(CNN Español) – Fueron casi dos días de tensión extrema en el corazón de Rusia: una columna insurrecta del grupo de mercenarios rusos Wagner, con su propio líder Yevgeny Prigozhin a la cabeza, lanzada en dirección a Moscú, alejándose del frente en Ucrania, con objetivos no del todo claros aún.
En el camino tomaron ciudades, como Rostov, presuntamente derribaron un avión IL-22 de la Fuerza Aérea rusa (el Kremlin lo niega) y forzaron una respuesta del presidente Vladimir Putin, quien prometió castigar a quienes “eligieron el chantaje y los métodos terroristas”. Y luego, casi tan intempestivamente como se inició, la insurección terminó: Prigozhin frenó la columna, dio marcha atrás y recibió un ofrecimiento para exiliarse en Belarús, aliado de Rusia.
Las fuerzas del grupo Wagner combaten en Ucrania desde el inicio de la invasión rusa de 2022, y han cobrado mayor notoriedad por su participación en el frente de Bakhmut. Pero en los últimos meses Prigozhin se había convertido en un crítico duro y público del ministerio de Defensa de Rusia y principalmente de su ministro, Serguei Shoigu, a quienes la semana pasada acusó de bombardear a sus fuerzas provocándole “cientos de muertos”. El Kremlin niega el bombardeo.
No está claro qué pasará ahora con Prigozhin y sus hombres, pero sus acciones han, increíblemente, desviado la atención de la contraofensiva de Ucrania en marcha desde hace semanas.
Durante las 36 horas del raid de Wagner hacia Moscú, de hecho, Ucrania continuó presionando en Zaporiyia y Donetsk, las regiones donde ha concentrado sus fuerzas para este último empuje, que al momento está resultando lento y costoso frente a las posiciones defensivas rusas.
¿Cómo puede entonces afectar esta insurrección de Wagner a los acontecimientos en el frente?
Aunque aún no está claro por qué Prigozhin marchó a Moscú, si sus intenciones eran ser escuchado por la fuerza a través de una “marcha de la justicia” para “averiguar por qué hay tanto caos en el país”, como dijo al iniciar el avance, haber elegido el contexto de la contraofensiva ucraniana puede parecer una estrategia para reforzar su posición negociadora.
Putin, de hecho, se refirió a esto como un “chantaje”.
Así, un primer efecto de la rebelión de Prigozhin podría ser que Ucrania aproveche las tensiones internas para aumentar su presión contra tropas rusas, ya desmoralizadas, y que ahora observan con preocupación los sucesos en Moscú, como señaló Stephen Collinson en un análisis de CNN.
“Lo que hemos visto es extraordinario, y creo que se han visto surgir grietas que antes no estaban ahí”, dijo el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, a CNN. “Es demasiado pronto para saber adónde irán a parar, pero está claro que plantean nuevas cuestiones que Putin tiene que afrontar”, agregó.
Una contraofensiva de Ucrania en marcha
A pesar de haber comenzado hace semanas, la contraofensiva ucraniana se encuentra aún en sus “etapas preliminares”, según funcionarios militares de Estados Unidos consultados por CNN, y los avances no han “cumplido con las expectativas”.
El asalto de las fuerzas ucranianas se ha concentrado en cuatro regiones: frente a la ciudad Bakhmut, que ha estado bajo asedio ruso por meses; en las afueras de la ciudad Donetsk; en el oeste de Donetsk, y en dirección a Mariúpol; y en la región de Zaporiyia en dirección a Tokmak y eventualmente Melitopol.
No está claro cuál es el esfuerzo principal, pero se presta atención especial al avance en Zaporiyia, ya que una victoria en esta región amenazaría el llamado “corredor terrestre” que permite a Rusia alcanzar por tierra la península de Crimea, ocupada en 2014, y que ha estado entre los objetivos principales desde le inicio de la guerra, y acercaría a Ucrania en su objetivo de recuperar parte de la costa del Mar de Azov.
Es aquí, sin embargo, donde se han visto las defensas rusas más formidables, compuestas por varias líneas en profundidad y un eficaz apoyo de la artillería y la aviación.
En algunos casos las fuerzas ucranianas aún están lidiando con la vanguardia del sistema defensivo ruso, tratando de abrirse paso entre los campos minados mientras son sometidos a fuego de artillería y bombardeos aéreos. Aún no han roto las líneas ni superado las posiciones principales defensivas, tras lo cual podría esperarse el inicio de grandes maniobras y captura de territorio, si llegara a eso.
Esto no quiere decir, tampoco, que Ucrania no esté avanzando —hace pocos días se anunció la liberación de dos aldeas—, aunque los éxitos son, al momento, acotados y con grandes costos.
Una insurrección adentro del territorio de Rusia, o cuanto menos una necesidad ampliada de reforzar la seguridad interna, no necesariamente afectaría a la defensa de este sector, en cuanto a que esta ha estado siendo preparada durante meses y es estratégicamente clave para el Kremlin.
De acuerdo con el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por su sigla en inglés), en un informe publicado el domingo las capacidades de Rusia de “emprender operaciones ofensivas y defensivas en Ucrania no parecer haber sido afectada en forma sustancial”.
De haber un impacto, sin embargo, este podría tener lugar más adelante y afectaría el abastecimiento, el envío de reservas y los procesos de toma de decisión en general, en cuanto a que estos serán revisadas en base a nuevas necesidades —y urgencias— en otros puntos.
Aunque la columna de Prigozhin parece haberse detenido, la crisis recién empieza y una nueva etapa de la guerra en Ucrania podría estar por comenzar.
Las divisiones en Rusia no son nuevas
Es importante recordar, sin embargo, que las divisiones internas en las altas cúpulas en Rusia no son una novedad, en el contexto de una invasión de Ucrania que iba a ser rápida y contundente, y que en cambio ha llevado a una dura guerra de posiciones que lleva ya casi un año y medio.
Al menos tres generales han estado al mando de la “operación militar especial”, el eufemismo con el que Rusia se refiere a la invasión desde su inicio: Gennady Zhidko, reemplazado luego por Sergey Surovikin, a su vez reemplazado por Valery Gerasimov, el actual líder.
Tampoco las tensiones entre el Kremlin y el grupo Wagner, que ha tenido, al parecer, más éxito que las fuerzas regulares en el campo de batalla, al menos en Bakhmut.
Y ni siquiera estas tensiones comenzaron con la guerra en Ucrania. El grupo Wagner ha participado en numerosas acciones militares de Rusia en el extranjero, y en 2018 sufrió fuertes bajas en sus filas en un bombardeo de la Fuerza Aérea de Estados Unidos mientras prestaban apoyo en Siria a las tropas leales al presidente Bashar al Assad, apoyado por el Kremlin.
Al tratarse de contratistas militares, y no fuerzas regulares, el gobierno de Rusia no reaccionó ante sus muertes en Siria, prefiriendo mantener el silencio, y miembros del grupo Wagner criticaron a Moscú por haberlos enviado sin apoyo aéreo a lo que se ha sido descrito como una “carnicería”.
Con información de Nick Paton Walsh, Frederik Pleitgen, Tara John, Mariya Knight, Lauren Kent, Katharina Krebs, Josh Pennington, Lindsay Isaac, Jim Sciutto, Tim Lister, Sarah El Sirgany, Kostyantin Gak, Mary Ilyushina y Sebastian Shukla.