(CNN) – Donald Trump recibió el regalo por su cumpleaños número 78 un día antes: un apretón de manos de un acérrimo crítico de larga data, el líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, que encapsula la completa sumisión del Partido Republicano a su virtual candidato presidencial.
El 45º presidente, dos veces impugnado y recientemente condenado, regresó el jueves al Capitolio por primera vez desde que sus partidarios golpearon a agentes de Policía y se abrieron paso a base de destrozos el 6 de enero de 2021.
La interpretación del “Cumpleaños feliz” por parte de los republicanos de la Cámara de Representantes contrastó con los gritos de hace más de tres años de “ahorquen a Mike Pence” por parte de la turba de Trump al actuar según su petición de “luchar como un demonio” tras semanas promoviendo falsas afirmaciones sobre fraude electoral. Deseosos de complacer a su campeón y crear un presagio optimista para noviembre, los miembros de la Cámara rindieron homenaje al expresidente con un bate y una pelota de béisbol que ganaron después de aplastar a los demócratas en el juego anual de béisbol del Congreso el miércoles. Daba la impresión de que los subordinados rendían homenaje a un hombre fuerte.
El senador republicano por Florida Marco Rubio, un antiguo oponente en las primarias de 2016 que ahora se ve como posible candidato a la vicepresidencia del Partido Republicano, calificó el momento como “volver a reunir al equipo” después de que los senadores del Partido Republicano agasajaran a Trump apenas dos semanas después de que se convirtiera en el primer expresidente condenado por un delito. Otro enemigo del expresidente en 2016, el senador por Texas Ted Cruz, que soportó los insultos de Trump contra su padre y su esposa, se puso en pie para aplaudir a su vencedor.
Pero la imagen más llamativa de la jornada fue un apretón de manos entre McConnell y el expresidente captado en una foto por Doug Mills, de The New York Times, que resume una época. El veterano senador de Kentucky nunca ha ocultado su desprecio por Trump, aunque siempre ha buscado preservar su propio poder y no dio pasos para condenarle en los juicios del Senado tras sus dos juicios políticos. La aversión ha sido mutua, con el expresidente arremetiendo contra McConnell como “el viejo cuervo” en los mítines y haciendo comentarios racistas sobre la esposa de McConnell, la exsecretaria de Transporte Elaine Chao.
En enero de 2021, McConnell dijo: “Se alimentó a la turba de mentiras. El presidente los provocó”. Dijo que Trump era moral y prácticamente responsable del asalto a su amado Capitolio.
El jueves, tras reunirse con Trump por primera vez desde aquel día de infamia, alabó su encuentro “totalmente positivo”, durante el cual el expresidente estrechó la mano de McConnell entre las suyas. Sería difícil creer que McConnell se haya desprendido de su desprecio privado por el expresidente. Pero dijo a los periodistas que le preguntaron por su encuentro: “No se me ocurre nada que pueda decirles que sea negativo”.
El intercambio entre McConnell y Trump fue un emblema apto para un día que Trump coreografió para mostrar una unión en su partido (a pesar de los miles de votos emitidos en las primarias del Partido Republicano para la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, durante meses después de que ella suspendiera su campaña).
“Hay una unidad tremenda en el Partido Republicano”, dijo el expresidente. “Queremos ver fronteras. Queremos ver militares fuertes. Queremos ver dinero que no se malgaste en todo el mundo”.
Cómo afirma su poder Trump
La afirmación de omnipotencia de Trump sobre su partido fue un ejemplo de la proyección de poder que adora, que a menudo requiere la subordinación de suplicantes. Y también demostró lo que los republicanos que quieren su propio poder están dispuestos a hacer para conservarlo. El desfile de adulación en el Capitolio fue también otro recordatorio de que no habrá precio que Trump deba pagar en su partido por un intento de destruir la democracia para mantenerse en el poder. Y fue probablemente un anticipo de la deferencia hacia los instintos autocráticos de Trump y su afán de venganza que Estados Unidos puede esperar de los republicanos en Washington si vuelve a ganar la Casa Blanca, incluso de aquellos en una rama del Gobierno que se supone que debe establecer límites a los presidentes.
A otro de los posibles elegidos de Trump para la vicepresidencia, el senador por Ohio J.D. Vance, se le preguntó cómo algunos republicanos de alto rango que habían condenado a Trump después del 6 de enero podían reunirse y aplaudirle ahora.
“Ningún republicano real con credibilidad en el partido sigue culpándole”, dijo Vance, que entonces aún no había sido elegido, y añadió que algunos de los críticos de Trump en la sala le apoyaban. “Creo que es algo bueno y que el Partido Republicano está en un buen lugar”.
Vance no se equivoca. Casi todos los republicanos importantes que se enfrentaron a Trump en 2021 se han ido o están a punto de salir por la puerta. El senador de Utah Mitt Romney se retira. La exrepresentante de Wyoming Liz Cheney fue expulsada del liderazgo de la Cámara y luego del Congreso por decir la verdad sobre sus mentiras electorales. El expresidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan criticó duramente a Trump esta semana por romper su juramento de defender la Constitución. Pero sus comentarios en Fox News llegaron en medio de una cómoda jubilación, y con toda su ambición desaparecida hace tiempo.
Los legisladores que se pusieron al lado de Trump el jueves no lo hicieron necesariamente porque les guste. Su enorme popularidad en las bases del Partido Republicano significa que saben que pueden despedirse de su futuro político si deciden no hacerlo. Esto es así incluso cuando el comportamiento de Trump insulta los códigos normales de conducta que se esperan de un candidato presidencial.
Biden habla de democracia en el extranjero mientras Trump la socava en casa
El regreso de Trump a Washington se produjo un día antes de que cumpliera 78 años, la edad a la que el presidente Joe Biden —de quien su predecesor dice que es demasiado viejo para servir— asumió el cargo tras derrotarle en las elecciones de 2020. Según las encuestas, la revancha de 2024 está muy reñida, y cada uno de ellos pretende convertir la contienda en un referéndum sobre el único mandato del otro. La campaña de Biden se apresuró a tratar de explotar el regreso de Trump a una ciudad que dejó marcada y traumatizada por los disturbios del Capitolio, publicando un nuevo video de campaña que mostraba escenas del asalto.
“No hay nada más sagrado que nuestra democracia, pero Donald Trump está dispuesto a quemarla”, dice un narrador en el anuncio, que se emite en los estados más disputados.
Biden, de 81 años, se encontraba a miles de kilómetros de Washington cuando apareció Trump, participando en la cumbre del G7 en Italia. Es el segundo viaje al extranjero en dos semanas que utiliza como alegoría de una campaña presidencial estadounidense que intenta presentar como una lucha por salvar la democracia. Al desvelar una serie de nuevos planes para impulsar a Ucrania diplomática, militar y económicamente, el presidente recordó que a EE.UU. y a sus aliados se les había preguntado repetidamente si se mantendrían firmes en favor de un país al que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, intentaba borrar del mapa.
“Lo diremos una vez más, sí, una y otra y otra vez vamos a mantenernos firmes con Ucrania”, afirmó Biden junto al presidente Volodymyr Zelensky. El aluvión de iniciativas para institucionalizar el apoyo occidental a Ucrania que se están desvelando en la cumbre son un claro esfuerzo por protegerse ante la posibilidad de que Trump vuelva al poder el 20 de enero de 2025. Durante su mandato, el expresidente se ha acercado con frecuencia a Putin y ha dicho que pondría fin a la guerra en Ucrania en 24 horas, una hazaña que sólo podría lograrse asegurando las ganancias territoriales de Rusia tras su brutal invasión.
El exasesor de seguridad nacional de Trump John Bolton advirtió el jueves que Biden no podía garantizar que el pacto de 10 años que abarca entrenamiento militar, cooperación en inteligencia y otras áreas que firmó con Zelensky el jueves fuera a durar.
“Creo que es ilusorio, sin embargo, que alguien piense que Trump estaría obligado a cumplirlo. Si Trump es investido al mediodía del 20 de enero del próximo año, alrededor de las cinco de la tarde podría haber disuelto este acuerdo en su totalidad”, dijo Bolton a Bianna Golodryga en CNN Internacional.
Si Trump resulta elegido y se aleja de Ucrania, completará la transformación de un Partido Republicano que una vez se enorgulleció de defender la democracia en todo el mundo y que, bajo la presidencia de Ronald Reagan, ganó la Guerra Fría.
“No se puede atar a un futuro presidente que no quiere ser atado”, dijo Bolton.