(CNN Español) – El uribismo es la corriente política creada por Álvaro Uribe Vélez que en los últimos 20 años ha estado tan presente en el país que Uribe, expresidente y exsenador, es considerado por muchos una de las figuras políticas más importantes de Colombia en ese periodo.

Pero, tras años de influencia política, y después de cuatro años de la presidencia del uribista Iván Duque —que dejó un país hundido en la violencia y con una crisis social acentuada por la pandemia— el uribismo está en decadencia, según algunos expertos.

El uribismo “hace énfasis especial en la necesidad de proveer seguridad para todos los ciudadanos”, le dijo a CNN Rafael Nieto Loaiza, analista político en Bogotá y quien para las elecciones de 2018 fue precandidato presidencial del Centro Democrático, el partido del expresidente Uribe.

El grupo político de Uribe plantea que partir de esa seguridad se pueden desarrollar los derechos y libertades de todos: emprendimientos, generación de empleo, lucha contra la pobreza, entre otros, explica Nieto Loaiza.

Según el analista, la seguridad se convierte en un “dinamizador” de la economía y resulta “fundamental” para la confianza los inversionistas.

Entre los principios del uribismo están la llamada seguridad democrática, la creación de confianza para la inversión de capital privado nacional e internacional, la cohesión social (entendida como “superación de la pobreza”), un Estado austero y el diálogo popular.

Así se consolidó el uribismo en Colombia

BOGOTA, COLOMBIA: El recién elegido presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez junto a su vicepresidente Francisco Santos saludan a sus seguidores en Bogotá en marzo de 2002.

A finales de la década de 1990 y empezando el nuevo siglo, Colombia era un país hundido en la desesperanza por los altísimos niveles de violencia por cuenta de grupos armados y gobiernos con los que los actos criminales eran constantes.

“Su premisa era la seguridad”, dijo a CNN Mauricio Jaramillo Jassir, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado en Bogotá. “Recuperar la autoridad del Estado perdida especialmente en el Gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002), en el que tuvo que enfrentar una serie de tomas guerrilleras”.

“Era el momento en que el Estado estaba casi arrodillado a merced de una guerrilla supremamente poderosa”, dijo Jaramillo Jassir.

Así que llegó la campaña presidencial de principios de siglo y un candidato poco conocido para ese entonces, que inició muy por debajo en las encuestas, empezó a treparse en la opinión pública con un discurso de mano dura contra las Farc. Álvaro Uribe Vélez, quien anteriormente se había desempeñado director de la Aeronáutica Civil, alcalde de Medellín y gobernador de Antioquia, ahora buscaba gobernar el país.

Se necesitaba mano dura, “un hombre con pantalones”, decía Revista Semana, para ese entonces uno de los medios más importantes del país, en un reportaje de 2001 llamado “El fenómeno Uribe”.

“Colombia nunca había estado tan cerca del abismo como se siente hoy”, decía el reportaje de Semana en el que se le atribuía al Gobierno de Pastrana una “falta de liderazgo, con la inseguridad rampante, con el secuestro disparado y con el escalamiento de la guerra llegando a las ciudades”.

Uribe llegó al poder en 2002 con una victoria en primera vuelta sin precedentes y un apoyo amplio entre los sectores políticos y la población civil.

Los logros del uribismo

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“El expresidente Uribe llegó en un momento en que el país estaba atravesando una compleja situación y él cambió las cosas”, le dijo a CNN en Español anteriormente el analista Ariel Ávila, experto en conflicto armado de la Fundación Paz y Reconciliación, PARES.

Durante su presidencia, Uribe lideró fuerte ofensiva militar contra las FARC que cambió el rumbo del conflicto. Su política de “mano dura” y la seguridad democrática hicieron que en su Gobierno las acciones terroristas pasaran de 1.645 en 2002 a 709 en 2005; incluso las cifras de secuestros bajaron considerablemente, pasando de más de 3.500 en el año 2000 a unos 282 al final de su mandato.

En 2002 el Gobierno colombiano puso en marcha el “Plan Choque”, con el que se reforzaron las fuerzas militares y de policía y se reforzó la lucha contra el secuestro, se implementaron los programas de pagos de recompensas y se impulsó el acompañamiento a las operaciones de la Fuerza Pública por parte de fiscales y procuradores, dice un informe del Ministerio de Defensa de 2010.

“El presidente Uribe fue el hombre que nos devolvió la esperanza a muchos colombianos. Para muchos colombianos el presidente Uribe es sinónimo de la confianza en las instituciones”, dijo en 2019 la senadora Paloma Valencia a propósito de la audiencia ante la Corte Suprema de Justicia.

Y en ese contexto, Uribe llegó a la presidencia con niveles de aprobación superiores al 70%, una tendencia que duró casi una década, incluso después de terminar sus dos periodos presidenciales.

“En esa primera etapa lo que proponía era recuperar el Estado y relanzar la economía a partir de seguridad. Y eso fue como una primera etapa en la que se hablaba más de seguridad democrática, de uribismo”, dijo Jaramillo Jassir.

Pero, agrega ese analista, “la idea que se vendió es que (los expresidentes César) Gaviria, (Ernesto) Samper, (Andrés) Pastrana, entregaron un Estado fallido, un Estado que no funcionaba y fue Uribe el que lo rescató”.

Tras impulsar una polémica modificación la Constitución en 2005 para aprobar la reelección, en 2006 inició su segundo mandato —también con victoria en primera vuelta— que terminó en agosto de 2010. Tal era su influencia política en el país, que Uribe fue el primer presidente en la historia moderna de Colombia en ser reelegido por dos periodos consecutivos.

Uribe, el “gran elector”

“Uribe fue el gran elector en Colombia hasta el 2018”, dijo Nieto Loaiza.

Y tiene razón: no solo ganó dos elecciones presidenciales, sino que su sucesor, su ministro de Defensa Juan Manuel Santos, fue elegido con las banderas de la seguridad democrática en 2010.

(Santos tomaría un camino diferente a la política con la que se hizo elegir y negoció la paz con la guerrilla de las FARC, que fue su eje de reelección en 2014. Recientemente el expresidente Juan Manuel Santos dijo en una entrevista de CNN que Uribe “es mucho mejor político” que él: “Él es un animal político”, dijo en entrevista con Camilo Egaña).

El uribismo ganó la primera vuelta de las elecciones de 2014 con Óscar Iván Zuluaga (a quien Santos derrotó en segunda vuelta) y en 2016 eligió a Iván Duque como el candidato presidencial del Centro Democrático, y también fue elegido presidente de Colombia en 2018.

En cuanto al Congreso, también tuvo gran influencia: en 2005 políticos de origen que apoyaban el Gobierno de Uribe se juntaron para crear el Partido de la U, liderado en ese primer momento por Juan Manuel Santos. Y en 2013, ya con Santos en el poder, negociando la paz con las FARC y alejado de su antecesor, Uribe fundó su propio partido: el Centro Democrático, que en su primera votación en 2014 eligió a 20 de 102 senadores y 19 representantes a la Cámara de 166. La bandera de ese nuevo movimiento era la oposición al Gobierno de Santos, a partir del rechazo a los acuerdos con la guerrilla, y con la propuesta de volver a una gestión de la llamada seguridad democrática.

También con la influencia de Uribe y el Centro Democrático, en 2016 en el plebiscito por la paz ganó la opción del no, para no refrendar los acuerdos de paz con las FARC, que luego tendría algunas modificaciones y sería finalmente firmado más tarde ese año.

El declive del uribismo

El expresidente Álvaro Uribe durante el Concordia Lexington Summit el 7 de abril de 2022.

Mauricio Jaramillo Jassir, de la Universidad Externado, señala dos etapas del uribismo: una que fue cuando Uribe gobernaba Colombia, en la que se habla “más de seguridad democrática que de uribismo”, y otra, dice, cuando Uribe sale del gobierno y empieza a ser líder de la oposición, intentando retomar el control del país.

“En la segunda etapa se habla de la Colombia post Uribe que vive una suerte de nostalgia y una politización muy grande alrededor de cuál es el legado de Álvaro Uribe Vélez”, dijo Jaramillo Jassir.

En esa Colombia post Uribe, dice el experto, el país ha conocido una serie de acontecimientos que le han ido quitando credibilidad al expresidente.

Allí están los famosos escándalos de las ‘chuzadas’ a opositores durante su gobierno; varios de sus cercanos colaboradores de ese mandato que han ido presos; un caso de manipulación de testigos por el que actualmente está siendo procesado en la Justicia (podría ser el primer exmandatario en enfrentar un juicio en el país), y uno de los casos más infames en la historia de Colombia: los falsos positivos, con los que el Ejército asesinó a 6.402 civiles para hacerlos pasar por guerrilleros muertos en combate. Uribe, quien no ha sido acusado ni vinculado formalmente a las investigaciones por falsos positivos, ha negado que hubiera ordenado asesinatos y aseguró que durante su gobierno enfrentó y sancionó “toda violación de derechos humanos”.

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“La postura del uribismo hoy en día es un poco de esta idea de que Uribe es víctima de una campaña de descrédito, que está siendo juzgado por Cortes que son progresistas de izquierda, manipuladas por la guerrilla (de las FARC)”, dice el analista.

Y ante esto, hay una corriente contrauribista que, según el experto, son quienes “consideran que en muchos años se cometieron excesos, violación del derecho internacional humanitario, ejecuciones extrajudiciales, intimidación a la prensa, a las cortes, etc.”

“Entonces tenemos esas dos versiones: una histórica en los ocho años de Uribe y una nostálgica que tiene a Colombia aquí en un estado de polarización muy grande”, dijo Jaramillo Jassir.

Uribe, cuyo nivel de favorabilidad más alto en las encuestas lo alcanzó en 2009 con la Operación Jaque (en la que el Ejército liberó a 15 secuestrados, incluyendo a la política Ingrid Betancourt y tres estadounidenses) llegando a un 85%, empezó desde que inició su oposición al Gobierno de Santos. Ahora tiene uno de los índices de desfavorabilidad más altos llegando incluso al 73% de imagen negativa. La desfavorabilidad de Uribe se acentuó desde el inicio del Gobierno de Iván Duque en agosto de 2018, según una encuesta de Invamer que mide históricos desde 1996.

El “desgaste” político de Uribe

La elección de Duque como presidente y los cuatro años de su gobierno, que han sido blanco de críticas por parte de su mismo partido, tienen a esta fuerza política en declive.

“Eso es parte del resentimiento de la base uribista incluso con el presidente Urbe”, dice Nieto Loaiza.

“El uribista de base le cobra al presidente Uribe lo que ellos denominan su error al haber apoyado a Santos en su momento y a Duque después”, agregó.

Nieto dice que Uribe se ha “desgastado” frente a su base por cuenta de las gestiones de Santos y Duque: “Eso explica en buena parte la erosión de la popularidad del presidente Uribe”

Y con una alta desfavorabilidad, el propio expresidente Álvaro Uribe ha reconocido que su apoyo a cualquier candidato en las elecciones presidenciales de 2022 podría restar en vez de sumar.

“Cualquier candidato al que yo me le acerque, ahí mismo dicen ‘uribista’ y le ponen un estigma”, dijo Uribe a mediados de abril. “Inclusive me daba pena que Óscar Iván [Zuluaga] saliera conmigo en caminatas y a él se lo dije.

“Yo por eso quiero hacer ahora una tarea aplicando aquí el principio: Mucho hace el que no hace estorba”, dijo Uribe a periodistas.

Tras las últimas elecciones al Congreso, que fueron una especie de referendo para Duque y para el propio uribismo, esta fuerza política quedó diezmada y sus principales opositores, el Pacto Histórico, una reunión de fuerzas políticas de izquierda, ganó la mayoría de curules en el Congreso en 2022.

Las más recientes encuestas muestran al líder de izquierda Gustavo Petro —quien ha sido el más fuerte contradictor de Uribe durante años— como el posible ganador de la elección presidencial, dando cierre, quizás, a 20 años de la era del uribismo en Colombia.