(CNN) – Muchos californianos le temen al “Big One”, pero podría no ser el desastre natural que te imaginas.
No es un terremoto. Y no es la megasequía. En realidad es exactamente lo contrario: una megainundación.
Un nuevo estudio de Science Advances muestra que el cambio climático ya ha duplicado las posibilidades de que se produzca una inundación desastrosa en California en las próximas cuatro décadas. Y los expertos dicen que sería distinto a todo lo que cualquier persona viva ha experimentado.
Daniel Swain, científico del clima de la UCLA e investigador que participó en el estudio, describe una megainundación como “una inundación muy grave en una amplia región que tiene el potencial de provocar impactos catastróficos en la sociedad de las zonas afectadas”. El científico afirma que una megainundación es similar a las inundaciones repentinas de 1.000 años vistas este verano en el área de Saint Louis y Kentucky, pero en un área mucho más amplia, que podría abarcar todo el estado de California.
Estas inundaciones masivas, que según los expertos convertirían las tierras bajas de California en un “vasto mar interior”, podrían haber ocurrido antes una vez en la vida en el estado. Pero los expertos afirman que el cambio climático está aumentando la probabilidad de estos desastres catastróficos, haciendo que se produzcan más bien cada 25 o 50 años.
El cambio climático sobrecarga los episodios de lluvias intensas, haciendo que las inundaciones repentinas se produzcan con mayor regularidad, como se ha observado varias veces este verano en el este de Kentucky, Saint Louis e incluso en el Parque Nacional del Valle de la Muerte de California.
California es propensa a estas inundaciones de los ríos atmosféricos de forma natural, y ya se han producido grandes inundaciones a causa de ellos, pero el cambio climático está subiendo la apuesta, y millones de personas podrían resultar afectadas.
Según el estudio, los ríos atmosféricos podrían ser consecutivos durante semanas, como se ve en esta animación. Xingying Huang, uno de los autores del estudio, realizó este bucle, que ilustra el transporte de vapor de agua y la posible acumulación de precipitaciones en determinados tramos de tiempo durante el escenario de 30 días.
La zona con mayor destrucción sería el Valle Central de California, incluyendo Sacramento, Fresno y Bakersfield, según proyectan los autores del estudio. El Valle Central, que tiene aproximadamente el tamaño de Vermont y Massachusetts juntos, produce una cuarta parte del suministro de alimentos del país, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
Según el estudio, una inundación del tamaño de este valle podría ser la catástrofe geofísica más costosa hasta la fecha, con un estimado de más de un billón de dólares en pérdidas y devastando las zonas bajas del estado, incluidos los condados de Los Ángeles y Orange.
Esto supondría un costo cinco veces superior al del huracán Katrina, la catástrofe más costosa de la historia de Estados Unidos.
“Una inundación de este tipo en la California moderna superaría probablemente los daños de un terremoto de gran magnitud por un margen considerable”, indica el estudio.
Este estudio es la primera fase de una serie de tres partes que estudian los efectos de una futura megainundación en California. Se espera que las dos fases siguientes se publiquen dentro de dos o tres años.
“En última instancia, uno de nuestros objetivos no es solo entender estos eventos científicamente, sino también ayudar a California a prepararse para ellos”, dijo Swain. “Es una cuestión de cuándo y no de si (la megainundación) ocurre”.
Ya ha ocurrido antes. Volverá a ocurrir, pero peor, advierten los científicos
Hace más de 150 años, una fuerte serie de ríos atmosféricos inundó el Estado Dorado, provocando una de las inundaciones más excepcionales de la historia tras una época de sequía que había dejado el Oeste reseco durante décadas.
Las comunidades quedaron demolidas en cuestión de minutos.
Era el invierno de 1861-1862 y una megainundación histórica transformó los valles de San Joaquín y Sacramento en un “temporal pero vasto mar interior”, según el estudio. Algunas zonas tuvieron hasta 9 metros de agua durante semanas, destruyendo infraestructuras, tierras de cultivo y pueblos.
Sacramento, la nueva capital del estado en ese momento, estuvo bajo tres metros de agua llena de escombros durante meses.
La catástrofe comenzó en diciembre de 1861, cuando cayeron casi 4,5 metros de nieve en Sierra Nevada. Repetidos ríos atmosféricos dejaron caer lluvias cálidas durante 43 días a partir de entonces, vertiendo agua por las laderas de las montañas y en los valles.
Cuatro mil personas perdieron la vida, un tercio de las propiedades del estado fueron destruidas, una cuarta parte de la población ganadera de California se ahogó o murió de hambre, y una de cada ocho casas fue una pérdida total por las aguas de la inundación.
Además, una cuarta parte de la economía californiana fue arrasada, lo que provocó la quiebra de todo el estado.
Swain advierte que una megainundación como ésta volverá a ocurrir, pero será peor y más frecuente.
“Descubrimos que el cambio climático ya ha aumentado el riesgo de una megainundación en California, pero que el futuro calentamiento climático probablemente provocará un aumento del riesgo aún mayor”, advierte el estudio.
Muchas de las grandes ciudades actuales, con millones de habitantes, están construidas directamente sobre los antiguos depósitos de las inundaciones, añadió Swain, lo que pone en peligro a mucha más gente.
En 1862 vivían en California unas 500.000 personas. Ahora, la población del estado supera los 39 millones.
“Cuando esto (la inundación) ocurra de nuevo, las consecuencias serán muy diferentes a las de la década de 1860”, dijo Swain.
El cambio climático aumenta la cantidad de lluvia que puede contener la atmósfera y hace que caiga más agua en el aire en forma de lluvia, lo que puede provocar inundaciones inmediatas. Ambas cosas ocurren y seguirán ocurriendo en California.
El nuevo estudio muestra un rápido aumento de la probabilidad de que se produzcan ríos atmosféricos fuertes o extremos de una semana de duración durante la estación fría. Un río atmosférico es una región larga y estrecha de gran humedad en la atmósfera que puede transportar humedad a miles de kilómetros, como una manguera de incendios en el cielo. Suelen traer lluvias beneficiosas a regiones propensas a la sequía, como California, pero podrían volverse rápidamente peligrosas con el calentamiento del clima.
Históricamente, estos ríos atmosféricos invernales dejan caer metros de nieve en Sierra Nevada, pero a medida que el clima se calienta, una mayor parte de la nieve caerá en forma de lluvia. En lugar de derretirse lentamente con el tiempo, todo se escurrirá, acumulará e inundará de inmediato.
Con un vecino como el océano Pacífico, California tiene “una reserva infinita de vapor de agua en el mar”, añadió Swain.
El terreno montañoso de California y el riesgo de incendios forestales la hacen especialmente vulnerable a las inundaciones. Las cicatrices de las quemaduras de los incendios forestales pueden crear una superficie escarpada y resbaladiza para que el agua y los escombros fluyan. Como los incendios forestales son cada vez mayores y queman más superficie a causa del cambio climático, hay más zonas susceptibles de sufrir estos flujos de escombros.
Aunque los modelos muestran que estas megainundaciones son inevitables, los expertos dicen que hay formas de mitigar las pérdidas excesivas.
“Creo que el alcance de las pérdidas (de las megainundaciones) puede reducirse significativamente haciendo cierto tipo de cosas para renovar nuestra gestión de las inundaciones y nuestros sistemas de gestión del agua y nuestra preparación para los desastres”, dijo Swain.
Huang, científico de proyectos del Centro Nacional de Investigación Atmosférica e investigador que participó en el estudio, dijo que todo el mundo puede hacer un pequeño esfuerzo para combatir el cambio climático.
“Si trabajamos juntos para disminuir las emisiones futuras, también podemos reducir el riesgo de fenómenos extremos”, dijo Huang.