(CNN) – Donald Trump, el presunto candidato republicano que acaba de acusar falsamente a sus oponentes de dirigir una administración “Gestapo”, volverá este lunes a un tribunal de Nueva York en su juicio penal, el primero de un expresidente en la historia.
La Casa Blanca, por su parte, trata de desactivar el impacto de las protestas en los campus universitarios por la guerra de Israel contra Hamas en Gaza, ya que algunos demócratas advierten que las imágenes de malestar podrían impulsar a Trump y temen que el asunto pueda hacer tambalearse a la coalición del presidente Joe Biden.
Todo esto se produce mientras el presidente republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, se enfrenta esta semana a una probable votación sobre su destitución, en una nueva señal de la desorganización del GOP fomentada por la representante de Georgia Marjorie Taylor Greene. Necesitará que los demócratas le salven.
Es otra semana normal en la política estadounidense mientras fuerzas impredecibles sacuden a ambos partidos y auguran un tenso camino hacia unas elecciones –ya a seis meses menos un día– que podrían cambiar fundamentalmente la nación.
El juicio a Trump entra en una fase crucial
Trump afronta otra semana en la sala del tribunal de Manhattan donde se le juzga por la presunta falsificación de registros empresariales para encubrir una aventura con la actriz de cine para adultos Stormy Daniels. Los fiscales argumentan que intentó un encubrimiento para engañar a los votantes en 2016 en un acto temprano de interferencia electoral. Trump niega el affaire y se ha declarado inocente de esta y de otras tres acusaciones penales.
Dados los frecuentes ataques del expresidente a los testigos, que la semana pasada le costaron US$ 9.000 por violaciones de órdenes de mordaza, los fiscales mantienen en secreto las listas de testigos. Pero en un dramático testimonio la semana pasada, la exdirectora de Comunicaciones de la Casa Blanca, Hope Hicks, subió al estrado bajo una citación de la fiscalía. En el momento potencialmente más significativo del juicio hasta ahora, una nerviosa Hicks, que derramó lágrimas en un momento dado, pareció implicar a Trump de una manera que jugó a favor del argumento de la acusación cuando dijo que el expresidente admitió ante ella que sabía que su entonces abogado Michael Cohen había pagado a Daniels. También dijo que Trump pensó que era mejor la historia después de las elecciones que antes. Pero el abogado de Trump, Emil Bove, extrajo una declaración bajo contrainterrogatorio que podría ser útil para reforzar el argumento central de la defensa cuando Hicks dijo que su jefe estaba preocupado por la historia de Daniels porque podría herir o avergonzar a miembros de su familia.
Otro giro crítico del juicio llegará con el esperado testimonio de Cohen, el antiguo abogado de Trump que cumplió condena en prisión por fraude fiscal, hacer declaraciones falsas al Congreso y violar las leyes de financiación de campañas.
A medida que avanza el juicio, el ánimo de Trump se va crispando. Está ofreciendo nuevos atisbos del extremismo que podría impulsar su segundo mandato y ya está planteando un nuevo desafío a la democracia estadounidense, tras su salida del cargo en desgracia en 2021 después de intentar robar las últimas elecciones basándose en falsas acusaciones de fraude.
Este sábado, en un almuerzo privado en su club de Mar-a-Lago, acusó a los demócratas de “dirigir una administración de la Gestapo”, según tres asistentes, equiparando al equipo de Biden con la Policía secreta nazi que acorraló y cometió un genocidio contra los judíos en el Holocausto.
Trump repite continuamente su versión de que sus acusaciones son el resultado de un complot demócrata. Pero no hay pruebas que lo demuestren. Sus comentarios sobre la Gestapo no solo traicionan la ignorancia histórica, sino que subrayan cómo no hay límites en el uso que hace el expresidente de la retórica incendiaria para tratar de ganar las elecciones. La semana pasada, en una entrevista con el Milwaukee Journal Sentinel, Trump se negó a garantizar que aceptaría el resultado de las próximas elecciones. Y en una entrevista con la revista Time publicada la semana pasada, dijo que la violencia era posible dependiendo de la “imparcialidad” de las elecciones.
James Singer, portavoz de la campaña de Biden, dijo que las declaraciones de Trump en la recaudación de fondos demostraban el peligro de un potencial segundo mandato que el expresidente ha dicho que se centraría en la retribución. “Trump vuelve a hacer comentarios despreciables e insultantes sobre el Holocausto, al tiempo que ataca a las fuerzas del orden, celebra la violencia política y amenaza nuestra democracia”, dijo Singer.
Los demócratas registran una creciente alarma por las consecuencias de las protestas
Los demócratas se enfrentan una semana más a las consecuencias políticas de las protestas en los campus universitarios por la guerra de Israel en Gaza.
La oleada de protestas en los campus por la matanza de civiles en el enclave se ha convertido en una dura prueba para el atractivo de Biden entre los votantes progresistas y jóvenes, a los que necesita para que le ayuden a vencer a Trump en noviembre.
Tras días de creciente presión política, el presidente abordó la situación por primera vez ante las cámaras el pasado jueves, afirmando que el derecho a protestar era una libertad estadounidense vital, pero que no era aceptable que las manifestaciones se volvieran violentas. Condenó los incidentes antisemitas que se han registrado contra algunos estudiantes judíos y dijo que no se replanteaba su firme apoyo a Israel tras los atentados terroristas del 7 de octubre, a pesar de sus frecuentes llamamientos ignorados al Gobierno del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, para que haga más por proteger a los civiles en Gaza.
Trump y los republicanos han aprovechado las protestas –y las operaciones policiales para despejarlas en algunas universidades– para subrayar su narrativa de que el país está fuera de control bajo Biden y que Trump podría restaurar la ley y el orden.
Pero en el programa “State of the Union” de CNN, el codirector nacional de la campaña de Biden, Mitch Landrieu, rechazó una analogía del senador Bernie Sanders, que comparó las protestas actuales con el sentimiento contra la guerra de Vietnam en 1968, que hizo que el entonces presidente Lyndon Johnson abandonara su candidatura a la reelección. Landrieu dijo que la opinión del senador independiente por Vermont era una “exageración”. Y añadió: “Ésta es una circunstancia muy diferente. Creo que las personas que realmente vivieron esa época tan difícil dirían que esto no es comparable. Sin embargo, eso no quiere decir que no sea un asunto muy serio”.
Algunos demócratas han restado importancia al impacto de las protestas, citando sondeos que sugieren que la guerra en Gaza está muy abajo en la lista de preocupaciones de la mayoría de los votantes jóvenes, a pesar de las dramáticas escenas vividas en muchas universidades. Pero el senador demócrata John Fetterman, de Pensilvania, firme partidario de Israel durante el conflicto, advirtió de que los manifestantes propalestinos podrían ayudar a Trump en noviembre. “Si quieren arrojar Michigan a Trump de esa manera… bueno, si quieres jugar con ese fuego… será mejor que te adueñes de ese fuego”, dijo Fetterman, refiriéndose a un estado indeciso donde los estadounidenses de origen árabe forman una parte importante del electorado demócrata. También advirtió del peligro de que los votantes liberales abandonen a Biden por su postura sobre la guerra. “Si están dispuestos a alejarse o a votar a otro, van a tirar su voto y están en el tren de Trump y más vale que tengan cuidado con el naufragio”, dijo.
Pero otro destacado demócrata, el representante por California Ro Khanna, dijo en el programa “Face the Nation” de CBS que en muchas de las protestas en todo el país se estaba viendo un diálogo constructivo. “Tenemos que entender que éste es un momento decisivo para esta generación, similar a las protestas contra Vietnam, las protestas contra el apartheid, las protestas contra la guerra de Iraq” , dijo. “Nos están diciendo que han muerto más de 30.000 personas. Es hora de que esta guerra termine. Es hora de que liberen a los rehenes que tiene Hamas, y quieren ver liderazgo en Estados Unidos y en todo el mundo”.
Johnson lucha por sobrevivir, otra vez
En otro importante drama político que se avecina esta semana, se espera que Johnson sobreviva a una votación convocada por Greene para destituirle y sumir al GOP de la Cámara en un caos aún mayor. Después de que Johnson aprobara el mes pasado la petición de Biden de miles de millones de dólares en fondos para Ucrania, es probable que los demócratas voten para salvar al presidente de la Cámara. Pero incluso si sobrevive, ningún presidente republicano quiere dar la impresión de que sólo está en el poder gracias al partido de la oposición, y el futuro a largo plazo del legislador de Luisiana sigue siendo incierto.
Muchos republicanos, incluso los que ven con buenos ojos al novato portavoz, no quieren que se produzca otra farsa de Gobierno como la votación múltiple para elegir al predecesor de Johnson, Kevin McCarthy, y la votación para destituir –y luego sustituir– al californiano el año pasado.
Los extremistas de derechas, aprovechando la escasa mayoría del GOP, han hecho que la Cámara sea prácticamente ingobernable desde que el partido se hizo con el poder tras las elecciones de mitad de mandato de 2022. Pero a pesar de los indicios de que el patrón de Greene, Trump, ha elogiado a Johnson y no está entusiasmado con más caos en el partido que podría complicar sus posibilidades y las del GOP en el otoño, ella está prometiendo seguir adelante después de acusar a Johnson de traicionar a los votantes de base republicanos.