(CNN Español) – Fue llamado el “milagro navideño”, una muestra de fe, esperanza, inteligencia, trabajo en equipo e instinto de supervivencia que conmovió al mundo entero. Se conoce como el “milagro de los Andes”.
La trágica y extraordinaria historia comenzó el 12 de octubre de 1972. Un total de 45 personas, incluidos 19 miembros del equipo de rugby del colegio Christian Bross, en Uruguay, despegaron a bordo del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya con destino a Santiago de Chile para disputar la Copa de la Amistad.
Ese fue solo el inicio de lo que se avecinaba.
Las malas condiciones de tiempo obligaron a los pilotos a aterrizar en el aeropuerto de Mendoza, en Argentina. Al día siguiente, el 13 de octubre, decidieron despegar. En el trayecto, la aeronave sufrió un brutal impacto en plena cordillera de los Andes, a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar.
“Estábamos volando desde Mendoza para Santiago, los picos empezaron a verse un poco cerca, cada vez estaban más cerca. Al poco rato empezaron a sentirse sacudones imponentes, los picos cada vez más cerca y la verdad que me empecé a aterrorizar”, contó Eduardo Strauch, uno de los 16 sobrevivientes de la tragedia en el documental “El viaje sin destino” de CNN.
“Y de repente, el ruido, el sonido de los motores al máximo y un impacto, aire helado, olor a queroseno”, agregó.
Recordó que en ese momento pensó que sería el fin de su vida y la de sus compañeros. Al abrir los ojos, según afirmó, se dio cuenta de lo que había pasado.
Otro de los sobrevivientes fue Gustavo Zerbino. En una entrevista con CNN dijo que después del choque y la caída, abrió los ojos y sintió que el líquido del aire acondicionado recorría su cara. “Cuando doy un paso atrás me entierro en la nieve, me llegaba a media cintura”, dijo.
Strauch describió la primera noche en los Andes como “eterna” y “un horror”, pero dijo tenían la esperanza de que al siguiente día irían a rescatarlos. “Nunca nos imaginamos que íbamos a estar 72 noches”, señaló.
La primera noche, los sobrevivientes tuvieron que improvisar el fuselaje del avión para cubrir la parte trasera que se desprendió del avión tras el choque, además de dormir al lado de sus compañeros muertos, escuchar los lamentos de los heridos y soportar temperaturas gélidas.
La Sociedad de la Nieve y el canibalismo
Las adversas condiciones los llevaron a encontrar una nueva forma de sobrevivir: la llamada “Sociedad de la Nieve” con reglas impensables.
“Nosotros veníamos de la civilización y de un día para otro nos encontramos en la nada y empezamos a transformarnos en otra sociedad, con otros códigos y fuimos llevando la sociedad de la nieve con la colaboración de todos en el puesto que le había tocado a cada uno”, detalló Strauch.
Hicieron una manta con las fundas de los asientos del avión, la tejieron con cable de cobre del avión y crearon lentes con los parasoles de la aeronave para evitar que la nieve les dañara las retinas. Para tener agua crearon una especie de embudo y utilizaron las láminas de los asientos para que se derritiera con el sol y cayera en una botella.
Según Strauch, los únicos alimentos que llevaban eran vino, chocolates y galletas que pronto se terminaron. Además, comieron pasta de dientes y desodorante, pero se fueron debilitando rápidamente. Esa necesidad y el ánimo de sobrevivir los llevó a decidir comer la carne de sus compañeros muertos.
“Al final cuando surgió la idea de que nos íbamos a ofrecer unos a otros como alimento (…) y qué más lindo que ser alimento de un amigo y no quedar tirado en la montaña, que te coman los cóndores y empezó esa etapa de vivir de esa manera que había sido impensable dos días antes”, narró.
Aunque al inicio fue algo difícil para los sobrevivientes, con el paso del tiempo se acostumbraron a comer carne humana.
La expedición y el rescate
El 23 de octubre de 1972, los sobrevivientes escucharon por la radio que la búsqueda para rescatarlos se había suspendido. Con esa noticia, decidieron iniciar expediciones para salir de la cordillera por sus propios medios.
Roberto Canessa y Nardo Parrado escalaron durante 10 días la cordillera de los Andes para dar aviso, dos meses después del accidente, de que estaban vivos y señalar el lugar donde sus otros 14 compañeros permanecían atrapados, en el fuselaje del avión que se estrelló contra las montañas, donde otras 29 personas murieron.
Los sobrevivientes que aguardaban en el avión escuchaban la radio todos los días esperando alguna buena noticia, hasta que días después escucharon que a sus dos compañeros los habían encontrado.
Días antes de la Navidad de 1972, el 22 de diciembre ocurrió el rescate que sorprendió al mundo entero, de ahí que se le llamara “milagro navideño”. Para 16 sobrevivientes, la pesadilla de 72 días había terminado.
Con información de Dario Klein.