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Perros de terapia ayudan a lidiar con el dolor en Uvalde: "Es más fácil para los niños hablar con los perros"
00:46 - Fuente: CNN

(CNN) –– A Carlos Hernández le gusta cocinar, especialmente cuando lo hace para las personas que quiere. Pero este martes, por primera vez en su vida, no pudo encender la parrilla.

“No hay manera de que pueda abrir mi cocina con el corazón roto y que me divierta haciéndolo”, escribió en Facebook. Horas antes, un hombre armado había ingresado a la escuela primaria Robb, a solo 1,6 kilómetros de su restaurante, y masacrado brutalmente a 19 niños y dos maestros en un acto de maldad incomprensible.

Eso dejó a Hernández conmocionado, brevemente paralizado.

Pero dos días después, con determinación y desesperación, se puso un delantal y se puso a trabajar. Decidió que ahora, más que nunca, Uvalde necesitaba sus comidas.

En cuestión de horas, Hernández había repartido más de 60 bandejas de tamaño familiar de pescado frito, cremosos macarrones con queso y otros platos aclamados en Texas a los afligidos miembros de la comunidad, demasiado angustiados para cocinar ellos mismos.

Entre platos llenos, Hernández se tomó el tiempo para abrazar, llorar y escuchar a los vecinos mientras descargaban días de emociones y estrés reprimidos. Muchos, destrozados por la violencia, lloraron, comieron y luego volvieron a llorar.

"Uvalde Strong" y otros mensajes de esperanza están escritos en las ventanas de Carlitos Way.

Para animar a los transeúntes, él incluso escribió mensajes de esperanza y unión en las ventanas de su restaurante.

“Es una situación realmente difícil, solo estoy tratando de mostrarles a los niños que nos tienen como su columna vertebral y como un sistema de apoyo”, dijo a CNN. “Siempre lo somos, haya o no incidente”.

Hernández es solo una de las muchas personas que se han unido bajo el lema “Uvalde Strong” (“Uvalde fuerte”) para ayudar a aliviar a otra comunidad estadounidense destrozada por el flagelo de la violencia armada. La semana pasada, cientos de personas, de cerca y de lejos, se apostaron en el centro de la ciudad para ofrecer servicios voluntarios y otros actos de solidaridad.

“Lo que hacemos es mostrarles a las familias que nos importan”, dijo Hernández, antes de admitir que no sabe si la comunidad alguna vez se recuperará por completo. Sin embargo, por ahora, él y otros están comprometidos en ayudar a Uvalde a superar el duelo y a afrontarlo.

“Te hace pensar en tus propios hijos”

Para Patrick Johnson viajar a Uvalde representa tanto un acto de servicio como de supervivencia. Al enterarse de la masacre, quedó tan abrumado por el dolor que no pudo continuar con su día.

“Inmediatamente me derrumbé y lloré”, dijo Johnson, de 58 años, a CNN. “Ni siquiera soy de esta comunidad, pero me duele. Te hace pensar en tus propios hijos. Te hace darte cuenta de que podrías haber estado de luto por tus hijos”, añadió.

Johnson preparó su coche y condujo más de siete horas desde Harleton (Texas) hasta Uvalde. Su primera parada en la ciudad fue el Walmart, donde llenó su maletero de juguetes para niños antes de dirigirse a la plaza del pueblo.

Durante tres días, Johnson se sentó bajo el sol de Texas mostrando una mesa llena de animales de peluche, camiones en miniatura, frisbees y balones de fútbol. Invitó a los niños que pasaban a elegir cualquier juguete que les gustara, un simple regalo de un extraño con un gran corazón. Cada vez que la mesa se vaciaba, corría a Walmart para reabastecerse.

Patrick Johnson condujo siete horas desde Harleton, Texas, para ofrecer juguetes a los niños de Uvalde.

“Cuando pierdes algo, especialmente cuando eres niño, necesitas algo más a lo que aferrarte”, dijo. “Esto alegra a los niños, así que me alegra a mí”.

“Ha sido una montaña rusa de emociones. Estaba repartiendo juguetes y una niña quería un cachorrito grande y blanco que yo tenía, simplemente se le iluminó la cara. Le dije que competiría con ella por el juguete y la dejé ganar. Ella tomó el cachorro de juguete y la forma en que lo sostuvo… me abrazó y me dijo gracias y lo feliz que estaba. Por eso estoy aquí”, añadió.

No es la primera vez que Johnson ofrece apoyo a una comunidad de Texas que se tambalea por la violencia armada. Condujo hasta Sutherland Springs en 2017 y Santa Fe en 2018 para proporcionar atención y asistencia después de los tiroteos masivos allí.

Las tragedias repetidas dejan a Johnson emocionalmente exhausto, pero dice que es en Uvalde donde debe estar ahora.

“Especialmente en Texas, no esperamos a que el gobierno haga las cosas, ayudamos a nuestra propia gente”, dijo, antes de alentar a otros a unirse al esfuerzo.

“Hay muchas maneras de ser una bendición para las personas”, insistió.

Un refugio para las familias en duelo

Antes del tiroteo, la Biblioteca Conmemorativa de El Progreso era simplemente un lugar para leer y sacar libros prestados. Pero se ha transformado en un espacio para sanar.

“Queremos que nuestro edificio sea un espacio seguro, un refugio tranquilo, calmado y fresco”, dijo Mendell Morgan, director de la biblioteca, a CNN.

La Biblioteca Conmemorativa de El Progreso se ha transformado en un espacio para sanar.

Un día después de la tragedia, la biblioteca recibió a los miembros de la comunidad con una selección de libros y otros recursos sobre el dolor y el duelo, así como sobre la esperanza, la inspiración y la orientación. También llevó a cabo “La hora del cuento con la señorita Martha”, donde la bibliotecaria Martha Carreón leyó, cantó y se rio junto a los niños locales.

Morgan explica que quiere que El Progreso desempeñe un papel activo en el proceso de sanación de los niños y adultos de Uvalde. En los próximos días y semanas, la biblioteca tendrá actividades con psicólogos, masajistas, pianistas, magos y artistas para compartir sus talentos con la comunidad.

“Este es un pequeño pueblo rural con un fuerte componente hispano. La familia es clave en esta cultura, por lo que el acto atroz ha impactado a una enorme cantidad de personas en Uvalde y mucho más allá”, señaló.

Para garantizar que el apoyo continúe, su equipo estableció el Fondo de Libros en Memoria de Los Angelitos de Robb. Las donaciones, que ya comenzaron a llegar de todo EE.UU., se utilizarán para comprar libros, juegos, rompecabezas y financiar programas que ayudarán a poner a las familias en el proceso de sanarn, dijo Morgan.

“Todavía estamos en estado de shock”, dijo. “Primero, se necesita tiempo para permitirnos a todos recuperarnos del impacto, enfrentar la realidad de las secuelas y encontrar formas positivas de seguir adelante”, completó.

“Esta es una comunidad fuerte en la que nos preocupamos los unos por los otros”, agregó Morgan. “Muchos, si no la mayoría aquí, se aferran a su fe creyendo en Dios, que el bien es más fuerte que el mal y que la luz es más fuerte que la oscuridad”.

“Nos quedaremos todo el tiempo que nos necesiten”

Durante siete años, Bonnie Fear ha viajado junto a Lutheran Church Charities por EE.UU. para ofrecer consuelo a los sobrevivientes de tragedias con perros de apoyo emocional.

Esta semana, la coordinadora de respuesta a crisis y su equipo de entrenadores están en Uvalde con ocho golden retrievers: Abner, Cubby, Devorah, Elijah, Gabriel, Joy, Miriam y Triton.

Los adiestradores de perros de Lutheran Church Charities ofrecen consuelo a las familias en duelo en Uvalde, Texas.

Juntos, se sientan en la plaza del pueblo invitando a adultos y niños por igual a pasear y jugar. De hecho, los perros usan chalecos azules que dicen “por favor, acaríciame”.

“Muchas veces, después de algo así, la gente no quiere hablar con un humano”, explicó Fear a CNN. “Luego de eventos traumáticos, las personas no quieren lidiar con otras personas, a veces solo quieren algo que puedan tocar, hablar sin ser juzgados, y es así de simple”, agregó.

“Ellos muestran amor incondicional”, indicó, señalando a los perros.

Hay signos de dolor por toda la plaza del pueblo. Una mujer se arrodilla frente a una cruz y llora, temblando tanto que lucha por recuperar el aliento. En el banco detrás de ella, una familia de tres se sienta juntos recitando una oración.

El aire está cargado de tristeza, y los niños lo sienten, hasta que ven a los perros. De repente sus rostros se iluminan con sonrisas.

Una niña pasa el tiempo con un perro de consuelo en Uvalde.

Una niña pequeña se sienta en el césped y abraza a Miriam, una princesa de orejas caídas a la que le encanta que la abracen. Cuando se aleja, se ven lágrimas corriendo por su rostro. Pero cuando Miriam entra por un beso, se ríe. Su madre mira luchando por contener las lágrimas.

“Es por eso que estamos aquí, para ayudar a las personas a expresar sus sentimientos”, dijo Fear.

A primera hora del sábado, Fear y su equipo asistieron a un acto privado en el que las familias directamente afectadas por el tiroteo se reunieron para llorar.

“Se notaba que muchos de los niños aún no estaban listos para hablar. Caminaban hacia un perro bastante tristes y confundidos”, dijo. “Pero cuando terminaron con ese perro, estaban abrazándose y sonriendo e incluso hablando con el perro”.

Los padres se sintieron abrumados por la emoción cuando vieron a sus hijos interactuar con los animales, dijo Fear. Por primera vez en días, sus hijos volvían a sonreír.

En un momento, hubo tantas risas provenientes del área que los funcionarios se preocuparon y se acercaron para verificar qué estaba sucediendo, dijo.

“Era nuestro grupo con nuestros perros y niños”, dijo Fear. “No diré que estaban felices exactamente, pero estaban disfrutando el momento de olvidarse del horror”.

El proceso de duelo y sanación llevará mucho tiempo, dijo Fear. Para muchos, aún no ha comenzado.

“Volveremos. En una crisis como esta, el proceso de sanar no ocurre en cuatro o cinco días. Traeremos más perros y nos quedaremos todo el tiempo que sea necesario”.