Nueva York (CNN) – Al final de un largo muelle de madera californiano que sobresale por encima del océano Pacífico se encuentra el restaurante Wharf House. Ahora es casi imposible acceder a él.
El restaurante Wharf House, un establecimiento emblemático para los residentes de la ciudad costera de Capitola, en el condado de Santa Cruz, está solo, tapiado, dañado y con un futuro incierto. Hay un gran agujero en el centro del muelle, causado por la lluvia y las olas que han azotado la madera en los últimos días.
Su propietario, Willie Case, de 82 años, no ha vuelto a su querido restaurante desde la noche del 4 de enero. Es su propietario desde hace 35 años.
“No sé cuántos daños se han producido. No he podido ir”, dice.
Las potentes tormentas invernales han desatado lluvias torrenciales, vientos, inundaciones y peligrosos deslizamientos de tierra como California no había visto en décadas. La furia tuvo consecuencias catastróficas para muchos propietarios de viviendas y negocios.
Las tormentas constantes que azotan California tras años de sequía han puesto a decenas de millones de residentes bajo alerta por las peligrosas inundaciones y deslizamientos de tierra, así como por evacuaciones.
Las lluvias llegaron a la reseca costa oeste a principios de noviembre y no han cesado. Gran parte de California está recibiendo precipitaciones entre un 400% y un 600% por encima de la media. Miles de personas han tenido que salir de sus hogares y el clima extremo ha trastornado las vidas y negocios.
En un típico día soleado californiano, un paseo por el muelle de Capitola, de 274 metros de largo, entre la brisa marina y bajo un cielo despejado, es para los comensales un placer tan grande como el océano frente a él y el pintoresco pueblo costero a sus espaldas.
Las familias acuden regularmente al Wharf House para disfrutar de desayunos, comidas y cenas y música en vivo en su cubierta superior.
Ahora está envuelto en la oscuridad. Según Case, las furiosas olas arrancaron entre 9 y 12 metros del muelle.
“Ocho pilotes de apoyo se perdieron en el agua embravecida. No sabemos si el agua subió por el suelo del restaurante porque no podemos ver nada”, dijo.
Case espera que una pausa en las tormentas le permita utilizar drones para obtener una imagen más cercana que le permita acceder al alcance total de los daños. “La única otra forma de llegar es en barco. Por la forma en que las olas están golpeando la costa en este momento, no puedo hacerlo”, dijo Case.
Mientras espera y desea lo mejor, le preocupa lo que supondrán las reparaciones de su negocio y del muelle.
“La reparación no es sencilla. Ya es inestable y se necesitarán grúas para restaurar los pilotes. Llevará tiempo y mucho dinero”, afirmó. Case tuvo dificultades para conseguir un seguro de responsabilidad civil. “No cubrirá un negocio que esté sobre el agua, sobre todo en caso de desastre natural”, dijo.
Las empresas se recuperan
Alrededor de 5 millones de personas estaban bajo alerta de inundación el miércoles, cuando otro río atmosférico trajo más lluvia a California.
Las alertas de inundación afectan principalmente al norte y centro de California, incluidos Sacramento, North Bay y Redding, y amenazan con agravar una situación ya de por sí difícil para los residentes que se enfrentan a sus vecindarios devastados por las inundaciones.
Sam DeNicola, de 30 años, espera lo mejor en los próximos días mientras él y sus empleados limpian la panadería Bread Bike.
DeNicola, copropietario de la panadería, abrió su primer establecimiento en San Luis Obispo, en la región de la Costa Central de California, el verano pasado. Afirma que la panadería elabora y vende pan ecológico y artesanal con cereales y trigo cultivados en California. La panadería también tiene un servicio de reparto en bicicleta.
El negocio está situado en un terreno bajo y a una manzana del centro de la ciudad. El lunes, DeNicola vadeó el agua hasta las rodillas para llegar a la panadería.
“Hay un arroyo que atraviesa la ciudad y con tanta lluvia se ha desbordado”, explica.
Una vez en la panadería, dijo que le había ido mejor de lo que esperaba. “Hubo daños por el agua, pero por suerte nuestros suelos son de concreto y son fáciles de limpiar y desinfectar. Mantenemos nuestros equipos a 15 cm del suelo y el agua estaba a una altura de entre 5 y 10 cm”, explica DeNicola.
DeNicola ya perdió varios días de ventas y le preocupa que siga lloviendo. Y es que también genera negocio adicional vendiendo pan en los mercados locales un par de días a la semana.
“Es posible que podamos mantener la tienda abierta aunque llueva. Pero la gente no va a los mercados cuando llueve mucho. Eso es difícil para nosotros”, afirma DeNicola.
Ali Jansen, de 44 años, cuenta el horror que sintió al levantarse el lunes por la mañana y mirar por la ventana para ver cómo la calle frente a su edificio se convertía en un río.
Jansen es la propietaria de Frame Works, un negocio de enmarcación de cuadros y galería de arte de San Luis Obispo. Su tienda, de 230 metros cuadrados, está situada en la planta baja del mismo edificio en el que vive, encima, con su familia.
Las intensas lluvias del pasado fin de semana provocaron que el arroyo cercano se desbordara, empujando el agua por encima de un puente y hacia las calles, dijo. “Deben de haber llovido más de 150 mm en 18 horas entre el domingo y el lunes”, explica. Al principio no podía vadear el agua para entrar en su tienda.
Tardó unas horas en retirarse. Cuando lo hizo, los daños eran evidentes. “Había lodo y escombros. La mayoría de las obras de arte estaban en las paredes y estaban bien. Pero algunas obras de arte personalizadas estaban dañadas”, explica.
“La gente nos confía sus obras, ya sean de Etsy o los bordados de su bisabuela, que no se pueden reemplazar”, explica.
Días después, Jansen sigue limpiando la tienda. “He trabajado de sol a sol. Siento que si paro me voy a desmayar del dolor”, dice. Tiene que seguir trabajando para secar el local lo antes posible.
“Si se forma moho, puede ser un gran problema”, explica. “Tendría que cambiar los paneles de yeso. Además, tengo asma, así que no puedo arriesgarme”. Hasta ahora calcula que los daños ascienden a unos US$ 10.000 y teme que se disparen si tiene que enfrentarse al moho.
“Estoy bastante preocupada”, afirma.
A los viñedos no les está yendo mejor.
El jefe de Bomberos y Servicios de Emergencia de Paso Robles, Jonathan Stornetta, dijo que su equipo ha estado ocupado accediendo a los daños de infraestructura en la ciudad y sus alrededores.
La ciudad, situada al norte de San Luis Obispo, es famosa por sus bodegas.
Las fuertes lluvias han provocado la crecida del río Salinas, que atraviesa Paso Robles, causando daños en carreteras, viviendas y negocios. “El nivel de inundación del río es de 8,8 metros. Llegamos a los 9,7”, dijo Stornetta.
La ciudad tuvo que decretar evacuaciones forzosas a principios de semana. “Hemos llevado a cabo tres rescates en vías fluviales y un rescate en helicóptero”, dijo.
En el viñedo Tablas Creek, a unos 15 minutos al oeste de la ciudad de Paso Robles, el viticultor Jordan Lonborg grabó un video de Las Tablas Creek cuando se desbordó y el agua entró a borbotones por la entrada del viñedo.
“Se puso peligroso durante un rato”, dijo Lonborg.
“Recibimos 160 mm de lluvia en un periodo de 24 a 36 horas. El suelo está saturado y no tiene por dónde correr”, añadió. La inundación ha arrasado una carretera principal que conduce al viñedo. “Es nuestro principal acceso a la ciudad. Ahora, en lugar de 20 minutos, tardaremos 40 minutos en llegar al pueblo”, explica.
Pero no se queja, porque la lluvia puede ser buena para el negocio del vino.
“Dependemos de la lluvia porque el 40% del viñedo se cultiva en seco. Por eso las lluvias invernales son cruciales para las plantas”, explica. Aunque la lluvia ha saturado completamente el suelo alrededor de las vides latentes,
Lonborg dijo que el suelo está bien sujeto y no corre peligro de erosionarse.
“Planificamos para las lluvias extremas y preparamos el suelo para ello”, afirma.
Pero las lluvias y las inundaciones han paralizado otro aspecto crucial del negocio del vino: las catas. Con la carretera principal bajo el agua, el viñedo ha tenido que cancelar las catas.
“Dependemos de las catas en temporada baja”, explica Lonborg. “Los márgenes de beneficio están en la venta directa al consumidor. Algunas bodegas solo venden directamente al consumidor y no tienen venta en línea. Para ellas, esto podría ser un problema mayor”.