Lviv, Ucrania (CNN) – Una ráfaga de fuego de ametralladoras estalló justo cuando la familia de Andriy Abba hacía un brindis para celebrar su cumpleaños número 30 en en Jersón. Copa de vino en mano, corrió con sus padres y su hermano menor al sótano.
Afuera, las tropas rusas estaban en las etapas finales de ocupar su ciudad, la primera en caer ante Moscú desde que comenzó su sangrienta invasión hace una más de una semana.
A medida que avanzaba el día, dijo Abba, el ruido de las balas y los golpes sordos de las explosiones comenzaron a desvanecerse. Alrededor de la medianoche, el silencio descendió sobre la ciudad.
“Y fue entonces cuando lo supimos”, dijo Abba a CNN. “Fue muy triste.”
Jersón, una ciudad portuaria clave en el Mar Negro, en el sur de Ucrania, fue invadida por las fuerzas rusas en las primeras horas del miércoles, después de días de intensos bombardeos y combates. La bandera ucraniana seguía izada en los edificios gubernamentales y el alcalde de la ciudad, Ihor Kolykhaiev, permanecía en su puesto.
El sábado, Kolykhaiev anunció que las tropas rusas estaban por todas partes y que la ciudad de casi 300.000 habitantes no tenía electricidad ni agua, y necesitaba desesperadamente ayuda humanitaria.
Kolykhaiev aseguró que las fuerzas rusas se habían “establecido” en la ciudad y no mostraban signos de irse.
“Tenemos mucha gente aquí necesitada. Tenemos pacientes con cáncer. Niños que necesitan medicamentos. Ese medicamento actualmente no les está llegando”, dijo a CNN, y agregó que los rusos querían enviar ayuda, pero los residentes la rechazaban.
Las personas que viven en Jersón bajo la ocupación rusa describen días de terror confinados en sus apartamentos y casas, temerosos de salir a la calle incluso para satisfacer las necesidades básicas: su ciudad ahora es un caparazón distópico del hogar que conocían y amaban.
Los puestos de control manejados por soldados rusos salpican las calles de la ciudad, dijeron cinco residentes de Jersón a CNN en llamadas telefónicas recientes. Las carreteras están prácticamente vacías porque los habitantes han huido de los combates o se quedan en casa por miedo a encontrarse con soldados rusos. Las tiendas de comestibles se han vaciado y las medicinas se están acabando, dijeron residentes y funcionarios.
Las tropas rusas han rodeado la ciudad y disparan a cualquiera que intente irse, según los residentes, incluido un alto funcionario de salud local que CNN no nombra por razones de seguridad.
El jueves, las fuerzas rusas dispararon a dos hombres en un puesto de control después de que intentaron pasar, matando a uno e hiriendo gravemente al otro, dijo el funcionario a CNN.
Los rusos también han prohibido que las ambulancias salgan de los perímetros de la ciudad para llegar a las aldeas de la provincia, según el funcionario. Una mujer que estaba pasando por un peligroso trabajo de parto largo en las afueras de la ciudad tuvo que recurrir a una videoconsulta urgente con su médico porque las fuerzas rusas habían bloqueado a un equipo médico que intentaba ayudar con el parto, señaló el funcionario.
“Después de aproximadamente un día de súplicas de las autoridades locales a los rusos, a la madre y al niño se les permitió pasar al hospital”, dijo el funcionario. “Fue horrible.”
Andriy Abba, que trabaja como abogado fiscal, dice que está decidido a permanecer en Jersón independientemente de la ocupación, mientras la bandera ucraniana siga ondeando en los edificios gubernamentales.
“Incluso si quisiéramos evacuar a mujeres y niños de aquí, es simplemente imposible”, agregó. “Le disparan a cualquiera que intente irse”.
Las autoridades ucranianas han estado trabajando para establecer la salida segura de los civiles de las áreas sitiadas en las negociaciones en curso con Moscú. Rusia acordó detener el fuego el sábado a partir de las 9:00 a.m., hora de Kyiv, y crear corredores humanitarios que permitan a los residentes escapar de las ciudades sureñas de Mariupol y Volnovakha, la primera señal tangible de cooperación.
Pero el acuerdo fracasó rápidamente, lo que detuvo las evacuaciones, dijeron funcionarios ucranianos. El gobierno acusó a las fuerzas rusas de bombardear las ciudades e incluso de atacar los corredores humanitarios.
“Las ciudades rodeadas que están siendo destruidas” están “experimentando los peores días”, dijo el sábado el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en un comunicado.
“Los corredores humanitarios deben funcionar hoy. Mariupol y Volnovakha. Para salvar a la gente. Mujeres, niños, ancianos. Para dar alimentos y medicinas a los que quedan”.
Yulia Alekseeva, madre de un bebé de dos meses, dijo que le cuesta encontrar pañales y otros productos para bebés. “Hay catastróficamente pocos en la ciudad. También tenemos una abuela con demencia que necesita pañales y medicamentos de forma continua, que tampoco están disponibles”, dijo a CNN.
Como la mayoría de los residentes de la ciudad, Alekseeva se ha acurrucado con su familia, y ha salido de su casa solo para buscar artículos de primera necesidad.
“Estamos escondidos. Hay toque de queda en la ciudad, si la gente sale después de las ocho de la noche, tiran a matar. Te puedes mover en compañía de no más de dos personas”, comentó.
Pero se mantiene desafiante y agrega: “La bandera ucraniana todavía está sobre Jersón, la ciudad no se rindió ante los invasores. Los militares dijeron que no los provocáramos y todos estarían vivos”.
El sábado, una gran multitud de manifestantes tomó las calles ocupadas de Jersón, ondeando banderas ucranianas y enfrentándose cara a cara con las fuerzas rusas. Las tropas parecieron disparar balas reales al aire para dispersar a la multitud, mostró un video de las redes sociales.
El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, compartió imágenes de las escenas en Twitter, elogiando a los manifestantes. “¡La valiente Jersón inspira a Ucrania y al mundo! Miles de ucranianos pacíficos protestan contra la ocupación rusa frente a soldados rusos armados. Qué espíritu”, escribió el sábado.
Desde su departamento en Jersón, donde cuida a su abuela, Svetlana Zorina le dijo a CNN que se quedaría en la ciudad “mientras la bandera ucraniana esté en pie y el alcalde sea ucraniano”. El viernes fue a la tienda de abarrotes solo para encontrar estantes vacíos, y luego se dirigió al apartamento de su madre, que está en el extranjero, donde recogió pasta y arroz.
“Aquí tenemos mucho miedo de convertirnos en parte de Rusia. No queremos que la historia se repita como con Crimea”, dijo, refiriéndose a la anexión de la península de Ucrania por parte de Rusia en 2014. “Tenemos menos miedo de estar bajo las bombas que convertirnos en parte de Rusia”.
Es algo que Abba está convencido de que no sucederá en su ciudad. Aunque está consumido por los temores de la anexión rusa, argumentó que, en contraste con Crimea, que cayó relativamente sin derramamiento de sangre, Jersón ha presentado una fuerte resistencia a la ocupación.
“Los rusos han cruzado la línea varias veces”, dijo. “No puede haber [otra] Crimea”.
Tamara Qiblawi escribió e reportó desde Lviv, Ucrania. Gianluca Mezzofiore escribió e reportó desde Londres. Alisha Ebrahimji contribuyó a este reporte.