Kyiv, Ucrania (CNN) – Todos los días, Olga viaja en autobús desde su casa en la ciudad ocupada por Rusia de Enerhodar, a orillas del río Dnipro en el sureste de Ucrania, hasta la cercana planta de energía nuclear de Zaporiyia, donde trabaja.
La planta, el complejo nuclear más grande de su tipo en Europa, es el punto focal de la creciente preocupación mundial tras el aumento de los bombardeos que incrementaron los temores de un posible accidente nuclear y provocaron llamados a expertos internacionales para que visiten la instalación.
Kyiv ha acusado repetidamente a las fuerzas rusas, que se apoderaron de la planta en marzo, de almacenar armamento pesado dentro del complejo y usarlo como bastión para lanzar ataques, sabiendo que Ucrania no puede devolver el fuego sin correr el riesgo de golpear uno de los seis reactores de la planta, un error que significaría un desastre. Mientras tanto, Moscú ha afirmado que las tropas ucranianas están atacando el sitio. Ambas partes han tratado de señalar con el dedo al otro por amenazar con terrorismo nuclear.
Para Olga y sus colegas ucranianos que aún trabajan en la planta, la posibilidad de un desastre nuclear no es solo una pesadilla, es una realidad diaria.
Es “como dormir y mirar un sueño”, le dijo a CNN en una entrevista telefónica reciente, describiendo el shock surrealista y prolongado que experimentó trabajando en la planta, que aunque está en manos de las fuerzas rusas, todavía es operada principalmente por técnicos ucranianos.
En los meses transcurridos desde que se capturó la instalación nuclear, los empleados ucranianos comenzaron a regresar lentamente, realizando tareas en habitaciones parcialmente destruidas y solo entrando en contacto con soldados rusos cuando cruzan dos puntos de control para ingresar al complejo.
“Después de la ocupación, solo el personal operativo trabajaba en la estación. Había muchas habitaciones y ventanas rotas y quemadas. Luego, gradualmente comenzaron a ir a pedirle a la gente que viniera a trabajar para tareas específicas”, dijo Olga, cuyo nombre ha sido cambiado a proteger su identidad.
“Ahora la parte del personal que no se fue está trabajando. Se fue entre un 35 y un 40 % de los trabajadores”.
El personal reducido y el estallido de los combates están haciendo que las condiciones de trabajo sean cada vez más precarias.
Ucrania y Rusia volvieron a intercambiar culpas después de que ocurrieron más bombardeos alrededor de la planta durante la noche del jueves, solo unas horas después de que Naciones Unidas pidiera a ambas partes que cesaran las actividades militares cerca de la central nuclear, advirtiendo de lo peor si no lo hacían.
“Lamentablemente, en lugar de la distensión, en los últimos días ha habido informes de otros incidentes profundamente preocupantes que, si continúan, podrían conducir al desastre”, dijo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en un comunicado. “Insto a la retirada de cualquier personal y equipo militar de la planta y a evitar cualquier despliegue adicional de fuerzas o equipo en el sitio”.
Dirigiéndose a una reunión del consejo de seguridad de la ONU en Nueva York el jueves, el jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, dijo que los ataques recientes habían destruido partes de la planta, con el riesgo de una posible fuga de radiación “inaceptable” y Pidió que se permita de manera urgente el acceso de un equipo de expertos al sitio, donde la situación “se ha ido deteriorando muy rápidamente”.
“Esta es una hora seria, una hora grave, y se debe permitir que la OIEA lleve a cabo su misión en Zaporiyia lo antes posible”, dijo Grossi.
Energoatom, la compañía de energía nuclear estatal de Ucrania, acusó el jueves a las fuerzas rusas de atacar un área de almacenamiento de “fuentes de radiación” y bombardear un departamento de bomberos cerca de la planta. Un día después, la empresa dijo en un comunicado en su cuenta de Telegram que la planta estaba operando “con el riesgo de violar las normas de seguridad contra la radiación y contra incendios”.
El ministro del Interior de Ucrania, Denys Monastyrskyi, dijo el viernes que “no había un control adecuado” sobre la planta y que a los especialistas ucranianos que permanecieron allí no se les permitió el acceso a algunas áreas donde deberían estar.
CNN no puede confirmar los detalles proporcionados por Energoatom o Monastyrskyi, pero Grossi ha dicho que algunas partes de la planta no estaban operativas. Olga también confirmó que partes del complejo son inaccesibles para el personal ucraniano.
Rusia ha seguido acusando a Ucrania de estar detrás de los ataques. Un funcionario local de la administración de la ocupación, Vladimir Rogov, dijo el viernes a la agencia de noticias estatal rusa Rossiya 24 que había “daños constantes” en la línea de transmisión de energía de la planta y sugirió que el complejo podría ser “desactivado”, sin ninguna explicación de cómo podría suceder eso.
Las autoridades ucranianas dicen que los cohetes rusos disparados desde la planta de energía nuclear han golpeado la ciudad de Nikopol, en el margen derecho del río Dnipro, y los distritos circundantes durante la última semana. Al menos 13 personas murieron en el bombardeo durante la noche del martes y varias más resultaron heridas el miércoles y el jueves por la noche, incluida una niña de 13 años, según funcionarios locales.
En los últimos meses, Olga dijo que ha visto llegar equipos militares rusos al complejo nuclear, aunque gran parte de ellos ahora están ocultos a la vista. “Inicialmente, habían equipos en el territorio de la estación, ahora hay aún más”, dijo, y agregó que los empleados no pueden ingresar a las áreas donde se almacenan.
Pero cuando regresa a casa del trabajo, la potencia del fuego ruso es claro, dijo. “Los horrores suceden por la noche, están bombardeando la ciudad.
“El golpe entrante en el margen derecho (del río) se sacude tanto que las casas tiemblan y las ventanas tiemblan. Es espeluznante en el silencio de la noche cuando la gente duerme”, agregó.
Al otro lado del Dnipro, en Nikopol, los ataques ahora se sienten implacables.
Desde la ventana de su casa cerca del puerto de la ciudad, Oksana Miraevska puede mirar a través del agua y ver la andanada de proyectiles que se aproximan.
“Si pasa algo con la central, algún accidente… No puedo pensar en eso. ¿Crees que alguien nos pueda ayudar? ¡Estamos a 7 kilómetros de la central nuclear al otro lado del río! Nada nos salvará, estoy seguro”, dijo Miraevska, propietaria de una pequeña empresa de 45 años, a CNN en una llamada telefónica.
“Es por eso que ni siquiera entretengo ese pensamiento”.
Cuando estalló el bombardeo el mes pasado, Miraevska dijo que muchos residentes huyeron presas del pánico, pero ella se quedó tratando de ayudar localmente, principalmente acogiendo a mascotas abandonadas. Por la noche, ella y su hijo adolescente bajan a los animales a su sótano convertido en refugio antiaéreo, donde todos duermen.
“Cuando comenzaron a bombardearnos, la vida en general cambió. Vivo en el sótano, vamos allí a pasar la noche. Hemos estado durmiendo allí durante un mes”, dijo Miraevska.
“No creo que se deba subestimar al enemigo”, agregó.
Es el mismo mensaje del que se hacen eco los expertos internacionales que advierten sobre el impacto desastroso que podría causar un proyectil errante.
El fin de semana pasado, los proyectiles dañaron una instalación de almacenamiento en seco —donde se guardan los contenedores de combustible nuclear utilizado en la planta— así como los detectores de monitoreo de radiación, lo que imposibilitó la detección de cualquier posible fuga, según Energoatom. Los ataques también dañaron una línea eléctrica de alto voltaje y obligaron a uno de los reactores de la planta a dejar de funcionar.
Ese aumento en los bombardeos empujó al OIEA a intensificar sus esfuerzos para enviar una misión de expertos a visitar la planta para evaluar y salvaguardar el complejo.
Si bien una evaluación inicial realizada por expertos no encontró “ninguna amenaza inmediata para la seguridad nuclear” en la planta, Grossi dijo el jueves que “esto podría cambiar en cualquier momento”. Agregó que si bien la agencia estaba en contacto frecuente con las autoridades ucranianas y rusas sobre la planta, la información proporcionada era “contradictoria”.
Las demandas de cese de hostilidades han crecido durante la última semana. El grupo G7 de las principales naciones industrializadas emitió un comunicado de su reunión en Alemania el miércoles pidiendo a Rusia que retire sus fuerzas y entregue el control de la planta a Ucrania.
La declaración culpó a las fuerzas armadas rusas, que según los países del G7 estaban “aumentando significativamente el riesgo de un accidente o incidente nuclear y poniendo en peligro a la población de Ucrania, los estados vecinos y la comunidad internacional”.
Un portavoz del Departamento de Estado dijo el jueves que Estados Unidos respaldó los llamados a mantener una “zona desmilitarizada” alrededor de la planta de energía nuclear y exigió que Rusia “cese todas las operaciones militares en o cerca de las instalaciones nucleares de Ucrania”.
Olga Voitovych, Yulia Kesaieva y Anna Chernova de CNN contribuyeron a este reporte.