(CNN) – Kamala Harris comenzó su gira en América Latina bajo una intensa presión política para detener el flujo de migrantes a Estados Unidos. Muchos se preguntan por qué se embarcó en su primer viaje al extranjero como vicepresidenta antes de lanzar una estrategia integral para abordar el problema.
La respuesta, según personas cercanas a ella, es que está haciendo trabajo de campo para brindar información para la estrategia del gobierno —y la suya propia— para hacer frente a la difícil tarea que se le encomendó.
Harris viaja a Guatemala y México no para implementar una solución acabada al problema, sino más bien como misión de investigación. Este enfoque, y el estudio que ha realizado antes de su partida, es clásico de Harris.
“Todavía estamos en modo de recopilar información y estamos muy cerca de poder concretar” la estrategia, dijo un funcionario de la Casa Blanca a CNN. “La visita desempeñará sin duda un papel en la formación de la estrategia de Biden”.
Es mucho lo que está en juego para la primera vicepresidenta de color que entra en la escena internacional y lo hace con el telón de fondo del creciente número de migrantes que llegan a la frontera entre Estados Unidos y México. Solo en abril, el Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de EE.UU. se encontró con más de 178.000 migrantes. El 44% procedía de Centroamérica.
Para Kamala Harris, “la solución es mutua”
A pesar de los riesgos políticos que conlleva la misión, Harris la ve como una oportunidad para mejorar su reputación en política exterior. Ella y su equipo esperan obtener algunas victorias a corto plazo que les permitan demostrar sus progresos, como el reciente compromiso de 12 empresas privadas y organizaciones de invertir en el Triángulo Norte.
Un funcionario describió un sentimiento colectivo de logro tras ese anuncio, en parte porque Harris sabe que el fomento de la estabilidad en la región dependerá no solo de la ayuda gubernamental, sino también de las asociaciones con organizaciones multilaterales y el sector privado, así como de la aceptación de la estrategia por parte de los gobiernos de la región.
“Es muy fácil ver el tema de la inmigración como algo meramente político —en el que Estados Unidos dicta (las decisiones) y la gente sigue—, pero ella lo ve de manera muy diferente”, dijo Jeff Tsai, que fue uno de los asesores más cercanos de Harris cuando trabajó como fiscal general adjunta especial de California entre 2013 y 2015. “Ella lo enfoca como una conversación bidireccional y mutua, porque la solución es mutua”.
Un enfoque práctico para la elaboración de políticas
Con menos de seis meses en el cargo, Harris tiene en su cartera no una, sino dos tareas casi imposibles.
Ya era la encargada de frenar la inmigración procedente de tres países centroamericanos, un problema de larga data.
Además, la semana pasada, Biden le asignó uno de los temas más espinosos y partidistas de su agenda: el esfuerzo por salvaguardar el derecho al voto.
Las dos asignaciones se producen en un momento en que los demócratas intentan mantener sus estrechas mayorías en la Cámara de Representantes y el Senado, una carga política pesada que recae directamente sobre los hombros de la vicepresidenta.
Frente a estos retos, Harris está haciendo lo que siempre hizo ante una tarea difícil: los deberes.
Con una formación como fiscal que se sumergía en los detalles de sus casos, Harris ha pedido explicaciones detalladas a sus ayudantes y expertos en reuniones informativas a puerta cerrada y mesas redondas para desentrañar los problemas subyacentes en México y en los países del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador).
Para los que trabajan con ella, estos intercambios son indicativos de la forma práctica en que la vicepresidenta ha abordado durante mucho tiempo cuestiones políticas complejas, desde sus días como fiscal del distrito de San Francisco, pasando por fiscal general de California y como senadora de EE.UU.
Meticulosa y minuciosa
Exasesores describen a Harris como meticulosa y minuciosa cuando se ocupa de los temas que más le interesan.
Cuando se trata de temas de justicia penal e inmigración, varios señalaron que a menudo insiste en cambiar el rumbo de la conversación e ir más allá de los síntomas de un problema para llegar a la comprensión de las causas profundas y cómo abordarlas en su origen, con un enfoque particular en las personas que se verían más afectadas por sus propias decisiones políticas.
“Es una persona que quiere entender las cosas desde una perspectiva centrada en el ser humano”, dijo Sergio Gonzales, director ejecutivo del Centro de Inmigración que se desempeñó como asesor político de Harris cuando era senadora.
Gonzáles recordó que Harris impulsaba al personal para que considerara el impacto de la política sobre los beneficiarios del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) de la era Obama, que protege de la deportación a los inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños.
“¿Cuánto cuesta la solicitud?” y “¿cuál es su ingreso promedio?” eran preguntas frecuentes de la entonces senadora.
Quienes la han observado en las últimas semanas dicen que parece estar aplicando ese mismo enfoque a la hora de diseñar una política para frenar el flujo migratorio desde Centroamérica, un problema que ha superado a las administraciones durante años.
Aprovechando su experiencia en la región
Los críticos de Harris cuestionan sus credenciales para lograr los objetivos, pero ella se ha ocupado de cuestiones relacionadas con la inmigración y el tráfico de personas —así como de los esfuerzos por erradicar el crimen organizado transnacional— a lo largo de sus diversas funciones en el gobierno.
Asimismo, aporta una perspectiva inusual a la oficina del vicepresidente, ya que procede de un estado fronterizo que acoge a inmigrantes y aprueba leyes para proteger a los indocumentados de los funcionarios federales de inmigración.
Primeros viajes
Uno de los primeros viajes que hizo como fiscal general de California fue a Calexico para recorrer un túnel de contrabando de drogas en la frontera entre California y México.
En 2014, encabezó una delegación bipartidista de fiscales generales estatales en México, y llegó a un acuerdo con los líderes de ese país para mejorar el intercambio de información sobre las actividades de las bandas transnacionales y participar en sesiones conjuntas de capacitación sobre lavado de dinero.
Mientras trataba de forjar colaboraciones con esos socios, estaba “obsesionada” con asegurarse de que entendían que estaba hablando “con ellos” y “no a ellos”, dijo Tsai.
Señaló que la estrategia era fundamental para crear confianza con sus homólogos de la región mientras trataban de resolver un asunto políticamente tenso.
“No hace falta mucha imaginación para ver un escenario en el que la confianza podría, en un momento dado, romperse. Se pronuncia una palabra equivocada, se transmite un concepto erróneo y, de repente, lo que era una cuestión de confianza tenue se ha convertido en una cuestión de no confianza”, señaló Tsai.
“Así que es una cuerda floja, no muy diferente de la cuerda floja que ahora se le pide a la vicepresidenta Harris que camine”, agregó.
Poder de convocatoria
Harris también creía que uno de sus mayores puntos fuertes como fiscal general era el “poder de convocatoria”, es decir, la capacidad de convocar a personas con intereses dispares en una sala para resolver un problema cuando tenía recursos gubernamentales limitados.
La vicepresidenta utilizó ese enfoque en 2014, cuando llamó a los socios directores de algunos de los mayores bufetes de abogados del país para pedirles que enviaran representantes a una reunión en su despacho, de modo que ella y su equipo pudieran ayudar a emparejarlos con grupos de defensa de inmigrantes para ampliar la representación legal de los menores no acompañados procedentes de Centroamérica que estaban cruzando la frontera.
Una exasesora recordó cómo convenció a los abogados reunidos en su despacho para que se comprometieran a realizar un cierto número de horas de trabajo probono, explicándoles la terrible experiencia que vivían esos niños al cruzar solos la frontera —de la que se había enterado de primera mano durante las visitas a los grupos de defensa— y “las marcadas diferencias en los resultados de los niños que tienen representación y los que no la tienen”.
Una tarea tensa
Muchos de esos mismos problemas volvieron a surgir al asumir este nuevo cargo de vicepresidenta. Una vez más intenta presentar su trabajo como un esfuerzo de equipo con los líderes de los países que visita.
Días antes de su viaje, habló con los líderes de Guatemala y México para transmitirles la decisión de la administración de Biden de incluir a sus países en la primera asignación de 25 millones de dosis de vacunas contra el covid-19. A finales de junio se repartirán 80 millones en todo el mundo, según la Casa Blanca.
Es un acuerdo bienvenido para Centroamérica, donde los casos y muertes por covid-19 se dispararon. Pero solo aborda una parte de una red de problemas.
Problemas en la región
La pandemia, junto a la devastación causada por dos grandes huracanes el año pasado, exacerbó problemas de larga data en la región. El Servicio de Investigación del Congreso proyectó que la disminución del crecimiento económico en 2020 empeoraría la desigualdad de ingresos y la pobreza en la región.
Uno de los principales retos a la hora de abordar estos problemas será el de lidiar con los gobiernos de Guatemala, Honduras y El Salvador, que se enfrentan a diversas cuestiones de gobernanza.
En enero, por ejemplo, fiscales federales estadounidenses afirmaron que el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, ayudó a un presunto narcotraficante a entregar miles de kilos de cocaína a Estados Unidos a cambio de cuantiosos sobornos, una afirmación que la Presidencia hondureña rechazó por ser “100% falsa”.
Harris ha criticado públicamente a El Salvador, señalando al Parlamento que recientemente destituyó al fiscal general y a los principales jueces, por considerar que está socavando al más alto tribunal de su país, pero aún no ha llamado a los presidentes de El Salvador y Honduras.
Relación bilateral
Funcionarios de alto rango dicen que Harris tratará de profundizar la “asociación estratégica y la relación bilateral” de Estados Unidos con Guatemala y México durante su viaje. También se espera que firme acuerdos con cada país que se centrarán en seguridad fronteriza, corrupción y fomento de las oportunidades económicas, dijo a Voice of America Juan Gonzalez, director principal del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental.
Un funcionario de la Casa Blanca dijo que también se espera que Harris discuta en el viaje la próxima ronda de financiación para los países del Triángulo Norte, después de anunciar en abril que Estados Unidos enviaría US$ 310 millones en ayuda humanitaria.
La vicepresidenta aterrizó en Guatemala el domingo y el lunes tiene una jornada llena de eventos en el país, incluyendo una reunión bilateral en persona con el presidente Alejandro Giammattei.
A continuación, Harris volará a México, donde participará en una reunión bilateral con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Reto en México
Uno de los retos diplomáticos para Harris en México es cómo fortalecerá la relación de la administración de Biden con López Obrador —que construyó una fuerte alianza con el expresidente Donald Trump— y si abordará el alarmante nivel de violencia en ese país cuando se reúnan.
Desde septiembre del año pasado, al menos 88 políticos o candidatos a cargos públicos han sido asesinados, según la consultora mexicana Etellekt Consultores. Los motivos de los asesinatos no están claros, pero se cree que muchos están relacionados con el crimen organizado y la lucha por el control territorial.
Sin hablar en español
También se espera que Harris se reúna con líderes comunitarios, innovadores y empresarios de ambos países, subrayando el énfasis de la administración de Biden en la colaboración con organizaciones internacionales en la región.
Aunque pasó las últimas semanas tratando de ponerse al día rápidamente en una amplia gama de asuntos, reconoció la semana pasada que no había tenido todo el tiempo que hubiera querido para repasar su español antes del viaje.
“Uno de mis pesares es que no domino el español”, dijo. “Tendré mis conversaciones en inglés para no avergonzarme”.