(CNN Español) – Cuando el volcán de Fuego hace erupción, en Antigua tiemblan las ventanas.
“Dependiendo de la fuerza de la erupción, es parecido a un terremoto con truenos: tiembla todo”, dice el fotógrafo austriaco-guatemalteco Christian Hartmann.
Hartmann vive en Antigua, a 25 kms de Ciudad de Guatemala. Y a menos de una hora o 45 minutos en carro de Antigua, queda el volcán de Acatenango, desde donde hace unos años toma algunas de sus mejores fotografías.
Por la cercanía, se siente “conectado con el volcán”, que, según le dijo a CNN en Español, “para fotografía, uno no puede tener un mejor lugar que el volcán de Fuego”.
Guatemala tiene 37 volcanes, en el suroeste del país.
El volcán Pacaya, el volcán Santiaguito y el volcán de Fuego están activos sobre la Sierra Madre.
Subir a Acatenango… con equipo fotográfico
“La subida a Acatenango es bastante complicada: tiene 3.976 metros de altura”, explica Hartmann.
“Uno puede subir en vehículo hasta los 2.000 metros, y a partir de ahí hay que cargar todo el equipo fotográfico, de camping, la comida”, añade.
Para subir a fotografiar los volcanes, su mochila puede llegar a pesar unos 20 a 30 kilos y debe hacer una caminata de 5 a 6 horas hasta el campamento principal.
Entrar al parque nacional cuesta 25 quetzales (unos US$ 3), y para extranjeros 50 quetzales (unos US$ 6).
“[La caminata] es dura pero bonita. Se pasa por diferentes niveles de vegetación: de bosque tropical a bosque nuboso y ya arriba a una vegetación volcánica, con arena volcánica; se va quitando la vegetación”, le cuenta a CNN en Español.
Hartmann dice que la logística ha cambiado un poco en estos años.
“Antes era recomendado ir con guía, pero no obligatorio. En mis primeros días iba con guía hasta ya conocer el volcán de memoria, pero siempre con compañía. Desde la pandemia, implementaron la ley de que no importa quién vaya hay que llevar un guía local certificado para evitar accidentes”, dice.
Reconectar con la pasión por los volcanes y la naturaleza
Christian nació en Ciudad de Guatemala, pero se crió en Austria. Regresó a los 15 años y luego se volvió a ir a estudiar arquitectura. Como también tiene nacionalidad austriaca, para cumplir el servicio militar aplicó al servicio social en el extranjero, por lo cual regresó a Centroamérica.
Estando en Nicaragua y en Costa Rica, trabajando este último “en un centro tropical en una estación de científicos en la mera selva por cuatro meses”, Christian dice que eso lo logró “conectar todavía más con la naturaleza”.
Desde pequeño subía con su padre y su abuelo que lo llevaban a él y a sus hermanos al volcán de Pacaya. Ahora, a sus 30 años, dedicándose 100% a la fotografía, busca transmitir “ese sentimiento que uno siente cuando está allá arriba, que no todos tienen la dicha de poder subir”.
Auge del turismo volcánico
El turismo de volcanes está de moda en el mundo y la riqueza volcánica de Guatemala lo hace un destino privilegiado para quienes buscan reconectar con el ecoturismo que mezcla senderismo, avistamiento de fauna y flora y aventura.
“Cada vez se está volviendo más famoso”, dice Hartmann, “pero comparado con otros destinos internacionales, [como por ejemplo] las historias de los volcanes de Islandia, que tienen que hacer filas por horas, eso no pasa [en Guatemala]”.
Dice que por eso siente que se está volviendo un poco más fácil subir para disfrutar las vistas de los volcanes y “se están haciendo mejores caminos”.
Añade: “Cuando yo subí por primera vez en 2014, la ruta era mucho más difícil y menos transitada que hoy”.
Pero también hay que tener cuidado
No hay que olvidar que los volcanes son áreas de alto riesgo. Por eso se recomienda a los guatemaltecos o extranjeros que quieran subir a hacer turismo volcánico que se informen y consigan un guía calificado.
“No hay que subestimarlo”, dice Hartmann. “Si no tienen la experiencia, informarse y que les acompañe un guía que conoce bien el lugar, porque puede entrar neblina y uno tiene una visibilidad de un metro a veces y si no conoce el camino de memoria es imposible”.
El fotógrafo cuenta que a veces ha subido con gente “que se lo pasó mal” porque si no se está acostumbrado puede tener mal de altura, además de que, según afirma, arriba las temperaturas pueden llegar hasta menos 5 grados Celsius.
Además, en cuanto a las erupciones, dice que “hay que ser prudente y mantener la distancia”, pues la gente podría ponerse “en peligro de vida por grabarse ahí, por tomar una foto”.
“Hay que saber ponerle límite”, dice.
Por otro lado, a medida que suben turistas, también hay que tener cuidado de proteger los ecosistemas.
Hartmann dice que cree que todavía se está a tiempo de controlar el turismo en aumento para que “no se salga de control” y considera “importantísimo” que se plantee una estrategia o planificación para que el aumento del flujo de turistas no tenga un impacto negativo sobre el medio ambiente.
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Paisajes exuberantes
Hartmann tiene claro cuál es su lugar favorito de Guatemala. “El volcán de Fuego desde el volcán de Acatenango es una experiencia que es muy difícil que se pueda volver a vivir en este mundo”, dice.
Pero sus fotografías muestran la diversidad y belleza exuberante del país.
Dos de los lugares turísticos más conocidos a nivel mundial en Guatemala son el lago Atitlán, llamado por algunos “el lago más bonito del mundo”, y las impresionantes ruinas mayas de Tikal.
“El lago Atitlán es un imperdible”, dice Christian, “con los volcanes alrededor y muchísima cultura y tradición”.
Además, “no te puedes ir de Guatemala sin haber visitado un sitio arqueológico”. Para Hartmann, “la mejor experiencia es El Mirador, que es menos conocido que Tikal, que tiene la pirámide más grande del mundo”.
“Hay que caminar 50 kms, dos días de caminata. Ya solo la caminata es una experiencia”, dice.
Pero también recomienda “el altiplano de Guatemala, el más alto de Centroamérica, que es lo que define a Guatemala, por tener mucha diversidad en topografía”.
“Es un mundo totalmente diferente. La vegetación… uno siente que es otro mundo. Baja de cero grados en las noches, no es lo que uno se imagina cuando piensa en Guatemala, que [se piensa que] es solo sol y selva”, dice Hartmann. “También en tradición es muy bonito, tiene muy marcadas las culturas de antes. Además tiene cenotes, lagunas con aguas cristalinas”.
Y si se quieren visitar piscinas naturales, se destaca Semuc Champey, a unas 8 o 9 horas de Ciudad de Guatemala, “una consecuencia de piscinas naturales de cal metida en un cañón de bosque tropical. Tienen un mirador y desde arriba es algo único: aguas cristalinas, turquesas, verdes, rodeadas de selva vertical”, dice el fotógrafo austriaco-guatemalteco.
Cuando vivía en Austria, cuenta Hartmann, “mucha gente ni sabía dónde quedaba Guatemala” pero cree que a muchas personas extranjeras “les sorprendería muchísimo todo lo que tiene que ofrecer este país, por pequeño que sea”.
En un territorio relativamente pequeño, de unos 109.000 kms cuadrados, Guatemala mezcla paisajes montañosos, volcánicos, playas tanto en el océano Pacífico como en el mar Caribe, bosques tropicales, cascadas y lagos y humedales.
“Es un país definitivamente súper recomendado para la gente que le gusta explorar, la aventura”, dice el fotógrafo. “En las cascadas hay rappel, escalada, expediciones por la selva, expediciones a volcanes”.