(CNN) – El 1 de octubre, un guardia de una prisión en Venezuela despertó temprano a cinco de los llamados “6 de Citgo”; él les dijo que se “vistieran apropiadamente”.
Los hombres se pusieron sus trajes amarillos de prisión —“Lo llamamos nuestro traje de ‘Minion’”, dijo José Pereira— antes de que el director de la prisión les indicara que se cambiaran a ropa de civil.
“Dijimos, ‘¿Por qué?’ y él dijo: ‘Bueno, porque se van a casa’”, contó Pereira a CNN.
El día marcaría el final de una “pesadilla” que comenzó casi cinco años atrás, cuando los seis ejecutivos petroleros fueron atraídos a Venezuela para lo que les dijeron sería una reunión de negocios justo antes del Día de Acción de Gracias de 2017.
Además de asegurar la liberación de José Pereira, Jorge Toledo, Tomeu Vadell, Alirio Zambrano y José Luis Zambrano, la administración Biden también traería a casa a otros dos estadounidenses que también fuero detenidos injustamente, según el Departamento de Estado de EE.UU. —Matthew Heath y Osman Khan— como parte de un intercambio de prisioneros con el régimen del asediado presidente de Venezuela Nicolás Maduro.
Casi cinco años después del día en que comenzó la difícil situación de los “6 de Citgo”, CNN ha conocido nuevos detalles sobre los extensos esfuerzos que condujeron a la liberación de los siete estadounidenses y el día en que fueron liberados, así como las súplicas de la familia de uno de los al menos cuatro ciudadanos estadounidenses que quedaron allá.
Así se cerró el acuerdo final para la liberación de los detenidos
El intercambio de prisioneros de octubre se produjo después de meses de idas y venidas entre el gobierno de EE.UU., encabezado por el Enviado Presidencial Especial para Asuntos de Rehenes Roger Carstens, y el régimen de Maduro, con el que EE.UU. no tiene relaciones diplomáticas formales.
Carstens había llevado a casa a dos estadounidenses, el sexto miembro de los “Citgo 6”, Gustavo Cárdenas, así como al ciudadano con doble nacionalidad cubano-estadounidense Jorge Alberto Fernández, en marzo, pero otro viaje en junio terminó sin la liberación de un prisionero.
A fines de septiembre, aproximadamente una semana antes del canje, “nos dimos cuenta de que podríamos tener una oportunidad”, dijo Carstens en una entrevista exclusiva con CNN.
El presidente de EE.UU., Joe Biden, había firmado la conmutación de las sentencias de Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas, los llamados “narco-sobrinos”, quienes fueron condenados en un tribunal federal de EE.UU. en 2016 y sentenciados a 18 años de prisión en 2017 por conspirar para importar cocaína a Estados Unidos.
Con ese componente clave necesario para el intercambio de prisioneros, las dos partes “esbozaron lo que pensamos que podría ser un buen trato”, dijo Carstens.
“El jueves por la noche, tarde, cerca de la medianoche, solidificamos lo que terminaría siendo el acuerdo final”, dijo Carstens.
Estados Unidos tiene planes para la recuperación de detenidos en todo el mundo, y el viernes el equipo de Carstens puso en marcha discretamente el plan para Venezuela. El viernes por la noche, Carstens voló comercialmente desde Washington, para encontrarse con la aeronave del gobierno estadounidense, y el sábado por la mañana despegó en misión para realizar el intercambio de prisioneros, con Campo Flores y Flores de Freitas, los dos “narco-sobrinos” venezolanos, a cuestas.
Un vuelo corto
Mientras tanto, ese sábado por la mañana, de regreso en Venezuela, los “Citgo 6”, se mostraron escépticos sobre si realmente iban a regresar a casa.
“Pasé por tres arrestos domiciliarios en los cinco años y quería asegurarme de que la definición de hogar” fuera mi definición, “porque para mí el hogar está en EE.UU., en Houston”, dijo Toledo a CNN.
A los hombres se les aseguró que iban a ser liberados, y los obligaron a completar el papeleo, los esposaron y los metieron en un vehículo blindado al aeropuerto. Fue allí donde vieron, por primera vez, a los otros dos detenidos, Heath y Khan. A los siete los subieron en una avioneta, recordó Toledo, y además de las esposas, les ataron los pies.
“También querían cubrirnos la cabeza”, dijo Toledo, pero después de “mucho rechazo de todos”, quedaron con la cabeza descubierta.
Después de un breve vuelo, el avión aterrizó en la isla caribeña de San Vicente y las Granadinas, dijeron a CNN Toledo y Pereira.
A bordo del avión de Carstens, uno de los dos aviones enviados para la misión, el equipo estaba concretando los detalles finales, como la coreografía del intercambio, y como es el caso en cada situación de intercambio de detenidos, pasando por planes de contingencia, aunque Carstens le dijo a CNN que confiaba en que su interlocutor venezolano cumpliría con el acuerdo.
Pocos minutos después de que aterrizara el avión venezolano con los detenidos –también uno de dos aviones– aterrizó el primer avión del gobierno estadounidense con Carstens y los dos sobrinos a bordo.
“Hicimos la planificación y después de eso estaba repasando el plan en mi cabeza, tratando de pensar si me perdí algo, y luego, de repente, aterrizamos”, recordó Carstens.
“Los llevaremos de vuelta”
“Salí, me encontré con mi interlocutor en el medio”, dijo Carstens. El enviado estadounidense llevó a su homólogo venezolano a bordo para revisar a Campo Flores y Flores de Freitas antes de que los llevaran a un avión estacionado en el otro extremo de la pista, con los siete estadounidenses a bordo, para hacer un recuento.
“Me subí al avión, y todos estaban gritando y vitoreando y todo el mundo estaba súper emocionado”, recordó Carstens. “Creo que dije algo como, ‘Hola, muchachos, el presidente de Estados Unidos y el secretario Blinken me han enviado para traerlos a casa. Los llevaremos de vuelta”.
Poco después del conteo, los venezolanos cruzaron a su avión y los siete estadounidenses cruzaron al suyo.
“Era como en cualquier película donde sabes que ocurre el intercambio de prisioneros. Vi a los dos individuos caminando hacia el avión con la identificación venezolana y luego saltamos al avión estadounidense”, dijo Toledo. “No sabía si estaba viviendo una situación de la vida real o era parte de una película de Netflix”.
“Cada vez que alguien pasaba, le dábamos un gran abrazo, un gran beso”, dijo Carstens.
El segundo avión de EE.UU., que tenía más equipo médico a bordo, aterrizó unos 45 minutos más tarde después de que una tormenta lo retrasó, lo que le dio tiempo a los funcionarios de EE.UU. para informar a los detenidos recién liberados sobre qué esperar en las próximas horas, días y semanas, dijo el enviado a CNN.
“Justo antes de que despegaran los aviones, recibimos la noticia de que el presidente había llamado a las familias”, dijo Carstens.
Una vez en el aire, los funcionarios del Departamento de Estado prestaron sus teléfonos a los hombres para que pudieran llamar a sus familias, a quienes Biden había informado de su liberación.
“Al principio era muy difícil hablar con mi esposa porque estaba llorando. No pudo articular una palabra”, dijo Toledo.
Cuando aterrizaron en Texas, muchos de sus familiares estaban allí esperándolos.
El reencuentro fue “un momento mágico”, dijeron tanto Pereira como Toledo a CNN.
Volver a un mundo que ha cambiado por completo
Mientras estaban en Texas, los hombres se sometieron a un programa del Departamento de Defensa conocido como PISA (Actividades de apoyo posteriores al aislamiento) destinado a aclimatarlos a la vida normal.
Como era de esperar, después de casi cinco años fuera de casa, el ajuste ha sido un desafío. Además del costo físico, mental y financiero de su detención, se han perdido innumerables momentos familiares.
“Básicamente conocí por primera vez, casi por primera vez, a mis dos nietas”, dijo Toledo a CNN, quien solía ser corredor de maratones y ahora está tratando de ponerse en forma para la media maratón de Houston en enero.
Pereira dijo que tiene “miedo de conducir” porque ha estado lejos del volante por tanto tiempo, pero está ansioso por hacer que el Día de Acción de Gracias, que una vez marcó el sombrío hito de su detención, sea una ocasión feliz nuevamente.
“Esto es algo que nunca quisiera que sucediera, ni siquiera a mi peor enemigo. Porque es muy complicado volver a un mundo que ha cambiado totalmente”, dijo Pereira. “Esto ha sido como una bomba en mi vida”.
Para algunos detenidos en Venezuela, la pesadilla continúa
Para al menos cuatro estadounidenses, sin embargo, la pesadilla continúa. Luke Denman, Airan Berry, Jerrel Kenemore y Eyvin Hernandez están todos detenidos en Venezuela; Hernández y Kenemore fueron designados recientemente como detenidos injustamente por el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Carstens, el enviado especial, le dijo a CNN que Estados Unidos tiene “una conversación en curso con el otro lado”.
“Entonces, aunque tenemos trabajo que hacer, me siento optimista”, dijo.
La familia y los amigos de Hernández, quien ha estado detenido desde finales de marzo, quieren verlo liberado más rápido. Se reunieron la semana pasada en Washington, para reunirse con funcionarios de la administración y del Congreso, familiares de detenidos injustos, así como con Pereira y su esposa, y para pedir ayuda.
“Él no se merece estar allí. Necesitamos llevarlo a casa”, dijo su padre, Pedro Martínez, entre lágrimas a CNN, y agregó que su hijo sonaba “muy débil” en una llamada reciente.
La familia compartió con la Casa Blanca una súplica del propio Hernández a Biden, grabada en secreto y enviada a su hermano en agosto.
“Me he dedicado al servicio público por más de 15 años. Me he dedicado a ayudar a las personas pobres y de la clase trabajadora sobre la base de que, independientemente de los errores que cometa una persona, siempre debe ser tratada de manera justa, humana, con dignidad y respeto”, dijo Hernández, empleado del Departamento Público del Condado de Los Ángeles. “Además, nadie debe ser abandonado en el momento de mayor necesidad o cuando es más vulnerable”.
“Sin embargo, no siento que mi gobierno sienta lo mismo por mí”, dijo Hernández.