(CNN) – El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo este jueves que la OTAN responderá si Rusia utiliza armas químicas en Ucrania, y ha advertido previamente que Moscú “pagará un precio severo” si lo hace.

El uso de este tipo de armas contra la población ucraniana supondría una escalada drástica de la invasión rusa, y probablemente exigiría fuertes represalias por parte de Occidente.

Pero la preocupación de que Rusia pueda estar planeando dar el paso está en aumento, después de que el Kremlin sembrara la idea no fundamentada de que Ucrania y EE.UU. podrían utilizar estas armas. “Es un indicio de que ellos mismos podrían estar preparándose para hacerlo, y luego tratar de culpar a alguien más”, dijo a principios de este mes Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de EE.UU.

¿Por qué sería tan impactante su uso?

Las armas químicas contienen sustancias tóxicas diseñadas para causar la muerte o el daño a sus objetivos. Pueden esparcir sustancias químicas peligrosas, como agentes asfixiantes, vesicantes y nerviosos, que pueden atacar el cuerpo y causar la muerte a gran escala, de forma indiscriminada y en una amplia zona si se despliegan dentro de una bomba o un proyectil de artillería.

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Coronel retirado del Ejército de EE.UU. explica diferencia entre las armas químicas y las biológicas
01:37 - Fuente: CNN

Su uso está prohibido por el derecho internacional. Rusia ha firmado esos tratados y afirma que no tiene armas químicas, pero el país ya ha sido relacionado con el uso de agentes nerviosos contra sus críticos en los últimos años. Esos casos incluyen los envenenamientos de Sergei Skripal y Alexey Navalny.

Su prohibición se debe a una dolorosa historia.

El uso de agentes químicos como el gas cloro, el fosgeno y el gas mostaza fue uno de los horrores de la Primera Guerra Mundial y fue responsable de casi 100.000 muertes, según las Naciones Unidas. En respuesta, se redactó y firmó, en 1925, el Protocolo de Ginebra, que prohibía los ataques con armas químicas.

Sin embargo, hasta 25 países trabajaron para desarrollar armas químicas durante la Guerra Fría, según la Oficina de Asuntos de Desarme de las Naciones Unidas. Las largas negociaciones condujeron finalmente a la adopción de la Convención sobre Armas Químicas (CWC, por sus siglas en inglés), que entró en vigor en 1997, y que exige a las naciones que destruyan sus arsenales y prohíbe el desarrollo, la producción o el uso de armas químicas.

Sin embargo, ha habido ocasiones limitadas en las que se han utilizado en combate, y esas ocasiones han provocado consecuencias políticas en todo el mundo.

El exdictador de Iraq, Saddam Hussein, utilizó una variedad de armas químicas contra Irán, durante la década de 1980, y su uso en Siria, durante la última década, trajo consigo la amenaza de una intervención estadounidense en la guerra civil de ese país.

Los ataques en Ghouta, en 2013, y en Khan Sheikhoun, en 2017, implicaron el presunto uso de gas sarín, un agente nervioso prohibido por la CWC.

En 2013, el uso del gas, denunciado por los investigadores de las Naciones Unidas, cruzó una de las líneas rojas declaradas por el entonces presidente de EE.UU, Barack Obama, pero no se produjo ninguna acción militar.

En su lugar, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas acudió a Siria para supervisar la destrucción del programa de armas químicas del país.

Advertencias a Rusia

Aunque la declaración de Biden puede evocar el recuerdo de la malograda advertencia de la “línea roja” de Obama, en 2013, el actual presidente de Estados Unidos tiene de su lado a una OTAN unida.

El jueves, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que la alianza reforzaría sus sistemas de defensa química, biológica y nuclear en medio de los temores sobre las intenciones de Rusia.

En una declaración conjunta, el jueves, los líderes del G7 advirtieron a Rusia contra el uso de armas químicas, biológicas o nucleares.

“Cualquier uso de armas químicas o biológicas por parte de Rusia sería una violación de todas las normas, todos los acuerdos y todas las convenciones existentes”, añadió el canciller alemán, Olaf Scholz. “Solo podemos decir: ¡No lo hagan!”.