(CNN Español) – A pesar de representar el 22% de la población mexicana que puede votar, los jóvenes entre 20 y 29 años muestran una notable tendencia al abstencionismo en los procesos electorales, de acuerdo con datos del Instituto Nacional Electoral (INE).
Para la elección de este 2 de junio, en México hay más de 99 millones de ciudadanos inscritos en la lista nominal, son los que cuentan con una credencial vigente para poder votar. Los jóvenes de 20 a 29 años son más de 22,5 millones de ese total, un 22% del total.
El desencanto de los jóvenes viene después de votar por primera vez. En 2018, 53% de los ciudadanos de entre 18 y 19 años votaron, pero en las elecciones intermedias de 2021, ya con 21 y 22 años, la participación fue de 41%. Un factor no considerado en esta comparación es que la de 2018 fue una elección presidencial y la de 2021 fue una elección intermedia que solo incluyó legisladores y gobernadores, entre otros cargos.
CNN consultó a especialistas sobre los motivos de este desencanto de muchos jóvenes mexicanos con el ejercicio del voto.
“En la etapa de edad en la cual se incentiva más el voto es en entre 18 y 19 años, los jóvenes están emocionados. Están invitados incluso están demandados a participar en el nuevo derecho que acaban de adquirir y por tanto entonces sí se vuelcan a las urnas”, señaló Enrique Cuna, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM).
Pero luego la participación baja. Desde 2009, el INE ha documentado una participación menor en los jóvenes de 20 a 29 años. De acuerdo con el órgano electoral, el promedio de participación de los mexicanos en la elección de 2018 fue de 63%, sin embargo, en los jóvenes de este grupo de edad penas llegó al 53% en esa elección.
“Sí hay un interés cuando eres primer votante, pero después los jóvenes tienden a desencantarse y esto es un fenómeno mundial, hay mucho desencanto en la política”, señaló Alejandra López Martínez, consultora especializada en el análisis, diseño y evaluación de políticas públicas con perspectiva de género.
Los especialistas consultados coincidieron en destacar varios factores que contribuyen a esta apatía electoral, entre ellos la desconfianza en el sistema político, la falta de identificación con los candidatos, las promesas incumplidas de los políticos y la desigualdad económica.
La desconfianza en la política
La desconfianza en el sistema político y ver que las promesas de candidatos y políticos no se cumplen son algunas de las principales causas del abstencionismo juvenil en México, consideró Juan Carlos Villarreal Martínez, profesor y consejero del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM).
“Hemos invertido una gran cantidad de recursos a los órganos electorales, pero no al tema central, que es el que provoca el abstencionismo, que es la calidad en el gobierno y los mecanismos de participación y rendición de cuentas. Cuando hablamos de estos procesos de abstencionismo, la principal causa suele ser la desconfianza”, explicó Villarreal Martínez.
El consejero consideró que el mejor mecanismo para estimular la participación de los jóvenes es “el cumplimiento de las políticas de campaña y el ejercicio del gobierno; si esto no lo ven los jóvenes en su corta vida es muy difícil que volteen a ver con confianza los procesos electorales”.
“En 20 años se han visto transitar (por el poder) a tres partidos políticos distintos, ¿por qué son reacios entonces a participar? Porque en su corta vida no han visto el cumplimiento de las ofertas, ni de gobierno ni de los partidos políticos, porque los jóvenes ven cotidianamente actos de corrupción en los partidos, ven candidatos endebles sin propuestas, todo esto impacta en el elector”, agregó Villarreal.
Los jóvenes que han participado en elecciones anteriores y no han visto mejoras tangibles en su vida cotidiana o en la sociedad en general tienden a volverse apáticos. Para Valeriano Ramírez Medina, doctor en estudios políticos y profesor de la UNAM, el desencanto de los jóvenes por el proceso electoral es porque luego de votar por un candidato o partido no ven un cambio o soluciones a sus problemas.
“Al final del día no hay una respuesta y los chavos quieren respuestas inmediatas, quieren soluciones rápidas, cuando no se dan entonces se da el desencanto, se da el desenganche y por lo tanto no hay una consecuencia y un seguimiento político y eso nos lleva a un mayor acto de abstencionismo entre los 25 y los 39 años”, expuso Ramírez.
Según cifras del INE, en la elección de 2018, votó 57,1% de los jóvenes de 19 años; 52,8% de los de 20 a 29 años, y 58,1% de los que tienen entre 30 y 34 años. En el grupo de 35 a 39 años votó 61,9%. Todos estuvieron por debajo del promedio nacional de 63% de participación.
Jóvenes que no se sienten representados
Los jóvenes a menudo no se sienten representados por los candidatos y sus propuestas.
Para López Martínez, una razón de esta falta de empatía de los jóvenes es que los políticos “tienden a ser mucho mayores que ellos. En promedio los políticos en México tienen 60 o 61 años, que es la edad de las dos candidatas”, la oficialista Claudia Sheinbaum y la opositora Xóchitl Gálvez. El candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez tiene 38 años.
“Sí hay una brecha generacional importante, además la participación de los jóvenes en política no es en toma de decisiones, sino como carne de cañón, de avanzada”, dijo la politóloga , pues “los jóvenes no tienen experiencia, no saben lo que están haciendo y eso va generando desencanto en ellos porque no hay nadie que les hable de sus problemas de lo que les interesa a ellos de los retos que les vienen”.
Esa falta de identidad, pues las nuevas generaciones tienen múltiples identidades y formas de pensar, explicó el doctor en estudios políticos Valeriano Ramírez, provoca que muchos jóvenes en lugar de basar su voto en propuestas concretas, lo hagan en razones superficiales, como la apariencia o el carisma del candidato, mientras que muchos simplemente optan por no votar.
“Las identidades políticas se ven iguales para un joven que no distingue entre izquierda y derecha, no sabe cuál es la propuesta de cada una, pero lo que sí tiene es afinidades, identidades con algún candidato o candidata con la cual se identifica, con la cual dice ‘él me cae bien porque es guapo, porque es importante, porque es inteligente, porque me gusta su discurso’, o simplemente hay una identidad. Pero si no existe esa identidad, si no existe esa afinidad, simplemente no entra en su esquema el voto, porque no es para ellos importante, porque ya piensan que las cosas están dadas y que es más fácil adaptarse que transformar”, explicó el académico de la UNAM.
Otro tropiezo de los políticos y sus partidos, según Alejandra López, es la estrategia de comunicación con la que tratan de llegar a los jóvenes.
“Ha habido una estrategia fallida al tratar de hablarle a los jóvenes solamente utilizando los medios que utilizan los jóvenes, es decir si los partidos políticos y los candidatos y las autoridades solamente utilizan las redes sociales para llegar a los jóvenes, pero el mensaje sigue siendo un mensaje para gente adulta, no van a llegar a los jóvenes, entonces no es solamente hablarles a través de los medios que ellos utilizan sino también con el lenguaje que ellos utilizan”, expuso la politóloga.
Agendas que no atienden sus problemas
Enrique Cuna, de la UAM, señaló que son tres los temas que importan e impactan a los jóvenes: seguridad, empleo y educación. Argumentó que en las agendas de los candidatos a la presidencia de México hay propuestas que afectan a los jóvenes, “pero no por su condición de juventud, sino por su condición de madres, por su condición de víctimas de la violencia”, entre otras cosas.
López y Villareal coincidieron en que no se debe pensar que a los jóvenes solo hay que darles actividades deportivas y becas.
“Tenemos una Comisión de Juventud y Deporte como si los jóvenes fueran deportistas y no les interesaran otras cosas o solamente pensar en becas para los jóvenes, creo que hablar de una forma mucho más integral de las juventudes, de lo que ellos necesitan, que no todos están estudiando, no todos están trabajando, hay muchas circunstancias, dentro de las juventudes”, puntualizó Lopez.
“Ahí están los de 20 a 29 años. Ahí es donde menos participan los jóvenes, ahí donde tenemos muchos problemas y creo yo que buena parte del desánimo del desinterés proviene de que no hay políticas públicas para los jóvenes más allá de estos programas de becas”, destacó Villarreal.
El consejero del IEEM agregó que, en estas campañas, “lejos de ofrecer cosas que transformen al país (los candidatos) están en una competencia ridícula, a ver quién regala más dinero, los jóvenes no son tontos, los jóvenes, lo entienden perfectamente bien y saben que las expectativas no van a cambiar”.
Villarreal añadió que el problema de la desigualdad también afecta la participación juvenil. “Tenemos un problema terrible de desigualdad, y de fondo en la participación ciudadana hay una argumentación de carácter emocional”, afirmó.
“Si mi abuelo fue carpintero, mi padre fue carpintero y a mí como futuro me ponen ser carpintero, entonces ¿qué tipo de estímulo tengo yo para creer que la democracia va a resolver problemas de desigualdad?”, señaló.
El académico cuestionó la motivación que pueden tener los jóvenes que viven en situación vulnerable para confiar en que la democracia solucionará sus problemas. “¿Qué tipo de estímulo tengo yo para pensar que un joven que vive en condiciones precarias va a ir a la universidad, un joven que gasta buena parte de sus recursos y tiempo en los trayectos tiene ganas de participar, cuando ha visto sistemáticamente a lo largo de su vida, el fracaso del gobierno y los partidos?”.
Abstencionismo, una forma de participar
Cuna sugirió entender el abstencionismo juvenil desde una perspectiva diferente: en lugar de verlo como un acto negativo, se deben comprender las razones que llevan a muchos jóvenes a no participar en las elecciones.
“Se nos invita a pensar el abstencionismo como algo negativo, pero en realidad lo que tendríamos que hacer es entender por qué la gente no participa”, afirma.
Cuna explicó que, a nivel mundial, el abstencionismo puede ser una forma de rechazo hacia el sistema electoral, y de expresar que ninguna opción política refleja sus intereses o inquietudes.
El profesor de la UAM llamó a eliminar el estigma asociado con el abstencionismo. “(El abstencionista) no es simplemente alguien apático y sin voluntad. Al contrario, también puede ser una forma de participación activa fuera de las instituciones y partidos políticos”, destaco.
Una de las razones principales para el abstencionismo, según Cuna, es la falta de representatividad. Los jóvenes pueden sentir que ninguna candidatura les representa adecuadamente y por ello “decidieron que ninguna de las opciones les manifiesta un interés o inquietud, o una representatividad, por tanto también puede ser válido el abstencionismo”, explicó.
Alejandra López coincidió en que el abstencionismo y el voto nulo también son formas legítimas de hacer política. “Definitivamente, no votar también es una forma de hacer política y eso pues sí hay que tenerlo claro”, afirmó.
Concuerda con Cuna en que la falta de representación es una de las principales razones para el abstencionismo, pues “las personas no se sienten representadas por las opciones que hay”.
La politóloga consideró que anular el voto es otra manera válida de expresar descontento. “Anular el voto también es una forma de hacer política, pero yo en lo personal creo que la democracia es la elección”, subrayó. Por ello destacó la importancia de participar en el proceso electoral: “Hay que escoger lo que esté más cercano, aunque no te represente al 100%”.
Qué hacer para llegar a los jóvenes
Pese a todos estos obstáculos, los especialistas señalan que existen múltiples estrategias que las autoridades y los partidos políticos pueden implementar para revertir esta tendencia.
Cuna propuso reconocer la heterogeneidad juvenil y conocer sus necesidades: “No es lo mismo hablarle a un a un joven de una universidad que a un joven que desgraciadamente no tuvo acceso a la educación”.
“Habría que hacer un análisis serio, profundo de la gran heterogeneidad juvenil, segundo de sus necesidades, tercero un modelo de comunicaciones y acercamiento diferente y cuarto una construcción más ética en la cuestión política, un cambio de esencia de la política y dejar de lado el caos y el enfrentamiento”, sostuvo Cuna.
Por su parte, Villarreal propuso que el órgano electoral se centre más en actividades con los jóvenes y que los partidos políticos “sean más inteligentes para dirigirse a los jóvenes, pues esta generación tiene la mayor cantidad de datos disponibles al alcance de la mano con un teléfono celular”.
Agregó que antes los partidos buscaban a los líderes juveniles y los incorporaban a tareas del partido. “En la medida que los jóvenes se involucran en política, digamos, una edad en donde pueden participar activamente, en esa medida se fortalece el sistema democrático”, destacó el consejero electoral.
Como tercer punto, Villarreal propuso que el día de la elección se le regale un libro a los jóvenes que voten. “Eso lo puede hacer la autoridad electoral, los libros pueden contribuir a la educación de los chicos y puede ser un estímulo”, aunque remarcó que ningún estímulo es comparable a que los políticos cumplan con sus propuestas y generen cambios reales.
Valeriano Ramírez coincidió con Villarreal en que uno de los problemas es que los partidos ya no generan bases sociales que incluyan a los jóvenes. También consideró que se debe incluir a las juventudes en actividades culturales, laborales, académicas que sean parte de un proyecto de vida político en la sociedad.
“Si impulsamos eso atraemos a los jóvenes a una participación política permanente y eso a información y a generar identidades, si no existen esto sin nada más se busca cada tres años a la gente para el voto, pues van a decir ‘sí, muchas gracias, no voto o si voto’, pero no hay una permanencia.