Nota del editor: Matthew Bossons es un editor y periodista con sede en Shanghái. Vive en China desde 2014. Las opiniones expresadas en esta nota le pertenecen únicamente a su autor.
Shanghái (CNN) – En el período previo al Congreso del Partido Comunista de China, el mes pasado, la charla en muchas oficinas aquí se centró en una sola pregunta: ¿Abandonará el Congreso su política de “cero covid”?
La respuesta no tardó en llegar. En su discurso de apertura, el presidente de China, Xi Jinping reafirmó el compromiso de la nación con la política de “cero covid”, una postura que se ha hecho aún más inviolable desde que obtuvo su tercer mandato sin precedentes.
Puedo confirmar que la política de “cero covid” sigue en efecto. En las semanas transcurridas desde el discurso de Xi, me he sometido a docenas de pruebas de ácido nucleico, he cancelado un viaje de trabajo en el país y he visto a varios colegas ser trasladados a hoteles en cuarentena o encerrados en casa. (El viernes, China anunció una flexibilización limitada de algunas medidas, aunque no mencionó cuándo entrarían en vigor los cambios).
Los estudiantes de muchas ciudades de China han regresado a las clases a distancia. Mi hija de 5 años está en su segunda semana de ausencia de la escuela después de que su jardín de infancia cerrara debido a las restricciones relacionadas con covid-19. En este momento, ha pasado más tiempo en casa en 2022 que en el aula.
Las restricciones de un momento a otro han hecho casi imposible planificar con más de 20 minutos de anticipación.
Esto es malo para los negocios, por supuesto, pero también afecta a la capacidad de la gente para hacer su vida: nunca se sabe cuándo uno va a quedarse encerrado ya sea en su departamento, en su lugar de trabajo, en un centro comercial local o incluso en Disneyland Shanghái.
Algunos amigos, que han sufrido uno o dos confinamientos inesperados, incluso han optado por llevar siempre consigo una mochila llena de ropa, artículos de aseo y elementos esenciales para el trabajo, por si se quedan atrapados en el bar local.
Aunque estoy totalmente de acuerdo en que el enfoque de línea dura de China para la contención de covid-19 ha salvado vidas, los impactos de la política están empezando a parecer peores que la enfermedad.
Desde el punto de vista económico, no todo va bien en China, y la situación se debe, al menos en parte, a la postura inflexible de China frente al covid-19.
Uno de cada cinco jóvenes urbanos del país no tiene trabajo, las reuniones de negocios y las ferias comerciales se posponen o se cancelan, y los lugares de trabajo se cierran con regularidad por la preocupación que suscita el coronavirus, incluido el reciente confinamiento de un centro de fabricación de Foxconn, que hizo que los empleados huyeran literalmente por una carretera.
Totalmente ilógico
Las medidas antivirus de China son cada vez más difíciles de defender, ya que su aplicación es incoherente y, en ocasiones, francamente ilógica.
La semana pasada regresé a Shanghái desde Guangzhou, una ciudad del sur de China que se enfrenta a un brote de covid-19- y salí del aeropuerto sin que se oyera ni una sola palabra sobre la cuarentena o el autoaislamiento.
Anduve por Shanghái (en transporte público, sentado sin mascarilla en una oficina, metido en ascensores abarrotados) durante tres días antes de que las autoridades de salud pública se pusieran en contacto conmigo y me dijeran que tenía que hacer cuarentena.
Uno supondría que viajar desde una ciudad con un brote de enfermedad bien publicitado sería suficiente para justificar la notificación inmediata de autoaislamiento al desembarcar del avión. Pero no.
Pero aquí está el verdadero problema: mientras que yo tuve que quedarme en casa durante cuatro días, mi mujer y mi hija, que viven conmigo, pudieron salir del departamento y pasear por la ciudad a su antojo. Ahora bien, supongamos que yo estaba infectado con el virus y que mi familia era ahora portadora: ¿Por qué una política destinada a proteger la salud de las personas “en la mayor medida posible”, citando a Xi, permite un riesgo tan flagrante para el bienestar público?
La inminente crisis de salud mental
Lo más preocupante es que sospecho que China está al borde de una crisis de salud mental explosiva causada, o exacerbada, por el aislamiento y la incertidumbre que conllevan los confinamientos prolongados e inesperados.
La demanda de servicios de asesoramiento ha aumentado, y una encuesta nacional realizada en toda China en 2020 reveló que casi el 35% de los encuestados se enfrentaba a la angustia psicológica en medio de la pandemia.
Durante el maratónico confinamiento de Shanghái de este año, que duró dos meses, los teléfonos no paraban de sonar en las oficinas de los especialistas en salud mental. En mi edificio, dos personas se quitaron la vida trágicamente durante el confinamiento de la ciudad, y se especula en el grupo de chat de nuestra comunidad que el aislamiento obligatorio tuvo, al menos, una parte de la culpa.
A principios de este mes, una mujer de 55 años que, al parecer, sufría trastornos de ansiedad, se lanzó fatalmente desde su edificio de departamentos en la capital de la región autónoma china de Mongolia Interior.
Su hija adulta no pudo salir del departamento tras el suicidio de su madre, ya que la puerta había sido supuestamente “soldada durante un mes”.
También este mes, un niño de 3 años murió tras un presunto escape de gas en un complejo residencial bajo confinamiento en la ciudad occidental de Lanzhou. En las redes sociales, el padre del niño sostuvo que intentó alertar a los trabajadores sanitarios locales para que llamaran a una ambulancia, pero que se le negó el acceso rápido a los servicios de emergencia debido a su estado de prueba covid-19.
“Mi hijo podría haberse salvado si lo hubieran llevado antes al hospital”, escribió el padre en una publicación en las redes sociales que ya fue eliminada.
Creciente descontento
Aunque no faltan ávidos defensores de la política “cero covid” en las redes sociales chinas, también hay quienes expresan su desaprobación en línea y fuera de ella en el país.
Tras el suicidio en Mongolia Interior, los usuarios de las redes sociales chinas lamentaron el papel que han desempeñado los confinamientos en el fomento de los problemas de salud mental y criticaron a los funcionarios del gobierno por no prestar atención a las necesidades de las personas atrapadas en sus departamentos.
“En los últimos tres años, los confinamientos y el caos en la prevención de epidemias en varias partes de China se han repetido… destruyendo la salud mental de la gente común y causando ansiedad y emociones extremas, incluyendo comportamientos antisociales y autodestructivos”, escribió un usuario en Weibo, la plataforma de microblogging china similar a Twitter.
Tras la muerte del niño en Lanzhou, la máquina de la ira en Internet funcionó a tope, con hashtags relacionados en Weibo que acumularon cientos de millones de visitas.
La ira se dirigió principalmente a la censura del gobierno de las publicaciones relacionadas con el incidente y a las “medidas excesivas de prevención del covid-19”. Algunos videos no verificados que circulan por Internet muestran a los residentes de la ciudad saliendo a la calle en una rara muestra de resistencia, gritando a lo que parecen ser trabajadores de la sanidad pública y policías antidisturbios.
Por desgracia, para los que esperan un rápido fin de la política de “cero covid”, es poco probable que la reacción negativa del público se traduzca en cambios inmediatos. Pero si la situación económica no mejora y el descontento aumenta, podría obligar al gobierno a reevaluar su posición, algo que ya ha ocurrido antes.
Al fin y al cabo, no es fácil gobernar a una población insatisfecha y desempleada, incluso cuando se cuenta con el más brillante arsenal de herramientas de censura del mundo.
– Isabel Su colaboró con la investigación.