CNNE 1177742 - se reanudan las negociaciones entre ucrania y rusia
Ucrania y Rusia reanudan negociaciones en Turquía
05:35 - Fuente: CNN

Lviv, Ucrania (CNN) – Cuando golpearon la puerta de Yulia Olkhovska a las 5:30 a.m., ella sabía quién la estaría esperando afuera en la oscuridad, pero aún así, estaba aterrorizada.

Desde que Rusia invadió Ucrania, llevando tanques a pequeñas ciudades en el sudeste del país, incluyendo su ciudad natal Melitopol, ha habido una serie de oscuras desapariciones.

Periodistas como ella, activistas, políticos, personalidades públicas y residentes de áreas ocupadas por los rusos eran levantados de las calles y alejados de sus casas. Ella había tocado el tema con su marido, sobre qué harían si venían por ella; decidieron que intentarían quedarse en calma.

Así que, cuando cinco hombres vestidos de militares llegaron a su puerta en los suburbios de Melitopol el 21 de marzo, ella respiró profundo y los dejó entrar. Después de una búsqueda por todas las habitaciones que asustó a su hija adolescente a sus cuatro gatos, los rusos le dijeron a Olkhovska que fuera con ellos.

La reportera, que trabaja para el diario Melitopolski Vedomosti (MV), fue subida a una minivan y llevada a toda velocidad a su propia redacción vacía, que había sido tomada por las fuerzas rusas. En una escena surrealista, dijo que la sentaron en la oficina de su editor y la interrogaron durante cinco horas.

“Me dijeron algo así como: ‘Aquí empieza una nueva vida, y probablemente te interese participar en la construcción de esa nueva vida. No para estar al margen, sino para estar en el centro. Te damos la oportunidad de trabajar. Necesitamos gente objetiva, que sepa escribir, para documentar esta nueva vida’”, dijo Olkhovska a CNN en una llamada telefónica reciente.

Cuando la periodista aclaró que no iba a colaborar, los rusos, uno de los cuales se había presentado como miembro de la nueva administración cívico-militar, respondieron fríamente. “Dijeron que entendían que estaba asustada, un poco confundida, y no me exigieron una respuesta inmediata. Me ofrecieron dejarme pensar un poco más”, recuerda.

Una semana después de su liberación, Olkhovska sigue esperando ansiosamente que llamen a su puerta. Tras el secuestro de ella y de varios de sus colegas de MV, uno de los medios de comunicación más importantes de la ciudad de 150.000 habitantes, el director general del holding mediático decidió suspender la publicación en papel y en línea. Es una medida que han tenido que tomar otras importantes organizaciones de medios de comunicación de la región, al sopesar la imposible elección entre salvaguardar a su gente e informar sobre la amenaza a la que se enfrentan ellos y otros ciudadanos. El acceso a algunos sitios web ha sido simplemente bloqueado.

Su cobertura ha sido sustituida por propaganda rusa, transmitida desde las torres de televisión locales, en las emisoras de radio y en los canales de Telegram. Tras el secuestro del alcalde de Melitopol el 11 de marzo, la política prorrusa que lo sustituyó, Halyna Danylchenko, emitió esta declaración: “Nuestra tarea principal es ajustar todos los mecanismos a la nueva realidad para empezar a vivir de una manera nueva lo antes posible”.

El mensaje orwelliano fue uno de los primeros y escalofriantes signos de la siguiente fase de la guerra de Rusia: la ocupación. Ésta se ha caracterizado por el secuestro de funcionarios locales, el nombramiento de consejos impostores y el reclutamiento de colaboradores para crear un clima de caos y miedo. Ese libro de jugadas posterior a la invasión, que fue utilizado en 2014 por el presidente de Rusia Vladimir Putin para anexionar Crimea, y en Donetsk y Luhansk, dos regiones ucranianas donde los separatistas prorrusos aterrorizaron a parte de la población local y establecieron regímenes títeres, no está funcionando tan bien esta vez.

En Melitopol, Jersón y otras zonas que ahora están bajo control ruso, los ucranianos están luchando, saliendo a las calles a protestar, dando la alarma sobre las detenciones arbitrarias, así como sobre la desinformación, y socavando la fachada de Moscú como un gran manipulador.

También han puesto de manifiesto una cruda realidad para Putin, que creía que iba a ganar esta guerra rápidamente: aunque triunfe en el campo de batalla, es mucho menos seguro que conserve los beneficios. Los ucranianos que se unieron en una revolución prodemocrática en 2014 se han endurecido contra Rusia en los últimos ocho años, y no muestran signos de retroceso.

Pero los que se resisten a la ocupación rusa están pagando un precio increíblemente alto.

“Muchas personas activas, como los voluntarios, han cambiado sus lugares de residencia porque es muy peligroso estar en casa. Los ocupantes conocen rápidamente sus direcciones y acuden a sus casas. Los buscan, los secuestran. Algunos son liberados como yo, pronto, después de un interrogatorio, y otros son secuestrados durante mucho tiempo”, dijo Olkhovska.

“Se llevan a mucha gente normal. Ni siquiera sabemos todos los nombres. Porque la gente tiene miedo y no acude a los medios de comunicación para denunciar el secuestro de sus seres queridos”.

“Tengo miedo solo de salir a la calle”

Jersón, a orillas del río Dniéper, cerca del mar Negro, fue una de las primeras ciudades importantes en caer ante las fuerzas invasoras rusas el 2 de marzo. En las semanas siguientes, sus habitantes se han reunido habitualmente en la Plaza de la Libertad, en el corazón de la ciudad portuaria, para desafiar a su nueva autoridad.

El 22 de marzo, Oksana acudió allí con su marido Dmitry Afanasyev, que es miembro del consejo del distrito de Korabelny de Jersón, y su hija adulta, para unirse a una manifestación en apoyo de Ucrania. Pero la manifestación se convirtió rápidamente en un caos, con los rusos disparando balas de goma y utilizando gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha acusado a las fuerzas rusas de disparar contra personas desarmadas, que protestaban pacíficamente por su libertad en Jersón. “Los soldados rusos ni siquiera saben lo que es ser libre”, dijo.

Tras el estallido de la violencia, la familia Afanasyev abandonó rápidamente el lugar de los hechos y se encontraba en una calle lateral cuando, según Oksana, los soldados rusos se acercaron a ellos en una minivan e intentaron agarrarla. Dmitry, que es un reconocido atleta de taekwondo ucraniano y entrena a la selección nacional, recibió una patada en la cara, pero de alguna manera logró eludir sus garras.

Unas horas más tarde, hacia las 18.00 horas, en su casa, atendiendo la cara hinchada y ensangrentada de su marido, Oksana dijo que decenas de rusos vestidos con ropa militar aparecieron fuera en varios camiones. Asaltaron la casa de los Afanasyev, encontrando los documentos de Dmitry, el carné del ayuntamiento y la mercancía de su partido Solidaridad Europea, antes de sacarlo a rastras por la puerta.

La mujer dijo que los rusos volvieron al día siguiente para registrar su casa de nuevo, prometiendo que liberarían a su marido esa misma noche. Pero casi una semana después sigue desaparecido.

En los días posteriores a su secuestro, Oksana acudió a un hospital local y a una prisión para intentar averiguar qué le había ocurrido a su marido. Ahora se queda en casa, esperando junto a su teléfono cualquier noticia. “Temo por mi vida y me da miedo salir tan solo a la calle”, dijo a CNN.

La Misión de Observación de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ucrania dijo el lunes a CNN que había registrado al menos 45 casos de desapariciones y detenciones de funcionarios locales, activistas, periodistas y civiles desde el comienzo de la guerra. Algunos fueron detenidos durante las protestas contra la invasión rusa o por expresar abiertamente su apoyo a Ucrania, dijo un portavoz de la misión.

Unos cuantos fueron liberados posteriormente, dijo el portavoz, aunque la misión aún está verificando las cifras exactas.

Los manifestantes cantan "váyanse a casa" mientras los vehículos militares rusos dan marcha atrás en una carretera de Jersón, el 20 de marzo.

Con frecuencia se niega a las familias cualquier información sobre el destino de los detenidos. Y la mayoría está demasiado aterrorizada para hablar sobre la desaparición de sus parientes, por miedo a que pueda desencadenar una reacción contra ellos mismos o sus seres queridos.

“A los que están en los territorios ocupados, ellos [los rusos] intentan asustarlos con este terror contra los activistas locales, los funcionarios locales, los concejales y los alcaldes. Es una campaña de terror, tratando de reprimir a la gente que se mueve contra la ocupación”, dijo el legislador ucraniano Oleksiy Honcharenko, miembro del partido Solidaridad Europea de Dmitry, en una llamada con CNN sobre la detención de su colega.

La noche de la desaparición de Dmitry, la viceprimera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk, dijo en un discurso televisado que los rusos implicados en el secuestro y la tortura de ucranianos responderían por sus crímenes.

“En los últimos días he recibido muchos mensajes de personas que lograron escapar del cautiverio de los ocupantes. Informan de casos masivos de tortura de prisioneros. Me gustaría recalcar públicamente que encontraremos a todos los militares rusos y a todos los cómplices que cometan crímenes de guerra y los llevaremos ante el tribunal de La Haya y otros tribunales”, dijo.

“No crean que no conocemos sus apellidos”.

Interrogatorios, golpizas y amenazas

En el centro internacional de medios de comunicación de Lviv, ubicado en un bar de cerveza artesanal reconvertido, Reporteros sin Fronteras (RSF) y el Institute of Mass Information de Ucrania están documentando casos de detenciones arbitrarias para presentarlos ante la Corte Penal Internacional. Recientemente publicaron el escalofriante relato anónimo de un periodista ucraniano que trabaja para Radio France, que afirma haber sido torturado por soldados rusos con un cuchillo y electricidad, golpeado con barras de acero y privado de alimentos.

“Ser secuestrado, torturado por mostrar cuál es la situación en los territorios ocupados de facto de Ucrania, como Jersón, y otras zonas. Es simplemente la libertad de prensa rusa 101. Es una extensión de lo que ya hacen en Rusia”, dijo a CNN el coordinador local de RSF, Alexander Query, que también es periodista del Kyiv Independent, en una entrevista en el centro.

Oleh Baturin, periodista de la región de Jersón, fue liberado el 20 de marzo, ocho días después de su desaparición. En declaraciones a CNN desde su casa, el reportero del periódico Novyi Den dijo que fue secuestrado en una estación de autobuses de la ciudad portuaria de Kakhovka, donde había prometido reunirse con una fuente activista de confianza. La fuente, un antiguo soldado ucraniano que había participado en las protestas locales contra la ocupación, se había puesto en contacto con él después de publicar en Telegram que le preocupaba que los rusos lo estuvieran buscando, y le dijo que quería reunirse.

Baturin aceptó, pero algo en la llamada no le pareció bien. “Ese día me sentí ansioso. Compartí esa ansiedad con mi familia… y cuando salí de casa, les dije que iba a ir allí, solo para encontrarme con esta persona y volvería en 20 minutos”, recuerda.

En la estación, dijo que fue acosado por un grupo de rusos, que lo arrastraron a un minibús y lo llevaron a una serie de diferentes edificios administrativos regionales ahora bajo control ruso. “Los interrogatorios, las palizas y las amenazas duraron unas dos horas el primer día”, dijo Baturin, que describió haber estado aislado en una celda y encadenado a un radiador. “Luego hubo una presión puramente psicológica. Y los interrogatorios todos los días”.

Durante los interrogatorios, Baturin dijo que los rusos le interrogaron repetidamente sobre sus fuentes: ¿Quiénes son los activistas más destacados de la región de Jersón? ¿Cuáles eran los nombres de las personas que organizaban los mítines proucranianos? Después de ser liberado, ya que los rusos aparentemente habían perdido el interés en él, Baturin se enteró de que su fuente había desaparecido el mismo día en que él mismo fue secuestrado. Todavía no ha aparecido.

Viktoria Roshchina, periodista de la emisora de radio Hromadske, que también desapareció el 12 de marzo en la ciudad costera ocupada de Berdiansk, fue liberada 10 días más tarde después de que, según ella, la obligaran a grabar un video en el que decía que los soldados rusos “le habían salvado la vida” y que la habían “tratado bien”.

En reacción al informe de CNN, el portavoz de Putin, Dmitry Peskov, dijo que el Kremlin no estaba al tanto de los casos de desapariciones, pero que debían ser examinados cuidadosamente.

Crear una realidad alterna

La persecución de periodistas como Baturin es una parte clave del plan de ocupación de Rusia, según Sergiy Tomilenko, presidente del Sindicato Nacional de Periodistas de Ucrania, que ha documentado casos como el suyo desde la invasión de Crimea por parte de Putin hace ocho años.

“Su objetivo estratégico es crear una realidad alterna”, dijo Tomilenko. “Los ocupantes rusos proponen a los periodistas locales, a los medios de comunicación, ser sus protagonistas. En esta etapa, después de los tanques, después de los combates y la ocupación, trabajan para tratar de involucrar a los periodistas en su campaña”.

“Pero muchos no quieren colaborar, y por eso la segunda parte de su objetivo es silenciar, frenar la cobertura crítica de los medios”.
Ese enfoque de palo y zanahoria se utilizó con Svitlana Zalizetska, directora del principal periódico de Melitopol, Holovna Gazeta Melitopolya, y del sitio web de noticias RIA-Melitopol. Su padre, de 75 años, fue secuestrado por los rusos el 23 de marzo, después de que ella se negara a informar en apoyo de la ocupación.

Unas horas antes de que el alcalde de Melitopol, Ivan Fedorov, fuera secuestrado, Zalizetska dijo que la recogieron en su casa y la llevaron a una planta industrial para una reunión con la mujer que Rusia instaló en su lugar. “Halyna Danylchenko tuvo una conversación personal conmigo. Me habló de cómo debería trabajar para ellos, cooperar con ellos, qué carrera me espera en Moscú, etc. Y me dijo que el comandante quiere conocerme en persona”, dijo Zalizetska a CNN.

“Le contesté que no necesitaba a ningún comandante, porque, se lo voy a decir ahora mismo: no habrá ninguna cooperación con usted. Amo a Ucrania y quiero vivir en mi Ucrania natal. Y no en la Rushka [nombre despectivo de Rusia]”.

Tras la experiencia, Zalizetska hizo las maletas y abandonó su casa, alojándose en distintos departamentos antes de huir de la ciudad. Días después, dijo que recibió una llamada de los rusos para decirle que tenían a su padre y que la querían “cerca”. Ella se negó y afortunadamente, tres días después, lo liberaron.

Zalizetska se mantiene firme en su cobertura de la vida bajo la ocupación rusa en Melitopol para documentar secuestros y detenciones, como la de su propio padre. Pero muchos otros se han detenido, temiendo por sus vidas y la seguridad de sus familias.

Después de 20 años de trabajo como periodista, Olkhovska, la reportera de Melitopolski Vedomosti, está haciendo una pausa en sus reportajes, preocupada por que los rusos vuelvan a por ella.

Sentada en la sala de su casa, está horrorizada por la propaganda proKremlin que ahora se emite en su televisión: los 32 canales que antes recibía se han reducido a menos de 10. Observando la vida a través del espejo de Rusia, sabe con todo su ser que no podría trabajar para ellos, ayudando a difundir mentiras sobre la vida bajo la ocupación.

“Creo que probablemente volverán a venir. Pero hasta ahora, gracias a Dios, no lo han hecho. Espero que ya se hayan olvidado de mí”, dijo Olkhovska.

El alcalde electo de Melitopol, Ivan Fedorov, dijo el lunes en un video en vivo en Facebook que otro funcionario local había sido detenido y que los rusos habían cortado las comunicaciones por telefonía móvil en la ciudad. CNN no pudo contactar con sus fuentes en Melitopol este martes.
– Oleksandra Ochman contribuyó con este reportaje.