(CNN) – El limbo legal de Donald Trump por las investigaciones que enfrenta pareció volverse más precario este miércoles.
El país se acerca cada día más a un precipicio político y judicial que podría ver procesado por primera vez a un expresidente. La candidatura a la Casa Blanca del excomandante en jefe para 2024 haría que este giro histórico fuera aún más incendiario y equivaldría a su mayor prueba de estrés hasta el momento de las instituciones legales y gubernamentales de Estados Unidos y su frágil unidad.
Y Trump no solo se enfrenta a un solo caso de vulnerabilidad potencialmente criminal. Los nuevos desarrollos en múltiples frentes sugieren que es posible que pueda ser acusado en varias investigaciones separadas que aparentemente avanzan en un crescendo largamente retrasado de posible responsabilidad.
En este momento, se está gestando un fatídico momento nacional en medio de la retórica desenfrenada de Trump y las predicciones de su propio arresto, una tormenta política avivada por sus aliados y la anticipación entre quienes se han irritado durante mucho tiempo por su tendencia a la impunidad.
Una atmósfera cada vez más circense en Washington, Nueva York y Florida, donde ahora vive Trump, hace que el drama en torno a los diversos casos en su contra sea aún más tenso y confuso y, en cierta medida, desvía la atención de lo que puede ser un momento de dudosa historia. Mientras tanto, un creciente alboroto partidista liderado por los republicanos de la Cámara parece diseñado para desdibujar los hechos, distraer la atención de la evidencia y alimentar la afirmación de Trump de que es víctima de una vendetta política interminable.
Las múltiples vías de riesgo legal de Donald Trump
Trump, que niega haber actuado mal, aún no ha sido acusado en ninguno de los casos y no hay certeza de que lo sea. Pero el patrón de los últimos días parece mostrar que las nubes legales a su alrededor se oscurecen.
— Este miércoles, sus problemas se intensificaron cuando un tribunal de apelaciones dictaminó que el abogado defensor de Trump, Evan Corcoran, debe testificar ante un jurado en el caso relacionado con documentos clasificados que Trump hurgó en su resort en Mar-a-Lago. El fallo, que llegó con una velocidad sorprendente y frustró las típicas tácticas dilatorias de meses de Trump, fue muy significativo porque el Departamento de Justicia tuvo que convencer a la corte de que había pruebas suficientes para demostrar que Trump cometió un delito a fin de romper la convención del privilegio abogado-cliente.
Norm Eisen, investigador sénior de la Institución Brookings y analista legal de CNN, dijo que la perforación de esta protección legal fundamental era muy inusual y un mal presagio para Trump, ya que el testimonio de Corcoran podría usarse para sugerir que cometió un delito. Esto podría implicar no solo el mal manejo de documentos clasificados, sino también una posible obstrucción de la justicia. “Empeora considerablemente lo que probablemente fue el mayor riesgo legal federal de Trump”, dijo Eisen a Wolf Blitzer de CNN en “The Situation Room” este miércoles.
— Este desarrollo se produjo con todos los ojos puestos en Nueva York después de que esta semana se dispararan las expectativas de que Trump pronto podría enfrentar una acusación en un caso distinto que surge de un presunto plan para pagar dinero por silenciar a la estrella de cine para adultos Stormy Daniels en un caso ocurrido antes de las elecciones de 2016. La intriga se disparó después de que el jurado investigador en el asunto no se reunió el miércoles. Y si bien había trascendido que lo haría este jueves, tampoco ocurrirá.
Hay indicios de que se podría pedir la comparecencia de un testigo. Y las fuentes le dijeron a CNN que el fiscal de distrito de Manhattan, Alvin Bragg, quien ha estado bajo un feroz ataque de los aliados republicanos de Trump, también se estaba tomando un momento para reagruparse en medio del furor. Miller informó que el equipo de Bragg está evaluando si volver a llamar a un testigo fundamental, el exabogado de Trump, Michael Cohen, para refutar el testimonio de esta semana de Robert Costello, un abogado que anteriormente representó a varios aliados de Trump y compareció ante el jurado a pedido de El equipo legal de Trump.
Cohen, quien hizo el pago a Daniels, es visto por algunos analistas como un eslabón débil en cualquier juicio, ya que su credibilidad podría verse socavada por su propia condena por mentirle al Congreso. El analista legal de CNN, Elliot Williams, explicó que Bragg tendría que probar la cuestión de la confiabilidad de Cohen ahora ante un jurado investigador o en un juicio. “Está muy en sus intereses, tomar una pausa, dar un paso atrás y decidir”, dijo. “Este tipo de cosas sucede todo el tiempo, ya que los fiscales deciden si presentar casos y cómo hacerlo”.
Ha habido cada vez más indicios de que una acusación podría estar cerca, especialmente desde que Trump predijo durante el fin de semana, de manera incorrecta, que sería arrestado el martes. Pero los posibles cargos en este caso un tanto oscuro y de un año de duración podrían centrarse en violaciones comerciales o infracciones de la ley de financiación de campañas. Todo lo cual plantea la pregunta de si es realmente de interés nacional cruzar el Rubicón de acusar a un expresidente en un caso que puede ser difícil de explicar al público, carece de implicaciones constitucionales profundas y puede no ser un éxito en el juicio.
— En un tercer enredo legal de Trump, Fani Willis, fiscal de distrito del condado de Fulton, Georgia, dijo en enero que las decisiones de acusación eran inminentes en una investigación sobre el intento del expresidente de anular la victoria del presidente Joe Biden en 2020 en un estado electoral crítico. La oficina de Willis, que está considerando presentar cargos de crimen organizado y conspiración, podría tomar decisiones esta primavera, informó CNN este lunes. En un intento desesperado, los abogados de Trump intentaron que un tribunal desestimara el informe final del jurado investigador.
— Y en otro frente legal separado, el expresidente y sus lugartenientes están siendo investigados por el fiscal especial del Departamento de Justicia, Jack Smith, por sus intentos de robar las elecciones de 2020 y por la insurrección del Capitolio de EE.UU. el 6 de enero de 2021. En otra señal de la seriedad de la investigación, Smith citó al exvicepresidente Mike Pence, quien ayudó a salvar la democracia estadounidense el 6 de enero de 2021, para que testifique. (Smith también está investigando el manejo de documentos clasificados por parte de Trump).
Trump da vueltas entre emociones opuestas sobre una posible acusación
En medio de la agitación, el expresidente, entre ataques enojados en su red social Truth Social, está jugando un juego de espera con sus asesores, quienes se están preparando para varios escenarios diferentes que involucran una posible acusación en Nueva York, informó Kristen Holmes de CNN. En ocasiones, Trump ha celebrado porque cree que una acusación podría potenciar su campaña, pero también se ha quejado de que sería “injusto”. Característicamente, la exestrella de reality shows y figura sensacionalista de Nueva York ha jugado con la idea de crear un espectáculo mediático si es acusado, informó Holmes.
Subrayando un hilo del drama político que podría surgir, el mayor rival potencial de Trump en las primarias republicanas de 2024 eligió esta semana torcer el cuchillo mientras otros posibles contendientes republicanos a la Casa Blanca se apresuraban a defender a Trump en el caso del dinero secreto. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, le dijo a una multitud este lunes que no “sabe lo que implica pagarle dinero por el silencio a una estrella porno” y luego insinuó en una entrevista que si ganara la Oficina Oval, sería mucho más disciplinado que Trump en sus desenfrenados cuatro años como presidente. “Sin drama diario, concentrado en el panorama general y poniendo los puntos en la pizarra”, dijo DeSantis a Piers Morgan en TalkTV, justo cuando las noticias de los problemas legales de Trump recordaban a los estadounidenses el drama diario que presentó durante cuatro años.
“El gobernador no puede darse el lujo de ser marginado desde el principio”, dijo un asesor de DeSantis a Steve Contorno de CNN en medio de los ataques de Trump contra el gobernador. “Claramente hizo el cálculo, era hora de retroceder”.
Trump arremetiendo contra DeSantis, quien aún no ha declarado una campaña, está acelerando la carrera presidencial del Partido Republicano a su nivel más intenso, justo cuando los problemas legales del expresidente también parecen estar explotando. “El hecho es que Ron es un gobernador promedio, pero el mejor con diferencia en el país en una categoría, Relaciones Públicas, donde fácilmente ocupa el puesto número uno”, dijo Trump en un comunicado este miércoles en el que arrasó con el historial del hombre que una vez consideró un protegido. “Pero todo es un espejismo, solo mira los hechos y las cifras, no mienten, ¡y no queremos a Ron como nuestro presidente!”.
La furia del expresidente presentó a DeSantis, quien obtuvo una victoria de dos dígitos en la reelección en Florida el otoño pasado, con el momento más peligroso hasta ahora en su pseudo campaña y podría poner a prueba el enorme control de Trump sobre el movimiento “Make America Great Again”. Pero el fango legal de Trump también puede recordarles a los votantes que lo rechazaron en 2020 y a algunos de sus candidatos favoritos en las elecciones intermedias del año pasado por qué estaban alienados por su liderazgo caótico.
DeSantis no es el único republicano que busca una apertura política. Los aliados republicanos de Trump en la Cámara han estado demostrando su fuerza perdurable con los votantes de base que los enviaron a Washington desatando un ataque extraordinario contra el fiscal de distrito de Manhattan. Como hizo Trump una vez, están usando el poder del gobierno para tratar de evitar que rinda cuentas y desactivar sus amenazas legales. Los presidentes de los comités republicanos de la Cámara, por ejemplo, exigieron el testimonio de Bragg y se comprometieron a averiguar si su investigación usó fondos federales.
Todo esto subraya el hecho de que más de dos años después de que Trump dejó el cargo, la nación no está ni cerca de superar el enorme trauma político y legal de su mandato. Y si los eventos de los últimos días son una indicación, los estadounidenses pueden estar en otra ronda de agitación.