(CNN) – Kamal estaba de pie frente a una tienda con otros trabajadores inmigrantes, después de haber terminado otra agotadora jornada de trabajo, cuando él y, dice, algunos otros fueron detenidos este agosto.
Sin explicación alguna, el joven de 24 años dice que lo metieron en un vehículo y, durante la semana siguiente, lo mantuvieron en una cárcel qatarí, cuya ubicación y nombre desconoce.
“Cuando me arrestaron, no pude decir nada, ni una sola palabra, ya que estaba muy asustado”, dijo a CNN Sport, hablando desde su casa en el sur de Nepal, donde trabaja en una granja desde que fue deportado hace tres meses.
Kamal, CNN cambió los nombres de los trabajadores nepalíes para protegerlos de las represalias, es uno de los muchos trabajadores inmigrantes que quieren contar al mundo sus experiencias en Qatar, un país que este mes será la sede de uno de los mayores y más lucrativos espectáculos deportivos: la Copa del Mundo, un torneo que suele unir al mundo mientras millones de personas ven los espectaculares goles y las celebraciones cuidadosamente coreografiadas.
Será un acontecimiento histórico, la primera Copa del Mundo que se celebra en la región, pero también estará envuelto en la polémica. Gran parte de los preparativos de este torneo se han centrado en asuntos más sobrios, el de los derechos humanos, desde la muerte de los trabajadores inmigrantes y las condiciones que muchos han soportado en Qatar, hasta los derechos del colectivo LGBTQ y de las mujeres.
Kamal afirma que aún no le han pagado la bonificación de 7.000 riales qataríes (unos US$ 1.922) que dice tener derecho a recibir de sus anteriores empleadores, ni los 7.000 riales del seguro por haberse lesionado dos dedos en el trabajo.
“No me dijeron por qué me detenían. La gente está ahí de pie… algunos caminan con sus alimentos, otros están sentados consumiendo productos de tabaco… simplemente te detienen”, añade, antes de explicar que no podía hacer preguntas porque no habla árabe.
Al describir las condiciones de la celda que compartía con otros 24 trabajadores migrantes nepalíes, dice que le proporcionaron una manta y una almohada, pero el colchón del suelo en el que tuvo que dormir estaba plagado de chinches.
“Dentro de la cárcel había gente de Sri Lanka, Kerala, India, Pakistán, Sudán, Nepal, África y Filipinas. Había unas 14 o 15 unidades. En una cárcel había entre 250 y 300 personas. Alrededor de 24-25 personas por habitación”, dice.
“Cuando te llevan a la cárcel, no te dan una habitación enseguida. Te mantienen en un pórtico. Después de uno o dos días, cuando se vacía una habitación, meten a la gente de un país en una habitación”.
Utilizando un teléfono de contrabando, habló con amigos, uno de los cuales, dice, llevó sus pertenencias, incluido su pasaporte, a la cárcel, aunque dice que lo enviaron a casa después de que la embajada nepalí enviara una copia en papel de su pasaporte a la cárcel. CNN se puso en contacto con la embajada, pero aún no ha recibido respuesta.
“Cuando me pusieron en el vuelo, empecé a pensar: ‘¿Por qué envían a los trabajadores de vuelta de repente? No son una, dos, 10 personas… están enviando a 150, 200, 300 trabajadores en un solo vuelo’”, dice.
“A algunos trabajadores que simplemente estaban deambulando fuera vestidos (de trabajo) los enviaron de vuelta. Ni siquiera te permiten recoger tu ropa. Simplemente te envían de vuelta con la ropa que llevas puesta”.
Kamal cree que lo detuvieron porque tenía un segundo empleo, lo que es ilegal según la Ley Laboral de Qatar de 2004 y permite a las autoridades cancelar el permiso de trabajo de un trabajador. Dice que trabajaba entre dos y cuatro horas más al día para complementar sus ingresos, ya que no ganaba lo suficiente trabajando seis días de ocho horas a la semana.
Qatar tiene un periodo de gracia de 90 días en el que un trabajador puede permanecer en el país legalmente sin otro patrocinador, pero si no ha renovado o reactivado su permiso en ese tiempo se arriesga a ser detenido o deportado por estar indocumentado.
Kamal afirma que recibió una documentación en el momento de su detención, que, según Amnistía Internacional, probablemente habría explicado el motivo de su detención, pero como estaba en árabe no sabía lo que decía y no se le proporcionó ningún traductor.
Un funcionario del gobierno qatarí dijo a CNN en un comunicado: “Cualquier afirmación de que los trabajadores están siendo encarcelados o deportados sin explicación es falsa. Solo se toman medidas en casos muy concretos, como si un individuo participa en actos de violencia”.
El funcionario agregó que el 97% de todos los trabajadores elegibles estaban cubiertos por el Sistema de Protección Salarial de Qatar, establecido en 2018, “que garantiza que los salarios se paguen en su totalidad y a tiempo”. Se trabaja más para fortalecer el sistema, dijo el funcionario.
Algunos trabajadores nunca volvieron a casa
A pocos días del partido inaugural, los asuntos del terreno de juego son una mera nota a pie de página, porque este torneo ha tenido un costo para los trabajadores que dejaron a sus familias creyendo que obtendrían recompensas económicas en uno de los países más ricos del mundo per cápita. Algunos nunca volverían a casa. Ninguno de los tres trabajadores nepalíes con los que habló CNN se ha enriquecido con su experiencia. De hecho, están endeudados y llenos de melancolía.
The Guardian informó el año pasado que 6.500 trabajadores inmigrantes del sur de Asia han muerto en Qatar desde que el país recibió la Copa del Mundo en 2010, la mayoría de los cuales realizaban trabajos peligrosos y mal pagados, a menudo en condiciones de calor extremo.
El informe no relaciona las 6.500 muertes con los proyectos de infraestructura de la Copa del Mundo y no ha sido verificado de forma independiente por CNN.
Hassan Al Thawadi, el hombre encargado de dirigir los preparativos de Qatar, dijo a Becky Anderson, de CNN, que la cifra de 6.500 de The Guardian era un “titular sensacionalista” que inducía a error y que el informe carecía de contexto.
Un funcionario del gobierno dijo a CNN que había habido tres muertes relacionadas con el trabajo en los estadios y 37 muertes no relacionadas con el trabajo. En un comunicado, el funcionario dijo que las cifras de The Guardian eran “inexactas” y “tremendamente engañosas”.
“La cifra de 6.500 toma el número de todas las muertes de trabajadores extranjeros en el país durante un período de 10 años y lo atribuye a la Copa del Mundo”, dijo el funcionario. “Esto no es cierto y deja de lado todas las demás causas de muerte, incluidas las enfermedades, la vejez y los accidentes de tráfico. Tampoco reconoce que solo el 20% de los trabajadores extranjeros en Qatar están empleados en obras de construcción”.
Se ha informado ampliamente que Qatar ha gastado US$ 220.000 millones en los preparativos del torneo, lo que lo convertiría en el Mundial más caro de la historia, aunque es probable que esta cifra incluya infraestructuras no asociadas directamente a la construcción de estadios. Un portavoz del Comité Supremo para la Entrega y el Legado (SC) que, desde su formación en 2011, ha sido responsable de supervisar los proyectos de infraestructura y la planificación de la Copa del Mundo, dijo a CNN que el presupuesto del torneo fue de US$ 6.500 millones, sin ampliar lo que cubría ese costo.
Ocho nuevos estadios surgieron del desierto, y el estado del Golfo amplió su aeropuerto, construyó nuevos hoteles, ferrocarriles y carreteras. Todo ello habría sido construido por trabajadores inmigrantes, que según Amnistía Internacional, representan el 90% de la mano de obra de una población de casi tres millones de habitantes.
Desde 2010, los trabajadores migrantes se han enfrentado a salarios retrasados o no pagados, trabajos forzados, largas jornadas de trabajo en climas cálidos, intimidación por parte de los empleadores y la imposibilidad de abandonar sus empleos debido al sistema de patrocinio del país, según han constatado las organizaciones de derechos humanos.
Sin embargo, la salud, la seguridad y la dignidad de “todos los trabajadores empleados en nuestros proyectos se han mantenido firmes”, según un comunicado del SC.
“Nuestros esfuerzos se han traducido en mejoras significativas en las normas de alojamiento, las normas de salud y seguridad, los mecanismos de reclamación, la prestación de asistencia sanitaria y el reembolso de las tasas de contratación ilegal a los trabajadores”.
“Aunque hay camino por recorrer, nos comprometemos a entregar el legado que prometimos. Un legado que mejore vidas y siente las bases de reformas laborales justas, sostenibles y duraderas”.
El año pasado, en una entrevista con la presentadora de CNN Sport, Amanda Davies, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, dijo que, aunque “hay más por hacer”, se habían hecho progresos.
“He visto la gran evolución que se ha producido en Qatar, que ha sido reconocida, no por la FIFA, sino por los sindicatos de todo el mundo, por las organizaciones internacionales”, dijo Infantino.
“Era difícil respirar”
Estamos escribiendo sobre una Copa del Mundo en noviembre porque la competición tuvo que ser trasladada de su lugar habitual de junio-julio al invierno de Qatar, ya que el calor es tan extremo en los meses de verano del país, las temperaturas pueden alcanzar unos 43 °C en junio, que jugar en esas condiciones podría haber supuesto un riesgo para la salud de los jugadores.
Hari tiene 27 años y, al igual que muchos de sus compatriotas, abandonó Nepal para irse a Qatar porque su familia –él era uno de cinco hermanos y solo tenía a su padre en casa–, necesitaba desesperadamente dinero, principalmente para comer. Desde 2013, el salario mínimo impuesto por el gobierno de Nepal se ha fijado en US$ 74 al mes, según minimum-wage.org. Hari relata que su salario mensual en Qatar era de 700 riales al mes (US$ 192).
Tras mudarse a Qatar en 2014, trabajó en cuatro lugares durante su estancia de cuatro años: en un supermercado, un hotel y un aeropuerto, pero el trabajo más difícil, dice, fue en la construcción, cuando tuvo que subir baldosas a edificios “de seis a siete pisos de altura” con un calor agobiante, además de colocar tuberías en fosas profundas.
“Hacía mucho calor”, dice a CNN. “El capataz era muy exigente y solía quejarse mucho. El capataz solía amenazarnos con reducir nuestros salarios y el pago de horas extras”.
“Tenía que llevar las baldosas al hombro hasta la cima. Era muy difícil subir por los andamios. En el trabajo de las tuberías, había fosos de 5 a 7 metros de profundidad, teníamos que colocar las piedras y el concreto, era difícil debido al calor. Era difícil respirar. Teníamos que subir con una escalera para beber agua”.
“Nunca me pasó, pero vi a algunos trabajadores desmayarse en el trabajo. Vi a un bengalí, a un nepalí… a dos o tres personas desmayarse mientras trabajaban. Llevaron al bengalí a los servicios médicos. No estoy seguro de qué pasó con él”.
Durante su estancia en Qatar, la normativa gubernamental prohibía en general que los trabajadores trabajaran al aire libre entre las 11:30 y las 15:00 horas del 15 de junio al 31 de agosto. Pero solo una de las empresas para las que trabajó seguía estas normas.
Y añadió: “En algunos lugares, no tenían agua. En algunos lugares, no nos proporcionaban agua a tiempo. En algunos lugares, solíamos ir a las casas cercanas pidiendo agua”.
Trabajar muchas horas en condiciones de calor extremo ha provocado, según algunas organizaciones no gubernamentales, varias muertes y ha puesto en riesgo la vida de otros en Qatar.
En 2019, una investigación publicada en la revista académica Cardiology Journal, que exploraba la relación entre las muertes de más de 1.300 trabajadores nepalíes entre 2009 y 2017 y la exposición al calor, encontró una “fuerte correlación” entre el estrés por calor y la muerte de jóvenes trabajadores por problemas cardiovasculares en los meses de verano.
El funcionario del gobierno dijo a CNN que había habido una “disminución constante” en la tasa de mortalidad de los trabajadores inmigrantes, incluyendo una disminución de los trastornos por estrés térmico, “gracias en gran parte a nuestra legislación integral sobre el estrés térmico”.
“Qatar siempre ha reconocido que queda trabajo por hacer, sobre todo para que los empleadores sin escrúpulos rindan cuentas”, añadió el funcionario. “La reforma sistémica no se produce de la noche a la mañana y cambiar el comportamiento de cada empresa lleva tiempo, como ocurre en cualquier país del mundo”.
“El calor no suele causar daños por sí solo”
Natasha Iskander, profesora de Planificación Urbana y Servicio Público de la Universidad de Nueva York, dice a CNN que el calor puede matar “de forma confusa y poco clara”.
“Un golpe de calor mortal puede parecer un ataque al corazón o una convulsión. A veces, el calor mata a través del cuerpo, amplificando condiciones manejables y a menudo silenciosas, como la diabetes y la hipertensión, y convirtiéndolas en asesinas repentinas”, explica.
“Por ello, Qatar, en los certificados de defunción que ha emitido tras el colapso de los trabajadores migrantes de la construcción, ha podido rebatir la correlación entre el estrés térmico y las muertes y afirmar, en cambio, que las muertes se deben a causas naturales, aunque la causa más próxima sea el trabajo en el calor”.
Determinar el número de trabajadores lesionados por el calor es aún más difícil, dice, porque muchas lesiones pueden no hacerse evidentes hasta años después, cuando los emigrantes han regresado a casa y los jóvenes “descubren que sus riñones ya no funcionan, que padecen una enfermedad renal crónica o que su corazón ha empezado a fallar, mostrando niveles de debilidad cardíaca que son debilitantes”.
“El calor no suele provocar lesiones por sí solo”, añade. “Los trabajadores están expuestos al calor y a los peligros del calor a través de las relaciones laborales en las obras de Qatar. Las largas jornadas, el trabajo físicamente intenso, las horas extraordinarias forzadas, las condiciones abusivas y el acoso en el lugar de trabajo determinan la exposición de los trabajadores al calor. Además, las condiciones más allá del lugar de trabajo también aumentan el poder dañino del calor: cosas como dormir mal, una nutrición insuficiente o una habitación que no era lo suficientemente fresca como para permitir que el cuerpo se restablezca después de un día de calor. En Qatar, el empleador alojaba a los trabajadores en campos de trabajo, y los trabajadores, como política, eran segregados a las zonas industriales, donde el alojamiento era terrible”.
Según Amnistía Internacional, las autoridades qataríes no han investigado “miles” de muertes de trabajadores migrantes en la última década “a pesar de las pruebas de los vínculos entre las muertes prematuras y las condiciones de trabajo inseguras”. El hecho de que estas muertes no se registren como relacionadas con el trabajo impide que las familias reciban indemnizaciones, afirma el grupo de defensa.
En su declaración, el Comité de Vigilancia afirma que su compromiso de divulgar públicamente las muertes no relacionadas con el trabajo va más allá de los requisitos de la normativa británica sobre notificación de lesiones, enfermedades y sucesos peligrosos (RIDDOR, por sus siglas en inglés), que define y proporciona una clasificación sobre cómo documentar los incidentes relacionados y no relacionados con el trabajo.
El comunicado añade: “El SC investiga todas las muertes no relacionadas con el trabajo y los accidentes mortales relacionados con el trabajo en línea con nuestro Procedimiento de Investigación de Incidentes para identificar los factores contribuyentes y establecer cómo podrían haberse evitado. Este proceso implica la recopilación y el análisis de pruebas y las entrevistas a testigos para establecer los hechos del incidente”.
Ella Knight, de Amnistía Internacional, le dijo a CNN Sport que su organización seguirá presionando a Qatar para que “investigue a fondo” las muertes de trabajadores migrantes, incluidas las ocurridas en el pasado, para “garantizar que las familias de los fallecidos tienen la oportunidad de rehacer sus vidas”.
Barun Ghimire es un abogado especializado en derechos humanos con sede en Katmandú cuyo trabajo se centra en la explotación de los migrantes nepalíes que trabajan en el extranjero. Ghimire cuenta a CNN que las familias por las que aboga no han recibido información satisfactoria sobre la muerte de sus seres queridos. “Las familias envían a un familiar sano y joven a trabajar y reciben la noticia de que su familiar murió mientras dormía”, afirma. En otra entrevista, declaró a la CNN el año pasado: “El Mundial de Qatar es realmente la copa sangrienta: la sangre de los trabajadores migrantes”.
El año pasado se reforzó la legislación qatarí sobre las condiciones de trabajo al aire libre, ampliando las horas de trabajo en verano durante las cuales se prohíbe el trabajo al aire libre, en sustitución de la legislación introducida en 2007, y estableciendo además que “todo el trabajo debe detenerse si la temperatura de globo y bulbo húmedo (WBGT, por sus siglas en inglés) supera los 32,1 °C (89,8 °F) en un lugar de trabajo concreto”. La normativa también obliga a realizar controles sanitarios anuales a los trabajadores, así como evaluaciones de riesgo obligatorias.
“Reconocemos que el estrés por calor es un problema particular en los meses de verano en Qatar”, dijo un funcionario del gobierno qatarí. “En mayo de 2021, Qatar introdujo un requisito para que las empresas realicen controles de salud anuales a los trabajadores, así como evaluaciones de riesgo obligatorias para mitigar los peligros del estrés térmico. Se espera que las empresas adopten horarios de trabajo flexibles y autocontrolados siempre que sea posible, que ajusten las rotaciones de los turnos, que apliquen descansos regulares, que proporcionen agua potable fría gratuita y espacios de trabajo a la sombra, y que se adhieran a todas las demás directrices con respecto al estrés térmico señaladas por el Ministerio de Trabajo”.
“Cada verano, los inspectores de trabajo de Qatar realizan miles de visitas no anunciadas a los lugares de trabajo de todo el país para garantizar que se cumplen las normas sobre el estrés térmico”, añadió el funcionario. “Entre junio y septiembre de 2022, se ordenó el cierre de 382 lugares de trabajo por violar las normas”.
Iskander dijo que un punto de calor de 32,1 °C WBGT era “peligroso”.
“Trabajar a la intensidad física que hacen los trabajadores de la construcción en Qatar durante cualquier cantidad de tiempo a esa temperatura es perjudicial para el cuerpo”, explicó.
“La normativa se basaba en la suposición de que los trabajadores serían capaces de trabajar a su ritmo y descansar según fuera necesario cada vez que experimentaran un golpe de calor. Cualquiera que haya pasado algún tiempo en una obra de construcción qatarí sabe que los trabajadores no tienen capacidad de manejar su ritmo”.
Knight añade: “El hecho de que a menudo no se investiguen las muertes de los trabajadores inmigrantes excluye la posibilidad de que se apliquen mayores protecciones, porque si no se sabe lo que ocurre realmente a estas personas, ¿cómo se pueden aplicar y hacer cumplir medidas eficaces para aumentar su protección?”
Durante la mayor parte de su estancia en Qatar, Hari dijo que se sentía triste. Durante los seis meses que estuvo cuidando los jardines del aeropuerto, veía despegar los aviones y se preguntaba por qué estaba en el país. Pero había pagado 90.000 rupias nepalesas (US$ 685) a una empresa de contratación nepalesa que facilitó su traslado.
También le dijeron, según él, en la empresa a la que se había unido que tendría que haber pagado entre 2.000 y 3.000 riales (US$ 549-823) para rescindir su contrato.
Sus amigos, dice, le aconsejaron mientras seguía trabajando largas y solitarias jornadas por, según Hari, no tener suficiente dinero para vivir y ahorrar para su familia. Amnistía Internacional afirma que muchos inmigrantes pagan elevadas tasas a “agentes de contratación sin escrúpulos en su país de origen”, lo que hace que los trabajadores tengan miedo de dejar su trabajo cuando llegan a Qatar.
Ahora es padre de dos hijos y trabaja arando campos en Nepal como conductor de tractor, pero Hari espera volver a trabajar algún día en el extranjero, con el corazón puesto en Malasia. “No quiero que mis hijos pasen por lo mismo que yo. Quiero construir una casa, comprar un terreno. Eso es en lo que estoy pensando. Pero vamos a ver lo que Dios tiene planeado”, dice.
“Nuestros sueños nunca se hicieron realidad”
Sunit volvió a Nepal desde agosto, después de trabajar solo ocho meses en Qatar. Esperaba estar allí dos años, pero la quiebra de la empresa constructora para la que trabajaba hizo que él y muchos otros regresaran sin el dinero que se les había prometido, dice. Le cuesta encontrar trabajo en Nepal, lo que significa que alimentar a sus dos hijos y pagar las cuotas escolares es difícil.
Había soñado con ver los partidos de la Copa Mundial desde la azotea del hotel que había ayudado a construir. Uno de los estadios, cuyo nombre desconoce, estaba a 10 minutos a pie del hotel. “Solíamos hablar de ello”, dice sobre el Mundial. “Pero tuvimos que volver, y nuestros sueños nunca se hicieron realidad. Las actividades del estadio se veían desde el hotel. Podíamos ver el estadio desde su azotea”.
Al ayudar a construir el hotel del centro de la ciudad, cuyo nombre no recuerda, cargaba sobre sus hombros sacos de mezcla de yeso y cemento, que pesaban de 30 a 50 kilos, hasta 10 o 12 pisos, asegura.
“El ascensor rara vez funcionaba. Algunos no podían cargarlo y lo dejaban caer a mitad de camino. Si no terminabas el trabajo, te amenazaban diciendo que te descontarían el sueldo de ese día”, dice. “El capataz se quejaba de que hacíamos pausas para beber agua nada más llegar al trabajo. Nos amenazaban diciendo: ‘No les pagaremos el día’. Nosotros decíamos: ‘Adelante. Somos humanos, necesitamos tomar agua’”.
“Hacía mucho calor. Tardaba entre una hora y media y dos horas en llegar a la cima. Me cansaba. Solía parar en el camino. Luego volvía a avanzar lentamente. Sí, los supervisores nos gritaban. Pero ¿qué podíamos hacer?”.
Sunit cuenta que había pagado a un agente en Nepal 240.000 rupias nepalesas (unos US$ 1.840) antes de partir hacia Qatar. Dice que ha presentado un caso ante la policía sobre el agente, ya que no había podido cumplir su contrato de dos años, pero no ha habido novedades. Los propietarios de la empresa para la que trabajaba en Qatar fueron detenidos por no pagar a los trabajadores. La empresa no respondió inmediatamente a la solicitud de comentarios de CNN, ni tampoco a las preguntas del Business & Human Rights Centre, un grupo de defensa de los derechos humanos, sobre las protestas por los salarios no pagados.
Durante un mes, dice, estuvo en su alojamiento sin trabajo ni dinero para comprar comida, tenía que pedir prestado para comer, así que él y sus compañeros llamaron a la policía, que trajo comida.
“La policía volvió a venir al cabo de 10-15 días y dijo que habían detenido a la gente de la empresa. (La policía) volvió a repartir comida”, dice. “Nos dijeron que la empresa había quebrado y que el gobierno enviaría a todos los trabajadores de vuelta a casa”.
“Estoy muy triste”, añade. “Es lo que es. Nada cambiaría por lamentarlo. Estoy molesto (con la empresa) pero ¿qué puedo hacer? Incluso si hubiera intentado defenderme, yo habría salido perdiendo”.
El SC dijo que ha establecido lo que afirma que es un Foro de Bienestar de los Trabajadores “primero en su tipo”, que dijo que permitía a los trabajadores elegir a un representante en su nombre y, cuando las empresas no cumplían con el WWF, intervenía, exigía algo mejor y alertaba a las autoridades.
Desde 2016, el SC dijo que 69 contratistas perdieron sus licencias, 235 contratistas fueron incluidos en una lista de vigilancia y otros siete fueron incluidos en la lista negra. “Entendemos que siempre hay espacio para mejorar”, añade el comunicado.
Experiencia y heroísmo
Qatar, una península más pequeña que Connecticut y el anfitrión de la Copa Mundial más pequeño de la historia, está preparado para acoger a unos 1,5 millones de aficionados durante el mes de duración del torneo, que comienza el 20 de noviembre. Ya se ha informado de la preocupación por el alojamiento para un número tan elevado de visitantes.
No cabe duda de que los focos están puestos en este país del Golfo, como ha sucedido progresivamente desde que se le adjudicó el torneo de forma controvertida hace más de una década, aunque los funcionarios qataríes han negado enérgicamente a CNN las acusaciones de soborno que han rodeado su candidatura.
Esta atención ha dado lugar a reformas, que han desmantelado de forma significativa el sistema Kafala, que da a las empresas y a los ciudadanos privados el control sobre el empleo y la situación migratoria de los trabajadores.
En Qatar, los trabajadores inmigrantes pueden ahora cambiar de trabajo libremente sin el permiso de su empleador.
Pero Knight añade: “Otro aspecto del sistema de Kafala, la acusación penal de fuga sigue existiendo, y esto, junto con otras herramientas que siguen estando a disposición de los empleadores, significa que, fundamentalmente, el equilibrio de poder entre trabajadores y empleadores, el desequilibrio sigue siendo grande”.
Knight afirma que los salarios no pagados siguen siendo un problema, ya que el sistema de protección salarial “carece de mecanismos de aplicación”, al tiempo que afirma que los empleadores pueden anular el documento de identidad de un trabajador con solo “pulsar un botón”, lo que significa que se arriesgan a ser detenidos y deportados. Además, los comités laborales destinados a ayudar a los trabajadores carecen de recursos y “no tienen capacidad para atender el número de casos que les llegan”.
Ghimire está de acuerdo en que ha habido algunos cambios positivos en las leyes de empleo, pero añade que es “más un alarde”.
“Muchos trabajadores que se dedican a la construcción no se han visto afectados, por lo que sigue habiendo explotación”, dice a CNN.
El funcionario del gobierno de Qatar dijo a CNN que aún queda trabajo por hacer, pero que “la reforma sistémica no se produce de la noche a la mañana, y cambiar el comportamiento de cada empresa lleva tiempo, como ocurre en cualquier país del mundo”.
“En la última década, Qatar ha hecho más que cualquier otro país de la región para fortalecer los derechos de los trabajadores extranjeros, y seguiremos trabajando en estrecha consulta con los socios internacionales para fortalecer las reformas y la implementación”.
La campaña #PayUpFIFA de Human Rights Watch (HRW) quiere que Qatar y la FIFA paguen al menos US$ 440 millones, una cantidad equivalente al dinero de los premios que se entregan en la Copa del Mundo, a las familias de los trabajadores inmigrantes que han sufrido daños o han muerto durante la preparación del torneo.
Las familias de los trabajadores que han muerto se enfrentan a un futuro incierto, según HRW, especialmente los niños. Los que sobrevivieron y regresaron a casa, estafados en sus salarios o heridos, siguen atrapados en las deudas, dice, “con consecuencias nefastas para sus familias”.
Ghimire afirma que las compensaciones son fundamentales, pero también lo es que el mundo sea consciente de lo que ha ocurrido para que se lleve a cabo este torneo.
“La gente se preocupa por las marcas de ropa, y por la carne que comen, pero ¿qué pasa con los megaeventos? ¿No es hora de que nos preguntemos cómo son posibles?”, se cuestiona.
“Todos los que lo vean deberían saber a qué precio fue posible y cómo se trató a los trabajadores. Los jugadores deberían saberlo, los patrocinadores deberían saberlo”.
“¿Sería la misma situación si fueran trabajadores europeos los que murieran en Qatar? Si fueran trabajadores argentinos, ¿tendría Argentina alguna preocupación por jugar?”
“Porque se trata de trabajadores inmigrantes de países pobres del sur de Asia, son personas invisibles. El trabajo forzado, la muerte de trabajadores, mientras se hace un Mundial es inaceptable. Como aficionado al fútbol, me entristece; como abogado, me decepciona mucho”.
A principios de este mes, el ministro de Trabajo de Qatar, Ali bin Samikh Al Marri, rechazó la posibilidad de crear un fondo de compensación.
Un funcionario del gobierno qatarí dijo que el Fondo de Apoyo y Seguro a los Trabajadores del país era “eficaz a la hora de ofrecer indemnizaciones a los trabajadores y sus familias”, ya que el fondo ha reembolsado a los trabajadores más de US$ 350 millones en lo que va del año.
En cuanto a los esfuerzos del SC para garantizar el reembolso de las tasas de contratación, hasta diciembre de 2021, los trabajadores han recibido US$ 22,6 millones, con US$ 5,7 millones adicionales comprometidos por los contratistas, según la FIFA.
El mes pasado, el secretario general adjunto de la FIFA, Alasdair Bell, dijo que “la compensación es ciertamente algo en lo que estamos interesados en progresar”.
Se ha informado ampliamente que la FIFA ha instado a las naciones que participan en el Mundial a que se centren en el fútbol cuando comience el torneo.
La FIFA confirmó a CNN que el 3 de noviembre se envió una carta firmada por el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y por la Secretaria General del organismo, Fatma Samoura, a las 32 naciones que participarán en la cita mundialista, pero no quiso divulgar su contenido. Sin embargo, varias federaciones europeas han emitido una declaración conjunta en la que afirman que harán campaña en el torneo sobre los derechos humanos y a favor de un centro de trabajadores migrantes y un fondo de compensación para los mismos.
El lema del equipo de la candidatura de Qatar en 2010 era “Expect Amazing”. En muchos sentidos, el Mundial de este año cumplió con esa máxima.
Como dice Iskander, de la Universidad de Nueva York: “Una de las cosas que no se cubren realmente sobre la Copa del Mundo y en la cobertura de este enorme ‘boom’ de la construcción es la pericia y el heroísmo de los trabajadores que la construyeron”.
“Construyeron edificios que eran inimaginables para todo el mundo, incluidos los ingenieros y diseñadores, hasta que se construyeron. Realizaron actos de valentía que no son reconocidos. Operaron a niveles de complejidad y sofisticación técnica que no tienen comparación. Y, sin embargo, su contribución a la construcción de la Copa del Mundo apenas aparece, se minimiza”.
“Se les representa, en general, como explotados y oprimidos. Y es cierto que han sido explotados y oprimidos, pero también son los maestros artesanos que han construido esta Copa, y están enormemente orgullosos de lo que han construido”.
La organización de este torneo ha puesto sin duda a Qatar en el punto de mira mundial. La cuestión es si el mundo puede disfrutar viendo lo que han construido los trabajadores inmigrantes, sabiendo el verdadero costo de esta extravagancia arquitectónica de mil millones de dólares.