(CNN) – Ecuador fue conocida como la Isla de Paz en la década de 1980, en comparación con sus vecinos Colombia y Perú, algunos de los mayores productores de cocaína del mundo. Pero una escalada mortal de violencia ha cambiado esa reputación en los últimos años, ya que el país andino ha registrado algunas de las tasas de homicidios más altas de la región, según grupos de derechos humanos.
Solo en abril, en Ecuador hubo un motín en una prisión, explosiones en la ciudad portuaria de Guayaquil y la muerte de al menos nueve personas durante un ataque armado en un puerto pesquero.
Los civiles se encuentran atrapados entre grupos criminales que luchan por el control de la cadena de suministro de cocaína, que pasa por Ecuador, dice Glaeldys González, experta en crimen organizado de International Crisis Group.
Y las autoridades ecuatorianas han tenido problemas para enfrentar esta crisis de seguridad pública “de manera eficiente porque está sumida en [una] crisis política”, dice González.
El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, está en el centro de esta tormenta, y su popularidad se ha hundido en medio del descontento generalizado con las tasas de criminalidad en espiral.
“Lasso no ha cumplido” las promesas de campaña de impuestos más bajos y más inversión extranjera directa, dijo Luis Ortiz, analista político y consultor de Desarrollo Ecuatoriano. Tampoco ha sido capaz de transmitir una estrategia exitosa para detener la violencia, agregó.
Lasso se enfrenta a una votación de juicio político en las próximas semanas por acusaciones de malversación de fondos antes de asumir el cargo por parte de legisladores de la oposición, señalamientos que Lasso niega.
La mala hora de Lasso
No siempre fue tan difícil para Lasso, un millonario hecho a sí mismo, que se postuló en una plataforma de valores liberales antes de llegar al poder en 2021, prometiendo más inversión extranjera directa y fomento del espíritu empresarial. Lasso fue elogiado por una exitosa campaña de vacunación contra el covid-19 al comienzo de su mandato, disfrutando de altos índices de aprobación en ese momento.
Pero poco después su mandato se fue cuesta abajo.
Lasso sobrevivió a un intento de juicio político en medio de protestas que duraron semanas por el aumento de los precios del combustible y los alimentos, el año pasado, y su nombre apareció en los “Pandora papers”, una exposición de 2021 de secretos financieros y tratos en el extranjero de docenas de jefes de Estado y funcionarios públicos.
La ley ecuatoriana prohíbe a los servidores públicos tener activos en paraísos fiscales. Lasso dijo a la comisión legislativa de Ecuador que lo investiga que no había evadido impuestos y que su trayectoria fiscal estaba respaldada legalmente. La investigación fue luego archivada por la Contraloría.
Pero los legisladores de la oposición han renovado sus esfuerzos para destituirlo, y el apoyo popular del presidente se está evaporando a medida que el crimen se dispara.
El dramático aumento de la delincuencia que ha alimentado la ira contra su Gobierno es una tendencia anterior a su presidencia. Antes de que Lasso asumiera el cargo, Ecuador ya se había convertido en un centro de tránsito clave para la cocaína debido a su ubicación entre Perú y Colombia, y la dolarización de su economía, en 2000, convirtió al país en un lugar fácil para lavar dinero, dicen analistas.
Pero los controles necesarios para detener el crimen organizado fueron superados por las medidas de austeridad implementadas por su predecesor, Lenín Moreno, que llevaron a despidos masivos en el sector público y recortes presupuestarios, dijo Ortiz a CNN.
“El sistema judicial, la institución que supervisa las transferencias bancarias y las transacciones bancarias, no tienen dinero ni para hacer fotocopias, y mucho menos rastrear transacciones que podrían estar potencialmente vinculadas con el crimen organizado”, dijo.
Las denuncias de corrupción también han empañado a los tribunales y la Policía: Estados Unidos le retiró visas a oficiales de alto rango de las fuerzas de seguridad del Estado ecuatoriano, presuntamente vinculados al narcotráfico, y a varios jueces y abogados.
Lasso, quien tiene un mandato débil en el Congreso y ha luchado para construir coaliciones, ha implementado varios estados de emergencia para frenar el derramamiento de sangre en el país, que ha visto cientos de muertos en brutales disturbios en las cárceles entre bandas rivales, para muy poco éxito, dicen los críticos.
Su enfoque se ha vuelto más desordenado después del segundo intento de juicio político. La semana pasada, declaró a los grupos criminales organizados como terroristas, una medida que empoderó a los militares para perseguir a las pandillas, a pesar de las denuncias de corrupción que ensombrecen a las fuerzas de seguridad.
Su aceptación del paquete de austeridad de su predecesor ha llevado a Lasso incentivar al sector privado a intervenir en temas de seguridad, algo que Ortiz describió como un desastre.
Esto incluye la reciente autorización de Lasso a civiles para usar armas, una medida que hizo que “las empresas de seguridad privada [se convirtieran] en las primeras en levantar la mano para decir: ‘Ey, de ninguna manera, lo que estamos viendo en este momento es que los delincuentes están más equipados que la policía’”, dijo Ortiz.
Relaciones desgastadas
El estado de ánimo contra Lasso se agrió aún más este año cuando medios de comunicación ecuatorianos señalaron al cuñado del presidente, Danilo Carrera, de corrupción, incluido un esquema de dinero por puestos ejecutivos y contratos de energía falsos. Fiscales ecuatorianos abrieron una investigación por los contratos de energía falsos en enero.
Tras el informe, Lasso pidió a los fiscales que investigaran a Carrera por su relación comercial y personal con Rubén Cherres, a quien las autoridades intentaron arrestar, pero fue encontrado asesinado a fines de marzo. Lasso ha rechazado la existencia de una estructura o una red de corrupción en su Gobierno.
CNN se comunicó con Carrera obtener comentarios al respecto. En una carta enviada a un medio local en enero, los abogados de Carrera rechazaron los señalamientos de que era el líder de un esquema de corrupción en empresas públicas. También negó las afirmaciones de que obtuvo beneficios ilícitos para él o terceros.
Lasso, de centroderecha, es uno de los pocos amigos que Washington tiene en la región, pero incluso esa relación puede estar desmoronándose.
Si bien varios senadores estadounidenses elogiaron a Lasso y el secretario de Estado, Antony Blinken, destacó la sólida asociación de EE.UU. con el país durante una visita de 2021, en abril, un grupo de ocho congresistas de EE.UU. envió una carta al presidente Joe Biden, instándolo a “revaluar las estrechas relaciones de nuestro Gobierno con el Gobierno de Lasso” e investigar las acusaciones de corrupción que rodean a Lasso y sus asociados.
Lasso sería reemplazado por el vicepresidente Alfredo Borrero si llegase a ser censurado y destituido en el juicio político, pero la semana pasada sugirió al Financial Times en abril que no llegará tan lejos, diciendo que invocaría una cláusula constitucional que forzaría elecciones para su cargo y el Congreso.
La táctica haría que Lasso gobernara por decreto presidencial y celebrara elecciones en seis meses, y los críticos pueden ver por qué Lasso podría verse tentado a optar por la opción nuclear.
“Si la oposición tiene los 92 votos que necesita para deshacerse de él, presionará ese botón y se dará seis meses para encontrar una salida”, dijo Guillaume Long, exministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, que ahora es un analista principal de políticas en el Centro de Investigación Económica y Política.
Si se desencadenan elecciones anticipadas, Lasso, de 67 años, dijo en 2022 que volverá a presentarse a pesar de haber perdido mucho capital político. En febrero, los partidos de oposición ganaron cargos clave en la alcaldía de Quito y Guayaquil y fracasó un referéndum respaldado por Lasso sobre ocho reformas, incluida la que permitía la extradición de delincuentes.
A medida que corre el tiempo del próximo movimiento de Lasso, la violencia y la inseguridad económica están llevando a más ecuatorianos a abandonar el país: hay estadísticas que muestran que miles se dirigieron hacia el norte a través del traicionero Tapón del Darién este año.