Nota del editor: Julian Zelizer, analista político de CNN, es profesor de historia y asuntos públicos en la Universidad de Princeton y autor del libro “Burning Down the House: Newt Gingrich, the Fall of a Speaker, and the Rise of the New Republican Party”. Síguelo en Twitter @julianzelizer. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Ver más opiniones aquí.

(CNN) – El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, deja su cargo. El político que estaba dispuesto a luchar contra todos los escándalos que plagaron su mandato finalmente se encontró con un desafío que no pudo superar.

Después de que los demócratas más destacados del país, desde el presidente Joe Biden hasta el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, le pidieran que dejara su cargo a raíz del devastador informe de la fiscal general de Nueva York, Letitia James, sobre las acusaciones de acoso sexual, Cuomo finalmente cedió.

Aunque Cuomo calificó la investigación sobre su supuesta mala conducta de “motivación política” y mantuvo su inocencia, también dijo que una lucha de un mes para seguir en el cargo perjudicaría al Estado de Nueva York, que “nunca querría ser inútil de ninguna manera”, y aceptó dejar su puesto en 14 días.

Aunque no podemos saber con certeza por qué Cuomo decidió dimitir el martes, sí sabemos una cosa: el Partido Demócrata ya no estaba del lado de un líder que ya era de por sí vulnerable tras enfrentarse a otros escándalos. Podría haberse quedado y luchar, pero dada la decisión de su partido de abandonarlo, probablemente habría perdido. Y nadie quiere ser un político obligado a abandonar su cargo, especialmente por los miembros de su propio partido, que actualmente mantienen la mayoría en Albany.

Fue un giro sorprendente de los acontecimientos, ya que en un momento de la pandemia, el gobernador de Nueva York estaba considerado como uno de los miembros más poderosos e importantes del Partido Demócrata. De hecho, según el libro “Landslide” de Michael Wolff, el expresidente Donald Trump llegó a temer que los demócratas colocaran a Cuomo al frente de la candidatura presidencial en lugar de Biden.

La decisión del Partido Demócrata de presionar a Cuomo para que renuncie apunta a una diferencia fundamental entre los dos grandes partidos, revelando una vez más lo comprometido que está el Partido Republicano con la preservación del poder partidista a toda costa.

Cuando Trump se enfrentó a múltiples acusaciones de conducta sexual inapropiada (todas ellas negadas por él), el Partido Republicano lo respaldó en gran medida. Cuando la Cámara de Representantes de EE.UU. llevó a juicio en dos ocasiones al expresidente por abusar de su poder y avivar una insurrección violenta, la mayoría del Partido Republicano apoyó a Trump, respaldando a un político que creían que sería fundamental para su futuro éxito electoral.

En cambio, los demócratas han decidido anteponer los principios al partido o al poder. Ante un tema que se ha convertido en clave para la política demócrata, la lucha contra el acoso sexual en el trabajo, el partido se mantuvo firme. A pesar del riesgo potencial de abrir el puesto de gobernador al representante neoyorquino leal a Trump, Lee Zeldin, el partido dijo basta. Colectivamente, los demócratas se unieron contra los suyos y presionaron sin descanso a Cuomo para que dimitiera.

Mientras que el Partido Republicano parece mucho más unido, el Partido Demócrata ha demostrado estar más dispuesto a equilibrar los intereses partidistas con los del público en general. Y, el martes, Cuomo se vio por fin obligado a reconocer esta realidad, consecuencia de su propio comportamiento en el trabajo.