(CNN Español) – Una serie de trincheras atraviesan el este de Ucrania: allí, las tropas ucranianas esperan un posible ataque ruso sobre el que se viene hablando desde hace meses. Y frente a ellos, en trincheras casi idénticas, esperan los separatistas apoyados por Moscú contra los que llevan combatiendo más de siete años, y a medida que se reportaban violaciones al cese fuego esta semana.
Ucrania ha estado en guerra con los separatistas desde 2014, cuando en medio de protestas en el país las provincias de Donetsk y Lugansk se levantaron contra Kyiv, con el apoyo de Moscú, y luego de que Rusia anexara la península de Crimea.
Ahora, Washington y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) temen una escalada aún mayor del conflicto: en los últimos meses Rusia ha estado acumulando tropas —entre 169.000 y 190.000 según reportes— y material bélico en la frontera con Ucrania, aumentando las tensiones hasta alcanzar también a Europa y Estados Unidos.
La escalada está en marcha y los tambores de guerra ensordecen, aunque hay varias negociaciones en marcha y las partes aseguran que no quieren llegar a una guerra abierta.
Mientras tanto, se reportan las primeras violaciones al alto al fuego entre fuerzas ucranianas y rebeldes en Donbas, y la incertidumbre sobre lo que pueda pasar es total.
¿Pero cómo podría una escalada mayor a los países de América Latina?
La presencia de Rusia en América Latina
Joseph Humire, analista en seguridad global y director ejecutivo del Center for a Secure Free Society, dijo a CNN que hay que prestar atención a las relaciones de Rusia con América Latina al momento de anticipar posibles efectos de la crisis en Ucrania.
“Rusia ha estado incrementado su presencia en América Latina, especialmente en los últimos 10 años. Ellos tienen una fuerte presencia en Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia”, señaló.
“Rusia siempre puede utilizar esos países para provocar a Estados Unidos. En el caso de Venezuela esto es muy puntual, porque el régimen de Maduro ha realizado varias provocaciones contra Colombia, aliado extra OTAN. Maduro podría usar el pretexto del conflicto fronterizo que Venezuela mantiene con Colombia para pedir ayuda de Rusia. Ya hay mucho equipo ruso en Venezuela, y puede pedir más”.
Para Yadira Gálvez, profesora en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en Defensa y Seguridad Nacional, “la estrategia rusa ha consistido desde hace varios años en garantizar su área de seguridad natural, frenar el avance de la OTAN y mostrar una Rusia con proyección global”.
“En ese contexto regresaron a América Latina para equilibrar esta tensión. Si escala en Ucrania, tanto los socios de EE.UU. como los de Rusia tendrán que fijarse en esta dinámica del conflicto”, dijo.
Gálvez recordó que América Latina ya fue incluida en la crisis luego de que el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, dijera a mediados de enero que no podía “confirmar ni descartar” la posibilidad de desplegar “infraestructura militar” en Cuba y Venezuela.
“Parece remoto por la capacidad de Rusia de enviar y mantener esas fuerzas, pero es clara una postura de Rusia frente a sus alianzas con países de la región y en su proyecto de proyectar su poder como potencia global”, señaló Gálvez.
Pero al igual que Humire, destacó que en el caso de Venezuela se trataría más de “un mensaje más sobre la relación con Colombia que sobre el envío de tropas rusas”.
FOTOS | Los socios de Putin en América Latina
El impacto de la crisis en Ucrania en los commodities
“El punto crucial para entender el impacto económico es que en los últimos años toda la región del mar Negro ha aumentado su producción de trigo, y también girasol, y se ha convertido en uno de los principales actores”, explicó a CNN a finales de enero Emilce Terré, jefa de Estudios Económicos en la Bolsa de Comercio de Rosario, Argentina, una de las plazas más importantes del mundo para el comercio de granos.
Según datos de 2019, Rusia es el principal exportador global de trigo del mundo, mientras que Ucrania se ubica en el quinto puesto, de acuerdo con el Observatorio de Complejidad Económica (OEC) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Estimaciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) para 2021 también destacan la posición de Rusia como principal exportador de trigo.
Argentina ocupa el séptimo lugar y es uno de los mayores productores globales, pero en casi todo el resto de América Latina el trigo, un alimento básico, debe ser importado.
“La incertidumbre en la región el mar Negro genera temor a que haya interrupciones logísticas y parte de estas exportaciones se vean afectadas. Hoy principalmente la palabra es incertidumbre global”, dijo.
“Este temor hace que los precios internacionales suban en (la Bolsa Mercantil de) Chicago, y en el contexto de que los commodities están creciendo, no sólo el trigo sino también el cobre y el petróleo. Y uno de los impactos es en los niveles de inflación en el mundo”, explicó.
Los precios en los contratos futuros de trigo han sentido las tensiones entre Rusia y Ucrania, con oscilaciones de precios en enero y febrero. Este viernes el contrato más importante en la Bolsa Mercantil de Chicago caía un 0,4% hasta cotizarse en US$ 8,01 el bushel, una unidad de medida, según Reuters. A pesar del retroceso, el trigo registraba un tendencia alcista por segunda semana.
Terré destacó precisamente que la situación se enmarca en los problemas de disrupción de las cadenas de suministros durante la pandemia de covid-19, y señaló que todo lo que ocurre en el mercado de granos global es importante en Argentina. “Pero mejoran las perspectivas para campañas posteriores”.
“El 70% de los dólares que ingresan en Argentina pasan por el complejo agroindustrial y el país depende de ese ingreso de dólares, por lo cual la situación en Ucrania interesa al sector y a la macroeconomía”, dijo. Aunque recordó que la potencialidad de aumentar exportaciones será solo en el largo plazo, debido a las actuales las regulaciones del mercado de trigo en Argentina.
“Es altamente probable que la situación en Ucrania impacte en precios del petróleo y de los commodities”, dijo, por su parte, Gálvez. “Nuestra región es una importante productora de estos commodities, y el crecimiento de países de América Latina posterior al covid-19 estuvo ligado a la venta de commodities”.
Al respecto, Chile es el principal exportador de cobre del mundo, seguido por Perú; Brasil es principal exportador global de soja y Argentina es el tercero; y Brasil y Argentina ocupan el segundo y tercer puesto, respectivamente, en exportaciones de maíz.
“Es un escenario muy complejo, en la medida en que estamos aún viviendo el impacto de la pandemia, junto con problemas de suministros e inflación”, agregó.
De acuerdo con un reporte de la Cepal, América Latina sufrió una contracción del 6,8% de su PIB en 2020 como consecuencia de la pandemia de covid-19. Para el 2021 el organismo proyectaba una expansión del 5,2% de la mano de un aumento del 22% en las exportaciones regionales, aunque alertó que esto no sería suficiente para asegurar un crecimiento sostenido.
Humire concordó en que “la guerra por general causa problemas de suministros, en términos generales”, y que puede haber un impacto en el petróleo.
Al respecto, el gobierno de EE.UU. ya está instando a varios países de Europa, del norte de África y de Asia a aumentar su producción de gas natural licuado en caso de que por el conflicto los envíos de Rusia, el mayor productor global, a Europa se reduzcan. Pero esto podría afectar los precios del gas y el petróleo en todo el mundo.
El precio del barril de petróleo WTI ha estado subiendo en los últimos dos meses: se ubicaba a U$S 65,71 a finales de noviembre, justo después de una fuerte caída, y en febrero superó los US$ 90 el barril. El precio este viernes llegaba a US$ 91,25.
El gas natural también comenzó a trepar a patir de comienzos de diciembre, cuando se cotizaba a US$ 3,73 por MMBtu. Tras un pico de US$ 5,9 el 26 de enero, se cotizaba este viernes a US$ 4,52.
Diplomacia de América Latina ante la crisis en Ucrania
“Conociendo la tradición diplomática de países como México, Chile y Argentina, si fijan una postura será a favor de una resolución diplomática y respetando la soberanía de Ucrania. Es difícil que se muevan o alineen en un sentido u otro”, dijo Gálvez sobre una primera respuesta regional si la crisis escala.
“Pero, también tenemos la relación de Rusia con regímenes que se identifican contrarios a Estados Unidos, como Cuba, Nicaragua y Venezuela”, agregó.
Ciberataques y desinformación
Humire consideró que una “invasión convencional” de Rusia es poco probable. “Yo creo que Rusia quiere proyectar poder usando fuerza militar, combinándolo con propaganda, ciberataques, desinformación y migración forzada, como en Belarús. Parte de eso incluye visibilizar su presencia en Venezuela”, dijo Humire.
“En cuanto a la desinformación, Rusia ha construido una buena capacidad en la región a través de sus medios estatales, y lo que pasará es que se pondrá más intensa la propaganda rusa para culpar a EE.UU. y sus aliados en la región, como Colombia, Brasil y Guatemala”.
Gálvez, en tanto, también describió al conflicto en Ucrania como “no tradicional”. “Es una guerra híbrida, marcada por ataques cibernéticos y desinformación. Sobre todo, esta puesta en escena de no llegar a usar la fuerza pero amenazar con usarla”.
“El conflicto armado es inminente, pero ya está en desarrollo un conflicto distinto”, agregó.
¿Qué está pasando en Ucrania?
Ex república socialista independizada de la Unión Soviética en 1991, Ucrania ha estado mirando desde entonces al oeste, especialmente a la Unión Europea, con la cual firmó en 2014 un acuerdo comercial resistido por Moscú, y Estados Unidos.
Y Rusia, que ve a Ucrania como una parte de su historia y un elemento esencial de su defensa y seguridad, intenta evitar este acercamiento, especialmente luego de que otras ex repúblicas socialistas -como Lituania, Letonia y Estonia- y otros países antiguamente en la esfera de influencia soviética -como Polonia, Hungría, República Checa y Rumania- se unieran a la OTAN.
Dmytro Kuleba, ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, dijo a finales de enero que su país “no permitirá que nadie nos imponga ninguna concesión”, frente a crecientes temores de una operación militar de Rusia, lo cual Moscú niega aunque su despliegue de fuerzas no cesa al menos desde noviembre.
“Si alguien hace una concesión sobre Ucrania, a espaldas de Ucrania, en primer lugar, no lo aceptaremos. No estaremos en la posición del país que levanta el teléfono, escucha la instrucción de la gran potencia y la sigue”, dijo Kuleba.
John Kirby, portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos, anunció que el secretario de Defensa Lloyd Austin puso en alerta a 8.500 militares para un eventual despliegue en la región.
En tanto el presidente Joe Biden ha dicho anteriormente que “Rusia pagará un alto precio” si invade Ucrania, y señaló esta asemana que si que una invasión de Ucrania por parte de Rusia podría “en los próximos días”.
Por su lado, el gobierno de Rusia envió esta semana una respuesta escrita a las propuestas de seguridad presentadas semanas atrás por Estados Unidos, señalando que la “creciente” actividad militar de EE.UU. y la OTAN cerca de sus fronteras “es alarmante”.