”, recordó Bruce Jentleson, quien en ese momento trabajaba como asistente de planificación de políticas en el Departamento de Estado. “Fue realmente en-tu-cara”.

Once años más tarde, mientras estalla la peor violencia en años entre Israel y los militantes de Hamas en Gaza, Biden de nuevo está poniendo a prueba su amistad con Netanyahu. Los dos hombres hablaron cuatro veces durante la última semana, y la Casa Blanca fue describiendo cada llamada sucesiva con términos más urgentes para caracterizar el mensaje de Biden.

Mientras Israel enfrentaba un revés internacional por el ataque del fin de semana pasado a un edificio de gran altura en Gaza que albergaba a Associated Press y Al-Jazeera, funcionarios estadounidenses han estado presionando al país en privado para que divulgue públicamente, sin poner en peligro las fuentes y los métodos, la información que había justificado el ataque aéreo. Funcionarios israelíes han dicho públicamente que compartieron con Estados Unidos evidencia de la presencia de Hamas en el edificio que se destruyó. Esto dejó a algunos frustrados por lo que ven como un intento de Israel de arrastrar a Estados Unidos a las idas y venidas sobre si el ataque estaba justificado.

Encontrar el tono adecuado

A medida que Biden y funcionarios de alto rango adoptan una línea más firme con sus homólogos israelíes, han captado algunas señales de que la campaña israelí puede comenzar a disminuir en los próximos días, según una persona familiarizada con las discusiones. Si bien la persona no dio más detalles ni proporcionó un cronograma específico, las conversaciones han servido para reforzar la creencia dentro de la administración de que el camino de la diplomacia “silenciosa pero intensiva”, que han seguido y han comunicado públicamente sin descanso, es el curso de acción correcto.

La persona describió la estrategia de continuar las conversaciones entre bastidores como un cálculo de que la actitud de los israelíes sería la contraria a la deseada ante la presión pública. Esta es una lección que, de acuerdo a otros funcionarios, se extrajo de la experiencia de la administración Obama, cuando las relaciones con Netanyahu llegaron a mínimos inéditos.

“Biden es un veterano en este tipo de situaciones y creo que entiende muy bien que forzar a un aliado en público no va a generar los resultados que desea”, dijo el embajador Martin Indyk, ex enviado de paz del Gobierno de Obama para Medio Oriente, quien ahora es un miembro distinguido del Consejo de Relaciones Exteriores.

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“Está llevando a cabo una diplomacia muy hábil en la que, en primer lugar, deja claro que está del lado de Israel, que respalda a Netanyahu, que Israel tiene derecho a defenderse”, dijo Indyk. “Fija sus credenciales como simpatizante de Israel y partidario de Israel y su derecho a defenderse, de modo que cuando llegue el momento de dirigirse a Netanyahu y decirle, ya sabes, ‘es hora de terminar’, tenga credibilidad. Y cuando lo haga, lo va a hacer en privado”, explicó.

Cómo dar con el tono adecuado ha sido un tema de debate interno, dijeron personas familiarizadas con el asunto.

“Hasta ahora ha habido una cierta lucha entre lo firme que ha querido ser Biden con Israel y lo que quería su equipo (de seguridad nacional), que es ir más allá”, dijo un exfuncionario de seguridad nacional familiarizado con las deliberaciones.

El funcionario señaló una llamada anterior en el renovado conflicto entre el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan y su homólogo israelí, Meir Ben-Shabbat, en el que Sullivan “reiteró la seria preocupación de Estados Unidos sobre los posibles desalojos de familias palestinas”. La llamada provocó una pequeña disputa diplomática, en la que Israel luego instó a Estados Unidos a mantenerse al margen del conflicto en Jerusalén.

Después, las lecturas de la llamada adquirieron un tono más moderado. Incluso cuando Biden y funcionarios de la administración se han vuelto más duros en sus llamadas privadas, la Casa Blanca ha sugerido que hacer esas súplicas de manera pública no sería constructivo.

“La mejor manera de poner fin a un conflicto internacional normalmente es no debatirlo en público”, dijo el martes la secretaria de prensa, Jen Psaki, a los periodistas a bordo del Air Force One.

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Relación bajo escrutinio

Para Biden, la crisis actual de Medio Oriente es el capítulo más reciente y trascendente en una larga relación con un líder que conoció durante sus días como políticos jóvenes en ascenso. Se conocieron cuando Netanyahu fue destinado a la embajada de Israel en Washington. En las décadas siguientes, cuando Biden se convirtió en presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Netanyahu se acostumbró a llamarlo a su casa para hablar sobre política exterior, dijo una persona familiarizada con el tema.

Incluso después de la debacle del asentamiento, los dos hombres terminaron reconciliándose.

Biden una vez afirmó que le había dicho a Netanyahu “Bibi, no estoy de acuerdo con nada de lo que dices” “pero te quiero”.

La ocurrencia, que Biden hizo durante unos comentarios a un grupo de judíos estadounidenses en 2014, resumió claramente su relación con un líder cuyas acciones durante la administración de Obama causaron un desprecio apenas velado por parte de los funcionarios estadounidenses.

Aparte del episodio del asentamiento en 2010 —que llevó a un Biden furioso a emitir una declaración en la que condenó “la sustancia y el momento del anuncio” horas después de cenar con Netanyahu y su esposa—, Netanyahu enfureció a funcionarios de la administración de Obama con sus intentos de sabotear las conversaciones con Irán sobre su programa nuclear, incluso durante un discurso ante el Congreso en 2015 en el que ni los líderes republicanos que invitaron a Netanyahu ni los israelíes consultaron con la Casa Blanca. 

“Existe este tipo de vínculo entre los políticos israelíes y los políticos estadounidenses”, dijo Aaron David Miller, un antiguo negociador de larga data de Medio Oriente que sirvió en gobiernos republicanos y demócratas.

“Las opiniones de Biden empezaron a cambiar”, dijo Miller, después de la vergüenza del episodio de 2010, seguido del discurso de Netanyahu ante el Congreso en 2015.

Para el fin de la administración, las relaciones entre Obama y Netanyahu se habían deteriorado gravemente. Pero Biden, que durante mucho tiempo ha dado mucha importancia a cultivar relaciones personales incluso con líderes con los que no está de acuerdo, se esforzó por evitar congelar por completo al líder israelí.

En 2010, cuando Netanyahu visitó Washington unas semanas después de la disputa por el asentamiento, Biden lo invitó a comer en el Observatorio Naval antes de una reunión con Obama en la Oficina Oval. La oficina de Biden describió la conversación a la hora de la cena como “sincera”.

Cuando Biden derrotó al entonces presidente Donald Trump en las elecciones del año pasado, Netanyahu le ofreció una felicitación cálida. “Joe”, escribió, “hemos tenido una relación personal larga y cálida durante casi 40 años”.

Fue un sentimiento remarcable dada la relación más cálida y más personal que había desarrollado con Trump, cuya aproximación al prolongado conflicto de Medio Oriente favorecía en gran medida a Israel. El yerno de Trump, Jared Kushner, conocía al primer ministro desde hacía tanto tiempo que años antes de que Trump asumiera el cargo, cuando Netanyahu visitó la casa de su familia en Nueva Jersey, Kushner se mudó al sótano para que Netanyahu pudiera dormir en su dormitorio.

El cambio de prioridades

Ahora que Trump no ocupa el cargo, Netanyahu ya no tiene al yerno del presidente como un defensor confiable en el Ala Oeste. Biden también ha tratado de adoptar una postura más neutral, incluso cuando algunos de sus compañeros demócratas lo critican por no hablar más enérgicamente contra las acciones de Israel.

A diferencia de Trump —que nombró a un embajador para Israel antes de asumir el cargo—, o de Obama —que nombró a un enviado especial para la región en su segundo día como presidente—, Biden no ha designado a ningún funcionario de alto nivel para liderar los esfuerzos de paz. En cambio, envió a la región para conversar con funcionarios israelíes y palestinos al subsecretario adjunto Hady Amr, un diplomático con experiencia.

Se espera que Biden nombre a un embajador para Israel en las próximas dos semanas, según funcionarios de la Casa Blanca. Pero reiniciar un proceso de paz no ha estado al tipo de su lista de prioridades en política exterior. Un funcionario estadounidense dijo tiempo atrás este año que Medio Oriente no estaba en el “top tres” de prioridades de política exterior de Biden. En este sentido, explicó que las preocupaciones más inmediatas eran la región de Asia-Pacífico, Europa y el hemisferio occidental.

En lo que quizás es un reflejo de esas prioridades, Biden tardó semanas en telefonear a Netanyahu después de asumir el cargo. Por la demora, la Casa Blanca se vio obligada a negar que estuviera desairando intencionalmente a Israel. Luego Biden dijo que fue una “buena conversación”.

Atravesar la violencia actual obligó a los dos a tener una comunicación más regular. Biden, que durante mucho tiempo ha expresado una admiración profunda y emotiva por Israel, está siendo desafiado por miembros de su propio partido para que adopte una línea más dura en la que refiere al trato a los palestinos.

Al mismo tiempo, parece consciente de los límites de su influencia y evita un llamado decisivo al fin de la violencia cuando no parece que ninguna de las partes esté lista para retirarse.

“Todo el mundo está presionando a Biden para que haga algo. Pero hacer algo que no vaya a ser efectivo tampoco ayuda”, dijo el ex subsecretario de Estado James Steinberg, quien sirvió durante la administración de Obama.

En cuanto a su relación con Netanyahu, es probable que Biden siga adelante con la misma estrategia que ha utilizado con los líderes extranjeros durante la mayor parte de su carrera.

“Hemos sido amigos personales durante casi tres décadas. ¿Puedes creer que ha pasado tanto tiempo?”, le dijo Netanyahu cuando aparecieron juntos al principio del mandato de Obama.

“Estás envejeciendo, Bibi, no sé cómo”, bromeó Biden.

“Pero tú”, les respondió Netanyahu, “sigues siendo más joven siempre”.

Phil Mattingly, Barbara Starr y John Harwood de CNN contribuyeron a este reportaje.