Puerto Príncipe, Haití (CNN) – El complot para asesinar al presidente de Haití supuestamente abarcó varios países e involucró a ex oficiales militares con mucha experiencia y meses de planificación, según funcionarios locales. Sin embargo, los principales sospechosos del caso parecen no haber estado preparados para una feroz persecución por parte de las fuerzas de seguridad haitianas.
CNN obtuvo información exclusiva sobre la búsqueda de los asesinos de Jovenel Moïse, un exportador de banano convertido en político que murió en una lluvia de disparos en el dormitorio de su residencia privada en el frondoso distrito de Petion-Ville en Puerto Príncipe, alrededor de la 1 de la madrugada del miércoles pasado, según declaraciones del gobierno.
El cuerpo del presidente haitiano fue encontrado lleno de orificios de bala, según un funcionario local encargado de documentar la escena del crimen, quien también dijo que Moïse había sufrido una fractura en la pierna y heridas graves en la cara. Varios funcionarios del gobierno describieron las heridas a CNN como signos de tortura. La esposa de Moïse, Martine, resultó herida. Está siendo tratada en un hospital de Miami.
“En un abrir y cerrar de ojos, los mercenarios entraron corriendo a mi casa y mataron a mi esposo”, dijo la primera dama de Haití en una grabación de audio publicada durante el fin de semana. CNN no puede confirmar de forma independiente la autenticidad de la grabación.
Pero a pesar de la abundancia de orificios de bala documentados dentro de la casa del presidente, ningún miembro del destacamento de seguridad del mandatario o del personal residencial resultó herido, según las autoridades.
Qué sucedió exactamente dentro de la casa del presidente y quién planeó el ataque siguen siendo las preguntas clave sin resolver en el centro de múltiples investigaciones que involucran a agentes de alto rango de Estados Unidos y Colombia, además de las autoridades locales. Altos funcionarios extranjeros, incluidos miembros del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos y el jefe de inteligencia nacional de Colombia, visitaron Haití tras la muerte de Moïse.
En un país amargamente dividido sobre su dirección política, la inquietud por el misterio que rodea al asesinato del presidente se ha convertido en un sentimiento unificador poco común. Nadie, ya sean miembros del gabinete del mandatario fallecido, sus críticos más abiertos o los residentes comunes de la capital, Puerto Príncipe, está satisfecho con las escasas explicaciones disponibles hasta ahora.
“¿De dónde sacaron (los atacantes) los autos que conducían? ¿Cómo llegaron al país?”, preguntó el ministro de Elecciones de Haití, Mathias Pierre, a CNN, y agregó que esperaría que su propio equipo de seguridad recibiera una bala por él.
CNN ahora puede aclarar una pequeña pieza del rompecabezas: cómo las fuerzas de seguridad haitianas respondieron por primera vez al asesinato.
Una fuente con conocimiento de la operación ha descrito a CNN un asedio sangriento y la persecución de varios días a través del próspero vecindario del presidente en Puerto Príncipe, el empobrecido barrio de al lado, una tienda abandonada en la carretera y la embajada de Taiwán.
Una trampa en el camino
Imágenes de redes sociales de la noche del asesinato de Moïse mostraban a hombres no identificados disparando al aire y gritando “¡Operación de la DEA! ¡Todos retrocedan!” en inglés mientras marchaban por la calle cerca de la mansión presidencial. Las fuerzas de seguridad haitianas que se habían enterado del ataque corrieron a la casa poco después. Pero llegaron demasiado tarde.
Según una fuente familiarizada con el operativo, los equipos policiales que llegaron al lugar en las horas oscuras de la mañana observaron un convoy sospechoso de cinco autos cerca de la casa del presidente. Temiendo que Moïse u otros pudieran ser rehenes adentro, evitaron un enfrentamiento y permitieron que el convoy se fuera. Pero había una trampa en el camino.
En una curva cerrada en Route de Kenscoff, la carretera principal que conduce al centro de la ciudad, el convoy se encontró de repente con un retén policial, donde cientos de miembros del personal de seguridad se habían reunido en la oscuridad.
Incapaces de dar la vuelta a sus autos en el camino angosto entre un barranco amurallado y una ladera verde empinada, los ocupantes del convoy huyeron, abandonando las armas de fuego dentro de sus vehículos. Desesperados por cubrirse, algunos saltaron al lodo contaminado de un canal de drenaje profundo al borde de la carretera; otros se dispersaron en los edificios circundantes a pie, según la fuente.
La mayoría encontró refugio en un local comercial de dos pisos vacío, donde una pancarta que cita el Salmo 27: 1 todavía proclama: “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la fuerza de mi vida; de quién tendré miedo?”.
La tienda, y su ubicación, ofrecían una especie de refugio. La ladera cubierta de maleza detrás de la tienda frenaría cualquier posible ataque desde la parte trasera. Y los gruesos muros de hormigón del local podrían servir como escudo contra los disparos. Aún así, algunos no saldrían vivos.
El asedio
Antes de que saliera el sol el miércoles en la nación caribeña, las fuerzas de seguridad haitianas supieron que el presidente estaba muerto y que los sospechosos atrapados por su retén tenían al menos dos rehenes con ellos, ambos miembros de la guardia del presidente, la Unidad de Seguridad General del Palacio Nacional (USGPN, por sus siglas en francés).
También estaban cada vez más seguros de que se enfrentaban a adversarios extranjeros, tal vez mercenarios contratados. “Podíamos escucharlos hablar y gritar en español”, dijo la fuente. “Estaban hablando y sabían exactamente a lo que se enfrentaban”.
Las fuerzas de seguridad haitianas optaron por esperar a que salieran los fugitivos, sabiendo que la intensa humedad de la noche, el calor veraniego sin viento y la falta de agua potable debilitarían sus defensas. Se encontraron suministros de botellas de agua en sus autos abandonados.
Un poco más tarde, alrededor de las 7 am (8 am en Haití), una mujer en una zona rural de Colombia recibió una llamada telefónica de su hermano, un hombre al que ella describe como un “héroe”.
Jenny Capador le dijo a CNN que su hermano Duberney llamó desde Haití, donde había estado trabajando en seguridad privada; ella contó que él le dijo que algo había salido mal y que estaba “sitiado y bajo fuego, luchando”.
“Pero él me dijo que no me preocupara y que no le contara a nuestra madre, que todo iba a estar bien”, dijo. Capador dijo que su hermano fue contratado para proteger, no para matar; ella no cree que él sea el responsable del asesinato del presidente Moïse.
Pasaron las horas y la temperatura se elevó, sin movimiento de ninguno de los lados, dijo la fuente de CNN. Finalmente, a las 3 pm, las fuerzas haitianas arrojaron tres botes de gas lacrimógeno a la calle frente a la tienda, permitiendo que las columnas de gas se esparcieran al interior. La negociación comenzó a través de uno de los teléfonos de los rehenes de la USGPN poco después de eso.
Los primeros presuntos atacantes que salieron del edificio eran haitiano-estadounidenses: un hombre, seguido de otro. Los dos se identificaron como traductores, según la fuente. Luego bajaron la colina los dos rehenes de la USGPN, quienes dijeron a las fuerzas de seguridad haitianas que decenas de personas, armadas con rifles de asalto de 5.56 mm, todavía estaban dentro del edificio de concreto.
“Al principio, no sabíamos cuántas personas había hasta que liberaron a los rehenes. Luego, los rehenes dijeron que había alrededor de 25, y yo dije: ‘Oh, está bien, estamos tratando con un pelotón’”, dijo la fuente.
Un pequeño grupo de vanguardia de las fuerzas haitianas inició un asalto para apoderarse de la tienda ocupada. Según la fuente de CNN, los supuestos mercenarios estaban bien armados e incluso arrojaron una granada a las fuerzas de seguridad haitianas, aunque no detonó.
“Nos disparaban desde el segundo piso”, dijo la fuente. “Y tenían una granada, pero no funcionó. ¿Te imaginas, la granada simplemente rodando como una pelota - tak, tak, tak - colina abajo?” agregó, imitando la trayectoria de la granada imaginaria.
Al menos tres supuestos mercenarios murieron en la batalla. Los rastros del tiroteo de dos horas son claramente visibles en el edificio, que permanece lleno de casquillos de bala y vidrios rotos. En un pasillo estrecho al aire libre en la parte trasera del edificio, un charco de sangre y una densa constelación de orificios de bala en la pared revelan el lugar donde alguien murió.
Pero la mayor parte del grupo que las fuerzas de seguridad haitianas esperaban aprehender ya había desaparecido.
Escape a la embajada de Taiwán
Las fuerzas de seguridad ahora saben que los sospechosos habían estado escapando silenciosamente colina arriba, según la fuente de CNN.
No está claro cómo un grupo de extranjeros sabía que la embajada de Taiwán estaba a poca distancia, pero varios fugitivos subieron la colina y cruzaron dos callejones para saltar sus altos muros blancos. No podían hacerlo sin ser vistos, al menos un testigo notificó a la policía.
Refugiarse en la embajada fue una elección inteligente o muy afortunada, ya que las fuerzas del orden no pueden acceder a los espacios diplomáticos. Se desconoce si el grupo estaba siendo asesorado por alguien local que conocía bien el área.
La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Taiwán, Joanne Ou, dijo a CNN que guardias de seguridad informaron que “un grupo de sospechosos armados” ingresó a los terrenos de la embajada sin permiso. Añadió que el personal de la embajada había estado trabajando desde casa “por razones de seguridad” ese día, luego del asesinato del presidente el día anterior.
“Después de que nuestra embajada en Haití recibió una solicitud de las autoridades de Haití, acordamos de inmediato que la policía de Haití ingresara a nuestra embajada para cooperar en la búsqueda de los sospechosos, para que la justicia prevalezca y la verdad salga a la luz”, dijo Ou.
El jueves, 11 de los supuestos mercenarios fueron encontrados y arrestados sin incidentes dentro de la embajada. Eventualmente se encontraron más en el área circundante; un video de redes sociales muestra al menos a dos sospechosos escoltados por una multitud de haitianos en el empobrecido vecindario de Jalousie.
Pero algunos sospechosos siguen en la huída y la policía haitiana ha pedido a los residentes que permanezcan atentos.
La búsqueda de respuestas continúa
Al menos 28 personas son ahora sospechosas del asesinato, según la policía haitiana, de las cuales 26 han sido identificadas como colombianas. Veinte han sido detenidos, incluidos los dos ciudadanos estadounidenses que dijeron ser traductores.
Varios de los hombres que se cree estuvieron involucrados en la operación trabajaron anteriormente como informantes para la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) y el FBI, según personas informadas sobre el asunto.
“En ocasiones, uno de los sospechosos del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue una fuente confidencial de la DEA”, dijo la agencia en un comunicado.
“Tras el asesinato del presidente Moïse, el sospechoso se comunicó con sus contactos en la DEA. Un funcionario de la DEA asignado a Haití instó al sospechoso a que se entregara a las autoridades locales y, junto con un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos, proporcionó información al gobierno haitiano que ayudó para la entrega y el arresto del sospechoso y de otro individuo”.
El FBI dijo en respuesta a los informes de CNN que no comenta sobre los informantes, excepto que utiliza “fuentes legales para recopilar inteligencia” como parte de sus investigaciones.
No se ha hecho público ningún comentario de los detenidos.
El jueves, Jenny Capador se enteró de que su hermano había muerto. Para el viernes, la foto policial de Duberney Capador había sido mostrada en una conferencia de prensa por la Policía Nacional de Colombia donde fue nombrado como uno de los presuntos asesinos, según las investigaciones preliminares de la policía colombiana y haitiana.
En una conferencia de prensa el domingo, las autoridades haitianas agregaron un nuevo nombre a su investigación, anunciando que arrestaron a un hombre nacido en Haití, Christian Emmanuel Sanon, de quien sospechaban que ayudó a orquestar el asesinato. Dijeron que utilizó una empresa de seguridad venezolana con sede en Florida para reclutar al grupo. CNN no ha podido comunicarse con Sanon o sus representantes para hacer comentarios desde su arresto.
Pero a medida que la intriga en torno al asesinato del presidente haitiano se amplía en toda la región, todavía hay más preguntas que respuestas, incluido, lo que es más importante, el misterio de lo que sucedió en los momentos previos a la muerte de Moïse.
La respuesta a eso debería estar aquí mismo en Puerto Príncipe, en las imágenes de vigilancia de la residencia y en el testimonio del personal de seguridad y del personal residencial, que según múltiples versiones estaban allí cuando sucedió.
Información de Etant Dupain en Puerto Príncipe, Stefano Pozzebon en Bogotá y Evan Perez en Washington. Desarrollo por Sean O’Key. Gráficos de Sarah-Grace Mankarious. Producción de video de Matthew Gannon, Jeffrey Hsu y Nick Scott.