(CNN Español) – Una vez más, el fantasma de las armas químicas vuelve a aparecer en el contexto de una guerra, esta vez entre Ucrania y Rusia, y mientras las imágenes del sufrimiento de civiles bajo el bombardeo con armas convencionales se multiplican.
Este viernes el presidente de Estados Unidos, Joe Bien, dijo que Rusia pagará “un previo severo” si utiliza armas químicas en Ucrania.
“No voy a hablar de la inteligencia, pero Rusia pagará un precio severo si utiliza productos químicos”, dijo Biden a Arlette Saenz de CNN, en medio del anuncio de nuevas sanciones y controles de exportación contra Rusia en el marco de la guerra.
Estados Unidos ya sancionó a Rusia en el pasado tras determinar el uso de armas químicas en el envenenamiento del líder opositor ruso Alexey Navalny en 2020 y en 2018 contra Sergei y Yulia Skripal en Inglaterra.
Aunque al momento no hay evidencia alguna de que se hayan utilizado en Ucrania, los antecedentes de Navalny y Skripal, y el ataque con armas químicas de 2017 realizado por Bashar al-Assad en Siria, cuyo régimen es apoyado por Rusia, han generado sospechas.
¿Qué son las armas químicas?
La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), que cuenta con un amplio apoyo internacional, las define como “una sustancia química que se utiliza para causar intencionalmente daños o la muerte por medio de sus propiedades tóxicas”.
“Dentro de la definición de arma química también se incluyen aquellas municiones, dispositivos y otros equipos diseñados específicamente para convertir en arma las sustancias químicas tóxicas”, agrega la OPAQ en su sitio web.
Algunas de las principales sustancias que han sido utilizadas como armas químicas son el cloro —asfixiante—, el gas mostaza —que produce ampollas dolorosas en todo el cuerpo—, y agentes neurotóxicos como el sarín, el VX y el Novichok —que producen parálisis y la muerte—.
¿En qué se diferencian de las biológicas?
Las armas químicas y las biológicas, junto con las nucleares, forman parte del grupo de armas de destrucción masiva.
Pero a diferencia de las armas químicas, que utilizan sustancias dañinas y potencialmente letales, las armas biológicas se basan en el uso de “organismos patógenos o toxinas para dañar o matar a personas, animales o plantas”, de acuerdo con la ONU.
“Por lo general, constan de dos partes: un agente convertido en arma y un mecanismo de entrega. Además de las aplicaciones militares estratégicas o tácticas, las armas biológicas pueden utilizarse para asesinatos políticos, la infección del ganado o de los productos agrícolas para causar escasez de alimentos y pérdidas económicas, la creación de catástrofes medioambientales y la introducción de enfermedades generalizadas, miedo y desconfianza entre el público”, añade el organismo.
Las armas biológicas se valen de bacterias, virus y hongos, además de toxinas halladas en la naturaleza, para provocar daños destaca la OMS.
Algunos de los principales agentes que se han utilizado son el ántrax, la toxina botulínica y la plaga, y potencialmente virus como el ébola podrían también ser usados.
¿Por qué están prohibidas?
Las armas químicas y biológicas fueron prohibidas por primera vez en en un protocolo firmado en 1925, luego de la Primera Guerra Mundial, cuando agentes químicos como el cloro y el gas mostaza fueron usados ampliamente en el campo de batalla, con resultados devastadores que aterrorizaron a la comunidad internacional.
“Considerando que el uso en la guerra de gases asfixiantes, venenosos o de otro tipo, y de todos los líquidos, materiales o dispositivos análogos, ha sido justamente condenado por la opinión general del mundo civilizado”, dice el protocolo de 1925.
Johnny Nehme, experto del Comité Internacional de la Cruz Roja, destaca que la prohibición de estas armas se debe a que “indiscriminadas”, afectando potencialmente a personas que participan o no del conflicto, y que generan daños de por vida y efectos después de finalizado el conflicto.
Luego, la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas, de 1975, y la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y sobre su destrucción —de la cual proviene la OPAQ—, de 1997, ratificaron estatus de estas armas.
Rusia es firmante de ambas convenciones, al igual que Estados Unidos.