Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis) exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora. Ver más opiniones en CNN.
(CNN) – Los miembros del Congreso de Estados Unidos, republicanos y demócratas, se pusieron de pie una y otra vez este miércoles por la noche, casi ahogando al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en una emotiva ovación. Fue una velada extraordinaria, como colofón a un día insólito en un momento crucial de la historia.
Toda la jornada estuvo dirigida a tres públicos: el pueblo estadounidense y sus dirigentes, el pueblo ucraniano y el presidente de Rusia, Vladimir Putin. El mensaje de Zelensky resonó con fuerza en todos ellos: desde el momento en que aterrizó en Estados Unidos, ataviado con su característica indumentaria verde oliva, pasando por la calurosa bienvenida que le dispensó en la Casa Blanca el presidente Joe Biden, hasta el entusiasta recibimiento en el Congreso, un lugar donde pocos líderes extranjeros tienen el honor de hablar ante una reunión conjunta de las dos cámaras.
El objetivo de la visita era convencer a los estadounidenses de que sigan apoyando a Ucrania, mostrar a los ucranianos que hay motivos para mantener la esperanza y la resistencia y demostrar a Putin que Ucrania no está dispuesta a cejar en su empeño.
El presidente de Ucrania es un orador elocuente, pero las imágenes por sí solas hablaron con gran fuerza. La mano de Biden en el hombro de Zelensky. La calidez que desprendían tantos miembros del Congreso al saludarle. Y luego estaban las palabras.
Imagínense ser Putin, que ayer mismo visitó a uno de sus escasos aliados, el presidente de Belarús, Alexander Lukashenko, y ver cómo los políticamente polarizados Estados Unidos se unen para abrazar a Zelensky.
Imagínense a Putin escuchando a Biden decir, como hizo en una rueda de prensa en la Casa Blanca después de hablar con Zelensky durante más de dos horas: “Y era muy importante para él y para todo el mundo ver que el presidente Zelensky y yo estamos unidos, dos países juntos, para asegurarnos de que no puede tener éxito….”. “Es importante que [Putin] sepa que vamos a hacer todo lo que esté en nuestro poder, todo lo que esté en nuestro poder para que [Zelensky] triunfe”.
El presidente de Ucrania tuvo por fin esa visita a la Casa Blanca que había solicitado hace años al presidente Trump, con la esperanza de que la imagen disuadiera la agresión de Putin. La visita tendría que esperar a otro presidente estadounidense, y sería demasiado tarde para evitar el asalto de Putin.
Zelensky hizo su histórico viaje en un momento crucial en lo que las generaciones futuras pueden llegar a considerar como uno de los conflictos definitorios de nuestro tiempo: la batalla entre la democracia y la autocracia, en la que Ucrania es hoy la línea del frente ardiente, empapada de sangre y temblorosa.
Vino a decir a los estadounidenses “gracias”. Y lo repitió una y otra vez. “Espero que mis palabras de respeto y gratitud resuenen en cada corazón estadounidense”. Pero eso fue solo la primera parte de su mensaje al país que ha suministrado las armas que han ayudado a Ucrania a defenderse de un enemigo mucho mayor: Zelensky vino a explicar por qué esta no es solo la lucha de Ucrania.
“Su dinero no es caridad”
“Su dinero no es caridad”, aseguró a un Congreso a punto de debatir miles de millones más en apoyo militar y económico, donde los escépticos republicanos pronto tendrán más influencia. “Es una inversión en la seguridad global y la democracia, que manejamos de la manera más responsable”.
Para continuar lo que ha sido una exitosa defensa contra Rusia, a pesar del atroz sufrimiento humano, Zelensky tuvo que persuadir a los estadounidenses –en el Congreso y en casa– de que la lucha de Ucrania es una lucha por los valores del mundo libre.
Mientras Zelensky suplicaba un apoyo continuado y creciente, no sería tan descarado, tan contundente para expresarlo directamente, pero deberíamos saber la verdad: puede que esté dando las gracias, pero es el mundo libre el que debería dar las gracias a Ucrania. Los ucranianos están librando una batalla por la libertad, la democracia y la propia noción de soberanía nacional.
Una victoria de Ucrania dice a los dictadores de todo el mundo que los viejos tiempos, cuando un país fuerte podía invadir y engullir a sus vecinos, no van a volver. La derrota de Ucrania cambiaría el mundo de todos. Está claro que ésta no es solo su guerra.
“Realmente luchamos por nuestra victoria común contra esta tiranía que es la vida real”, dijo Zelensky en una rueda de prensa en la Casa Blanca, “y ganaremos”.
El presidente de Ucrania, con su voz grave, intentaba convencer al pueblo estadounidense y a sus dirigentes de que continúen apoyando a Ucrania. Invocó las batallas de los soldados estadounidenses contra los nazis en 1944. Y señaló que los ucranianos celebrarán la Navidad a la luz de las velas, no porque sea más romántico, sino porque los ataques rusos han dejado gran parte del país sin electricidad, calefacción ni agua corriente. “No nos quejamos”, dijo, “ni comparamos quién lo tiene más difícil. Ucrania solo quiere recibir el apoyo que necesita para seguir luchando hasta la victoria”.
Para subrayar este punto, dijo que los soldados que luchan en la brutal batalla por Bajmut le pidieron que regalara su bandera de combate –una bandera de Ucrania firmada por sus defensores– al Congreso de Estados Unidos. Se derramaron lágrimas en la Cámara.
Zelensky llegó a Washington 300 días después del inicio de la invasión no provocada de Rusia. Era su primer viaje internacional desde que comenzó la guerra en febrero, y llegaba en un momento en que varios factores podrían conspirar para contrarrestar lo que ha sido la notable y feroz resistencia del pueblo ucraniano con el apoyo masivo de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.
Con el invierno a la vuelta de la esquina y las fuerzas de Putin utilizando drones iraníes y otra artillería para bombardear infraestructuras cruciales, apuntando deliberadamente a instalaciones civiles y dejando a millones de ucranianos en el frío y la oscuridad, “tratando de utilizar el invierno como arma”, en palabras del presidente Joe Biden, “congelando a la gente, matando de hambre a la gente”, el sufrimiento de los hombres, mujeres y niños ucranianos está empeorando…
Los cambios en la Cámara de Representantes
Putin trata de quebrar lo que ha sido una indomable voluntad de resistencia. Al mismo tiempo, la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que ha apoyado sin fisuras la campaña de Biden en favor de Ucrania, está a punto de cambiar de manos. Algunos republicanos, como Kevin McCarthy, probable nuevo presidente de la Cámara, han expresado cierta reticencia a seguir apoyando a Kyiv a gran escala, y McCarthy ha dicho que no apoyaría automáticamente las peticiones de más ayuda del gobierno de Biden. Y esto ocurre justo cuando se cree que Putin está planeando una nueva ofensiva. Putin, que gobierna un país mucho más grande y rico, aparentemente todavía cree que puede ganar.
Zelensky reveló que esbozó un plan de paz de 10 puntos a Biden, pero a juzgar por las recientes declaraciones de Putin, Rusia parece más dispuesta a seguir luchando que a negociar. Putin parece contar con que Estados Unidos y la OTAN se cansen y disminuya su apoyo a Kyiv. Por eso este discurso, que recuerda al de Winston Churchill ante el Congreso en diciembre de 1941, ha sido posiblemente el más importante que ha pronunciado el líder ucraniano desde el comienzo de la guerra.
Si los estadounidenses se cansan de apoyar a Ucrania, si escuchan las feas voces que menosprecian a Zelensky, Rusia podría acabar ganando, y el mundo tal y como lo conocemos cambiaría. Sería una victoria para la autocracia y una grave pérdida para la democracia. Si Zelensky fue capaz de dejarlo claro, su histórica visita fue un triunfo.