Puerto Príncipe, Haití (CNN) – El chasis carbonizado de tres autos marcan el camino hacia la casa del presidente en Puerto Príncipe, Haití. Justo arriba de la colina, el exlíder Jovenel Moïse, fue asesinado en su habitación, en un vecindario por lo demás tranquilo lleno de grandes casas y muros altos con alambre de púas y flores colgantes.
Aún se desconoce qué sucedió exactamente durante el ataque en la madrugada del miércoles 7 de julio, junto con su motivo. Pero Carl Henri Destin, un juez de distrito local encargado de investigar y documentar la escena del crimen, describió las consecuencias en detalle a CNN.
“Las puertas fueron acribilladas a balazos, el vidrio se rompió, las puertas se rompieron, incluso las cerraduras fueron destruidas y tiradas al suelo”, dijo.
En el interior, subiendo una amplia escalera manchada de sangre que conduce a un dormitorio, Destin dice que miró a través de otra puerta rota y vio a su presidente tendido en el suelo.
“Llevaba una camisa blanca y un par de jeans azules. Su camisa estaba rasgada y llena de sangre. Vi 12 heridas de bala visibles en el cuerpo del presidente… le rompieron el ojo izquierdo, pero ambos seguían abiertos”.
Decenas de imágenes y videos virales que pretenden mostrar el impactante ataque están circulando en Haití y en el extranjero, de los cuales pocos pueden verificarse como auténticos. Pero difícilmente alguno muestra a Moïse, el daño que dejó el ataque, o el traslado de su cuerpo de la casa; y Destin se atribuye el mérito de eso, explicando que por respeto al líder caído prohibió tomar fotos a la mayoría de las personas en la escena del crimen.
Sin embargo, quizás en una señal del hambre por tener una explicación, la ausencia de imágenes ha generado varias teorías de conspiración. Y en Puerto Príncipe, todo esto impulsa una ola de especulación e incertidumbre en una ciudad ya sacudida por la violencia criminal desenfrenada, las privaciones económicas y la inestabilidad política.
Lo que sabemos y lo que no sabemos
Muchas preguntas sobre lo que ocurrió exactamente en la casa del presidente de Haití en la noche de su muerte siguen sin tener respuesta.
Lo que sí sabemos es que, según el gobierno restante –ahora dirigido por el primer ministro interino Claude Joseph– la casa de Moïse fue atacada alrededor de la 1 a.m. El presidente fue asesinado y su esposa, la primera dama Martine Moïse, resultó herida. Desde entonces, la llevaron en avión a Miami para recibir tratamiento.
Un grupo de al menos 28 personas son sospechosos del homicidio, de los cuales 26 son colombianos y dos ciudadanos estadounidenses. Hasta ahora, 20 de esos sospechosos han sido detenidos, cinco están sueltos y tres han sido asesinados.
Según un portavoz de la oficina del primer ministro en función, esos autos quemados en la calle de la casa de Moïse pertenecían a algunos de los sospechosos, a quienes la policía luego enfrentó en un tiroteo. El escaparate más cercano, decorado con un cartel desgastado que cita el Salmo 27: 1, “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?” da testimonio de una terrible batalla al presentar montones de cristales rotos, marcas de bala y manchas de sangre.
El jefe de la Policía Nacional de Colombia, el mayor general Jorge Vargas, dijo el viernes que 13 miembros retirados del ejército colombiano habían viajado a Haití en los últimos meses y se cree que estuvieron involucrados en el asesinato. Pero aún se desconoce por qué un grupo de ciudadanos extranjeros atacaría al presidente de Haití. No se han emitido declaraciones de los sospechosos detenidos y la investigación está lejos de concluir.
“Hay una mente maestra detrás de este asesinato, y eso es lo que necesitamos averiguar”, dijo a CNN el ministro de Elecciones, Mathias Pierre.
Tampoco está claro cómo los asesinos pudieron penetrar varios niveles de seguridad presidencial, incluidos los controles policiales en la carretera y la guardia personal de Moïse. A pesar de la aparente escala del ataque y los signos de disparos desenfrenados en la casa del presidente documentados por Destin, ninguno de los guardias del presidente resultó herido, dijo a CNN el ministro de elecciones de Haití, Mathias Pierre.
Destin, quien recogió el testimonio de testigos en el lugar a la mañana siguiente, dijo que no ha podido escuchar ningún relato de primera mano sobre lo que sucedió durante el ataque en sí. Cuando llegó a la casa del presidente, la caseta de seguridad de la policía estaba vacía y agentes sin placa de identificación o insignias lo recibieron en la entrada, dijo.
“Me informaron que nadie de los que estaban allí la noche del asesinato estaba presente… No tuve la oportunidad de hablar con nadie que estuviera en la escena durante el ataque”, afirmó Destin.
La investigación está en curso y el gobierno interino de Haití ha solicitado la asistencia adicional de Estados Unidos y la ONU para ayudar a profundizar en el asunto.
Se espera que altos funcionarios del FBI y del Departamento de Seguridad Nacional viajen a Puerto Príncipe “lo antes posible” para brindar asistencia tanto en seguridad como en la investigación, dijo el viernes la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. Colombia también enviará a su jefe de inteligencia nacional para ayudar en la investigación.
Cuál es el siguiente paso
Hay demasiadas preguntas sin respuesta, desde cuándo se llevará a cabo el funeral del presidente, hasta quién debería sucederlo e incluso si el país está preparado para seguir adelante con las esperadas elecciones de este otoño. A todo esto se le suma una sensación de aprensión, y muchas calles de Puerto Príncipe han estado inusualmente vacías.
El asesinato ha agudizado los temores del surgimiento de otros brotes violentos en la ciudad capital, los que en junio provocaron el desplazamiento de más de 13.000 personas de sus hogares por incendios y batallas entre la policía y bandas rivales. El gobierno interino de Haití solicitó que tanto Estados Unidos como las Naciones Unidas suministren tropas para hacer cumplir la seguridad en puntos clave de infraestructura como los puertos, aeropuertos y terminales petroleras.
El ministro de Elecciones, Pierre, quien temía que él y otros altos funcionarios pudieran ser atacados cuando se enteró por primera vez de la muerte de Moïse, dice que siente que ahora podría enfrentar represalias por continuar con la agenda política del presidente fallecido.
“Cualquiera que se postule para un cargo, incluido yo mismo, sabe que enfrentaremos un peligro y somos conscientes del peligro de intentar hacer cambios importantes en el país”, afirmó.
Moïse, de 53 años, era una figura divisiva en Haití, y muchos líderes de la oposición y de la sociedad civil habían estado pidiendo su renuncia durante más de un año. Su proyecto insignia, el tema de un referéndum planeado para este septiembre, fue una propuesta de reforma de la constitución haitiana que fortalecería el poder ejecutivo, un cambio que los críticos temían erosionaría la democracia, pero que Moïse argumentaría que era vital para liderar un cambio significativo en el país.
La cuestión de quién debería gobernar actualmente también se ve ensombrecida por la discordia y la duda. Días antes de su muerte, Moïse nombró al neurocirujano Ariel Henry como su nuevo primer ministro, lo que significa que entre Henry y el primer ministro en funciones Joseph hay dos posibles reclamos para el cargo de primer ministro. Y hay un rival adicional para el papel de liderazgo principal: Reuters informa que el líder del Senado, Joseph Lambert, fue nominado el viernes por colegas legisladores para asumir la presidencia de manera interina.
Mientras tanto, Destin, el juez, dice que recibió amenazas de muerte de haitianos que creen que todo es un engaño y que Moïse todavía está vivo, en algún lugar. “Me acusan de ser parte del complot, dicen que no mataron al presidente, sino que lo secuestraron”.
En la atmósfera actual, no puede darse el lujo de tomarse estas amenazas a la ligera, dijo. “He recibido llamadas anónimas de personas que me amenazan. Como juez, realmente no existe un plan de seguridad para protegerme… así que tuve que esconderme para protegerme a mí y a mi familia, a mi esposa y a mis hijos”.
Stefano Pozzebon de CNN contribuyó a este reportaje.