(CNN) – Si no consigues una invitación a la mayor fiesta de la ciudad, actúa como si estuvieras demasiado ocupado para que te importe.
Mientras el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, saludaba a más de 20 líderes del hemisferio occidental en Los Ángeles, uno de los excluidos de la reunión de California está manteniendo sus propias conversaciones de alto nivel en el otro lado del globo: el líder venezolano Nicolás Maduro voló apresuradamente a Ankara para reunirse con su homólogo de Turquía.
La Cumbre de las Américas, una reunión trienal de líderes regionales desde Alaska hasta la Patagonia, que EE.UU. acoge por primera vez desde 1994, es el esfuerzo más fuerte de la administración de Biden para impulsar la agenda de EE.UU. en el hemisferio occidental. Pero la organización de la cumbre ha estado lejos de ser perfecta.
Los líderes de Cuba, Nicaragua y Venezuela fueron excluidos de la reunión debido a sus gobiernos autocráticos y a su pobre historial en materia de derechos humanos, lo que llevó a los líderes de varios otros países a boicotear la Cumbre en solidaridad. En la deserción más notable, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, envió a funcionarios de menor rango en su lugar.
Cuba, que había sido invitada a cumbres anteriores en 2018 y 2015 y esperaba ser invitada también este año, calificó su exclusión de “antidemocrática”.
Maduro también criticó la decisión, pero fue más allá al llamar al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, para una visita que parece haber sido organizada a última hora. Según la ley venezolana, el jefe de Estado debe recibir una autorización del Congreso para viajar al extranjero en visitas oficiales. La Asamblea Nacional, controlada por Maduro, confirmó la autorización este martes por la noche, una hora después de que el avión presidencial hubiera aterrizado en Ankara.
El objetivo principal de la visita estaba claro desde el principio: Maduro está enviando un mensaje de que, independientemente de la exclusión de Estados Unidos, siempre habrá gente dispuesta a recibirlo en todo el mundo.
“Hoy tendré una apretada agenda de reuniones con el hermano presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. […] La voz de Venezuela se escucha en todo el mundo”, tuiteó Maduro en la mañana de este miércoles.
Aunque Turquía es miembro de la OTAN y aliada de Estados Unidos, también ha sido amiga del hombre fuerte venezolano. Turquía ha sido un comprador del oro de Venezuela —alguno de ellos manchado con acusaciones de abuso de los derechos humanos— desde al menos 2018, y Maduro y Erdogan se han visitado mutuamente en múltiples ocasiones en los últimos años.
La visita de Maduro también permite a Erdogan enviar un mensaje de que su país es independiente y consigue tomar las decisiones de política exterior que quiera.
Convenientemente, Rusia también parece estar en la mezcla: el mismo día que Maduro aterrizó en Turquía, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, se encontraba en Ankara. El presidente de Venezuela ha sido un firme partidario de la guerra de Rusia en Ucrania, incluso cuando Washington consideraba permitir que su petróleo volviera al mercado mundial para sustituir al de Rusia.
Aunque no ha habido ninguna declaración oficial sobre si las dos partes se reunieron en Ankara, se puede apostar que la coincidencia no pasó desapercibida para Washington.