CNNE 1284817 - ¿que es un arma nuclear tactica? escucha lo que dice una experta
Rusia amenaza con usar armas nucleares, ¿pero cuánto daño puede hacer?
02:48 - Fuente: CNN

Nota del editor:  Jerry Brown es presidente ejecutivo del Boletín de los Científicos Atómicos y fue gobernador de California durante cuatro mandatos, de 1975 a 1983 y de 2011 a 2019. Sharon Squassoni es copresidenta del Consejo de Ciencia y Seguridad del Boletín de los Científicos Atómicos y profesora de investigación en el Instituto de Política Internacional de Ciencia y Tecnología de la Escuela Elliott de Asuntos Internacionales de la Universidad George Washington. Daniel Holz es copresidente del Consejo de Ciencia y Seguridad del Boletín de los Científicos Atómicos y profesor de la Universidad de Chicago, el Instituto Enrico Fermi y el Instituto Kavli de Física Cosmológica. Las opiniones expresadas en este artículo le pertenecen únicamente a sus autores.

(CNN) – Hoy, debido en gran parte a los crecientes peligros de la insensata invasión rusa de Ucrania, el Consejo de Ciencia y Seguridad del Boletín de los Científicos Atómicos movió las manecillas del Reloj del Apocalipsis o del “juicio final” más cerca de la medianoche de lo que han estado jamás. Se trata del primer cambio en tres años en la hora del Reloj, que ahora se sitúa a 90 segundos de la medianoche.

Nunca en los 76 años de historia del Reloj del Apocalipsis habíamos estado tan cerca de una catástrofe mundial.
Fundado por Albert Einstein y los científicos de la Universidad de Chicago que desarrollaron las primeras armas atómicas, el Reloj es un indicador universalmente reconocido de la profunda vulnerabilidad del mundo ante las armas nucleares, el cambio climático y las tecnologías disruptivas. Cuanto más se acerque la medianoche, mayor será el peligro existencial.

A medida que la guerra en Ucrania se acerca a su segundo año, el mundo se encuentra en un momento muy peligroso. Decenas de miles de personas, muchos civiles inocentes, han muerto. No se vislumbra ninguna solución obvia al conflicto.

Esto contrasta fuertemente con la buena voluntad y el entendimiento mutuo que siguieron a la caída de la Unión Soviética, cuando Rusia se unió a Estados Unidos y Gran Bretaña y declararon solemnemente que “respetarían la independencia y la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania” y “se abstendrían de la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de Ucrania”. Se llegó a un acuerdo histórico. A cambio, Ucrania renunció a su arsenal nuclear, en ese entonces el tercero mayor del mundo, y se convirtió en signataria del histórico Tratado de No Proliferación Nuclear.

Rusia violó descaradamente sus compromisos en 2014 cuando invadió el este de Ucrania y se anexó Crimea. Ahora, ha lanzado una invasión militar a gran escala del país, con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, amenazando incluso con el uso de armas nucleares. Estas amenazas sin precedentes, en el contexto de una guerra brutal e impredecible, plantean la aterradora posibilidad de que se utilicen armas nucleares por primera vez desde 1945, ya sea por accidente, algún error de cálculo o incluso una decisión deliberada del propio Putin.

Resulta inquietante que Rusia haya llevado su guerra incluso a los sitios de los reactores nucleares de Chernobil y Zaporiyia, violando los protocolos internacionales y arriesgándose a la liberación generalizada de materiales radiactivos. Los esfuerzos del Organismo Internacional de la Energía Atómica para proteger las centrales han sido rechazados hasta ahora y la amenaza de catástrofe persiste.

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, subrayó recientemente que el mundo se adentra en “una época de peligro nuclear como no se había visto desde el apogeo de la Guerra Fría”. Guterres hablaba en una conferencia de la ONU sobre el Tratado de No Proliferación Nuclear, ahora socavado a raíz de que Rusia rompiera su promesa de respetar la soberanía de Ucrania.

El único tratado sobre armas nucleares que queda entre Estados Unidos y Rusia, el Nuevo START, también está en peligro. A menos que ambas partes reanuden las negociaciones y encuentren una base sólida para nuevas reducciones de armamento, el tratado expirará en 2026. Esto eliminaría las actuales inspecciones mutuas, pondría fin a los límites de despliegue nuclear y probablemente incentivaría una impredecible e inestable carrera armamentística nuclear en medio del desarrollo de armas cada vez más avanzadas. Esto ahondaría aún más la desconfianza, quizás de forma irreversible, y aumentaría la probabilidad de una guerra nuclear.

Aunque estas amenazas son inmediatas y horribles, existen otras. Países tanto de Asia como de Medio Oriente están considerando construir arsenales nucleares. Las tensiones entre Estados Unidos y China van en aumento.

Al mismo tiempo, el mundo aumenta el uso de combustibles fósiles y emite gases de efecto invernadero que atrapan el calor. El covid-19 sigue matando a un gran número de personas y mutando de nuevas y peligrosas formas, con lo que las pandemias futuras son casi una certeza. A medida que avanza la ciencia, también lo hacen las amenazas, tanto en bioseguridad como en tecnologías disruptivas.

Si alguna vez hubo un momento para que los líderes mundiales tomen medidas para hacer retroceder el reloj, es ahora. Hasta entonces, faltan 90 segundos para la medianoche.