(CNN Español) – Las elecciones en Venezuela provocaron un terremoto político en la región. Con algunas pocas excepciones —entre las que pueden apenas contarse Cuba, Nicaragua y Bolivia— la mayoría de los países de América y Europa exigieron al Gobierno de Nicolás Maduro transparencia en la publicación de los resultados, que hasta mediados de la semana no habían sido publicados en detalle.
Sin embargo, hubo matices. Mientras que algunos llegaron a desconocer las cifras publicadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y apelaron a acciones conjuntas que apunten al “respeto de la voluntad popular”, otros —países centrales por su rol en la región y por sus fronteras con Venezuela como Brasil, Colombia e incluso México— apostaron por la moderación.
El lunes, el Gobierno de Maduro redobló la apuesta contra quienes habían cuestionado los resultados oficiales y anunció, a través de un comunicado, que expulsaría al personal diplomático de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay.
“Es una situación atípica para lo que son los reglamentos y las costumbres diplomáticas; no está contemplado ni en la Convención de Viena sobre las relaciones diplomáticas ni en las Convenciones de Caracas o de Montevideo sobre asilo. Es una suspensión de las relaciones diplomáticas sin ruptura de relaciones diplomáticas”, explicó a CNN el exvicecanciller de Argentina y exembajador del país en la ONU Fernando Petrella.
Esta situación se mantuvo en general con la excepción de Perú, país con el que Venezuela anunció el miércoles que rompería relaciones diplomáticas. En el caso de Argentina, la expulsión del personal diplomático afecta a los seis venezolanos asilados actualmente en la embajada argentina en Caracas.
Elsa Llenderrozas, miembro de Red de Politólogas y directora de la carrera de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires, dijo a CNN que a la expulsión de los diplomáticos argentinos se le habían sumado distintas acciones de amedrentamiento a la embajada, además del corte del suministro de agua y de electricidad. “Esto es un acto de gravedad que vulnera el derecho internacional”, señaló.
Qué implica el aislamiento diplomático para Maduro
Mucho antes del anuncio de la expulsión de los diplomáticos de siete países esta semana, Venezuela ya había optado por el aislamiento político en la región. Lo había hecho, por ejemplo, retirándose de la Organización de Estados Americanos (OEA), que este miércoles sostendrá una reunión en la que muy probablemente los países reunidos pidan por el respeto de los resultados electorales.
En efecto, Fernando Petrella, exvicecanciller de Argentina y exembajador del país en la ONU asegura que a Maduro el aislamiento le conviene: “Cuanta menos gente meta la nariz en lo que pasa en Venezuela, mejor para él. Por ejemplo, la OEA normalmente es un observador automático de las elecciones que se llevan a cabo en los países del hemisferio. A un país que vulnera las normas electorales como es el caso de Venezuela desde hace muchos años, el aislamiento, de la OEA y de la región, lo favorece”.
Además, al aislamiento político ahora hay que sumarle el aislamiento físico. Venezuela suspendió los vuelos con Panamá, por ejemplo, que es una conexión aérea clave porque desde allí salen todos los vuelos hacia el norte del continente, incluido Estados Unidos.
“Esto implica mayores costos materiales para el país y para los venezolanos. Y arroja a Venezuela a los brazos de sus aliados extraregionales (Rusia, China e Irán), lo seguramente radicalizará aún más al régimen”, añadió Llenderrozas.
Sin embargo, en los 25 años que el chavismo lleva en el poder, ya atravesó por etapas de mayor o menos aislamiento internacional, incluidas sanciones económicas, de las que logró salir más o menos airosa.
El director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Beningo González, explicó a CNN desde Caracas que el aislamiento es una estrategia, concebida de forma temporal: “Venezuela busca aislarse de aquellos gobiernos que tratan de incidir sobre la situación interna para que se reconozcan los resultados electorales. La idea es cortar esa relación por lo menos mientras se supera la crisis interna. Después de eso, Venezuela buscará normalizar la situación con esos países, pero mientras tanto quiere sacar del medio a esos gobiernos que apoyan y alientan a la oposición, o que incluso otorgan asilo a algunas personas que se sienten perseguidas o amenazadas”.
“La actitud es aislarse para hacer adentro lo que se quiera, reprimir con mucha fuerza como ya se ha empezado a hacer, y después hacer como que aquí no ha pasado nada cuando vuelve todo a la normalidad. Una vez que se reconozca el Gobierno de Maduro pueden volver todos a hablar y a hacer negocios con Venezuela”, agregó.
Más allá de la estrategia de Maduro y su efectividad, se abre la pregunta sobre cuál debería ser la estrategia de una región que no es indemne a una crisis de estas características.
Varios centros de estudios venezolanos, entre ellos el UCAB, tienen estimaciones de que entre un 8 y un 10% de los venezolanos podrían abandonar el país en los próximos meses, afectando a vecinos como Colombia y Brasil, entre otros. Se trata del equivalente a unos dos millones de personas, que podrían sumarse a los ocho millones que ya se fueron en los últimos años, según cifras del ACNUR.
Por todo esto, el diplomático Petrella sugiere prudencia. “Promover el aislamiento con países como Venezuela no es lo más conveniente, como no fue productivo en su momento el aislamiento de Cuba. Hay que recordar, por supuesto, que Cuba es una isla y Venezuela no lo es; por lo que su aislamiento podría resultar aún menos efectivo, y más complicado con los países con los que comparte frontera”.