(CNN) – Comprarse un departamento en el sur de Francia y reformarlo uno mismo puede parecer una tarea difícil y muy cara.
Pero esta pareja lo logró dos veces con un presupuesto relativamente ajustado.
Eric Freeze, de origen canadiense, y su esposa Rixa, estadounidense, pasaron varios veranos en la región como parte de un programa de estudios en el extranjero en sus 20 años, y siempre sintieron un fuerte apego por Niza.
Pero la pareja, que se casó en 1998, empezó a plantearse seriamente la compra de una propiedad en la ciudad después de tener a sus cuatro hijos, Zari, de 16 años, Dio, de 14, Inga, de 12, e Ivy, de 10.
En 2014, pidieron a un agente inmobiliario que buscara una propiedad adecuada para toda la familia en el casco antiguo de Niza, un barrio histórico lleno de casas de vecindad, iglesias y plazas.
Proyecto en Niza
“Siempre fue el lugar al que más nos interesó ir e intentar encontrar un sitio donde poder criar a nuestros hijos de forma bilingüe”, explica Eric.
Por 235.000 euros compraron un departamento de dos dormitorios, que antes se utilizaba como alquiler para estudiantes, y pasaron alrededor de un año renovándolo por su cuenta.
“Lo compramos con una hipoteca, lo que también es una especie de milagro —dice Eric, profesor universitario—. Para los extranjeros no es tan difícil comprar en Francia. Pero es difícil si te conceden un préstamo”.
Aunque la propiedad era habitable, necesitaba bastantes obras. Durante un año, la pareja se encargó ella misma de las reformas, que incluyeron la colocación de nuevos pisos y el repintado de las paredes, así como la transformación de una zona anexa en un dormitorio para sus hijos.
“El primer año estuvimos haciendo reformas con cuatro niños de entre uno y siete años —explica Rixa, académica y educadora en natalidad—. Había polvo y herramientas por todas partes. Era un poco caótico”.
Con el presupuesto ya ajustado, intentaron ser lo más frugales posible para no endeudarse más. Eric incluso aprendió a pescar con arpón para ahorrar en comida.
Mientras tanto, Rixa pasaba la mayor parte de su tiempo libre buscando objetos de segunda mano, incluida la vajilla, para su nueva casa.
Vida frugal
“Conozco Niza tan bien a pie porque caminé por todas partes, encontrando ofertas de segunda mano para amueblar el departamento”, dice ella, estimando que gastaron alrededor de US$ 7.000 a 8.000 en las renovaciones.
Mientras trabajaban en la vivienda, Eric empezó a buscar un segundo departamento que pudieran utilizar sus amigos y familiares.
Consciente de que no disponían de fondos para comprar otro inmueble al precio del mercado, empezó a buscar propiedades abandonadas, con la esperanza de ponerse en contacto con los propietarios para ver si estaban dispuestos a vender a un precio asequible.
Eric dio con una antigua oficina, situada debajo de su departamento, que era propiedad de los Jeunes Communistes (JC), una rama del Partido Comunista Francés, y les propuso comprarla.
Aunque la pareja contactó por primera vez con el partido en 2014, no fue hasta alrededor de 2020 cuando accedieron a vendérselo.
“En ese momento, no teníamos suficiente dinero para comprarla —dice Rixa—. Pero nos dijeron: ‘no tenemos el título de propiedad hecho’. Y probablemente tardaremos un poco, pero estamos interesados en venderla’”.
Según la pareja, el partido les informó que ya tenían un inversor interesado, pero que querían vender la propiedad a alguien que se preocupara por ella y no a alguien “que quisiera ganar dinero”, por lo que había margen para negociar el precio.
“Él [el representante] dijo: ‘Quiero que esto sea para una familia. Quiero que sea para alguien a quien le importe y que vaya a vivir allí”, explica Rixa.
Los Freeze compraron la propiedad, dividida en dos partes, por 175.000 euros.
Un pequeño pueblo
Para entonces, la pareja, que tiene visado de visitante y no trabaja en Francia, había elaborado una rutina que hacía que la familia pasara siete meses al año en Francia y cinco en Estados Unidos, cerca de Indianápolis, Indiana.
“Él [Eric] renegoció su trabajo en la universidad a media jornada y medio sueldo, para que pudiéramos criar a nuestros hijos y escolarizarlos en Francia más de la mitad del año, todos los años, para que mantuvieran sus conocimientos lingüísticos —explica Rixa—. Así que vamos y venimos todos los años”.
Dicen que vivir en el casco antiguo de Niza es como “vivir en un pueblecito”, y a lo largo de los años han entablado muchas amistades sólidas con los lugareños.
“Bromeamos diciendo que si salimos por la puerta, en menos de cinco minutos nos encontraremos con alguien conocido”, añade Rixa.
Cuando la venta de su segundo departamento se concretó, en 2020, la pareja estaba preparada para lanzarse de nuevo a la renovación. Pero este sería un trabajo mucho mayor.
“Era apenas un cascarón”, dice Eric.
Como la propiedad ya estaba dividida en dos partes, los Freeze decidieron transformarla en dos departamentos separados de un dormitorio.
Aunque esta vez disponían de más dinero para el proyecto, no tenían suficiente para contratar a expertos que lo hicieran por ellos.
“Muchas de las cosas que queríamos hacer eran de un costo prohibitivo para un artesano —explica Eric—. Sobre todo con el plazo y el presupuesto con los que trabajamos”.
Un gran trabajo
Para ello, eliminaron el yeso de las paredes de roca y arrancaron el piso existente. La pareja también arrancó los cables y volvió a cablear los departamentos, además de instalar nuevas tuberías.
Colocaron nuevas ventanas aislantes y paneles de tablaroca, resanaron las paredes de yeso e incluso instalaron un nuevo entrepiso en cada uno de los departamentos.
La pareja puso mucho cuidado y atención en restaurar un intrincado techo de madera de la época renacentista, que habían descubierto en uno de los departamentos después de tirar el techo de yeso.
“Encontramos algunos vestigios del techo original —explica Rixa—. Utilizando estas piezas originales de moldura, mandamos hacer nuevas molduras de madera y luego restauramos todo a como estaba antes”.
Rixa pintó y estampó a mano el techo ella misma, utilizando un patrón encontrado en un escritorio de la época renacentista que habían comprado de segunda mano.
La pareja tuvo más “flexibilidad financiera” para esta renovación, lo que significó que no tuvieron que apretarse tanto el cinturón.
“Una vez más, hicimos el trabajo nosotros mismos, pero pudimos comprar materiales más caros e invertir un poco más de dinero que la primera vez”, añade Rixa.
El padre de Rixa, que es carpintero, pudo venir de Estados Unidos durante unos meses para ayudarlos con parte del trabajo, incluidas las escaleras.
“La forma de conseguir que mi padre nos visite fue decirle: ‘Vale, vamos a reformar todos los días’”, bromea.
El gasto total de la renovación de los dos departamentos, a los que llamaron “Le Chateau” y “Le Catamaran”, ascendió a unos US$ 88.000.
La pareja, que ya había reformado varias casas en Estados Unidos, terminó las obras en abril y, desde entonces, han podido alojar a sus familias y alquilarlo ocasionalmente a otros viajeros.
Los Freeze afirman que su vida en Niza es muy diferente a la que tienen en Estados Unidos, y que poder pasar varios meses al año en la ciudad francesa está beneficiando notablemente a su familia.
“Para nosotros, se ajusta más a muchos de los valores de nuestra familia que vivir en EE.UU. —dice Eric—. Es un lugar en el que no necesitas automóvil. Estamos a dos minutos andando de la playa, a dos minutos andando de los mercados de productos frescos y a dos minutos andando de los colegios de los niños.Ellos pueden venir del colegio a la hora de comer, así que los vemos con mucha más regularidad”.
Transformación completa
También señala que el Niza antiguo es un lugar que “precedió a los coches”, por lo que tiene mucho más de vecindario y mucho espacio exterior compartido.
“Está diseñado para la gente —dice—. Creo que facilita las relaciones y el uso compartido del espacio de una forma que no se da en EE.UU., donde a menudo imperan los vehículos. Donde la gente vive en suburbios y está mucho más separada”.
Para Rixa, el aspecto social de la vieja Niza ha sido una de sus mayores ventajas, sobre todo en lo que respecta a sus hijos, que van a la escuela tanto en Francia como en Estados Unidos.
“Si quieres jugar con un amigo en Estados Unidos, tienes que concertar una cita y quedar con el amigo de tu hijo —explica—. Como todo el mundo está muy ocupado, no es fácil reunirse. Pero en Francia, puedes salir por la puerta e ir al mar o al parque más cercano, y vas a ver a los amigos de tu hijo. Van a encontrar a alguien con quien jugar con solo salir. Casi garantizado”.
Aunque son conscientes de que a otros expatriados les ha costado adaptarse a vivir en Francia, aseguran que su experiencia ha sido muy positiva.
“Ha sido un espacio muy acogedor y diverso para nuestra familia”, dice Eric.
Tras pasar mucho tiempo en el casco antiguo de Niza, tanto Eric como Rixa han notado un cambio en la zona en las últimas dos décadas, a medida que ha ido creciendo su popularidad y se ha ido instalando más gente.
“Es interesante que haya cambiado tanto —dice Rixa—. Se está aburguesando mucho, lo cual es bonito. Pero también es un poco desafortunado, porque expulsa a las familias”.
Eric explica que tienen buenos amigos que viven en viviendas de alquiler controlado, y les preocupa que las cosas puedan cambiar en el futuro.
“Dicen: ‘Si esto cambia, ya no podremos vivir aquí’. Y eso sería terrible”, dice, añadiendo que el hecho de que la vieja Niza fuera declarada sitio de la Unesco los reconforta un poco.
Aunque les gustaría vivir en Niza permanentemente, la pareja dice que, por ahora, ir y venir de Estados Unidos le viene bien a su familia.
“Una de las cosas que nos ha ayudado es que nuestra familia depende más de los demás —dice Eric—. Para nuestros hijos es maravilloso poder volver a Francia o a Estados Unidos y reencontrarse con los amigos que conocieron ahí antes”.
Una experiencia única
“Pero su principal grupo es nuestra familia. Así que es algo que realmente ha creado una solidaridad familiar, porque es una experiencia única y extraña. No creo que eligiéramos hacerlo de otra manera. Al menos no ahora mismo”.
Sin embargo, reconoce que esto podría cambiar en el futuro en función de las necesidades de sus hijos.
Eric, que publicó un libro de memorias, “French Dive”, sobre la vida de su familia en Niza, reconoce que empezar una nueva vida en el extranjero puede parecer a veces fuera del alcance de las personas que no tienen necesariamente una gran cantidad de dinero, pero dice que no siempre es así.
“Si la gente quiere hacerlo, puede — afirma Eric—. No tenemos una tonelada de dinero disponible. Y creo que a veces, la forma en que la gente presenta las experiencias de viaje, desarraigar tu vida e irte al extranjero, puede parecer inaccesible para el propietario medio de una casa. Pero es [accesible] si se investiga bien y se intenta conectar con la gente de forma auténtica. Esa ha sido en gran medida nuestra historia y experiencia”.