(CNN) – Llevo mucho tiempo escribiendo sobre la delicada situación en la que se encuentran las empresas, especialmente en los últimos dos años, cuando las fisuras políticas y culturales en Estados Unidos obligan a prácticamente todas las figuras públicas a adoptar una postura moral. ¿Por qué tienen que intervenir todos los CEO en cada hashtag y tendencia de Twitter? ¿No podemos dejar que Coca-Cola sea Coca-Cola?
Hubo un tiempo en el que la respuesta era afirmativa: en la era previa a las redes sociales, podría no haber importado que el CEO de tu supermercado no hiciera una declaración pública sobre una decisión de la Corte Suprema. Había vías, y casi siempre nos quedábamos en ellas.
Pero un par de cosas sucedieron para difuminar las líneas entre las empresas y sus consumidores:
- Primero, las empresas estadounidenses se hicieron mucho, mucho más grandes. Tu tienda local se convirtió en un Walmart o un Target, o en una cadena propiedad de uno de los pocos supermercados nacionales. La consolidación del mercado.
- Luego, las redes sociales dieron a esas marcas una forma totalmente nueva de dirigirse a nosotros con sus anuncios.
- A cambio, nosotros, el pueblo, obtuvimos entregas gratuitas en dos días y un inventario prácticamente ilimitado de productos entre los que elegir.
- Cuanto más pusiéramos nuestras vidas en internet, más acceso tendrían las empresas a nosotros, para averiguar lo que queremos y satisfacer mejor esos deseos.
Las empresas de Estados Unidos entraron en la escena de las redes sociales de forma torpe, como en la época en que todos nuestros padres decidieron unirse a Facebook y convertir ese sitio en, bueno, el Facebook moderno. Las empresas se apresuraron a contratar a jóvenes gestores de redes sociales que pudieran “comprometerse” con la gente. Querían participar. Y nosotros no podíamos detenerlos.
Así que no es de extrañar que algunos de nosotros nos preguntemos dónde está la voz de las empresas estadounidenses cuando la conversación se centra en asuntos más oscuros y complicados.
Como informó el Times el fin de semana, las empresas tuvieron más de un mes para elaborar una respuesta frente a la anulación del fallo del caso Roe. La mayoría de ellas, incluidas algunas que se alinearon con Black Lives Matter o defendieron los derechos LGBTQ, no han pronunciado una palabra sobre la disolución del derecho federal al aborto.
A lo mucho, algunas empresas dicen que financiarán los abortos de sus propias empleadas si tienen que viajar fuera del estado para el procedimiento. Eso no es insignificante, pero también pasa por alto la cuestión: las personas más afectadas por el fin de Roe no serán las que trabajan en un banco de Wall Street o en una empresa tecnológica.
Tal vez el tema sea demasiado polarizante, y no merezca la pena arriesgarse a ofender a los clientes de uno u otro bando. Quiero decir, solo hay que mirar al pobre Bob Chapek, el CEO de Disney que se pronunció (aunque tímidamente) a favor de los derechos LGBTQ y llevó a ese gigante global de los medios de comunicación de US$ 175.000 millones a una mala situación…
Oh, espera. Resulta que Disney sigue siendo un gigante mundial de los medios de comunicación de US$ 175.000 millones y el hogar de franquicias tan queridas como Star Wars, Marvel, Pixar y ESPN. ¿Las disputas de Chapek con el gobernador de Florida incrementaron la factura legal de Disney y molestaron a su equipo de relaciones públicas? Claro que sí, pero también era lo correcto, ya sea que se defina “correcto” como una idea buena para el mundo o para el negocio, los fans y empleados de Disney dejaron claro que querían que la compañía tomara una posición.
Así pues, esta es mi sugerencia para los líderes de las empresas estadounidenses preocupados por defender los derechos reproductivos de la mitad de la población de Estados Unidos: ¿intentarlo?
Como por ejemplo, ¿probar el concepto de liderazgo moral y ver cómo se siente? Porque nos dijeron que querían participar, y esa foto de perfil con la bandera del arcoiris está empezando a hacerme pensar que solo querían, no sé, fingir que defendían los derechos humanos cuando pensaban que la lucha ya estaba ganada y que el precio de sus acciones estaba siendo inflado por las políticas monetarias diseñadas para evitar que la economía se derrumbara bajo la presión de una pandemia que ocurre una vez en una generación. ¿Y tal vez ahora que la inflación está afectando a los ingresos y que estamos en un mercado bajista, ese riesgo para la cuenta de resultados da un poco más de miedo que en 2020?
Solo una idea.