(CNN Español) – En los últimos años, varios artistas e influencers han sido acusados de apropiación cultural, y aunque el término cuenta con una definición muy clara, la línea entre apropiación y apreciación a veces parece ser muy estrecha. Ya sea con una Barbie alusiva al Día de Muertos o turistas vestidos con kimonos en Japón, el debate entre el homenaje y el uso irrespetuoso de tradiciones suele estar presente en varias manifestaciones culturales y económicas de un mundo globalizado.
Un caso que comúnmente suele ser señalado como apropiación cultural es el uso de prendas originarias de un país ajeno al propio, como pueden ser los trajes típicos mexicanos, los qipaos de China o la vestimenta de geisha japonesa. Y si bien para algunos la idea de que un turista se vista con las prendas regionales es apropiación cultural, muchos otros lo ven como una forma de compartir su cultura.
“El contexto es la clave para pensar en las acusaciones de apropiación”, dice Erich Hatala Matthes, profesor de Ética cultural en Wellesley College en Massachusetts.
Matthes afirma que lo más importante para los visitantes de la cultura es escuchar: “Intentar ser respetuoso con los que tienen la experiencia y el conocimiento cultural, y escuchar lo que te dicen sobre cómo usar la ropa o cómo actuar con respeto dentro de ese contexto”.
Sin embargo, cuando hablamos de que existe una línea muy estrecha entre apropiación y apreciación cultural, podemos mencionar un sinfín de casos. Por ejemplo, recientemente el gobierno mexicano acusó a las marcas de moda Zara, Antropologie y Patowl, por “hacer uso” de diseños creados por las poblaciones indígenas del país.
La Secretaría de Cultura de México dijo estar actuando con el fin de “prevenir el plagio… por parte de empresas nacionales y transnacionales” y agregó que estaba “protegiendo los derechos de los pueblos originarios que históricamente han sido desatendidos”.
En un comunicado enviado por correo electrónico a CNN, la empresa matriz de Zara, Inditex, dijo que tenía “el mayor respeto” por “la Secretaría (de Cultura) y las comunidades de México”, pero agregó que “el diseño en cuestión en ninguna forma intencional tomó prestada o se influenció por el arte del pueblo mixteco de México”.
Este evento es solo un ejemplo de una serie de incidentes similares, como el controversial lanzamiento del tequila 818 de Kendall Jenner, el uso ”ofensivo” de un colgante que representa al dios hindú Ganesha por parte de Rihanna o el “insensible” lanzamiento de un turbante de US$ 790 de Gucci.
Estos eventos tienen un patrón similar: alguien toma algo prestado, se convierte en el blanco de las críticas en internet, y en la mayoría de los casos, ofrece una disculpa y la promesa de hacerlo mejor. Sin embargo, ¿en dónde se traza la línea entre apropiación y apreciación? A continuación tratamos de resolverlo.
Apropiación o apreciación
Según el Diccionario de Cambridge, apropiación cultural es “el acto de tomar o usar cosas de una cultura que no es la tuya, especialmente sin demostrar que entiendes o respetas esta cultura”.
Por lo que la adopción —a menudo no reconocida o inapropiada— de las ideas, prácticas, costumbres e indicadores de identidad cultural pertenecientes a un grupo por parte de miembros de otro grupo que tienen mayor privilegio o poder se le conoce como apropiación cultural, indicó la profesora de Sociología en la Universidad de Kansas Kelly H. Chong a CNN vía correo electrónico.
“Los influenciadores culturales del grupo dominante lo legitiman como una ‘tendencia’ de estilo genial, y en el proceso lo exotizan y erotizan”, agregó Chong
Por su parte, Nancy Wang Yuen, socióloga y autora que escribe sobre raza y representación, explicó a CNN que cuando una cultura se inspira en otra cultura es una cosa, “pero si afirman mejorar y faltan el respeto a la cultura original, o si hay un aire de superioridad sobre el contenido original, entonces eso se convierte en apropiación”.
Sin embargo, Yuen indica que esto es más dañino cuando existe una diferencia de poder entre los apropiadores y el grupo del que están tomando prestado, ya que un grupo dominante “denigra” la cultura minoritaria mientras se beneficia de ella o la tergiversa.
Un caso muy sonado a inicios de 2021 fue el de la empresa The Mahjong Line. Fundada por tres mujeres blancas de Dallas, The Mahjong Line lanzó una “actualización respetuosa” y moderna del juego de mesa de origen chino: mahjong. Tras su lanzamiento, los usuarios en redes sociales, incluyendo a la comunidad asiáticoestadounidense, acusaron a las fundadoras de apropiación cultural, lenguaje irrespetuoso e ignorancia hacia el significado cultural del juego.
Si bien la compañía no tardó en disculparse indicando que su “intención es inspirar y comprometernos con una nueva generación de jugadores de mahjong estadounidenses, reconocemos nuestro fracaso en rendir un homenaje adecuado a la herencia china del juego”. Sin embargo, la compañía no paró la producción y continuó vendiendo sus productos.
“Respaldamos nuestros productos y estamos orgullosos de ser una de las muchas compañías diferentes que ofrecen una amplia gama de mosaicos y accesorios para el juego del mahjong estadounidense”, dijo la cofundadora Kate LaGere en un comunicado a CNN. “Dicho esto, asumimos toda la responsabilidad de que, en nuestra búsqueda por introducir nuevos mosaicos, recreamos involuntariamente una experiencia compartida por muchos estadounidenses de origen asiático de borrado cultural y estamos trabajando para corregir este error”.
Tendencias controversiales
La complejidad ligada a la apropiación cultural no está en su definición, sino en sus capas, ya que puede ser aplicada en varias esferas de la vida, como en la ropa, comida, maquillaje, habla e incluso en el tono de piel.
Un ejemplo es la tendencia de maquillaje que se volvió viral en 2020, los llamados “fox eye”, término que podría traducirse como “ojos de zorro”. Esta tendencia estuvo acompañada por tutoriales y fotografías en redes sociales mostrando cómo mediante maquillaje y tácticas como la “postura de migraña” ––usar una o dos manos para levantar los ojos por las sienes con el objetivo de exagerar el resultado–– para lograr emular los ojos alargados, “en forma de almendra” de celebridades como Kendall Jenner, Bella Hadid y Megan Fox.
Sin embargo, esta postura es muy similar a la acción que se usó para degradar a la comunidad asiática en el pasado.
En una publicación de Instagram de Dear Asian Youth, una organización con sede en California que fomenta el activismo asiático, titulada “El problema con la tendencia #FoxEye”, la organización escribió: “El hecho es: nuestros ojos solo se convirtieron en una tendencia cuando los blancos decidieron que encajaría convenientemente con su estética”. La organización indicó que aunque la tendencia pudo no haberse originado con malas intenciones “se apropia de nuestros ojos y desconoce el racismo pasado”.
Bajo la misma línea, está el blackfishing, que aunque no es lo mismo que apropiación cultural, sí son términos que están interconectados, ya que no se puede tener uno sin el otro, según dijo la periodista Wanna Thompson a CNN.
“El blackfishing es cuando las figuras públicas blancas, personas influyentes y similares hacen todo lo que está a su alcance para parecer negras”, explicó Thompson, mientras que los críticos lo han descrito como una forma de blackface (una expresión usada para referirse cuando alguien se pinta la cara de color negro para parecer alguien de otra raza, algo considerado ofensivo), diciendo que esto crea una peligrosa paradoja ya que celebra la belleza y la estética negras, pero solo cuando lo destacan los blancos.
“En lugar de apreciar la cultura negra desde fuera, existe la necesidad de poseerla, de participar en ella sin querer la experiencia completa de la negritud y la discriminación sistémica que la acompaña”, dijo Thompson.
La escritora y oradora Feminista Jones ha descrito la apropiación cultural como cuando las personas con poder y privilegios toman costumbres y tradiciones por las que las personas oprimidas han sido marginadas durante mucho tiempo y las reutilizan como algo nuevo y candente.
“La gente no tiene respeto por la cultura negra; creen que está disponible, y la tomarán y participarán en ella y la explotarán porque ha sido mercantilizada”, dijo Thompson.
Rebecca Cairns, Faith Karimi, Alicia Lee, Amir Vera, Megan C. Hills y Jessie Yeung colaboraron en este reportaje.